miércoles, 8 de enero de 2014

Somewhere, pobre niño rico



Título Orginal Somewhere (2010)
Director Sofia Coppola
Guión Sofia Coppola
Actores Stephen Dorff, Elle Fanning, Chris Pontius, Michelle Monaghan, Kristina Shannon, Karissa Shannon, Alden Ehrenreich, Lala Sloatman, Benicio del Toro





Aunque por ser hija de uno de los directores más importantes de la historia del cine Sofia Coppola ha vivido desde su niñez dentro del mundo del celuloide no ha sido un camino de rosas su relación con el mismo. Después de hacer pequeños papeles en varias películas de su padre durante los años 80 su intervención en El Padrino III (tras caerse del proyecto Winona Ryder que debía interpretar el papel que ella aceptó a petición de su progenitor) fue su puesta de largo oficial como intérprete. El resultado como todos recordamos fue bastante desastroso. La pobre chica dejaba claro que su lugar no estaba delante de las cámaras porque asegurar que era mediocre como actriz es una afirmación hasta benévola y su intervención en la soberbia tercera entrega de las vivencias de la familia Corleone (no tan brillante como las dos primeras entregas, pero aún así sobresaliente) la estigmatizó de por vida.




En 1999 estrenó su alabado debut detrás de las cámaras, Las Vírgenes Suicidas, interesante pero demasiado gélida adaptación de la novela de Jeffrey Eugenides. En ella ya se podrían ver lo que más tarde serían algunas de sus señas de identidad, como una puesta en escena minimalista, cadencia narrativa y un distanciamiento más que considerable con sus personajes. Cuatro años después llegaría su consagración, la deliciosa Lost in Translation protagonizada por unos memorables Bill Murray y Scarlett Johansson, una inolvidable cinta de comedida elegancia y sentimientos a flor de piel que mostraba a Sofia como una directora inteligente y exquisita pero aún demasiado fría en algunos aspectos a la hora de escribir o dirigir historias.




Con su polémica visión de Maria Antonieta, que un servidor nunca se ha atrevido a ver porque siempre me ha repelido desde el trailer, sus detractores comenzaron a tildarla de directora frívola y niña de papá amante del lujo y el artificio aunque supuestamente criticara estos conceptos con el grueso de su obra. Su cuarto film, Somewhere, es el que nos ocupa y en 2010 ganó el León de Oro de Venecia en el festival de aquel año con cierta polémica ya que su ex pareja Quentin Tarantino era el influyente presidente del jurado. El resultado para el que suscribe es una correcta cinta completamente deudora de la cineasta que la ha ideado pero que trata de transmitir ciertas sensaciones al espectador que en mi caso no llego a experimentar precisamente porque me parecen demasiado triviales y poco trascendentes como para tomarlas en serio o de manera mínimamente trágica porque no me lo parecen en ningún momento.




Cuando no está de rodaje la estrella cinematográfica internacional Johnny Marco (Stephen Dorff) vive una vida anodina en la que las mujeres, el alcohol y el lujo le ayudan a evadirse de un mundo lleno de entrevistas, premieres internacionales y fama desproporcionada. Un día Johnny recibe la visita de Cleo, su hija de once años que decide pasar unos días con él. En el proceso Marco irá conociendo poco a poco los gustos y aficiones de su primogénita, que normalmente hace vida con su ex mujer, haciéndose ella poco a poco un hueco en su vida y permitiéndole mirar con otra perspectiva el mundo de excesos en el que vive y que lo aboca a una más que considerable vacuidad que no le enriquece más allá del plano monetario.




Somewhere es una muestra clara y quintaesencial del cine visto desde la perspectiva de Sofia Coppola. Una cinta elegante, estilizada, de tono contemplativo (puede que demasiado, de eso hablaré más adelante) y distante que nos cuenta la historia de una estrella de cine que llega a ser consciente del oscuro agujero sin fondo en el que se ha convertido su vida. Johnny Marco es un hombre infeliz que vive sus momentos de ocio (promociones de sus películas, visitas de unas gemelas strippers que le hacen numeritos exclusivos en la habitación del hotel de lujo en el que vive, el sexo casual con mujeres anónimas) con una desgana y apatía que acentúan que por mucho que viva una existencia acomodada está lejos de ser un hombre completo en el plano personal.




Toda esta cotidianidad está muy bien expuesta por la directora de The Bling Ring en pantalla, es creíble y llega al espectador mínimamente receptivo. El problema radica en que Coppola quiere que nos compadezcamos de su personaje, que veamos su tristeza y vacío existencial y nos apenemos por ello y conmigo no sólo no lo consigue, sino que consigue llegar a irritarme en el proceso. Siendo hija del director de Apocalipsis Now y La Conversación es lógico que la obra tenga algo de autobiografía por su parte (como también lo tenía Lost in Translation) porque Sofia sabe de lo que habla, de vivir una vida aposentada pero en la que puede que le falte lo esencial para conseguir la autorrealización personal.




Pero a un servidor no le parece nada terrible lo que la directora me cuenta. No veo un grave problema en que ese actor que vive en el exceso esté aposentado un una insatisfacción personal tan notable, precisamente porque no es un dilema verdaderamente horrendo o remarcable por su tragedia. Si Coppola quiere que sienta la necesidad de darle una metafórica palmada en la espalda a su criatura no lo consigue, puede que porque la historia que me plantea está muy alejada de mi vida diaria o mi estrato social, pero no siento empatía en casi ningún momento con el protagonista y su laconismo. Por mucho que la directora lo rodee de productores aprovechados, ex mujeres irresponsables o periodistas que espetan estupideces (el pasaje en el que las preguntas durante la rueda de prensa se solapan unas con otras para el desconcierto de Johnny parece un grito desesperado por parte de la autora para decir: ¡Mirad qué dura es la vida de este pobre hombre, observad lo que tiene que aguantar!") mi identificación e implicación con la historia es prácticamente nula.




La realización de Coppola es 100% consecuente consigo misma, identificable con su estilo cadencioso, luminoso y estilísticamente elaborado. Pero es comprensible que a cierto tipo de espectador lo saque de sus casillas con su puesta en escena en Somewhere. Desde el primer momento del largometraje en el que vemos el coche deportivo de Johnny dar varias vueltas a una pista la directora decide alargar planos estáticos de una manera ciertamente innecesaria en casi todo momento. Porque si bien el largo pasaje en el que se cierra plano sobre el rostro del protagonista cuando lleva puesto el molde de los efectos de maquillaje nos sirve para enfatizar su despersonalización como ser humano por un medio (el cinematográfico) del todo vampirizador, secuencias como la de la piscina no necesitan un metraje tan excesivo ya que la idea que exponen queda bien clara durante el primer minuto de los (en ocasiones) tres o cuatro que llegan a durar.




Hay toques de humor (el del masajista nudista, que Johnny se equivoque siempre con el nombre de sus amantes mientras copula, las apariciones de Chris Pontius que tiene mucha química con Elle Fanning) los actores lo hacen muy bien (es curioso ver a un convincente Stephen Dorff hacer de una estrella de cine cuya fama él no tiene ni de lejos o a Elle Fanning demostrar poco a poco que es mejor actriz que su hermana Dakota) y la cinta a pesar de su ritmo pausado es simpática y se ve con agrado. Pero vuelvo a que Sofia Coppola no me convence si quería que sintiera pena por este "pobre niño rico", porque aunque al final se supone que hay una ruptura vital por parte del protagonista (¿la misma Coppola?) y la hija de Francis parece dejarnos como mensaje que ser una niña pija tiene sus cosas malas, ciertamente lo dice con la boca pequeña. Ya como curiosidad adjunto a continuación la carátula de una edición en dvd de la película en la que Benicio del Toro sale en la misma con su nombre destacado y bien grande cuando su aportación es un cameo de 20 segundos de metraje.



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