
Director: Walter Hill (1988)
Guión: Walter Hill, Harry Kleiner y Troy Kennedy Martin
Actores: Arnold Schwarzenegger, James Belushi, Peter Boyle, Ed O'Ross, Laurence Fishburne, Gina Gershon, Richard Bright
En 1988 Walter hacía tiempo que había vendido el culo a Hollywood. Ya había rodado cosas tan vacuas e intrascendetemente simpáticas como Límite 48 Horas o El Gran Despilfarro. Alejadas quedaban obras de culto como The Warriors o Forajidos de Leyenda y esta Danko, Calor Rojo, supuso lo que todos pensaban, Hill ya era una pieza más del cine comercial americano, aunque para hacer honor a la verdad hay que admitir que ni en su época más independiente llegó a ser un autor con personalidad propia o un discurso realmente profundo y con enjundia.

Danko, Calor Rojo es una mala buddy movie, un cúmulo de clichés sobre cine policiaco que en ocasiones es incluso ridículo. Pero también es, sin lugar a dudas, un film entretenidisímo, que ha envejecido mejor que otras cintas de Schwarzenegger como Commando, Ejecutor o esa horripilante adaptación que Paul Michale Glasser (el Starsky de Starsky y Hutch) hizo de la novela El Fugitivo de Stephen King, titulada Perseguido.

Esas sí dan vergüenza ajena, no esta simpática cinta de acción que sorprendentemente mantiene más de 20 años después de su estreno una envidiable entereza en las escenas de acción y en las de humor, en las que Hill y sus guionistas se despachan a gusto no sólo con los moscovitas sino también son sus propios compatriotas americanos con aguijonazos verbales llenos de sorna y acidez, sí, un poco chusca, pero efectiva al fin y al cabo.

La dirección de Hill como era de esperar es la de un artesano al servicio de los productores Mario Kassar y Andrew Vajna ( a los que el amigo Arnold les debe más que su fama, la vida), cumple tecnicamante más no se le pide. Del reparto Schwarzenegger hace de sí mismo y James Belushi se lleva el carisma socarrón y la empatía del público, pero yo destaco al gran Ed O'Ross como Viktor "Rosta" Rostavili, un versatil actor relagado a secundarios siempre de origen ruso y que se ganó mis simpatías interpretando al gruñón florista Nikolai en A Dos Metros Bajo Tierra la magistral serie de Alan Ball.

Decir Danko, Calor Rojo es invocar el cine de la Era Reagan. Vacío, reaccionario, maniqueo y violentamente gratuito, pero al igual que todas las producciones comerciales americanas de los 80, daba lo que prometía que no era ni más ni menos que sincero y ligero entretenimiento para las masas, a día de hoy pocos blockbusters pueden decir que cumplen esa a veces tan compleja como encomiable misión.
