Director: Liliana Cavani (1973)
Guión: Lilana Cavani & Italo Moscati
Actores: Charlotte Rampling, Dirk Bogarde, Philippe Leroy, Gabriele Ferzetti, Piero Vidal, Nora Ricci, Isa Miranda, Giuseppe Addobbati
Dos amantes se encuentran en un cuarto de baño, él pisa accidentalmente un tarro de colonia roto en el suelo y se clava los cristales en la planta del pie, ella intenta levantar el pie de su compañero, pero al tocarlo, él aplasta con fiereza el embaldosado una vez más clávandole a ella también los trozos de vidrio en la mano, ambos se miran fijamente e intercambian una sensual sonrisa de complicidad, esta escena, clave en en El Portero de Noche, es una síntesis perfecta para resumir el contenido, la lectura y el mensaje de esta genial cinta de la directora italiana Liliana Cavani por la que no pasa el tiempo.
El Portero de Noche levantó una cosiderable polvareda en los 70 no por sus escenas sexuales, que ni siquiera eran demasiado escandalosos para la época, sino por la ambigüedad moral de sus protagonistas y de sus deseos carnales, la historia narra la enfermiza relación entre un ex nazi y la mujer que sufrió sus vejaciones en un campo de concentración durante la segunda guerra mundial. Él un hombre violento y deshumanizado, ella una mujer sumisa, inestable mentalmente, con parafilias sadomasoquistas y padeciendo un alarmante síndrome de Estocolmo por el que fue su captor y torturador.
Es curioso que esta cinta se vea hoy como un excelente drama con toques eróticos, narrado con una solidez envidiable y rodado con un pulso elegante a la par que exquisito, la cinta es dura en ocasiones, pero no hay ninguna escena burda o procaz, al menos de manera explícita, su erotismo está justificado y no es demasiado explícito, ni excitante, aunque la escena de la mermelada tiene su punto, no lo neguemos.
Dirk Bogarde y Charlotte Rampling están colosales, él entre lo bestial y lo refinado, aunque por mucha virilidad que exhiba al tipo se le notaba la pluma a kilómetros. Ella de una pálida belleza llena de inocencia y sadismo a partes iguales, hay mucha química entre los dos y cada vez que comparten plano saltan chispas de la pantalla.
Se percibe la mano de una mujer en la dirección, se nota un afán casi obsesivo por no escandalizar de manera vana e innecesaria y sí de remover conciencias y hacernos dudar hasta de nuestra propia moral. Si todo el cine erótico fuera como El Portero de Noche, a día de hoy otro gallo le cantaría a este género tan denostado por muchos y alabado por otros cuantos, entre los que me incluyo.
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