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sábado, 14 de marzo de 2020

Transgresión Continua Express 2020 - Febrero II


Centauros del Desierto (John Ford, 1956) - El western como viaje a las tinieblas de un derrotado fuera de su tiempo. La búsqueda como árida redención de agridulce recompensa. John Ford haciendo lo que mejor sabía, capturar lo insondable y convertirlo en imagen cinematográfica.



La Hoguera de las Vanidades (Brian de Palma, 1990) -  Un diluido Brian de Palma del que sólo se perciben leves apuntes de lucidez en la puesta en escena acomete esta voluntariosa, pero insuficiente, adaptación de la novela de Tom Wolfe. Meritoria labor del ecléctico reparto.



El Infierno Verde (Eli Roth, 2013) - Homenaje al subgénero de tribus antropófagas, execrable como pocos, en el que Eli Roth despliega su conservadurismo contra latinos, indígenas y ecologistas. Ni el buen ritmo, el escaso gore o la agonía de los personajes salvan la velada.




Sin Control (Mikael Håfström, 2005) - Telefim venido a más, de mensaje moralista y puritanismo formal, teje una endeble trama previsible desde su arranque. Como era de esperar Vincent Cassel no deja ni las migajas al resto del reparto con un personaje plano del que él saca oro.



Crash! (Harley Cokliss, 1971) - Cortometraje escrito y protagonizado por J.G. Ballard basado en su propia novela. Peculiar ejercicio de estilo que captura eficazmente la sexualidad aséptica del libro. Perfecto complemento para la versión cinematográfica de David Cronenberg.



Todo lo Que Tú Quieras (Achero Mañas, 2010) - Para su tercer largo como director Achero Mañas aborda un tema complejo y repleto de peligrosas aristas. El resultado es digno y valiente, en gran parte gracias al equipo artístico y a la luz en la mirada de la pequeña Lucía Fernández



Horse Girl (Jeff Baena, 2020) - Horse Girl es una aproximación elegante y empática a los problemas mentales, ofreciendo un retrato verosímil sobre cómo el entorno puede beneficiar o perjudicar a las personas que los padecen. Alison Brie, una de las impulsoras del proyecto, compone su mejor papel hasta la fecha



Son of a Gun (Julius Avery, 2014) - Thriller criminal de trama manida, puesta en escena plana y personajes estereotipados sin un arco dramático que nos permita empatizar con sus logros o fracasos. Ni el interesante reparto consigue sacar el producto del pozo de la mediocridad.



La Gran Aventura de Mortadelo y Filemón (Javier Fesser, 2003) - Más que una adaptación del cómic la incursión de los personajes de Ibáñez en el universo Fesser. Visualmente resultona y con un casting perfectamente elegido, fracasa como traslación de las viñetas al celuloide.

viernes, 3 de junio de 2011

Vestida Para Matar, femme fatale




Título Original: Dressed to Kill (1980)
Director: Brian de Palma
Guión: Brian de Palma
Actores: Michael Caine, Angie Dickinson, Nancy Allen, Keith Gordon, Dennis Franz, David Marguiles


En 1980 el director italoamericano Brian de Palma ya tenía una considerable fama a sus espaldas. Para unos era un cineasta que plagiaba con una alarmante desvergüenza a su admirado Alfred Hitchcock. Un realizador que utilizaba el esteticismo para tapar las carencias de historias que normalmente vendían humo. Para otros era un verdadero autor, un prestidigitador del lenguaje cinematográfico con una poderosa concepción de la construcción narrativa visual y formal que creaba auténtico y puro celuloide con sus largometrajes. Por suerte o por desgracia el autor de En Nombre de Caín en algún momento de su carrera ha sido tanto lo uno como lo otro.




Vestida Para Matar dio la razón tanto a sus detractores como a sus más acérrimos seguidores. La cinta estructuralmente es casi idéntica a esa imperecedera obra maestra llamada Psicosis (Psycho) del director británico por excelencia, pero De Palma no oculta tal hecho ni se avergüenza de él. Por otro lado es indudable que la cinta es un muy personal ejercicio de estilo, una obra con momentos de puro genio y pasajes de un acabado inquietantemente virtuoso que confirman un secreto a voces. Estamos viendo una obra 100% De Palma.




Es cierto que tenemos un exoesqueleto muy parecido al de la cinta protagonizada por Anthony Perkins y Janet Leigh, incluso hay situaciones rematadas de manera idéntica a las de aquella producción de 1960, pero De Palma llena ese discurso hitchcockiano de una mórbida toxicidad repleta de sexo, parafilias enfermizas, represión (en más de un sentido) y un suspense amenazante que se tensa como un hilo. Esa intriga, que el cineasta lleva con un pulso tan ferreo que debería analizarse en las escuelas cinematográficas, tiene varios momentos de puro genio.




Para empezar se podría destacar el excelente y bastante extenso (el director se toma su tiempo, pero es debido a que sabe muy bien lo que hace) pasaje en el museo de arte. En el De Palma hace un uso sencillamente magistral de los movimientos de cámara, el montaje, la localización de los actores en el encuadre, la música y todo esto sin una sola línea de diálogo. Seguidamente la secuencia que es para un servidor el clímax de la película y su escena más emblemática, la bestialmente potente del ascensor.




Si Hitchock tuvo su mítico asesinato en la ducha, esta elaboradísima y minimalista coreógrafía de muerte en el elevador, que llega a crispar los nervios del espectador y hacerlo sentir realmente incómodo, poco tiene que envidiarle la ya citada secuencia. La del descubrimiento de la identidad del asesino también tiene un acabado impecable. Después la onírica parte del manicomio con imposible plano cenital en la conclusión. Por último el final, una vez más un pasaje de una tensión debidamente dosificada en un cuarto de baño en el que una zapatilla blanca detrás de una puerta lo sugiere todo. Todas estas escena destacadas acompañadas por el maravilloso score del compositor Pino Donaggio.




Pero no sólo de Hitchcock vive Dressed to Kill. De Palma tiene su momento para recordarnos los gialli italianos y la estética cromática de colores puros en la iluminación del Dario Argento de Suspiria. También nos remite a este tipo de thriller el personaje homicida de manos enguantadas y arma blanca que finalmente de lugar a escenas de violencia muy gráfica (aunque nunca llegando al gore) que explotan delante de la cámara y por extensión ante el rostro del espectador. Incluso en la persecución en el metro hay un plano que es una referencia directa al momento clave de Rojo Oscuro del ya mencionado Argento.




La puesta en escena y el trabajo de De Palma en la dirección, son como casi siempre impecables. Distinto uso de trucos visuales como split screen, cámara lenta, lentes de aproximación dividida, planos detalle o una fotografía suavizada (grande Ralf D. Bode) que busca un tono ensoñador, De Palma no es amigo del hiperrealismo, de ahí que su discurso sea puramente cinematográfico. Sólo se echa en falta alguno de esos interminables planos secuencia marca de la casa que nos suelen dejar con la boca abierta.




Los actores no lo hacen mal, pero tampoco destacan en manera alguna. Angie Dickinson luce una interesante y atractiva madurez (con dobles de cuerpo o sin ellos). Nancy Allen da ese toque pizpireto y sexy que siempre aplicaba a los papeles que interpretaba en las películas de De Palma, su por aquel entonces marido. Keith Gordon cumple y hace un papel que le serviría de base para el que haría tres años después en Christine, más que correcta versión cinematográfica que realizó John Carpenter de la célebre novela homónima de Stephen King.




Dennis Franz hace de policía duro con fuerte acento italoamericano, vamos, en su línea, el tipo lo lleva en la sangre. Por último pero no menos importante, Sir Michale Caine, que con poco esfuerzo se lleva la película a su casa, con correcto hieratismo y una contención so british hace un excelente trabajo y lleva con mucha dignidad la peculiaridad de su personaje, no se espera menos del protagonista de La Huella (Sleuth), Un Trabajo en Italia o El Hombre que Puedo Reinar.




Es curioso, pero las mejores películas de De Palma (al menos las que más me gustan a mí como obras en su totalidad) Scarface, Carlito's Way, Los Intocables de Eliot Ness o Redacted no son tan puramente "depalmianas" como otras inferiores en el plano cinematográfico, pero decidamente memorables, en uno u otro sentido, como Doble Cuerpo, Impacto (Blow Out), Femme Fatale o esta Vestida Para Matar (seguro que el Paul Verhoeven de Instinto Básico revisionó más de una vez) que podría considerarse como la quintaesencia de un autor cinematográfico que antes que para el espectador, hace cine para sí mismo y de eso en el Hollywood actual queda poco.



jueves, 23 de septiembre de 2010

Femme Fatale, vestida para matar



Título Original: Femme Fatale (2002)
Director: Brian De Palma
Guión: Brian De Palma
Actores: Rebecca Romijn-Stamos, Antonio Banderas, Peter Coyote, Gregg Henry, Rie Rasmussen, Edouard Montoute, Eriq Ebouaney, Regis Wargnier


Trailer


Femme Fatale, estrenada en el año 2002 es un disparate de principio a fin, un sinsentido carente de toda veracidad, una historia tramposa, pretenciosa, inviable, en ocasiones hasta ridícula. Pero detrás de este batiburrillo está un genio como el italoamericano Brian De Palma, un señor que puede pasar, por medio uno de sus famosos movimientos de cámara, de la vergüenza ajena a lo sublime. Un autor cinematográfico que puede rodar con brío y pulso una chorrada tan grande como la que nos ocupa.




En Femme Fatale parece ser como si De Palma quisiera hacer un grandes éxitos de toda su obra cogiendo varios detalles de cada una de las obras que forman su filmografía y mezclándolas sin coherencia o pudor alguno en 112 minutos. El peligroso vouyerismo de Impacto (Blow Out), el protagonista disfrazado de Vestida Para Matar (Dressed to Kill), la stripper seductora de Doble Cuerpo (Body Double), el tono noir de Atrapado Por Su Pasado (Carlito's Way) el personaje desdoblado de En Nombre de Caín (Raising Cain) y la trama de espionaje de Misión Imposible que se deja notar en la primera media hora, en la que ya podemos ver detrás de un prodigio de la técnica por parte de De Palma las primeras escenas que nos hacen pasar cierta vergüenza ajena.




La puesta en escena del director de Carrie es, como siempre, sencillamente brillante y la misma se come por los pies al endeble guión que la sustenta, que como suele ocurrir con bastante regularidad, cuando está firmado por el mismo de Palma carece de la solidez que le suelen dar otros escritores (David Mamet, David Koepp, Oliver Stone) que realizan los libretos de sus películas y que aquí no tiene pies ni cabeza. Su poderío visual, la fuerza de su mirada, esos travellings, que incluso se podría decir que aquí no están al 100% de su efectividad, suplen todas las múltiples carencias del guión, aumentan gradualmente la tensión dramática y llegan desde mi punto de vista a su cénit (técnicamente hablando) con el plano secuencia que empieza siendo una toma cenital y acaba como un plano general corto durante el interrogatorio a Antonio Banderas.



Los actores con De Palma saben a lo que se atienen, o a lucirse como nunca (Al Pacino, Robert De Niro, John Travolta) o hacer el ridículo más espantoso (que se lo pregunten a John Lithgow), Rebecca Romjin apesar de haber estado mejor en otros papeles, no es una buena actriz, pero aquí ejerce un papel que sabe interpretar bien, el de mujer manipuladora y sexy, no llegando a los extremos de, por poner un ejemplo, Linda Fiorentino en manos del John Dahl de La Última Seducción, pero tiene la suficiente presencia física como para no dar al traste con su trabajo. Banderas está convincente y lleva bien la personalidad de su rol, pero entra en el club de actores a los que De Palma hace perder la dignidad en la secuencia del amaneramiento, que el malagueño sabe llevar bien, es lo que tiene haber trabajado con Almodóvar, pero de todas formas se muestra harto sonrojante.




Desde el primer plano De Palma es él mismo, no hay duda, metiéndonos con toda la cara del mundo esas imágenes de Perdición de Billy Wilder, probablemente la película con mujer fatal por antonomasia, el tipo no es corto de miras y apunta alto pero aquí no llega a mucho. Femme Fatale es un divertimento, una obra que de alguna manera recupera al De Palma de la segunda mitad de los 70 y la primera de los 80, pero con un caos de construcción narrativa, una total carencia de coherencia estructural en la escritura y una impresionante ausencia de prejuicios a la hora de poner en pantalla escenas de subyugante e hipnótica belleza visual que contienen la más absoluta nada en su interior y eso es tan reprobable como meritorio.



lunes, 9 de agosto de 2010

Impacto, el sonido de la muerte



Título Original: Blow Out (1981)
Director: Brian De Palma
Guión: Brian De Palma
Actores: John Travolta, Nancy Allen, John Lithgow, Dennis Franz, Peter Boyden, Curt May, Roger Wilson, John Aquino


Trailer


El cine necesita a directores como Brian De Palma. Autores arriesgados, que aman el acto de crear imágenes en movimiento, que pueden llegar a bordear el ridículo con tal de llegar a un punto concreto cinematográficamente hablando. Genios que pueden tocar lo mas alto o regalarnos bazofias que nos hacen revolvernos en la butaca, pero que siempre captan nuestra atención y nos hacen pasar un buen rato delante de una pantalla. Impacto por suerte no pertenece a las obras desechables de De Palma




En los primeros 5 minutos De Palma utiliza el metalenguaje y los juegos de espejos. Nos introduce en una trama de cine dentro del cine y encima hace mofa no sólo con el tipo de películas que vinieron tras esa genialidad titulada La Noche de Halloween de John Carpenter (posiblemente incluyendo esta) sino también con la constante crítica que siempre se le ha hecho por parte de un gran sector de la prensa especializada de ser un director que recurre con bastante incidencia al cine del inglés Alfred Hitchcock para construir sus propios productos cinematográficos.




Tras este simpático y original epílogo, al introducirnos en la trama podemos ver claramente que esta Impacto es sin lugar a dudas una versión por parte de De Palma de aquella obra técnicamente perfecta, pero argumentalmente gélida llamada Blow Up, dirigida por el italiano Michelangelo Antonioni en 1968. Hay muchos puntos en común entre los dos films, desde los títulos (Blow Up, Blow Out), pasando por sus protagonistas (aunque uno se dedica a la fotografía y el otro a los efectos de sonido dentro del cine), hasta su argumento, salvando la diferencia de que la cinta que nos ocupa es mucho más sensacionalista y hollywoodiense que la protagonizada por David Hemmings y Vanessa Redgrave, por decirlo de otra manera, es más de género.




Brian de Palma es de esos directores que hace CINE en mayúsculas. El de New Jersey no busca el realismo, su concepción del lenguaje cinematográfico es pura. De Palma no es de esos directores que quiere que la cámara desaparezca, su intención es que la misma se perciba, por eso hace un uso espectacular de planos secuencia, tomas cenitales, split screen y en esta cinta en concreto, recurre en numerosas ocasiones a los planos realizados con lentes de aproximación dividida, que dan un toque minimalista a la historia. El apartado del sonido, clave en la trama, también está utilizado con maestría por parte de De Palma, todo con un detallismo enfermizo que ayuda a enfatizar la intriga que destila el producto.




Paradójicamente, Blow Out es la película más importante de la carrera de John Travolta, porque supuso la primera oportunidad del actor para demostrar que a parte de cantar o bailar sabía interpretar, y porque al ser la película favorita de Quentin Tarantino a este le sirvió para convencerse de que no había mejor actor para interpretar a su Vincent Vega en Pulp Fiction, cinta que supuso la resurrección profesional del protagonista de Fiebre del Sábado Noche y que continúa a día de hoy, aunque con cierta irregularidad y algún truño importante en su haber.




Un excelente y muy logrado thriller poco conocido de De Palma, que le debe mucho a obras como La Conversación o subgéneros como el giallo italiano, pero que cobra entidad propia gracias a su autor, que esta vez está hasta muy resuelto escribiendo él mismo el guión de su obra. Conspiraciones gubernamentales, magnicidios, prostitución, traiciones y cine, mucho cine, con un tempo narrativo muy cuidado, un reparto convincente y una dirección de acero. Cine comercial del que ya no se ve ni se volverá a ver, al menos si siguen las cosas como hasta ahora.



jueves, 17 de junio de 2010

En Nombre de Caín, la voz de su amo

Título Original Raising Cain (1992)
Director Brian De Palma 
Guión Brian De Palma 
Reparto John Lithgow, Lolita Davidovich, Steven Bauer, Frances Sternhagen, Gregg Henry, Tom Bower, Mel Harris, Teri Austin




En 1992, y tras el batacazo a nivel general que supuso su adaptación de la novela de Tom Wolfe, La Hoguera de las Vanidades, Brian de Palma volvió al género que mejor controlaba desde sus comienzos como cineasta, el thriller de suspense con reminiscencias hitchocokianas. El resultado fue Raising Cain, titulada en nuestro país En Nombre de Caín, que desgraciadamente supuso otro considerable descalabro fílmico por parte del italoamericano en aquellos primeros años 90 que se sumaban a otros previos de su carrera, varios de ellos notablemente injustos.

 

A pesar de ser un proyecto notoriamente fallido, En Nombre de Caín es, le pese a quién le pese, un film 100% De Palma. El problema es que cuando al autor de Atrapado Por Su Pasado (Carlito's Way, 1993) escribe los guiones de sus propios largometrajes normalmente el resultado de los mismos deja bastante que desear, porque para él pasan a ser un elemento secundario. El libreto de Raisig Cain es un batiburrillo de guiños cinéfilos a Hitchcock y sobre todo a Psicosis, cinta a la que De Palma en esta ocasión copia no sólo planteamientos, sino también escenas enteras, como la del coche en el pantano, la explicación en la comisaría por parte de la psiquiatra o la del climax en el motel.

 

Toda la historia sobre experimentos con niños, secuestros, infidelidades, desdoblamientos de personalidad e intrigas de baratillo importa más bien poco, ya que la misma es caótica, está mal construida y no se sostiene por su propio peso. En gran parte debido a los numerosos, y en la mayoría de los casos innecesarios, giros de guión que De Palma introduce en la trama solo buscanndo el efectismo narrativo gratuito. Pero como en otras muchas ocasiones en las que el guión de una película del italoamericano no funciona debidamente solo nos queda la esperanza de que en la dirección no falle y como es lógico no lo hace, ni de lejos.

 

De Palma siempre ha antepuesto en su cine la forma al fondo. Su interés radica más en cómo contar una historia que el hecho de relatarla. Por eso un guión tan endeble como el de En Nombre de Caín es salvado in extremis por una dirección brillante. El realizador de El Fantasma del Paraíso puede acertar o fallar, pero detrás de la cámara rara vez decepciona. Su concepción del lenguaje cinematográfico es puro, hace un uso milimétrico de los movimientos de cámara, la banda sonora, los localización de los actores en el encuadre y la conjunción de todos estos aspectos. Por eso durante el film asistimos a un elaborado trabajo con angulaciones que no sólo remiten al ya mencionado clásico de Hitchcock, sino también a Orson Welles o un plano secuencia marca de la casa  de 4 minutos desde la cuarta planta de un edificio, hasta el sotano del mismo con varios actores interactuando entre ellos.

 

En Nombre de Caín después de todo es una entretenida cinta que mantiene la tensión de manera acertada. Bordea con demasiada regularidad lo ridículo, pobre John Lithgow con ese pelucón, como en ese plano final que lamentblemente más que remitir a la cinta protagonizada por Anthony Perkins y Janet Leigh nos trae la cabeza Señora Doubtfire, con Robin Williams. Pero es un trabajo honesto de su autor y es 100% De Palma, lo tomas o lo dejas. Lo que si me parece curioso es lo vapuleado que fue este proyecto en su estreno y por el contrario la de alabanzas que le dieron a Shutter Island de Scorsese, cuando la diferencia, conceptualmente hablando, entre ambas es más bien poca.