Título Original Kubo and the Two Strings (2016)
Director Travis Knight
Guión Marc Haimes, Chris Butler, Shannon Tindle
Laika, L.L.C es un estudio cinematográfico estadounidense fundado en el año 2005. Especializado en películas realizadas en stop motion y con un ritmo de producción que, a diferencia de las grandes compañías como Disney/Pixar o Dreamworks entre otras, se toma todo el tiempo del mundo para realizar sus producciones. Después de colaborar en proyectos ajenos como La Novia Cadáver de Tim Burton y Mike Johnson Laika debutó en el mundo del largometraje con Los Mundos de Coraline, una adaptación animada de la famosa novela (y posterior cómic) del guionista británico Neil Gaiman. El film, dirigido por el genio en la sombra de Pesadilla Antes de Navidad, Henry Selick, supuso todo un éxito y el primer paso en firme de una nueva empresa que, al igual que los Aardman Studios ingleses, vendría a dar el toque de elegancia al celuloide de animación internacional. El Alucinante Mundo de Norman (ParaNorman) de 2012 y The Boxtrolls de 2014 fueron los siguientes proyectos de Laika y ambos fueron recibidos con considerables parabienes por crítica y público afianzando el éxito del carácter atípico e incluso experimental de su producción propia. Ya en el presente 2016 la cartelera internacional ha visto llegar la última pieza gestada en el seno de la casa fundada por Phil Knight y Will Vinton (aunque esta vez con la colaboración de Focus Features, la división independiente de Universal Pictures) Kubo y las Dos Cuerdas Mágicas, una historia localizada en el Japón feudal, una vez más animada por medio del formato stop motion, y con unos resultados tan brillantes que la convierten, para el que suscribe, en la mejor película de animación de lo que llevamos de 2016.
La última producción de Laika sigue los pasos de Kubo, un adolescente que viviendo en una aldea japonesa de fantasía se gana un pequeño sustento contando historias a los aldeanos con la ayuda de su shamisen mágico (un instrumento musical) que le permite crear figuras origami que cobran vida. Un día, desobedeciendo los consejos de su madre que le apremia siempre a volver a casa antes de anochecer, Kubo se distrae en la aldea cuando cae la noche y es atacado por sus diabólicas tías gemelas, enviadas por su abuelo, el Rey Luna, que ansía vengarse de la madre de nuestro protagonista por traicionar a su familia enamorándose del guerrero samurai Hanzo, ya fallecido. Después de unos desafortunados acontecimientos Kubo deberá emprender una aventura junto a un simio llamado Mona y a Escarabajo, un valiente y amnésico samurai con forma de insecto, para encontrar la Armadura Mágica que en su momento portó su padre Hanzo y con ella poder enfrentarse a su malvado abuelo. Con esta sencilla trama el habitual animador de la productora Laika, Travis Knight, debuta en el mundo del largometraje y el resultado es la mejor película animada da la temporada, una pequeña joya llena de talento, candor, lirismo y magia que utilizando una historia universal elude lugares comunes y caminos mil veces transitados para ofrecer una pieza artesanal que se desvincula en cierta manera del celuloide de animación actual buscando su propia personalidad para con ello satisfacer a los más pequeños sin ser condescendiente con ellos y atraer a unos adultos que disfrutarán con una historia de personajes con mucha más hondura de la que parece a simple vista.
Hundiendo sus ráices tanto en la animación de los Estudios Ghibli de Hayao Miyazaki con referencias a El Viaje de Chihiro o La Princesa Mononoke como en la obra de autores capitales del celuloide nipón clásico como Akira Kurosawa (Los Siete Samurais) o Masaki Kobayashi (El Más Allá) y dejándose imbuir por personajes clásicos del folklore del país del Sol Naciente (reales o ficticios) como Hattori Hanzo o Zatoichi, el último producto de Laika teje una historia de una perfección formal sencillamente apabullante. Realmente el proceso de inspiración en obras ajenas es el mismo que utiliza Pixar con sus largometrajes dejándose influenciar por el cine clásico americano, pero en esta ocasión los creadores de Kubo y las Dos Cuerdas Mágicas lo hacen con el japonés. Travis Knight consigue ejecutar una pieza que aun relatando la consabida historia de enfrentamiento entre el bien y el mal está expuesta como si de un haiku se tratase, una pequeña poesía preciosista y exquisitamente elaborada en fondo y forma que apela con sabiduría a los sentimientos más básicos de distinto tipo de espectadores. El largometraje se revela como una cálido homenaje a la cultura japonesa, al arte de contar historias y a la fantasía con algunos momentos realmente elegantes y dados a una emoción sutil y nada lacrimógena que se convierten en los mejores de la obra y los que ayudan a esta a trascender del género de aventuras al que se adscribe.
Si bien la historia debe driblar con personajes que son estereotipos más o menos reconocibles cuando la aventura de Kubo y sus acompañantes comienza bien es cierto que Travis Knight y sus guionistas se ocupan de que los mismos tengan la suficiente profundidad para que el espectador pueda identificarse con ellos sin sentir una continua sensación de déjà vu que desacredite la personalidad de los roles principales y sus pretensiones de cara al trayecto físico y vital que van a experimentar juntos. Mientras Kubo se muestra como un chico talentoso y más responsable de lo que su edad exige Mona es retratada como su protectora, el lado duro y sensato del grupo, todo lo contrario al desenfadado y temerario Escarabajo que a pesar de ser un guerrero virtuoso posee un carácter incluso más infantil que el del protagonista y de ahí que choque con la personalidad de su compañera de viaje mostrando una química brutal en pantalla con ella cuando discuten ante la presencia de Kubo. Pero hasta en la inclusión del pequeño secundario robaescenas son elegantes y dados a la sutilidad en Laika, ya que ese pequeño origami viviente que representa a Hanzo consigue ser el protagonista de no pocas secuencias remarcables siendo un rol silente pero de una presencia entregada al humor físico y la comedia elegante. Hasta los villanos están adecuadamente expuestos y desarrollados en pantalla, no sólo las aterradoras tías de Kubo con ese aspecto que hunde sis raíces en las historias de terror clásicas japonesas, sino también ese Rey Luna que no es abordado por los guionistas como el típico villano unidimensional en blanco y negro, escondiéndose detrás de su “maldad” un subtexto muy interesante sobre la vejez, la soledad y las enfermedades de carácter psíquico propias de la tercera edad.
A una historia con verdadero trasfondo que no elude la aventura y las escenas de acción y unos personajes carismárticos y cercanos para todo tipo de espectadores se debe añadir una animación en stop motion que bordea la magnificencia en no pocos momentos del metraje de Kubo y las Dos Cuerdas Mágicas. En todo momento se deja notar en la última producción de Laika que sus hacedores son expertos en el formato elegido para llevar a imágenes las aventuras de su última criatura. Desde el mismo arranque con la odisea del personaje de la madre, asentando desde bien pronto la naturaleza de “relato oral” en el que se asentará todo el proyecto, hasta el clímax final con la batalla entre Kubo y el Rey Luna pasando por la primera historia narrada en la aldea por el protagonista, el ataque de las tías gemelas o la travesía en barco con viaje a las profundidades marinas (esos enormes ojos acechando) la película de Travis Knight está repleta de pasajes en los que la artesanía más sencilla ofrece la magnificencia estética y conceptual más elaborada. La fuerza visual de esta producción no sólo reside en los momentos más líricos e intimistas sino también en los que la épica y la heroicidad se hacen patentes en pantalla como ese combate contra el esqueleto gigante cuyo craneo está coronado por decenas de espadas entre las que se encuentra la “Irrompible” que nuestros personajes principales necesitan. Todo un despliegue de inventiva plástica que sin entregarse a la hiperbolización de las secuencias dinámicas de las producciones animadas del Hollywood más comercial consigue encandilar a una platea que percibe en todo momento el mimo con el que han sido ejecutadas.
Kubo y las Dos Cuerdas Mágicas es hasta ahora, no sólo la mejor película animada de lo que llevamos de temporada, sino también el producto más elaborado y lleno de virtudes de Laika, una pequeña obra maestra que merece ser descubierta y atesorada en su justa medida. Travis Knight ha conseguido elaborar un relato repleto de magia que se mueve con una facilidad pasmosa entre el humor, la acción, el terror y el drama para dar forma a una pieza de orfebrería que entre sus grandes virtudes tiene la de no entregarse a la condescendencia por culpa de ser un producto dedicado, principalmente, al público infantil, algo en lo que caían hasta genialidades como El Gigante de Hierro de Brad Bird o Big Hero 6 de Chris Williams y Don Hall. El final de la última producción de Laika no el típico happy end de este tipo de films, es un cierre agridulce para nada autocomplaciente. Dar lo que el espectador demandaba o esperaba en ese momento hubiera minimizado notablemente la simbología y determinación que el trayecto que Kubo y sus compañeros emprendieron al inicio de la obra, de modo que Travis Knight y sus colaboradores son consecuentes con ese mensaje que transmiten sobre la reivindicación de los recuerdos como depositarios abstractos de los mejores momentos de nuestras vidas y el lugar en el permanecerán nuestros allegados, los que siguen con nosotros y los que ya no están, hasta el fin de nuestros días en la tierra. Es tranquilizador saber que de vez en cuando los muchachos de Laika asaltarán las carteleras para narrar historias más grandes que la vida desde la más desarmante humildad, eludiendo siempre los caminos fáciles en pos de la comercialidad y ofreciendo al espectador productos de calidad con verdadero corazón.
Crítica escrita originalmente para la web Zona Negativa
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