martes, 28 de febrero de 2017

Hasta el Último Hombre (Hacksaw Ridge)



Título Original Hacksaw Ridge (2016)
Director Mel Gibson
Guión Robert Schenkkan, Andrew Knight
Reparto Andrew Garfield, Sam Worthington, Hugo Weaving, Vince Vaughn, Teresa Palmer, Luke Bracey, Rachel Griffiths, Richard Roxburgh, Matt Nable, Nathaniel Buzolic, Ryan Corr, Goran D. Kleut, Firass Dirani, Milo Gibson, Ben O'Toole, Richard Pyros, Robert Morgan, Dennis Kreusler, Michael Sheasby, Ben Mingay, Damien Thomlinson, Nico Cortez, Darcy Bryce, Roman Guerriero





Diez años han tenido que pasar para que el actor australiano de origen norteamericano Mel Gibson se pusiera de nuevo detrás de la cámara para rodar su quinto largometraje como director.después de aquella arriesgada, adrenalítica y brutal Apocalypto estrenada en 2006. En ese largo proceso el protagonista de la saga Mad Max ha levantado una considerable polvareda con su vida personal y se ha ido reconciliando poco a poco con la cartelera implicándose en proyectos más o menos independientes como Vacaciones en el Infierno (Get the Gringo), Machete Kills, Los Mercenarios 3 o Blood Father. Pero es su faceta más alabada, la de director, la que volvió a las pantallas de todo el mundo a finales del pasado 2016 con Hacksaw Ridge, retitulada en España como Hasta el Último Hombre con un amplio respaldo del público y la prensa especializada que alabó la obra desde su puesta de largo internacional en el pasado Festival de Venecia.




Hacksaw Ridge cuenta la historia del médico militar, posteriormente ascendido a sargento, del  307ª de Infantería, 77ª División de Infantería, Desmond T.. Doss (Andrew Garfield) un soldado cristiano protestante perteneciente a la Iglesia Adventista del Séptimo Cielo, que decidió alistarse en el ejército de Estados durante la Segunda Guerra Mundial para posteriormente participar en la Batalla de Okinawa, pero eludiendo en todo momento utilizar armas de fuego debido a sus fuertes convicciones religiosas que le impedían arrebatar la vida a un semejante. Debido a esto Doss fue asignado sanitario, pero se encontró con el enorme obstáculo que supuso durante su entrenamiento y posterior incursión en el campo de batalla la oposición de un ejército que nunca vio con buenos ojos los preceptos teológicos que este profesaba de manera tan ferrea y concienzuda. Durante el metraje del film conoceremos la vida de Doss desde su infancia hasta el día en que entró en combate junto a sus compañeros, salvando la vida de 75 de ellos sin disparar una sola bala.




El hecho de que el director que revolucionó en el año 1995 la manera de rodar escenas de batallas multitudinarias con Braveheart decidiera implicarse como director en un film bélico no suscitó demasiada extrañeza dentro del mundo del séptimo arte. En cambio que lo hiciera relatando la historia del primer objetor de conciencia que fue condecorado con la Medalla de Honor de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos sí despertó la curiosidad de más de un escéptico que no encontraba en la, normalmente brutal, faceta como director del protagonista de Gallipoli o El Año que Vivimos Peligrosamente lugar para un "pacifista" que se negaba tajántemente a tomar en mano un fusil y acabar con la vida del que consideraba su enemigo, el ejército japonés en este caso. La respuesta era bien sencilla y la teníamos justo delante de nuestras narices, y eran las inquebrantables e inamovibles creencias religosas de Desmond Doss, compartidas plenamente por el cineasta e intérprete.




Como bien nos recordaba Juan Manuel de Prada en este ya mítico artículo en el que se deshacía en "elegantes" elogios hacía el cineasta y su último trabajo detrás de las cámaras, antes incluso de haberlos visto, Mel Gibson es un "católico acérrimo, de los que rezan en latín y follan a chorro libre". Como la fina prosa del periodista vizcaino nos recuerda es por muchos sabido que el protagonista de la franquicia Arma Letal es un ferviente creyente que tiene una visión muy purista y algo extrema de lo que es el cristianismo en general y el catolicismo en particular, tema del que ya hablé en la entrada que le dediqué a La Pasión de Cristo y en el que no hace falta reincidir. Ese y no otro ha sido el motivo por el que Gibson se ha implicado en un proyecto impulsado por el productor y guionista Gregory Crosby y Stan Jensen, un importante miembro de la ya citada Iglesia Adventista del Séptimo Cielo y al que posteriormente se subieron actores como Vince Vaughn, Hugo Weaving, Sam Worthington o Rachel Griffiths una vez el intérprete de Señales o Rescate se hizo responsable de la realización.




Hay dos películas claramente diferenciadas dentro de Hasta el Último Hombre y ambas se alternan y reparten el grueso del metraje. La primera mitad del film es puro John Ford, una historia de reminiscencias clásicas que se dedica casi en pleno a enaltecer los parabienes del manoseado "American way of life" con el sentimiento de comunidad, la inocencia del primer amor, la importancia de la figura materna en la familia estadounidense y el patriotismo en tiempos de guerra, En esta etapa de la obra Gibson deja relucir su ideología ultraconservadora con una trama romántica que bordea la cursilería del melodrama, pero que nunca llega a adentrarse en ese subgénero gracias a una importante pátina de desencanto y melancolía representada por la violenta figura paterna de Desmond Ross y su adicción al alcohol sustentada en la enorme labor de un reparto de secundarios con unos magníficos Hugo Weving, Vince Vaughn y Rachel Griffiths o un bastante recuperado Sam Worthington entre otros y que tiene en las creencias de su protagonista y su aguerrido entrenamiento castrense su núcleo narrativo. Dicho tono cálido, sencillo y clasicista es el que conseguirá, cuando la segunda mitad de la obra haga acto de presencia, el brutal contraste que toma el proyecto cuando Ross y su pelotón entran en combate en Okinawa..




La segunda película la podía haber rodado el Samuel Fuller de Uno Rojo; División de Choque (The Big Red One) o el Sam Peckinpah de La Cruz de Hierro y se bascula alrededor de las impresionantemente descarnadas secuencias bélicas que rueda un Mel Gibson del todo apabullante con la cámara. Aunque suene a tópico podemos afirmar de manera tajante que desde las escenas de combate de Salvar al Soldado Ryan, y su media hora de desembarco en Normandía, no se ha visto una recreación del infierno en la tierra que es la guerra tan veraz y compacta como la de Hacksaw Ridge. Aquí está el profeta de la violencia explícita, el cineasta que en films como Apocalypto, La Pasión de Cristo o Braveheart nos mostró el lado más salvaje del ser humano pero llevando su mirada desgarradora a unos niveles de crudeza equiparables a los de su visión de la muerte y resurreción de Jesús. Apoyándose en la dirección de fotografía, el montaje y el sonido Gibson arranca de las entrañas de su objetivo pasajes de una visceralidad en ocasiones excesiva (ese "escudo humano") pero siempre de un virtuosismo descomunal y arrollador con el que muestra lo bestial que fue la Batalla de Okinawa.




Pero es el personaje de Desmond Doss y el actor que lo interpreta, un titánico y memorable Andrew Garfield, el verdadero corazón que bombea sangre al último trabajo de Mel Gibson en la dirección. Hay quien afirma que Hasta el Útimo Hombre es pura propaganda cristiana, un panfleto teológico para imponer las creencias religiosas del mismo cineasta a la platea por medio de su protagonista. Un servidor, que ha admitido en no pocas ocasiones su ateismo, no está de acuerdo con esta afirmación, ya que el rol de Doss lleva hasta el extremo sus convicciones y su determinación como creyente, pero en ningún momento trata de imponer su peculiar punto de vista sobre la vida, la deidad o la no violencia. Gibson se implica al 100% con su criatura, lucha hombro con hombro a su lado para que pueda llevar a cabo su misión, casi hasta caer en el martirio, pero siempre a nivel individual (no como sucedía en Silencio con el Sebastião Rodrigues también de Garfield, que sí predicaba de mala manera a la platea), sin mirar por encima del hombro a los personajes que no creen o no lo hacen con la misma intensidad paroxista que él. El intérprete de La Red Social hace suyo a Desmond Doss y su esencia y gracias a ello ofrece una labor para el recuerdo ayudado por la gran labor como director de actores del Hamlet de Franco Zeffirelli.




Con sus virtudes (intensidad, fiereza, épica, crepuscularidad) y defectos (ese innecesario plano de la camilla, el epílogo al estilo de La Lista de Schlinder que cae en el subrayado grueso y maniqueo) Hacksaw Ridge nos devuelve al mejor Mel Gibson en su faceta de jefe de ceremonias. Volviendo a tratar todos los temas propios de su perfil como cineasta ya sea la violencia, la fe o la rebeldía de un sólo individuo que se enfrenta a una sociedad corrupta o injusta (idea concebida ya en su meritorio debut como realizador El Hombre Sin Rostro y que abarca toda su filmografía) el polémico actor y director ha conseguido reconciliarse con la taquilla, la crítica y la academia, ya que el film que nos ocupa ganó en la pasada gala de los Oscar los premios a mejor montaje y sonido. Una nueva época de bonanza llega para este australiano de adopción con varios trabajos como actor y dos nuevos proyectos detrás de las cámaras todavía en proceso de negociación, las secuela de su propia La Pasión de Cristo y la de Escuadrón Suicida de Warner Bros y DC Cómics. Sólo el tiempo nos dirá si el bueno de Mel aprovecha esta segunda oportunidad que le da Hollywood o mete la pata hasta el fondo como es habitual en él.


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