Título Original Alice Trough the Looking Glass (2016)
Director James Bobin
Guión Linda Woolverton basado en la novela de Lewis Carroll
Actores Mia Wasikowska, Johnny Depp, Helena Bonham Carter, Anne Hathaway, Sacha Baron Cohen, Michael Sheen, Alan Rickman, Stephen Fry, Timothy Spall, Rhys Ifans, Ed Speleers, Barbara Windsor, John Sessions, Paul Whitehouse, Karol Steele
La relación de Disney y el cineasta Tim Burton viene de lejos. Durante la primera mitad de los 80 la casa del ratón Mickey contrató sus servicios, pero su peculiar visión entre oscura y gótica de la animación y el fracaso que supuso el hoy cortometraje de culto Frankenweenie (el de imagen real que serviría como base para la versión en stop motion a manos del mismo cineasta en 2012) fueron motivos suficientes para que la afamada productora diera la patada al futuro director de Batman o Mars Attacks!. Tras el descomunal éxito de su adaptación a la pantalla grande de las aventuras del personaje de DC creado por Bob Kane y Bill Finger Burton se labró una carrera llena de éxitos de crítica y público como Eduardo Manostijeras o Ed Wood y en el hogar del tío Walt volvieron a solicitar sus servicios como productor e ideólogo, de manera ocasional, para films de stop motion como la ya clásica Pesadilla Antes de Navidad o la infravalorada James y el Melocotón Gigante que adaptaba un relato de Roal Dhal. Pero en el año 2001 la suerte de Tim Burton cambió radicalmente cuando decidió embarcarse en la ardua tarea de rodar el remake del clásico de la ciencia ficción El Planeta de los Simios con el que el Franklin J. Schaffner llevaba a imagen la palabra del novelista Pierre Boulle en 1968. Tras este batacazo la carrera del norteamericano cayó en picado embarcándose en productos acomodaticios e indignos de su talento que mostraban a un autor anclado en una autocomplacencia artística que se alargó durante más de una década y aunque puntualmente seguía ofreciendo piezas memorables como La Novia Cadáver o Sweeney Todd: El Barbero Diabólico de la Calle Fleet e incluso obras maestras como Big Fish o la ya mencionada versión en largometraje de Frankenweenie la sensación de que su etapa dorada como cineasta había pasado era un secreto a voces.
A este grueso de su filmografía en el que producciones inocuas, irregulares o fallidas como Charlie y la Fábrica de Chocolate, Big Eyes o Sombras Tenebrosas se sucedían las unas a las otras pertenece Alicia en el País de la Maravillas, una especie de secuela en imagen real del clásico animado de la Disney que se inspiraba en las novelas Las Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas y A Través del Espejo y lo que Alicia Encontró Allí salidas de la mano del escritor británico Lewis Carroll. El largometraje una vez más mostraba a un Tim Burton autoindulgente que prefería que su sello y personalidad autoral quedara plasmada más por el enorme diseño de producción que Disney ponía a su disposición que haciendo suyas y utilizando sabiamente las señas de identidad que le habían convertido en uno de los cineastas más originales del panorama cinematográfico contemporáneo. En la cinta se alternaban fallos y virtudes, unos actores entregados a la causa con unos enormes Johnny Depp como el Sombrero Loco o Helena Bonham Carter como la Reina de Corazones se anteponían un guión deslavazado, una sobreproducción cargante que abusaba hasta lo extenuante de unos efectos digitales tan efectivos como excesivos y la desidia que transmitía un director al que en todo momento se le percibía haciendo su labor como jefe de ceremonias con el piloto automático accionado de principio a fin.
Aunque la prensa especializada no fue muy benévola con la película la taquilla respondió sobradamente, Disney tomó nota de tal hecho y sin prisa pero sin pausa se puso en marcha para ir dando forma a una secuela. De este modo la cinta que sirvió de inicio a la nueva ola de versiones en imagen real con la que Disney adapta sus clásicos animados (hace poco hablamos aquí de la magnífica El Libro de la Selva rodada por Jon Favreau) tendría una continuación en la que Tim Burton cedería la butaca del director a otro realizador y el tomaría el rol de productor dedicándose como autor a otros films como esa El Hogar de Miss Peregrine Para Niños Peculiares que verá la luz próximamente, pero supervisando personalmente esta segunda parte con la que las aventuras de Alicia Kingsleigh volverían a la pantalla grande. El encargado de rodar esta continuación es el británico James Bobin, curtido como cineasta en los últimos films de los Teleñecos (los Muppet en su nombre original) el reparto está formado por prácticamente los mismos actores que el primer largometraje, la novela A Través del Espejo y lo que Alicia Encontró Allí volvería a ser el punto de partida argumental (con las licencias esperadas con respecto al escrito) y el resultado es nada más y nada menos que el esperado. Alicia a Través del Espejo es una cinta rudimentaria, impersonal y totalmente supeditada a lo que Tim Burton ya había llevado a cabo en la versión del año 2010.
Nada nuevo en el horizonte con esta Alicia a Través del Espejo, nos encontramos ante una nueva chuchería con una en casi todo momento artificiosa parafernalia visual sin fin que envuelve una historia del montón que se sostiene en pie a duras penas en un punto de partida en el que Alicia (Mia Wasikowska) vuelve a el País de las Maravillas para ayudar a su amigo el Sombrerero Loco (Johnny Depp) robando la poderosa Cronosfera a el Tiempo (Sacha Baron Cohen) y teniendo que enfrentarse en el proceso a su letal enemiga la Reina de Corazones (Helena Bonham Carter). Aunque la producción mantiene absolútamente toda la imagineria visual y el bestiario de personajes que Tim Burton adaptó, a su manera, de los escritos de Lewis Carroll esta nueva entrega se aferra desde su mismo arranque a la más notoria de las autocomplacencias, tejiendo un producto sin personalidad, que comienza de manera alarmantemente desangelada (la primera mitad del film parece en ocasiones un episodio de Érase Una vez con exceso de esteroides) para coger mejor ritmo conforme la trama va desarrollándose de manera irregular e impulsada por ideas argumentales que en no pocas ocasiones se muestran ante el espectador como incompletas o inviables en un plano narrativo. De este modo el film revela su naturaleza de consumo rápido a las órdenes de una Disney cuya autoría en la obra es incluso mayor que la del director de Beetlejuice o Sleepy Hollow.
Por desgracia no sólo en el apartado técnico se nota el tono desanimado de una producción en la que pocos de sus implicados han depositado verdaderas muestras de su talento, ya que el equipo artístico también deja notar en algunos aspectos que estaban allí para cobrar el abultado cheque y poco más. De la misma manera que Johnny Depp parece no estar ya verdaderamente a gusto en la piel del Sombrerero Loco y Anne Hathaway comienza a dar muestras de que no saber qué hacer a estas alturas con su Reina Blanca es esta vez Mia Wasikowska la que ha dado un enorme paso adelante con respecto a su insípida primera interpretación de Alicia (de hecho a un servidor le ha llamado siempre la atención que cineastas importantes como David Cronenberg, Gus Van Sant o Park Chan-Wook se fijaran en ella tras su tibio debut) llenando su personaje de vitalidad, simpatía y la expresividad que en 2010 brilló por su ausencia. Lo mejor de la velada es por un lado la revelación de Sacha Baron Cohen como Tiempo (no es de extrañar su presencia en el film si tenemos en cuenta que ya había trabajado previamente tanto con Tim Burton como con James Bobin) el villano de la velada que sabe sacar partido a su peculiar rol y sobre todo una Helena Bonham Carter que vuelve a devorar todos y cada uno de los encuadres que la cámara del director de El Tour de los Muppets le dedica a lo largo del metraje con esa Reina de Corazones que se mueve a placer entre lo irritante, la simpatía y la ternura.
Recomendada para aquellos que disfrutaron con la primera entrega de Tim Burton estrenada hace seis años y especialmente evitable para los espectadores que al verla salieron sobresaturados de CGI, extravagancias visuales y personajes chillones Alicia a Través del Espejo sólo es disfrutable como explotación de una gallina que más que de oro ponía los huevos de bronce. Aquí siguen todas las criaturas, localizaciones y paisajes del imaginario carrolliano pasados por el filtro Burton pero manejadas por un cineasta que parece no sentirse del todo a gusto jugando con los muñecos de otra persona. James Bobin cumple como artesano que oye, ve y calla mientras los productores son los que tienen la última palabra a la hora de positivar todos y cada uno de los fotogramas que pueblan la cinta. Con todo aquí podemos disfrutar de 113 minutos de moderado entretenimiento que va cogiendo fuerza poco a poco y que ofrece, de manera bastante inesperada, algunos pasajes bastante logrados en su clímax final como esas estampas de parajes devorados por la putrefacción que muestran un acabado pictórico elegante y agradable para la vista del espectador. El último film en imagen real de Disney nos confirma que hasta un Tim Burton a medio gas es preferible al pobre cineasta mercenario de turno que toma material ajeno para hacer lo que buenamente puede con él sin que la maquinaría hollywoodiense lo estigmatice por querer aportar alguna idea propia que pueda desestabilizar tanto su statu quo cinemático como sus abultadas y siempre crecientes cuentas corrientes.
Reseña originalmente publicada en Zona Negativa
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