Sheitan (Kim Chapiron, 2006) - Con dos actos en los que no sucede casi nada y un último que no está a la altura este sucedáneo cómico de La Matanza de Texas o Las Colinas Tienen Ojos, con un look visual a lo Jean-Pierre Jeunet, sólo tiene como interés a un desatado Vincent Cassel.
Brácula: Condemor II (Álvaro Sáenz de Heredia, 1997) - Más allá de cualquier lectura irónica el segundo film protagonizado por el cómico Chiquito de la Calzada es incluso peor que el anterior. Cine rancio y carpetovetónico que ni la icónica verborrea del protagonista puede salvar
Bitelchús (Tim Burton, 1988) - Consolidación del discurso de Tim Burton mediante una brillante propuesta todavía hoy genuina y fresca en la que la celebración de la diferencia o una estética en la que conviven lo gótico y el cartoon regalan al espectador una experiencia única.
Frozen II (Chris Buck, Jennifer Lee, 2019) - Continuista con respecto a la anterior entrega, a la que emula en casi todos los aspectos, Frozen II brilla en cuanto a animación y el carisma de sus personajes. Pero peca de simplista en lo argumental y de timidez a la hora de extender el microcosmos ficcional al que se adhiere.
Historia de Un Matrimonio (Noah Baumbach, 2019) - En un punto en el que confluyen John Cassavetes e Ingmar Bergman Historia de Un Matrimonio captura con su amor por los pequeños detalles los complejos vericuetos de las relaciones de pareja. Adam Driver y Scarlett Johansson ofrecen los mejores papeles de sus respectivas carreras.
Parásitos (Bong Joon-ho, 2019) - La pobreza como un olor indescifrable para el acomodado, la riqueza como una entelequia inalcanzable para el desfavorecido. Parásitos habla con cortante visceralidad sobre la diferencia de clases mezclando el thriller con la ópera bufa y la tragedia griega. Bong Joon-ho al 100%.
6 en la Sombra (Michael Bay, 2019) - Al desvanecerse los prometedores 20 minutos iniciales de 6 Underground Michael Bay es incapaz de encontrar el equilibrio entre acción y comedia. Ni Ryan Reynolds o los guionistas Rhett Reese y Paul Wernick (Deadpool) pueden salvar el film de la mediocridad y el caos argumental.
La Boda de Mi Mejor Amiga (Paul Feig, 2011) - Acertada revisión del cine de despedidas de solteras y bodas en el que Kristen Wiig, Annie Mumolo y Paul Feig eluden molestos lugares comunes propios del subgénero mientras el reparto de magníficas actrices devora cada encuadre.
The Movies That Made Us (Brian Volk-Weiss, 2019) - The Movies That Made Us sigue los patrones estructurales y narrativos de su hermana mayor, The Toys That Made Us. El resultado es una acertada mirada entre mitificadora e irónica sobre clásicos cinematográficos de los 80 como Ghostbusters, Die Hard, Home Alone o Dirty Dancing.
La Llorona (Michael Chaves, 2019) - The Curse of La Llorona es el spin off menos estimable del "warrenverso" y una visión que despoja de casi todo su folklore a la protagonista. Destacable puesta en escena de Michael Chaves, muy por encima del proyecto, y la labor de Linda Cardellini, la única que se cree su papel.
3 From Hell (Rob Zombie, 2019) - Rob Zombie vuelve a la saga que le dio la fama con 3 From Hell. Acomodaticio ejercicio de redundancia facturado por un autor en horas bajas abordando una tercera entrega de las correrías homicidas de los Firefly que debieron haber terminado a ritmo de Lynyrd Skynyrd en 2005.
Puñales Por la Espalda (Rian Johnson, 2019) - Con Knives Out Rian Johnson construye un Cluedo viviente tocado por el don de la brillantez gracias a un guión igenioso al que no se le escapa un sólo detalle. Impecable reparto en el que destaca una Ana de Armas inmensa encontrando por fin su merecido hueco en Hollywod.
Título originalGhostbusters(2016) DirectorPaul Feig GuiónKatie Dippold y Paul Feig, basado en personajes de Dan Aykroyd y Harold Ramis ActoresMelissa McCarthy, Kristen Wiig, Leslie Jones, Kate McKinnon, Cecily Strong, Chris Hemsworth, Andy Garcia, Michael Kenneth Williams, Neil Casey, Matt Walsh, Nate Corddry, Mark Burzenski, Pat Kiernan, Nick Austin
En el año 1984 el director canadiense Ivan Reitman y los actores y guionistas norteamericanos Dan Aykroyd y Harold Ramis decidieron ir un poco más allá con respecto a las previas colaboraciones cinematográficas que habían compartido e idearon una comedia con apuntes de terror llamada Cazafantasmas que narraba las aventuras de un grupo de científicos que se dedicaban a recorrer la ciudad de New York para atrapar todas las entidades sobrenaturales que decidían aterrorizar a los habitantes de la Gran Manzana. Al carro se subieron también Bill Murray, Ernie Hudson, Sigourney Weaver, Rick Moranis o Annie Potts entre otros y el éxito, como todos sabemos, fue descomunal. Ghostbusters se convirtió de la noche a la mañana en un taquillazo brutal que dejó una huella indeleble en la mente de no pocos espectadores y aunque cinco años después su secuela, Cazafantasmas 2, no tuvo el mismo recibimiento el que aquí suscribe ya la defendió hace un tiempo como una más que digna continuación del film primigenio en este artículo con el que repasamos la saga y sus derivados. La idea de una nueva secuela o un reinicio de la franquicia llevaba décadas tanteándose en las oficinas de Sony Pictures Entertainment, pero la negativa del actor de Lost in Translation a participar en el reparto o la defunción del gran Harold Ramis dieron al traste con una continuación de los films originales. De modo que el remake era la única solución por parte de Hollywood para resucitar a los cazadores de fantasmas más famosos del cine moderno. El problema es que el lógico y comprensible recelo hacia revisar películas de culto que no merecen una nueva versión pasó a algo más grave cuando los productores del nuevo proyecto decidieron que este pasaría a estar protagonizado por cuatro mujeres en logar de los hombres que dieron vida a los personajes principales en los films de los años 80.
Es posible que en los meses posteriores a la elección del reparto femenino de la nueva Cazafantasmas un servidor haya asistido a algunos de los comportamientos y comentarios más vergonzosos y sonrojonates de toda mi vida como cinéfilo y para más escarnio viniendo la mayoría de ellos de miembros de mi mismo sexo. Expresiones como “feminazis”, “destructores de infancias” o “corrección política” se encontrarían entre las más moderadas leídas por la red relacionadas con el tema de este remake, eso siempre que eludamos las aberrantes opiniones en las que se hacía mofa con el aspecto físico de las actrices (como todos recordamos los protagonistas de los dos films originales eran unos Adonis dentro de Hollywood) enfatizando que una cinta de Ghostbusters jamás podría estar interpretada por mujeres, sin dar motivos de peso para defender tan peregrina idea. De manera tan demencial como vírica el odio hacia todo lo relacionado con la cinta de Paul Feig llegó a unos cotas alarmantes de vergüenza ajena cuando veíamos a su primer trailer convertirse en el vídeo con más votos negativos de la historia de Youtube, a la actriz Leslie Jones tener que abandonar la red social Twitter tras recibir una enorme ola de insultos sexistas, IMDB llenarse de notas negativas antes de estrenarse el film, al fandom más cerril y radical volverse más loco todavía cuando la crítica americana reseñaba la película como un muy competente ejercicio de cine veraniego y ya alcanzando el mayor nivel de despropósito cuando Dan Aykroyd defendió que este reboot era mejor que los largometrajes originales para seguidamente los seguidores más extremistas echárseles al cuello, es decir, gente que llega a defender de manera tan dogmática un producto que cree de su propiedad como para llegar a insultar al creador del mismo.
Dejando de lado el tema polémica que nos confirma de manera tajante que nos queda mucho camino que recorrer para erradicar términos como la intolerancia, el machismo o la inmadurez vamos a hablar, ya en un plano estrictamente cinematográfico, de lo que supone como película esta nueva Cazafantasmas. No se puede decir que Sony no haya tratado de poner todo de su parte para que este reinicio de la saga esté arropado por profesionales cuyo talento sea dificilmente rebatible. Para dirigirla la elección de Paul Feig es sencillamente brillante, ya que nos encontramos con uno de los mejores directores de comedia actuales teniendo en su haber films divertidísimos como Espías (Spy), Cuerpos Especiales (The Heat) la muy alabada La Boda de Mi Mejor Amiga (Bride Maids) e incluso alguna serie de culto como Freaks & Geeks, ideada esta junto a su amigo, el también guionista y cineasta, Judd Apatow. El reparto está formado por la habitual de Feig y actual reina de la comedia americana estadounidense Melissa McCarthy, Kate McKinnon y las asiduas del programa Saturday Night Live, Leslie Jones y Kristen Wiig, esto último también utilizado como arma arrojadiza por no pocos exégetas que afirmaban lo injusto que era dar un papel a humoristas que podían haber ejercido intérpretes de verdad, los mismos que suponemos desconocerán que Dan Aykroyd y Bill Murray también salieron de la cantera de aquel mítico y longevo show antes de aparecer en la primera Cazafantasmas. Finalmente y poniendo la peculiar nota masculina tenemos al mismísimo Dios del Trueno, Chris Hemsworth, dando vida a Kevin, el guapo pero poco avispado recepcionista de las cuatro científicas expertas en dar caza a lo sobrenatural y al que se sumarán una serie de numerosos cameos que es conveniente no mencionar aquí.
Cazafantasmas, pese a quien le pese, es un magnífico blockbuster veraniego, una superproducción que apela por el escapismo ligero y la diversión en sesión continua, una muestra clara de qué puede llegar a hacer Hollywood cuando pone al frente de un proyecto de esta envergadura a unos autores que sienten verdadero cariño y respeto por el material de partida sobre el que construirán su producto. Este remake del presente 2016 es escrupulosamente fiel al largometraje de 1984 dirigido por Ivan Reitman y escrito por Dan Aykroyd y Harold Ramis, de hecho en ocasiones lo es tanto que peca de autocomplacencia (la estructura de las trama en ambos films en sencillamente indéntica) y eso le impide tomar forma como proyecto independiente y volar libre, pero sabiendo la presión a la que se han visto sometidos los creadores del largometraje y las ingentes cantidades de bilis que sobre ellos se han regurgitado era de esperar que no arriesgaran en este sentido y a fe mía que no lo hacen. El tono de comedia amalgamada con pasajes de terror está siempre presente en pantalla y en ese apartado hay que destacar un soberbio diseño de los fantasmas que en poco tiene que envidiar a lo de los films originales y unos efectos digitales sencillamente brutales que hasta cuando se muestran más hiperbolizados (ese clímax final desatado y apocalíptico) siempre están supeditados a la historia que Paul Feig y su co guionista Katie Dippold están narrando. En todo momento se nota que en Sony se han tomado muy en serio el relanzamiento de la franquicia ectoplásmica porque por un lado tanto como producto cinematográfico para toda la familia y por otro como revisión de la obra original este remake funciona a la máxima potencia.
Aunque el arranque es muy potente y en él ya podemos vislumbrar cuán respetuosos van a ser los autores con las entregas previas de la saga al largometraje le cuesta dar sus primeros pasos. La película tiene que realizar muchas acciones al mismo tiempo como mostrar las señas de identidad estilísticas de su puesta en escena, calibrar el tono de comedia al que se va a entregar el resto de metraje y presentar a los personajes que con unas leves pinceladas tienen que dar las primeras muestras de sus distintas personalidades. En este proceso los guionistas inyectan una cantidad brutal de gags y chistes por minuto de modo que los descacharrantes y de una brillantez intachable se alternan con los tibios o menos inspirados, pero por suerte este es el tipo de films que pone una sempiterna sonrisa en la cara de un espectador que en no pocas ocasiones se verá interrumpida por la carcajada o el llanto por culpa de la risa (debo admitir que hay al menos tres golpes en el film que me hicieron saltar las lágrimas). Los escritores se hacen fuertes en apartados como el de dar, dentro de lo que cabe, una explicación científica coherente a las actividades paranormales que las protagonistas llevan a cabo y sobre todo o el de aprovechar la era internet y la imediatez de las redes sociales para haber podido meter dentro del film referencias a las muchas descalificaciones personales que las actrices y la producción han recibido (todo apunta a que cuando salió el primer y machacado trailer el film todavía se estaba rodando, porque es imposible que tantas referencias a la realidad sean fruto de la casualidad) transmitiendo el proyecto una sensación de revanchismo bien entendido que regala algunos de los mejores gags del guión. Sirvan como ejemplo cuando las protagonistas leen los comentarios que los usuarios les dejan en los vídeos que cuelgan en Youtube, las menciones a que sus uniformes parecen de basureros o declaraciones machistas por parte de algunos personajes que parecen haber sido sacados de los comentarios que se han vertido sobre el film en la red.
Como era de esperar el reparto está a la altura de la situación y las cuatro actrices son unas muy dignas herederas del casting de actores masculinos que dieron vida a los Cazafantasmas en 1984 y 1989. Que nadie busque en los personajes de este reinicio émulos de los de los film originales, los aquí presentados son otros con personalidades diferentes que en algunos apuntes toman señas de identidad de los interpretados por Murray, Aykroyd, Ramis y Hudson, pero sin que se conviertan en sus contrapartidas femeninas. Aunque Melissa McCarthy es uno de los personajes con más notoriedad y el nombre más conocido del reparto su labor no destaca por encima del resto de sus compañeras. Una vez más su director fetiche le regala una gran cantidad de gags y diálogos con los que explotar su más que contrastadoa vis cómica, pero más entrañable y disparatada se muestrae Kristen Wiig, una actriz especialmente dotada para el humor físico y poseedora de una comunicación no verbal y una gestualidad sencillamente brillantes. Leslie Jones también se gana el sueldo a conciencia con pasajes divertidísimos como su vida como trabajadora en el metro antes de ingresar en las Cazafantasmas, su peculiar manera de “exorcizar”o sus reacciones cuando se enfrenta a sus primeros fantasmas. Pero un servidor se queda enamorado de esa mezcla entre chulería, locura y pasotismo amalgamados en el cuerpo de una brillante Katie McKinnon, que se revela como el mayor acierto de casting del film ofreciendo una cara de los Cazafantasmas entre alocada, sensual y lúcida que ofrece momentos brillantes y que tiene su culmen cuando en plena batalla campal decide probar sus “nuevos juguetitos”, una pasaje de acción magnífico. Por último no olvidarme de Chris Hemsworth como el atontado Kevin, ya que el australiano muestra aquí unas dotes envidiables para el humor y reirse de sí mismo con un personaje puede que demasiado estúpido, pero que sirve como reflejo masculino del clásico rol de secretaria guapa pero tonta con el que Hollywood lleva décadas creando estereotipos pueriles y sexistas.
Pero lo que más ha sorprendido al que suscribe de una película como Cazafantasmas ha sido la labor de Paul Feig detrás de las cámaras. Este remake es sin lugar a dudas el proyecto más grande el que se implica el director de episodios de The Office o Arrested Development y como maestro de ceremonias muestra un control total de un presupuesto tan abultado como el que Sony pone a su disposción. El cineasta sabe conjugar la comedia con el terror, hacer un uso brillante de los magníficos fantasmas que los CGI crean con gran maestría estilísitca, mantiene el nivel que siempre ha poseido como director de actores, pero sobre todo llama la atención lo resuelto que se muestra con las escenas de acción, algo que ya se dejó notar en Espías pero que en la cinta que nos ocupa se ve multiplicado exponencialmente hasta el límite de ofrecer algunos de los pasajes técnicos mejor rodados de todo lo que llevamos de verano. Esa recta final con terremotos, espectros dominando el skyline newyorkino, el desfile de globos gigantes rematados con ese entrañable cameo final o la aparición del descomunal “final boss” (toda una declaración de principios la forma que toma el mismo para enfrentarse a las protagonistas) son muestra fidedigna de que Feig y su equipo técnico lo han dado todo para ofrecer una muestra quintaesencial de lo que debería ser normalmente el cine palomitero made in Hollywood, convirtiendo a Ghostbusters en una montaña rusa con subidas y bajadas que saciarán el apetito de todo tipo de espectadores que no se dejen llevar por los prejuicios.
Cazafantasmas es puro cine de evasión, un producto para toda la familia que cumple casi todas las expectativas que se pudieran depositar en él respetando a los largometrajes a los que da reinicio y atrayendo a nuevas generaciones de fans para que descubran el universo creado hace casi veinticinco años por unos humoristas con talento que han delegado responsabilidades en otras que no lo son menos. Por desgracia la inquina que atrajo el proyecto desde su misma gestación ha pasado factura en el rendimiento en la taquilla y por ahora Sony no ve rentable la película como para pensar en unas secuelas que permitirían a la nueva versión de la franquicia tomar su propia personalidad, dar forma a su propia idiosincrasia y permitir a unos personajes desternillantes desarrollarse y ganar enteros en pantalla. La última película de Paul Feig merece mucho la pena, por la labor de este detrás de las cámaras y al guión, por la excelente entrega de cuatro actrices en estado de gracia que explotan al máximo su sobrado talento para el humor y por pasajes como el del concierto, los intentos del personaje de Kristen Wiig por ligar con el de Chris Hemsworth, por las salidas de este (el momento comparación de fotografías es hilarante) por los cameos de la mayor parte del casting de la cinta original y por ser un proyecto ejecutado con pericia, mimo y la sana intención de hacer reír. Recomiendo ir a verla con la mente abierta y sin condicionamientos de ningún tipo (y el que aquí habla es un fan a muerte de la saga original y sus variantes) porque hablamos de cine comercial de calidad, porque poco importa el género de las protagonistas si hacen bien su trabajo, porque es de estúpidos tomarse en serio algo tan liviano como un blockbuster y porque si el hecho de que hagan un remake “con mujeres” de tu película favorita “arruina tu infancia” eso es síntoma inequívoco de que la misma dejó mucho que desear.
Título OriginalSpy(2015) DirectorPaul Feig GuiónPaul Feig ActoresMelissa McCarthy, Jason Statham, Rose Byrne, Jude Law, Morena Baccarin, Bobby Cannavale, Allison Janney, Nia Long, 50 Cent, Peter Serafinowicz, Will Yun Lee, Zach Woods, Alicia Vela-Bailey, Jessica Chaffin, Miranda Hart, Carlos Ponce
Desde hace unos años el tándem formado por la actriz Melissa McCarthy y el productor, guionista y director Paul Feig está ofreciendo una buena remesa de comedias exitosas que poco a poco van revitalizando el género en Estados Unidos. Proyectos como La Boda de Mi Mejor Amiga (Bride Maids) o Cuerpos Especiales (The Heat) muestran a dos profesionales en perfecta sintonía en lo que a explotar las dotes como narrador del autor de Freaks & Geeks o The Office y en ir perfeccionando la ya de por sí potente vis cómica de la intérprete de cintas como St. Vincent o Tammy. El último producto ofrecido por esta pareja de profesionales es Espías (Spy en su título original) una pieza que ha pasado por España sin hacer mucho ruido (no así en su Estados Unidos natal) y que contra todo pronóstico se encumbra como la comedia más desternillante y divertida de lo que llevamos de 2015.
Espías es, como su propio título ayuda a dilucidar, una parodia del cine de espionaje. Pero tanto del más elegante y clásico al estilo James Bond como el más fibrado y crudo de Jason Bourne, de ahí que tengamos dos personajes que dan vida a ambas vertientes cinematográficas, uno interpretado por Jude Law y otro por Jason Statham. Pero lo más curioso es que el punto de partida de la última cinta de Paul Feig vendría a ser algo parecido a que el insoportable personaje de Penélope Garcia de la entretenida pero sensacionalista serie Mentes Criminales se introdujera en una trama deudora de aquella pequeña joya a recuperar de James Cameron llamada Mentiras Arriesgadas (True Lies) protagonizada por Arnold Schwazzennegger y Jamie Lee Curtis, ya que le historia se centra en cómo una analista de la CIA acostumbrada a sentarse en su escritorio para ayudar a los agentes de campo acaba convirtiéndose en uno de estos para llevar a cabo una complicada misión relacionado con el tráfico de armamento a nivel internacional.
El resultado es un guión bien hilado y consistente en su narración apoyado por un trabajo magnífico de Paul Feig tanto en el plano técnico como en la dirección de actores, un reparto tocado por el don de la comicidad con una Melissa McCarthy impagable encabezándolo y una sesión continua de acertadísimos gags con los que el creador de la serie Other Space acribilla a un espectador que en ocasiones no tiene tiempo para dejar reír entre gag y gag. Lo más divertido es que el personaje de Susan tiene las aptitudes adecuadas para ser la espía perfecta (como analista es una experta en dichas lides y sin ella los agentes a los que dan vida Law y Statham serían en el primer caso mucho menos eficaz y en el segundo un rotundo inepto) pero su presencia, apariencia física (rechoncha, grosera y simpaticona) es totalmente antagónica a la de las típicas femme fatales que pueblan el tipo de films que Spy parodia.
Esta actitud algo barriobajera y malencarada, su apariencia de ama de casa protototípica o solterona amante de los gatos y el hecho de que por dentro sea una experta en espionaje internacional y conspiraciones gubernamentales le sirven a Paul Feig para tejer una divertida trama en la que Melissa McCarthy toca todos los palos dentro del celuloide de agentes secretos. Entre ellos la vemos hacer uso de gadgets propios del 007 más clásico y protagonizar escenas físicas propias del interpretado por el que interpreta Daniel Craig en la actualidad o de los Matt amon y Jeremy Renner de las cuatro entregas del desmemoriado Jason Bourne, Aunque evidentemente y como es lógico todos estos pasajes están abordados con un tono de parodia con mucha mala baba y referencialidad que en la mayoría de ocasiones desembocan en continuas carcajadas que no dan un minuto de tregua a la platea cuando las mismas están en su punto culminante.
Sobra decir que Melissa McCarthy está pletórica en su papel y que el mismo la confirma como una de las mejores actrices de comedia de su generación, pero también hacen un muy buen trabajo el elegante y superficial Bradley Fine de Jude Law por el que bebe los vientos la protagonista, el machista, grosero y torpe Rick Ford de Jason Statham que se lleva también alguno de los pasajes más divertidos de la cinta o una Rose Byrne como Rayna Boyanov a la que no estamos acostumbrados a ver en este tipo de papel y que borda su estrambótico trabajo destilando no poca química con el de McCarthy. En roles más secundarios tenemos a una entrañable Miranda Hart como Nancy, la mejor amiga de Susan, un, últimamente omnipresente, Bobby Cannavale dando vida al mafioso Sergio De Luca, el principal villano de la velada, o un mastodóntico Peter Serafinowicz como el pervertido Aldo.
Sería difícil enumerar todos los gags, momentos, secuencias que al que suscribe (y ojo, a muchos de los que en ese momento se encontraban en la sala de cine) le hicieron llorar de risa. Aunque tengo el deber de destacar el concierto de música electrónica, todo el pasaje del veneno en la copa del personaje de Rayna, la persecución en moto, el acoso y derribo por parte de Aldo a Susan, lo que acontece en el jet privado del ya mencionado personaje de Rose Byrne o el clímax final. Espías confirma que Paul Feig está en un momento dulce, que Melissa McCarthy es su musa y que Judd Apatow me parece más sobrevalorado todavía después de ver esta comedia de su amigo y compañero que espero no sea el punto álgido de este dúo que con un poco de suerte y manteniendo el nivel que llevan en producciones como la que nos ocupa nos depararán en el futuro buenos momentos de humor con los que evadirnos durante un par de horas de que nuestra realidad es la que no tiene ninguna gracia.