martes, 15 de septiembre de 2009

El Rey Pescador, gigantescos molinos de viento en medio de Central Park




Director:
Terry Gilliam (1991)
Guión: Richard LaGravenense
Actores: Jeff Bridges, Robin Williams, Amanda Plummer, Mercedes Ruehl, Michael Jeter, Harry Shearer




Si hay un director al que admiro profundamente por tener una mirada única, fuera de lo común y por ser un outsider que realmente hace el cine que le da la gana, ese es el americano Terry Gilliam, ex componente de los míticos Monty Python, realizador de obras maestras como Brazil o 12 Monos y de grandes genialidades como Tideland o esta El Rey Pescador que he vuelto a ver esta mañana después de varios años desde su último visionado.




Tras el batacazo en taquilla que supuso la magnífica y reivindicable Las Aventuras del Barón Munchausen, Gilliam necesitaba meterse en un proyecto dentro de las majors con el que ganarse la confianza del público. El realizador se embarcó en la empresa de llevar a imágenes un excelente guión escrito por Richard LaGravenense (Los Puentes de Madison, El Hombre que Susurraba los Caballos) y con ello por primera vez se metía de cabeza en un proyecto que no había nacido de su mente.




Al igual que le sucedió a David Cronenberg con La Mosca, Gilliam se encontró con un guión ajeno hecho a su medida, lo hizo suyo. El Rey Pescador puede ser su cinta más convencional y comercial (junto a la fallida, pero interesante El Secreto de los Hermanos Grimm) pero en ella se dan la mano todas las constantes de la carrera del antiguo humorista como autor. Personajes que prefieren vivir en un mundo ficticio antes que en la cruda realidad, una entrañable y extraña empatía hacia los desfavorecidos y los sin techo, así como una mirada tierna hacia los perturbados mentales, que se muestran muchas veces más lúcidos que las supuestas personas cuerdas.




Una vez más Terry Gilliam (con la ayuda de Richard LaGravenese a la escritura del guión) deja clara su pasión por el protagonista de la novela universal de Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha. La sombra de Alonso Quijano sobrevuela todo el metraje del film, con sus referencias a doncellas en apuros, caballeros andantes, el santo grial, la omnipresente locura representada por Parry, inmenso Robin Williams, y la austera razón de la realidad, que tiene la cara del apoteósico Jeff Bridges, en uno de los mejores papeles de su carrera como el locutor de radio Jack Lucas.




En manos de otro director menos excesivo El Rey Pescador no sería un producto tan peculiar y original dentro de Hollywood. El americano explota sus complicadas angulaciones de cámara, su pasión por distorsionar visualmente la realidad con continuos usos de contrapicados, grandes angulares y tomas imposibles. Pero todo está justificado, perfectamente ensamblado y no chirría en ningún momento, ya que las escenas dramáticas y la profundidad narrativa del film permanecen intactas y funcionan al 100%





Sin duda una de las grandes de Terry Gilliam. No es perfecta (las subtramas amorosas renquean en el guión), pero sí uno de los mejores films de la pasada década, con escenas y diálogos memorables, un reparto de actores tocados por el don de la naturalidad y uno de los mejores trabajos de su director, un hombre con una imaginación tan portentosa que dentro de poco y si sigue por la senda que ha tomado con Tideland,el cine será un medio que se le quedará pequeño para transmitir de manera fiel sus infinitas ganas de vivir y soñar.


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