Título Original The Wolf of Wall Street (2013)
Director Martin Scorsese
Guión Terence Winter basado en el libro de Jordan Belfort
Actores Leonardo DiCaprio, Jonah Hill, Matthew McConaughey, Jean Dujardin, Kyle Chandler, Rob Reiner, Jon Bernthal, Jon Favreau, Ethan Suplee, Margot Robbie, Cristin Milioti, Katarina Cas, Joanna Lumley, Spike Jonze, Chris Kerson, Shea Whigham
A lo largo de los años 80 y 90 el agente de bolsa Jordan Belfort engañó a un interminable número de inversores en bonos basura por medio del fraude y el engaño. El mismo Belfort retrató su estratosférica carrera hacia el el éxito en una autobiografía titulada The Wolf of Wall Street que llamó durante un tiempo la atención del cineasta Martin Scorsese. Finalmente el director de La Invención de Hugo junto a su actual actor fetiche, Leonardo DiCaprio, y Terence Winter (creador de Boardwalk Empire, magnífica serie de la que Scorsese es productor y en su momento realizador del episodio piloto) al guión sacaron adelante la adaptación a imágenes de las memorias de Jordan. El resultado es una cinta 100% Scorsese, excesiva, divertida, llena de humor negro, drogas, sexo y estafas millonarias que se revela como una de sus grandes últimas obras, pero no una que pueda codearse con sus clásicos.
El Lobo de Wall Street es un mestizaje entre Uno de los Nuestros (Goodfellas) y Casino con Wall Street de Oliver Stone. La historia de un embaucador lleno de carisma, de un Flautista de Hamelin experto en desplumar a inversores despistados que depositan su fe en las malas artes de este avaricioso hijo de puta hecho a sí mismo pero por medio del dinero de los demás, personas a las que deja en la ruina sin que le tiemble el pulso creándoles necesidades que no tienen gracias a su verborrea incontrolable. Jordan Belfort es la representación física de Estados Unidos, un país ambicioso que no duda en arrasar con lo que se le ponga por delante con tal de saciar su apetito goloso impulsándose por un carácter competitivo sustentado en un capitalismo agresivo que todo lo devora sin dejar nada a su paso.
Para poner en escena este relato excesivo, espídico, gamberro y psicológicamente violento Scorsese se sirve de su habitual pericia como narrador aunando el conocido uso potente de la cámara al que nos tiene acostumbrados con su habitual talento de storyteller de altos vuelos que hace que una cinta de 180 minutos de metraje no pese en ningún momento. Todo gracias a un ritmo endiablado que cuando asienta sus bases mostrándonos los primeros pasos de su protagonista como corredor de bolsa gracias a las enseñanzas de su mentor Mark Hannah (un Matthew McConaughy brillante con sus pocos minutos en pantalla, menuda resurrección artística la de este actor) se entrega a una bacanal de orgías, consumo de todo tipo de estupefacientes, desperdicio de dinero a manos llenas y negocios fraudulentos.
En The Wolf of Wall Street se auna la autoría de ese Martin Scorsese que sabe retratar a ladrones, estafadores y criminales entre el carisma, la complicidad y la envidia o el rechazo, el odio y el patetismo con el especial talento (aquel que llevamos viendo durante varias temporadas de Boardwalk Empire) de Terence Winter para retratar las bajezas más execrables del hombre occidental (y una visión de la mujer como objeto para uso y disfrute exclusivo del hombre que es puro cliché en ocasiones hasta ofensivo, pero si nos metemos en ese terreno podríamos dedicarle otra entrada entera al tema y no es el momento) retratando un paisaje del mundo de la bolsa en la que no hay una sola buena persona y las que lo son no tienen rostro porque son las pobres víctimas que caen bajo el influjo de Jordan Belfort y sus huestes.
Como es lógico el relato nos es narrado por el mismo Belfort al que da vida un enorme Leonardo DiCaprio que sigue creciendo como actor y que ofrece aquí su mejor trabajo para Scorsese entregándose hasta lo intimidante a su director siendo protagonista, instigador y víctima de escenas sencillamente brillantes que se quedan grabadas en la retina. Unas veces carismático y embaucador (sus discursos motivacionales apelan a los instintos más primarios y la avaricia de sus empleados y por eso triunfa con ellos) y otras patético y sumiso (cuando su mujer, interpretada por la arrebatadora Margot Robbie lo somete en la escena del dormitorio del bebé o con el último coito que practican juntos) Jordan es un asqueroso parásito al que el protagonista de El Aviador le entrega todo su talento y dignidad. Porque no sé si ganará el Oscar en la gala de este año, pero sólo por la escena en la que le da el subidón tardío de los Lemmon 714 y que abarca los pasajes de la cabina de teléfono, la subida y conducción del Lamborghini y la pelea con Jonah Hill en la cocina ya merece todos los premios de interpretación existentes.
Scorsese se rodea de actores que clavan con oficio sus personajes para que le ofrezcan pasajes inolvidables. Como el momento del subdión de Lude de un Jonah Hill pletórico que tiene una química interminable con DiCaprio, todos los tejemanejes en Suiza con Jean Dujardin (enorme cuando él y Belfort "dialogan" mentalmente) los arranques de ira del padre de Jordan al que da vida el director Rob Reiner, los consejos sobre onanismo compulsivo y drogadicción de Mathew McConaughey, el momento flirteo con la tía Emma, el intento de soborno a los federales (muy buena labor de un Kyle Chandler que merecía más minutos en pantalla), la cagada del personaje de Hill cuando discute con el de Jon Bernthal (El Shane de The Walking Dead que hace del clásico mafioso hortera scorsesiano) y todas las fiestas, orgías (la del mayordomo gay da pie a momentos descacharrantes) y desfases que el retrato de la vida de un hombre tan excesivo como el que aquí es expuesto exige y demanda.
Al igual que cuando ha diseccionado a todo tipo de criminales Scorsese no se posiciona ni a favor ni en contra de su criatura en El Lobo de Wall Street, deja que la misma se autodefina en pantalla. Pero sería de necios no afirmar que el director de Gangs of New York no siente fascinación por las malas artes de Jordan Belfort para el mundo de las finanzas y la estafa. El director rueda sus correrías con una devoción puesta hasta el culo de condescendiente socarronería que no elude admiración o pura envidia hacia él y su forma de vida. Pero cuando el largometraje va a cercándose a su recta final y el protagonista empieza a caer en un abismo de adicciones, excesos y problemas con la ley que lo abocan inevitablemente al fracaso Scorsese no juzga ni señala acusatoriamente, pero sí analiza y deconstruye sin compasión ni miramientos a un hombre talentoso, inteligente y carismático pero deleznable, ególatra y miserable.
Martin Scorsese demuestra con su última película que está en plena forma, que su impronta tiene un aire de renovada juventud, que su cine sigue de moda y que nunca dejará de ser un gran cronista de su tiempo. Este retrato oscuro del Sueño Americano es un triunfo con todas las letras, la demostración de que si bien será difícil que vuelva a tocar el cielo como lo hizo con Toro Salvaje, Taxi Driver, Malas Calles o Casino (eta última la que sigue siendo mi película favorita de su filmografía) todavía tiene mucho que contarnos y que está viviendo una segunda edad dorada en la que no se amilana con ningún tipo de proyecto. El Lobo de Wall Street con sus más y sus menos, aciertos y fallos, excesos y omisiones es una gran película que retrata a un atajo de desalmados que tuvieron el mundo a sus pies y que lo perdieron por culpa de la avaricia y el engaño comandados todos ellos por un tipo que tiene el descaro, no sólo decir que no va a ganar un sólo dólar con esta película, sino de protagonizar un cameo en ella en la que presenta a su alter ego en la ficción (a sí mismo en la película) como al "peor de todos los hijos de puta que ha conocido jamás" para dos segundos después afirmar que es "el mejor formador de agentes comerciales del mundo".
Estupenda reseña. Yo he de decir que llevaba sin disfrutar así de una película de Scorsese (o de otro que no fuera Scorsese y se metiera en estas lides) desde Casino.
ResponderEliminarSe que se le dan bastantes palos por el hecho de ser una sátira y por centrarse tanto en los excesos de su protagonista, pero para mi está bastante lejos de ser un Scorsese menor, teniendo tal cantidad de escenas memorables, fuerza e inventiva narrativa, diálogos ácidos y dobles lecturas que haría falta un ábaco del tamaño de un campo de fútbol para no perder la cuenta.
Personalmente, no me temblaría el pulso a la ahora de ponerla al lado de las grandes obras de este director empeñado en crear un collage sobre la Historia americana reciente en forma de filmografía (La Última Tentación de Cristo y Hugo tampoco es que fueran muy americanas, pero usted ya me entiende).
De lo último de Scorsese es de lo mejor, pero a mí si me costaría codearla con sus grandes obras, quedaría un peldaño por debajo de las mismas, pero es una hija suya al 100% con sus fallos (pocos) y virtudes (muchas).
EliminarAquí dejo dos reseñas de la película, muy destacables ambas:
De aquí el amigo Daniel:
http://www.cultture.com/59661-critica-de-el-lobo-de-wall-street
Y de los chicos de Zona Negativa:
http://www.zonanegativa.com/?p=73731
Gran crítica es un peliculón, para mi la mejor del género. Me encantan las gamberradas y siempre estas disfrutando durante todo el film.
ResponderEliminarEs una oda al exceso y la hipérbole, pero con un uso del caos controlado apabullante. Scorsese está hecho un chaval.
EliminarUn saludo, David!
Creía que era parecida a American Hustle, pero nada que ver. Actuaciones geniasles de Di Caprio, Thomas Middleditch,que ahora está en Silicon Valley y McConaughey hacen que se pase de volada.
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