Director: Matthew Bright (2002)
Guión: Matthew Bright y Stephen Johnston
Actores: Michael Reilly Burke, Boti Bliss, Julianna McCarthy, Steffani Brass, Tricia Dickson, Meadow Sisto, Melissa Schmidt, Jennifer Tisdale, Eric DaRe, Deborah Offner
Con una declaración de amor por el cine, el arte, la buena moral y los derechos humanos tal como esta: El único motivo por el que he hecho esta película es pare disfrutar viendo como fríen a Bundy en la silla eléctrica, Matthew Bright dejaba claros los motivos que le llevaron a poner en imágenes las andanzas de Ted Bundy, uno de los más salvajes asesinos de la historia de América, que fue ejecutado en la silla eléctrica en el año 1989.
Como no podía ser menos, Bright odia su personaje de tal manera que el retrato psicológico que hace de él es un simple esbozo. El film es una sesión continua de crímenes a manos de Bundy para allanar el terreno y que el espectador deteste con toda su alma al protagonista para cuando al final lo ejecuten no sienta por él la más mínima piedad.
Pero claro, para que tal cometido llegue a buen puerto, Bright utiliza golpes bajos, demagogia y mucho efectismo. El personaje de Bundy es unidimensional hasta el asco, no se profundiza absolutamente nada en su psicología, ni el guión nos permite descubrir los motivos por los que es un asesino a sangre fría, al director eso se la sopla, él quiere poner a su personaje principal a hacer barbaridades durante todo el metraje para anular cualquier resquicio de diablos interiores o dudas existenciales en el rol interpretado de manera muy forzosa por Michael Reilly Burke para pasárselo pipa al final cuando se lo cargue y nadie se enfade.
Pero para que no se diga que el amigo Bright es un conservador de tomo y lomo mete un solapado mensaje "progresista" en la cinta, ya que en su guión da a entender que Bundy era militante del partido republicano, dándonos a entender que un hombre de derechas, tranquilo y amante de sus seres queridos puede ser un asesino despiadado en su interior, crítica política de la buena, sí señor.
Al final, la escena de la ejecución del protagonista es mostrada con todo tipo de detalles, con una minuciosidad y delectación que se mueve entre el aburrimiento y la estupidez. lo del verdugo desenmascarado me arrancó un sonora carcajada, sólo faltaban aplausos y lo mejor es ese letrero final que habla sobre la vida de Bundy y en el que se lanza un simpático y alegre mensaje de una misoginia deleznable, con dos cojones. Pues eso, una película tan jodidamente manipuladora, fascista y vergonzosa que no me extraña que esté donde está a día de hoy, en el más cómodo y confortable de los olvidos.
El amigo Bright, en vez de hacer esta insustancialidad con asesinatos debería haber visto aquella enorme y sincera cinta de John McNaughton rodada el año 1990 y a lo mejor hubiera aprendido en su momento como hacer una excelente película sobre un asesino que sirve como un aterrador análisis del mal en estado puro, pero esa, vuelve a ser otra historia.
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