viernes, 30 de octubre de 2009

Viernes 13, Bienvenidos a Crystal Lake



Título Original Friday The 13th (1980)
Director Sean S. Cunnighan
Guión Victor Miller
Actores Betsy Palmer, Adrienne King, Harry Crosby, Laurie Bartram, Kevin Bacon, Robbi Morgan, Mark Nelson, Tom Savini




El director Sean S. Cunningham y el guionista Victor Miller son gente inteligente. En el documental Regreso a Crystal Lake: La Realización de Viernes 13 incluido en la edición en dvd de la primera parte de la serie de películas de Viernes 13 afirman que se dejaron influenciar cláramante por la previa y muy superior obra maestra de John Carpenter La Noche de Halloween. El parecido es más que razonable aunque en la cinta protagonizada por Michael Myers el director de La Cosa o El Príncipe de las Tinieblas prefirió la inteligente idea de sugerir en vez de mostrar, algo que no acontece en la entrega primigenia de la saga que voy a comentar tras la revisión a la que la sometí hace unos días.




Friday the 13th es una película que ha envejecido de muy buena manera. Es sin lugar a dudas la mejor cinta de una franquicia que fue decayendo entrega tras entrega cada vez más truculenta y autoparódica. Llegando ya en sus últimas muestras con títulos horribles como Viernes 13. Parte VIII: Jason Vuelve... Para Siempre, Viernes 13. El Final: Jason Va al Infierno, la futurista Jason X o la paródica Freddy vs. Jason a incitar a la carcajada. Todas ellas eran más o menos entretenidas y agradables, pero adentrándose gradualmente en los terrenos de la insulsez más ramplante.




Pero volvamos a la película original, la dirigida con mucho oficio por Sean S. Cunningham. La obra es una cinta de bajo presupuesto, rodada en muy pocos días y con actores desconocidos. Kevin Bacon es uno de los protagonistas, pero en aquella época era todavía un desconocido para el gran público. Si bien es una producción influenciada, como ya hemos mencionado previamenre, por otras películas e incluso subgéneros, el giallo italiano de gente como Dario Argento o Mario Bava entre ellos, supo crear su propio microcosmos ficcional y enriquecerlo con cierta personalidad.




El film viene a ser, junto a la ya mencionada cinta de John Carpenter, una de las piezas seminales del slasher o bodycount ochentero. En ella aparecen por primera vez algunos de los tópicos posteriormente estereotipados de dicho tipo de producciones tan explotadas por Hollywood. Los chicos que toman drogas, beben alcohol o mantienen relaciones sexuales son los primeros en morir, reglas con las que se hacía mofa y befa en la simpática primera entrega de Scream, o la aparición del clásico personaje, normalmente un anciano borracho o demente, que advierte a los protagonistas de los peligros del lugar al que se dirigen, mientras ellos hacen oídos sordos a las advertencias de ese tipo de rol capitular, normalmente conocedor de mucho más de lo que aparenta.




Los asesinatos en Viernes 13 son artesanales y diseñados por la mano experta y firme del gran Tom Savini. Si bien hoy pueden verse algo anticuados estos merecen el mayor de los elogios por el buen trabajo plástico realizado con ellos. Mención especial para la secuencia del hacha o la de la cama con Kevin Bacon. Todos estos meritorios pasajes, como ya hemos afirmado con anterioridas, están fuertemente inspirados en el Dario Argento de films como El Gato de las Nueve Colas o El Pájaro de las Plumas de Cristal. Con buenos resultados y algún susto que a día de hoy mantiene toda su fuerza, impresionando a más de un espectador despistado.




Otra de las señas de indetidad inconfundibles de Viernes 13 (ojo, hablo de la primera entrega, muy diferente de sus interminables secuelas) es la banda sonora extraña y atmósférica creada por Harry Manfredini, con unos inconfundibles sonidos parecidos a susurros y una especie de respiración entrecortada. Este icónico score se convirtió en indivisible a la franquicia y con sólo escuchar sus primeros acordes los aficionados al género de terror saben dilucidar encontrarse frente a una de la muchas entregas de las sanguinarias correrías del brutal y deshumanizado Jason Voorhees.




Cuando el largometraje llega su final una vez más encontramos referencias a más obras pretéritas. Por ejemplo, cuando se descubre quien es el asesino podemos ver un homenaje invertido a Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960) en dicho personaje secundario. También memorable en este sentido, es el último y excelente susto de la cinta, que por ejecución de la toma, estilo del tema musical sonando de fondo y resultado final de la secuencia nos retrotrae al clímax de Carrie (Brian de Palma, 1976) aquella obra maestra que adaptaba la novela homónima de Stephen King.




A día de hoy Viernes 13 es una película de culto. Una cinta llena de suspense, pequeña y modesta bien ejecutada con tantos fallos como virtudes, pero que se encuentra, por derecho propio, entre las mejores películas de terror de la década de los 80. Sus secuelas, la máscara de hockey y los huesos triturados de adolescentes imberbes a machetazo limpio por Jason son otra historia. Pero sería injusto no reconocer méritos a Sean S. Cunningham y Victor Miller por ofrecernos una de las primeras piedras sobre las que se construiría un subgénero que, sobre todo, a lo largo de aquellos años 80 llenó los videoclubs, y con ello nuestras infancias, de diversión demente, salvaje y, por supuesto, moralista.


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