Título Original The Conjuring 2 (2016)
Director James Wan
Guión Carey Hayes, Chad Hayes, David Leslie Johnson, James Wan
Actores Vera Farmiga, Patrick Wilson, Frances O’Connor, Madison Wolfe, Lauren Esposito, Patrick McAuley, Benjamin Haigh, Maria Doyle Kennedy, Simon Delaney, Franka Potente, Simon McBurney, Javier Botet
Desde que en el año 2004 adaptara al largo un cortometraje de su propiedad con Saw el cineasta australiano de origen malayo James Wan se ha autoimpuesto reinventar distintas ramas del cine de terror. La primera entrega de la saga del sádico Jigsaw y sus retorcidos juegos mortales adscritos al torture porn fue el primer paso, pero el coqueteo con los films protagonizados por “muñecos diabólicos” de Dead Silence (Silencio Desde el Mal) y su punto de vista sobre cine de casas encantadas y posesiones demoníacas con la franquicia Insidious demostraron que su intención era experimentar con una vertiente del género más adscrita a lo sobrenatural. Ya en 2013 estrenó su, hasta el momento, opus magna, aquella The Conjuring (Expediente Warren en España) protagonizada por Vera Farmiga y Patrick Wilson que se metían en la piel del matrimonio formado por Ed y Lorraine Warren, una pareja de investigadores de lo paranormal (demonólogo él, clarividente ella) que en esa ocasión investigaban un caso relacionada con una familia numerosa, los Perron, que se habían mudado a una solitaria casa en Rhode Island. Con la ayuda Chad y Carey Hayes al guión y la supervisión de personas relacionadas con los casos supuestamente reales de los Warren James Wan puso todo su talento como narrador, su maestria con la puesta en escena, su inteligencia para transmitir desasosiego al espectador por medio de la atmósfera o el uso de la imagen y el sonido para ofrecer una obra que sin inventar absolutamente nada utilizaba todas las virtudes de las horror movies para potenciarlas exponencialmente y conseguir, no sólo ejecutar una obra cinematográfica brillante en varios aspectos, sino también transmitir en no pocas ocasiones verdadero y puro miedo a la platea, algo poco común en los tiempos que corren. Como era de esperar la cinta fue todo un éxito a nivel internacional, tanto como para dar pie un año después a un competente, pero menor, largometraje a modo de spin off llamado Annabelle protagonizado por la ya icónica muñeca maldita y rodado por John R. Leonetti, director de fotografía de The Cojuring.
Después de su exitoso coqueteo con la saga Fast & Furious de la que rodó su accidentada séptima entrega y de ceder la batuta de director de Insidious: Capítulo 3 a su amigo y colaborador Leigh Whannell (manteniendo este muy bien el tipo como comentamos en la reseña que le dedicamos en su momento al film) James Wan vuelve al género que mejor controla con la segunda entrega de The Conjuring, que en nuestro país se conoce como Expediente Warren: El Caso Enfield. Esta vez el director de Sentencia de Muerte y su grupo de guionistas se han basado en otro de las casos más famosos con los que el matrimonio formado por Ed y Lorraine Warren tuvieron relación. En el año 1977 en una casa del municipio londinense de Einfield, la familia Hodgson requirió los servicios de la pareja de parapsicólogos cuando Peggy, la madre soltera de cuatro vástagos, descubrió que una presencia sobrenatural estaba acosando a su familia y poniendo sus ojos concretamente en Janet, una de sus dos hijas. Curiosamente antes de que Ed y Lorraine decidieran cruzar el Océano Atlántico para investigar tan peliagudo caso los Hodgson y sus problemas con el “más allá” se convirtieron en la comidilla de los programas, periódicos y revistas sensacionalistas británicos de la época. De aquellos hechos se hicieron fotos y grabaron programas, de hecho no es difícil encontrar en la red material relacionado con lo a acontecido en Enfield y los supuestos poltergeist que habitaron en aquel inmueble. Como comentamos esta es la base sobre la que bascula la trama de The Conjuring 2 y con ella James Wan ha vuelto a dar en el centro de la diana con la que es desde ya una de las mejores películas de lo que llevamos de 2016.
Desde el primer plano el cineasta australiano lo deja claro, estamos en su terreno, nada ha cambiado en los tres años que separan la primera The Conjuring y esta segunda parte y para ello inicia su largometraje con un poderoso prólogo centrado en el famoso caso de Amityville anclando de esta manera las dos vertientes que ya son señas de identidad de la saga. Por un lado una remarcable intención por ceñirse si no a la realidad (permitid a este escéptico redactor seguir creyendo en la no existencia de entidades sobrenaturales o fantasmas de distinto pelaje) sí a unos hechos muy bien documentados para ser fieles al material supuestamente verídico que toma como base narrativa y por otro homenajear a otros films o franquicias (en esta caso la de Terror en Amityville que vio la luz en 1979 alargándose con un buen puñado de secuelas y hasta un remake o algunos proyectos de factura más reciente como Babadook) que sirven como inspiración al director para dar forma a su criatura. Pero lo que también llama la atención en esta ocasión es que The Conjuring 2 deja un poco de lado el tono más clásico de su predecesora, no sólo para entregarse a una puesta en escena más dinámica e inquieta formalmente, sino también para tender en más de una ocasión puentes con su saga hermana Insidious, de hecho en no pocas ocasiones esta Expediente Warren: El Caso Enfield parece tener más hallazgos visuales y resoluciones formales en común con la otra gallina de los huevos de oro de James Wan que con su hermana mayor estrenada en 2013.
Independientemente de este pequeño cambio de tono que le acerca más (puede que de manera intencionada) al cine de terror de los ochenta que al de los setenta del que se alimentaba la primera entrega el trabajo de James Wan en esta secuela vuelve a alcanzar niveles altísimos de calidad. El futuro director de Aquaman se encuentra en pleno uso de sus facultades como narrador y eso se nota tanto en el plano técnico como el artístico a lo hora de guiar adecuadamente a un reparto al que exprime al máximo. The Conjuring 2 una vez más se revela como una producción realizada con un minimalismo desarmante por parte de un autor que ya tiene una impronta reconocible y que sabe hacer uso de la misma para ofrecer momentos que dejan al espectador agarrado a la butaca o soltando las ya clásicas risas nerviosas tras uno de los múltiples sustos que pueblan el metraje. Wan nuevamente se muestra como un maestro a la hora de controlar el timing, con una pericia fuera de lo normal a la hora de sustentar su trabajo en la dirección de fotografía y el estilismo visual de su obra para crear una atmósfera opresiva que crispa los nervios de una platea que siente más miedo cuando imagina lo que va a suceder en pantalla que cuando finalmente ve cuál es el hecho sobrenatural que el director y sus guionistas han pensado para ponernos contra las cuerdas. Al igual que en la primera película las secuencias de terror que pueblan la cinta que nos ocupa no recurren al golpe de banda sonora, no buscan el salto impulsivo del espectador de su asiento, sino por medio del “menos es más”, la sugestión visual y auditiva (una vez más los efectos de sonido son brillantes y ayudan mucho a crear la sensación de amenaza que sobrevuela todo el relato) transmitir una sensación de malestar al que visiona que apele a sus miedos intrínsecos, aquellos que forman parte de la cultura popular y las leyendas urbanas y que aquí Wan vuelve a utilizar con un pulso sencillamente apabullante.
Los pasajes en los que James Wan sabe sacar oro de localizaciones exiguas (la casa de Enfield en la que tiene lugar esta secuela es mucho más pequeña que la de los Perron del primer film y aquí también es expuesta casi en su totalidad por medio de un travelling trucado que contextualiza espacialmente el tablero con el que jugaran los responsables del largometraje) o actores que prefieren abordar sus roles por medio de la sutilidad eludiendo todo tipo de exageración o sobreactuación para con ello mostrar verdadero terror cuando se enfrentan a los entes extraterrenos que les amenazan son continuos a lo largo del metraje, aunque en número no son tantos como los de la primera película que he revisado hoy en pantalla grande junto a la secuela y no daba un minuto de respiro al espectador. Como previamente hemos comentado Wan prefiere recurrir al “sugerir más que mostrar” para construir los momentos más brutales de su último trabajo. Desde ya situaciones como la del sueño de Lorraine, la entrevista con Janet delante de las cámaras, la habitación con las cruces invertidas o la del “Hombre Torcido” (al que da vida nuestro Javier Botet) entre otras, se encuentran entre lo mejor jamás rodado por su realizador. Pero es de recibo destacar dos momentos del metraje que son desde este mismo momento muestras impecables del mejor terror contemporáneo como son todo lo acontecido con el cuadro que pinta Ed y sobre todo el interrogatorio de este último a Janet con la imagen de la niña desenfocada a las espaldas del personaje de Patrick Wilson, un tour de force interpretativo, estético y conceptual que confirma a James Wan como uno de los mejores autores de cine de género del panorama fílmico actual, dos momentos ejecutados con una pericia digna de los más grandes que se quedan grabados en la retina del espectador largo tiempo después de que las luces de la sala se enciendan al finalizar la película.
Un dúo de actores totalmente compenetrados como Patrick Wilson y Vera Farmiga, que en todo momento parecen un matrimonio real, apoyados por un grupo de secundarios que cumplen su cometido de permitirnos empatizar con sus desgracias (enorme trabajo de Madison Wolfe como la sufrida Janet) un guión perfectamente escrito que sabe medir los tiempos y ofrecer una galería de situaciones extremas con las que el espectador nunca baje la guardia y un director fuera de serie que es capaz de transmitir miedo con una tienda de campaña al fondo de un pasillo en penumbras o con un plano subjetivo que nos muestra la miopia momentánea de un personaje que de esta manera no puede percibir la presencia que se encuentra junto a él en ese mismo instante son muchos de los hallazgos de esta Expediente Warren: El Caso Enfield que nos hacen pasar por alto ciertos lugares comunes con respecto al cine de terror como retratar a los “escépticos” como personajes estúpidos, engreídos y unidimensionales (aunque Franka Potente lo haga tan bien como siempre con su breve papel) algún pasaje de terror no del todo bien rematado (la mayoría de los relacionados con Bill Wilkins son geniales, pero un par de ellos no están todo lo bien ejecutados que debieran) o contados momentos renqueantes que lastran la narración cuando hacemos la transición de Estados Unidos a Inglaterra, todos ellos errores nimios que no pueden ensuciar el buen hacer de una producción casi intachable. Aunque queda un peldaño por debajo de la primera entrega The Conjuring 2 es una de las mejores obras cinematográficas de la temporada, la muestra clara de que no hace falta inventar nada para sorprender al espectador mientras el jefe de ceremonias tenga el suficiente talento y el necesario conocimiento con respecto al material de partida con el que va a construir su historia, en este caso una de las más terroríficas de los últimos años.
Crítica publicada originalmente en Zona Negativa
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