jueves, 29 de octubre de 2009
La Piel Vendida, mercaderes del placer
Director: Vicente Pérez Herrero (2005)
Guión: Vicente Pérez Herrero
Nunca me ha gustado el porno como género cinematográfico, aunque algunas de ellas (pocas) como Confessions de Nic Andrews con la bellísima Kylie Ireland están realmente bien realizadas. Jamás he pagado por comprar o alquilar una cinta x, gracias antaño a los compañeros de clase con Canal Plus y hoy al bendito internet. En mi vida he visto una entera y sólo me llama la atención de ellas lo que a la mayoría, el sexo explícito, pero a pesar de que siempre preferiré una película erótica antes que una pornográfica (sugerir antes que mostrar, menos planos de testículos bamboleantes, culos peludos y penes enhiestos) respeto profundamente a todos los profesionales que se dedican a este género, el más rentable de la historia del cine.
El documental La Piel Vendida muestra la cara amable de los actores, directores y productores del cine para adultos en España. Gente como Nacho Vidal, la veterana y ya retirada María Bianco, la polifacética Bibian Norai o realizadores con renombre como Narcis Bosch o José María Ponce contando también con la inclusión de cameos de pesos pesados como Rocco Sifredi o el genial Ron Jeremy, haciendo el director especial hincapié en la menuda y entrañable Anastasia Mayo. Actriz catalana que me resulta más erótica hablando, que recibiendo hondonadas de leche condensada casera en su rostro, que nos presenta a su familia (su padre la lleva a los rodajes) y a su pareja, mostrándose como una chica que disfruta con su trabajo y que vive realmente feliz haciendo cine porno.
La mayoría de los actores que salen en el documental no tienen cultura alguna, pero son inusualmente lúcidos a la hora de hablar de su trabajo e incluso pudorosos al comentar detalles de su vida privada, novios, novias, padres, hijos. Se muestran bestialmente sinceros, como el caso de Nacho Vidal, que realmente se luce cuando habla de qué es lo que quiere ofrecer él como profesional del porno a los que son sus espectadores, momentos de evasión onanista y sexual, no crear depravados.
Un trabajo sincero, respetuoso e incluso elogioso hacia estos miembros y miembras que tan buenos momentos nos han hecho pasar a la mayoría de nosotros. El documental lo pueden ver incluso pudorosos mariquitas, porque no hay escenas de sexo real ni nada de eso que enfada a la conferencia episcopal. En otro momento hablaré de Inside Deep Throat, que eso si es ya un monumental retrato no sólo de la más célebre cinta pornográfica jamás rodada, sino también de una época muy destacada de la historia de los Estados Unidos, pero esa es otra historia.
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