Título Original Hellboy (2004)
Director Guillermo del Toro
Guión Peter Briggs y Guillermo del Toro, basado en el cómic de Mike Mignola
Reparto Ron Perlman, Selma Blair, Rupert Evans, John Hurt, Doug Jones, Jeffrey Tambor, Karel Roden, Ladislav Beran, Corey Johnson, Biddy Hodson, Kevin Trainor, Brian Caspe, James Babson, Brian Steele
Durante la promoción de Blade II (2002) el cineasta mexicano Guillermo del Toro proclamó que después de haber tenido los medios, pero no la libertad creativa, con Mimic y de darse el caso opuesto con El Espinazo del Diablo, su primera y memorable incursión en nuestro cine, con la secuela de las aventuras del cazador de vampiros nacido en las páginas de La Tumba de Drácula, de Marvel Comics, había encontrado el equilibrio perfecto entre ambas vertientes. Estas palabras, difíciles de creer si se conocen mínimamente los entresijos de Hollywood, sonaban sinceras en boca del autor de Cronos y posiblemente ese fuera el motivo por el que su siguiente proyecto siguió transitando el terreno de las traslaciones a imagen real de personajes arraigados en el cómic. A pocos extrañó que en el año 2004 Guillermo del Toro estrenara la primera obra cinematográfica inspirada en Hellboy. No sólo porque Mike Mignola desplegara en su obra señas de identidad que le emparentaban notablemente con la filmografía del mexicano, sino porque este último poseía la sensibilidad adecuada para llevar a buen puerto dicha empresa. Por medio de Sony Pictures Entertainment, Revolution Studios y Lawrence Gordon Productions en colaboración con Dark Horse Entertainment, división audiovisual de la editorial, Hellboy llegó a pantallas estadounidenses el 30 de marzo de 2004 y con ella Del Toro se consolidaba definitivamente como uno de los directores en activo más interesantes del cine comercial de principios del siglo XXI.
Una de las decisiones más difíciles tomadas por Guillermo del Toro, Mike Mignola y sus colaboradores con respecto a la película fue la elección del actor que daría vida a Hellboy. Como todos sabemos el elegido fue Ron Perlman, icónico intérprete de peculiar rostro y fisionomía que por aquel entonces ya había colaborado con el mexicano en Cronos y Blade II. Elegir al Clay Morrow de Hijos de la Anarquía para el papel protagonista supuso todo un triunfo tanto en esta primera cinta como en su continuación, pero por suerte los aciertos de casting no quedaron sólo ahí. Doug Jones como Abe Sapien, John Hurt en la piel de Trevor Bruttenholm, Selma Blair dando voz y físico a Liz Sherman o Rupert Evans y Karel Roden convertidos en el agente novato John Myers y el místico Grigori Rasputín, respectivamente, completan gran parte del reparto de la obra. Del argumento que serviría de base a la historia se ocuparon Peter Briggs y Guillermo del Toro y de adaptarlo a guión cinematográfico este último con el respaldo y el beneplácito del padre de la criatura. Un Mike Mignola al que le vincula una peculiar amistad llena de tiranteces bidireccionales tomando aquí el rol de co productor ejecutivo. El resultado es una magnífica pieza que funciona como adaptación del material original y como película de aventuras adscrita de manera poco ortodoxa al celuloide superheróico.
Hellboy se basa, principalmente, en Semilla de Destrucción, el primer arco argumental protagonizado por el personaje dentro del sello Legend de la editorial independiente Dark Horse Comics y que Mike Mignola pudo sacar adelante con la ayuda de John Byrne a la escritura. De manera bastante libre y añadiendo personajes o situaciones de otras historias en papel del personaje Hellboy se revela como una excelente carta de presentación a la hora de dar a conocer el protagonista al gran público. En plena Segunda Guerra Mundial la rama ocultista del Tercer Reich, comandada por Grigori Rasputin, abre una puerta dimensional en la costa escocesa y por la misma llega a la Tierra un pequeño demonio adoptado por el profesor Trevor Bruttenholm y las tropas aliadas. 60 años después, Hellboy, nombre con el que le bautizaron sus rescatadores, es miembro de la Agencia de Investigación y Defensa Paranormal (AIDP) junto a Abe Sapien, un anfibio humanoide con poderes sensoriales, su padre adoptivo y un equipo dirigido por el alto cargo del FBI Tom Manning. La llegada de un nuevo agente llamado John Myers o el regreso de Liz Thompson, antigua miembro de la agencia e interés amoroso de Hellboy, y la resurrección de Rasputín a manos de sus antiguos colaboradores supondrán los hechos que darán inicio a una terrible amenaza para la humanidad.
Hellboy amalgama como obra cinematográfica la pasión por los monstruos de feria y los inadaptados habitual en la filmografía de Guillermo del Toro con la estética entre gótica, mística, tecnológica y deudora de la obra literaria lovecraftiana gestada en el cómic de Mike Mignola. El director de La Cumbre Escarlata consigue extrapolar con acierto mayúsculo el microcosmos ficcional diseñado por el autor de Batman: La Maldición Que Cayó Sobre Gotham, haciendo especial hincapié en toda la imaginería visual y el bestiario de criaturas desplegado a lo largo de los años en las viñetas. Si la puesta en escena del mexicano se hace fuerte a la hora de trasvasar ilustración a fotograma con la ayuda de unos CGI todavía hoy muy dignos, es en el tono de su propuesta donde encontramos más disonancias con respecto a los cómics debido a una ligereza inclinada hacia la comercialidad y una tendencia por cierta comicidad demasiado acentuada, chocando frontalmente con la más sutil y melancólica del personaje en las historias de Dark Horse Comics. En resumidas cuentas el Hellboy de Del Toro sabe capturar mucho de la idiosincrasia del personaje original, pero al pasarlo por su filtro autoral este pierde parte de su esencia primigenia.
El guión de Hellboy, ideado por Del Toro y su colaborador años antes de la producción del largometraje, presume de una buena construcción debido, sobre todo, a las sólidas bases sobre las que es construido, como el ya citado primer arco Semilla de Destrucción publicado en 1993 que dio inicio a las aventuras del personaje. Peter Briggs y Del Toro se ocupan de ofrecer coherencia interna al relato, añadir adecuado material de cosecha propia sin entroncar este con el adaptado de los cómics y repartir sabiamente a lo largo del metraje referencias, situaciones y personajes de otras historias de Hellboy en papel. Ese mal, casi endémico en la filmografía del mexicano, de construir muchos de sus proyectos sobre un libreto muy irregular o incapaz de sostener toda su desinhibida imaginación no se da en este caso gracias a ser la traslación de una historia sólida y perfectamente sintetizada cuya meritoria estructuralidad es extrapolada al medio audiovisual con prácticamente todos sus aciertos y hallazgos narrativos. Curioso si tenemos en cuenta que era la primera historia del personaje dentro del medio en el que nació y sin haber desplegado todavía todas sus posibilidades conceptuales y narrativas. Esto cambiará, y de qué manera, en Hellboy 2: El Ejército Dorado, de la que hablaremos más adelante.
En lo referido al reparto Ron Perlman destila carisma, socarronería, comicidad y una mezcolanza entre intimidación física y ternura que hacen de su Hellboy una encarnación para el recuerdo. Especial mención para la excelsa labor con el maquillaje creado en colaboración con un maestro como Rick Baker a la hora de materializar el aspecto físico de “Anung-Un-Rama” en pantalla sin parecer en ningún momento un disfraz. Doug Jones compone un soberbio Abe Sapien con el actor británico ofreciendo muestras magistrales de control del lenguaje corporal y sutilidad interpretativa. Selma Blair ejecuta con Liz Sherman uno de esos personajes introvetidos que tan bien se le dan, aunque en esta ocasión ocultando en su interior una bomba incendiaria de relojería. Jeffrey Tambor cumple asumiendo el rol cómico del cast como Trevor Bruttenholm, Karel Roden y Biddy Hodson se muestran eficientes y amenazantes en las pieles de Grigori Rasputin y Ilsa Haupstein, pero en cuanto a los villanos destaca sobremanera Ladislav Beran, transformado en el letal Karl Ruprecht Kroenen gracias a su impresionante estado físico y un uso brillante de las armas blancas. Finalmente es el desaparecido John Hurt el que otorga veteranía, tablas y corazón al proyecto con su inolvidable encarnación de Trevor Bruttenholm, mientras Rupert Evans solventa dignamente la papeleta como John Myers, los ojos y oídos del espectador a lo largo de la película.
Aunque se adhiere sin demasiados problemas dentro del cine mainstrean hollywoodiense, Hellboy, al igual que muchas de las obras cinematográficas de su máximo responsable, es una rara avis dentro del subgénero en el que milita. A quince años de su estreno sigue siendo un producto magnífico cuyos aciertos solapan algunas carencias como lo tópico de la relación amorosa de los protagonistas, que degeneraría alarmantamente en la secuela, o ciertas licencias con respecto a la obra de Mike Mignola que juegan en contra del conjunto del largometraje. Mientras la crítica fue bastante benévola con Hellboy la taquilla no estuvo por la labor de convertirla en un gran éxito. Con un presupuesto de 66 millones de dólares sólo recaudó unos poco abultados 99 que reportaron no demasiados beneficios a los productores. Por suerte la perseverancia de Guillermo del Toro y un golpe de suerte y talento en forma de cuento de hadas localizado en la Guerra Civil española estrenado en 2006 supusieron una ayuda indispensable para que Hellboy conociera una segunda entrega cuatro años después rodada por un Del Toro en una posición muy diferente dentro de Hollywood a la que ejercía cuando rodó la primera.
Reseña publicada originalmente en la web Zona Negativa.
ResponderEliminarhttps://www.zonanegativa.com/hellboy-sympathy-for-the-devil/