Director: Tony Gilroy (2007)
Guión: Tony Gilroy
Actores: George Clooney, Tom Wilkinson, Tilda Swinton, Sydney Pollack, Michael O'Keefe, Ken Howard, Denis O'Hare, Robert Prescott, Austin Williams, Sean Cullen
Esta película o al menos sus minutos iniciales deberían ser mostrados en las escuelas de cine como un ejemplo perfecto para iniciar a un altísimo nivel una historia sin asesinatos, persecuciones o tecnicismos circenses.
Tony Gilroy, el guionista de la excelente trilogía sobre el desmemoriado Jason Bourne, inicia su ópera prima como director con unos suaves planos recorriendo las oficinas de una empresa de alto standing mientras suena, en una soberbia voz en off, el gran Tom Wilkinson soltando un extraño y sobrecogedor monólogo en el que se nos muestra la puesta en escena de la cinta y se desarrolla en unas breves y sutiles pinceladas la personalidad y la psicología del personaje de Arthur, interpretado de manera colosal por el actor inglés y que es clave en la trama de Michael Clayton, esto amigos míos, es cine en estado puro.
Pero después el alto nivel es una constante en todo el film, narrado de manera soberbia, cosa que no es de extrañar conociendo a su director y guionista y los productores que están en la sombra (Steven Soderbergh, George Clooney y los fallecidos Anthony Minghella y Sidney Pollack) así como todo el conjunto que posee un acabado formal para quitarse el sombrero.
Michael Clayton es una crítica genial a las manipulaciones gubernamentales y a la corrupción de las grandes empresas americanas, con un pulso narrativo in crescendo al más puro estilo Hitchcock, se hace realmente corta y con ella Gilroy se labra un buen nombre como autor que esperemos nos depare muy buen cine en el futuro.
El film se llevó el Oscar a la mejor actriz secundaria, cosa excesiva, porque si bien Tilda Swinton hace un papel excelente (así como Clooney) no los veo realizar un trabajo que se salga de los cánones establecidos, cosa que si me parece que haga el ya mencionado Tom Wilkinson que no sólo está en el mejor papel de su carrera, es que con su complejo, realista y arriesgado personaje encima me hace dudar de si los académicos hicieron lo correcto al darle a Javier Bardem el Oscar al mejor actor secundario por su rol de Anton Chigurh en No es País Para Viejos.
Cine de calidad y mucho nivel, una grata sorpresa realizada por un grupo de profesionales que han dado lugar a un producto que funciona al 100%. Compromiso social, acerada dirección de actores, guión inteligente y un resultado de nota realmente alta, una cinta a tener muy en cuenta, tanto a más que a su director.
Una auténtica ventana al cine de los años 70, una película que da gusto ver.
ResponderEliminarPosteriormente, Gilroy haría Duplicity, que es nefasta a todos los niveles posibles.