Claudette Wyms
The Shield tiene lugar en la comisaría The Farm, situada en el ficticio distrito californiano de Farmington uno de los más peligrosos de la ciudad de Los Ángeles y sigue a pie de calle el día a día no sólo de todos los agentes de dicho emplazamiento, sino también del Strike Team, un grupo de asalto especializado en desarticular bandas compuesto por cinco hombres y capitaneado por el detective Vic Mackey. En el episodio piloto (uno de los mejores de la historia de la televisión reciente) sus creadores no se andan con medias tintas, Shawn Ryan y el director Clark Johnson (The Wire) al que se debe el frenético look de cámara al hombro y aire documental de la serie, ponen las cartas sobre la mesa desde la introducción del programa. Esto no es Canción Triste de Hill Street o Policías de Nueva York, esto es The Shield y el equipo de asalto está formado por un grupo de agentes de gatillo fácil, que no dudan en torturar, extorsionar o trapichear con tal de mantener a raya a los delincuentes de Farmington. Su métodos son reprobables, excesivos y reaccionarios, pero ¿cuál es el verdadero problema? su efectividad..
La gran virtud de la serie se encuentra en esa paradoja, el espectador es consciente de que lo que Mackey y sus hombres hacen por mantener la paz en su distrito es ilegal, más propio de criminales que de policías, pero hacen que el orden se mantenga en la calle, que los pandilleros los respeten y sobre todo, que sus superiores lo consientan, desde sus compañeros que se sienten más seguros con ellos como los tipos que hacen el trabajo sucio y se arrastran por el barro, hasta el capitán David Aceveda que antepone sus ambiciones políticas como candidato político en Farmington a su deber como jefe al mando de la comisaria, haciendo en ocasiones oidos sordos a los delitos cometidos por Mackey y sus hombres.Este personaje interpretado con seguridad y aplomo por el actor Benito Martínez es uno de los más sólidos de la serie, su relación con Vic es una de las más interesantes que ha dado la televisión del nuevo milenio, ambos se odian, pero se complementan y necesitan, para que sus respectivos negocios sucios (ya sean monetarios o políticos) lleguen a buen puerto.
Pero si hay algún personaje destacable en The Shield ese es sin lugar a dudas el del mismo Vic Mackey interpretado magistralmente por Michael Chiklis. Él es el eje de toda la acción, el símbolo, la esencia, el espíritu y el mensaje de la serie. Un hombre lleno de claroscuros que no duda en comportarse como un asesino a sangre fría para luego mostrarnos su faceta como padre entregado (que no buen marido), amigo de sus amigos y defensor a ultranza de los compañeros que permiten o comparten sus metodos expeditivos. El protagonista de Los 4 Fantásticos impregna a su personaje de una personalidad arrolladora, empatizando el espectador muchas veces con su carisma y renegando en otras de él por su falta de escrúpulos. Por último destacar de este personaje brillante, que en el penúltimo episodio de la serie (Possible Kill Screen), él mismo, una agente de servicios internos (Laurie Holden) y una grabadora, dan forma, no sólo a el momento cumbre de la serie, sino también a una de las mejores, más perversas y geniales escenas que ha dado jamás la ficción televisiva. Una perfecta síntesis de lo que han supuesto las siete temporadas de The Shield condensadas en una sola frase, Shawn Ryan tocando el cielo como autor y guionista.
Por el equipo técnico de The Shield han pasado directores como David Mamet (Glengarry Glen Ross, La Trama), Frank Darabont (La Milla Verde, Cadena Perpetua), Gary Fleder (Cosas que Hacer en Denver Cuando Estás Muerto) el actor Peter Horton (que realizó algunos míticos episodios como el alabado Co Pilot, capítulo precuela que como su propio título indica tiene lugar antes del piloto), D.J. Caruso (Disturbia, The Salton Sea) o el mismo Michael Chilkis que no sólo dirigió algunos capítulos, sino que se hizo productor de la serie a partir de la 3ª temporada. En el reparto se han dado cita, a parte de los fijos CCH Pounder, Kenneth Johnson, Walton Goggins o Jay Karnes, actores como Glenn Close (inolvidable Capitana Mónica Rawling en la 4ª temporada), Forest Whitaker, Laura Harring (Mulholland Drive) o Franka Potente (Corre, Lola, Corre). Todos ellos realizando un trabajo brillante (sobre todo los miembros de Strike Team) dando la réplica con verdadera profesionalidad a Michael Chiklis.
Antes de que un servidor viera como James McNulty desenterraba toda la mierda que había escondida bajo tierra en la ciudad de Baltimore, The Shiled era mi serie favorita de lo que llevamos de siglo XXI. Esta remarcable obra desentrañó con pericia, ritmo espídico y personajes realistas, todo lo pútrido y defectuoso que hay dentro del sistema policial de California, un lugar donde los agentes de la ley que seguían el manual quedaban arrinconados en un injusto anonimato, mientras que los corruptos y rastreros se llevaban la gloria. Por desgracia esto no es nada nuevo, nuestra sociedad es así desde tiempos inmemoriales, somos capaces de permitir cualquier barbaridad fuera de la legalidad con tal de mantener una superficial fe en un sistema que en realidad no funciona y que está podrido hasta sus entrañas, Shawn Ryan lo sabía y con esta magna obra de la televisión nos acusó e hizo complices de sus protagonistas (a los que inlcuso llegamos a coger cariño por su imperfecta humanidad) señalándonos directamente a la cara porque nosotros somos tan deplorables o inlcuso más que ellos mismos.
Con un final genial en su fondo (era el más adecuado, el perfecto, como también lo fue el de su serie hermana Hijos de la Anarqúia) pero poco espectacular en su forma (tampoco lo necesitaba) The Shield se encuentra situada cómodamente entre las mejores series de la televisión americana y su nueva edad dorada adscrita a la ficción audiovisual. La obra de Shawn Ryan, que enorgullecería a los mismísimos Sam Peckinpah, Walter Hill o Samuel Fuller, destila fuerza, espectacularidad, crudeza, espíritu tan crítico como ambiguo y se perfila como una muestra fehaciente del doble rasero y la hipocresía de una sociedad, la nuestra, que vive en una autcomplaciencia que nos aboca a la inevitable decadencia ética y moral de la que comodamente, a día de hoy, formamos parte.
Tras abandonar la producción de Ángel, la serie creada por Joss Whedon y David Greenwalt, el productor y guionista Shawn Ryan decidió realizar un salto mortal sin red y meterse por primera vez en la gestación de un programa catódico creado por él mismo, el género sería el manido y manoseado policiaco, la temática, la delgada línea que separa lo legal de la ilegalidad, el resultado, The Shield, una de las mejores series televisivas de principios del SXXI. The Shield se emitió en la cadena por cable FX desde el año 2002 al 2008, constó de siete temporadas y supuso una radical e inédita mirada hacia la el retrato que se había realizado en la ficción televisiva hasta ese momento de las fuerzas de la ley, poniéndolas en entredicho, mostrando su lado más oscuro y sus bajezas, pero siempre desde un punto de vista humanista, visceral y sin moralismo o maniqueismo alguno.
The Shield tiene lugar en la comisaría The Farm, situada en el ficticio distrito californiano de Farmington uno de los más peligrosos de la ciudad de Los Ángeles y sigue a pie de calle el día a día no sólo de todos los agentes de dicho emplazamiento, sino también del Strike Team, un grupo de asalto especializado en desarticular bandas compuesto por cinco hombres y capitaneado por el detective Vic Mackey. En el episodio piloto (uno de los mejores de la historia de la televisión reciente) sus creadores no se andan con medias tintas, Shawn Ryan y el director Clark Johnson (The Wire) al que se debe el frenético look de cámara al hombro y aire documental de la serie, ponen las cartas sobre la mesa desde la introducción del programa. Esto no es Canción Triste de Hill Street o Policías de Nueva York, esto es The Shield y el equipo de asalto está formado por un grupo de agentes de gatillo fácil, que no dudan en torturar, extorsionar o trapichear con tal de mantener a raya a los delincuentes de Farmington. Su métodos son reprobables, excesivos y reaccionarios, pero ¿cuál es el verdadero problema? su efectividad..
La gran virtud de la serie se encuentra en esa paradoja, el espectador es consciente de que lo que Mackey y sus hombres hacen por mantener la paz en su distrito es ilegal, más propio de criminales que de policías, pero hacen que el orden se mantenga en la calle, que los pandilleros los respeten y sobre todo, que sus superiores lo consientan, desde sus compañeros que se sienten más seguros con ellos como los tipos que hacen el trabajo sucio y se arrastran por el barro, hasta el capitán David Aceveda que antepone sus ambiciones políticas como candidato político en Farmington a su deber como jefe al mando de la comisaria, haciendo en ocasiones oidos sordos a los delitos cometidos por Mackey y sus hombres.Este personaje interpretado con seguridad y aplomo por el actor Benito Martínez es uno de los más sólidos de la serie, su relación con Vic es una de las más interesantes que ha dado la televisión del nuevo milenio, ambos se odian, pero se complementan y necesitan, para que sus respectivos negocios sucios (ya sean monetarios o políticos) lleguen a buen puerto.
Pero si hay algún personaje destacable en The Shield ese es sin lugar a dudas el del mismo Vic Mackey interpretado magistralmente por Michael Chiklis. Él es el eje de toda la acción, el símbolo, la esencia, el espíritu y el mensaje de la serie. Un hombre lleno de claroscuros que no duda en comportarse como un asesino a sangre fría para luego mostrarnos su faceta como padre entregado (que no buen marido), amigo de sus amigos y defensor a ultranza de los compañeros que permiten o comparten sus metodos expeditivos. El protagonista de Los 4 Fantásticos impregna a su personaje de una personalidad arrolladora, empatizando el espectador muchas veces con su carisma y renegando en otras de él por su falta de escrúpulos. Por último destacar de este personaje brillante, que en el penúltimo episodio de la serie (Possible Kill Screen), él mismo, una agente de servicios internos (Laurie Holden) y una grabadora, dan forma, no sólo a el momento cumbre de la serie, sino también a una de las mejores, más perversas y geniales escenas que ha dado jamás la ficción televisiva. Una perfecta síntesis de lo que han supuesto las siete temporadas de The Shield condensadas en una sola frase, Shawn Ryan tocando el cielo como autor y guionista.
Por el equipo técnico de The Shield han pasado directores como David Mamet (Glengarry Glen Ross, La Trama), Frank Darabont (La Milla Verde, Cadena Perpetua), Gary Fleder (Cosas que Hacer en Denver Cuando Estás Muerto) el actor Peter Horton (que realizó algunos míticos episodios como el alabado Co Pilot, capítulo precuela que como su propio título indica tiene lugar antes del piloto), D.J. Caruso (Disturbia, The Salton Sea) o el mismo Michael Chilkis que no sólo dirigió algunos capítulos, sino que se hizo productor de la serie a partir de la 3ª temporada. En el reparto se han dado cita, a parte de los fijos CCH Pounder, Kenneth Johnson, Walton Goggins o Jay Karnes, actores como Glenn Close (inolvidable Capitana Mónica Rawling en la 4ª temporada), Forest Whitaker, Laura Harring (Mulholland Drive) o Franka Potente (Corre, Lola, Corre). Todos ellos realizando un trabajo brillante (sobre todo los miembros de Strike Team) dando la réplica con verdadera profesionalidad a Michael Chiklis.
Antes de que un servidor viera como James McNulty desenterraba toda la mierda que había escondida bajo tierra en la ciudad de Baltimore, The Shiled era mi serie favorita de lo que llevamos de siglo XXI. Esta remarcable obra desentrañó con pericia, ritmo espídico y personajes realistas, todo lo pútrido y defectuoso que hay dentro del sistema policial de California, un lugar donde los agentes de la ley que seguían el manual quedaban arrinconados en un injusto anonimato, mientras que los corruptos y rastreros se llevaban la gloria. Por desgracia esto no es nada nuevo, nuestra sociedad es así desde tiempos inmemoriales, somos capaces de permitir cualquier barbaridad fuera de la legalidad con tal de mantener una superficial fe en un sistema que en realidad no funciona y que está podrido hasta sus entrañas, Shawn Ryan lo sabía y con esta magna obra de la televisión nos acusó e hizo complices de sus protagonistas (a los que inlcuso llegamos a coger cariño por su imperfecta humanidad) señalándonos directamente a la cara porque nosotros somos tan deplorables o inlcuso más que ellos mismos.
Con un final genial en su fondo (era el más adecuado, el perfecto, como también lo fue el de su serie hermana Hijos de la Anarqúia) pero poco espectacular en su forma (tampoco lo necesitaba) The Shield se encuentra situada cómodamente entre las mejores series de la televisión americana y su nueva edad dorada adscrita a la ficción audiovisual. La obra de Shawn Ryan, que enorgullecería a los mismísimos Sam Peckinpah, Walter Hill o Samuel Fuller, destila fuerza, espectacularidad, crudeza, espíritu tan crítico como ambiguo y se perfila como una muestra fehaciente del doble rasero y la hipocresía de una sociedad, la nuestra, que vive en una autcomplaciencia que nos aboca a la inevitable decadencia ética y moral de la que comodamente, a día de hoy, formamos parte.
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