Director Matthijs Van Heijningen Jr
Guión Eric Heisserer, Ronald D. Moore basado en la historia de John W. Campbell Jr
Actores Mary Elizabeth Winstead, Eric Christian Olsen, Joel Edgerton, Jonathan Walker, Dennis Storhoi, Kim Bubbs, Stig Henrik Hoff
Remake con falsa piel de precuela de otro remake, el que John Carpenter realizara en 1982 de El Enigma de Otro Mundo (The Thing From Another World) film producido por Howard Hawks y dirigido por Christian Niby en 1951 sobre una expedición científica en la Antartida que da con un alienígena congelado que al ser liberado se revela como una criatura capaz de mimetizarse y usuarpar cuerpos humanos para ocupar su lugar mostrándose finalmente como una amenaza mortal que si llegara a la civilización podría suponer una plaga a nivel mundial del todo catastrófica.
Esta precuela busca una excusa mínima (una joven palontóloga americana es contratada por una expedición noruega para investigar una especie desconocida encontrada en la Antártida) para repetir pobremente todas las contantes y aciertos de la cinta de John Carpenter para dar forma a un producto que no deja de ser un claro ejemplo de cine de usar y tirar que poco tiene que ver con las producciones comerciales que se hacían en el Hollywood de los años 80 para el gran público.
Volvemos a tener a un grupo de científicos encerrados en una expedición polar. De nuevo tenemos una amenaza alienígena con la capacidad de sustituir a cualquiera de los seres humanos que se encuentran en el lugar y una vez más tenemos esa sensación de claustrofobia, amenaza constante y tensión palpable. Pero todo está peor acabado, el artifico toma forma y quita consistencia a lo realista, lo terrenal. Esto que comento es lógico cuando sustituimos a un maestro (actualmente en horas muy bajas) como John Carpenter por un debutante realizador de los Paises Bajos que sólo cumple con su cometido de artesano al servicio de una producción norteamericana de cierta importancia.
El medido tempo narrativo deja paso a la inconsistencia argumental. La dirección de acero al simple cumplimiento en la realización. La originalidad al hastío y el estereotipo vulgar (americanos listos que avisan de posible amenaza a estúpidos, amenazantes y borrachos noruegos). Un adusto Kurt Russell es sustituido por una guapa Mary Elizabeth Winstead como improbabilísima paleóntolga o escenas míticas como la de la prueba de los análisis de sangre son descartadas en beneficio de una odontológica que tiene tanto de estúpida como de inviable.
Pero lo peor y donde más se nota que no hablamos del mismo tipo de cinta, ni siquiera del mismo tipo de cine (quedando patente que nos referimos a dos épocas bien distintas dentro del séptimo arte) es en el apartado de los efectos especiales. El frío y artificioso pixel ocupa el lugar del epdiérmico y plapable látex y a pesar de que en esta ocasión la criatura se mueve a velocidades demenciales arrastrándose por suelos, escalando paredes o adheriendose a techos, nunca transmite más ameneza que la que pudimos ver creada por Rob Bottin, Stan Winston y compañía en la versión de 1982.
Finalmente y ya en el clímax descubrimos lo que nos temíamos y viene siendo moda dentro del Hollywood de hoy en día. A nadie en la meca del cine le importa el espectador o el fan de la anterior cinta (o de la original de 1951), ya que no es hasta que finaliza esta precuela, ya en los títulos de crédito, que se unen de manera pobre y precipitada las dos versiones, la de 1982 y esta de 2011. Una vez más el vil metal triunfa y nos venden un producto como lo que no es y que realmente no aporta nada al anterior largometraje o peor aún, en el plano cinematográfico.
La Cosa 2011 es una entretenida fast food cuya personalidad es tan inexistente, logros tan escasos (¿realmente hay alguno?) naturaleza tan descarada y misión tan triste (sacar dinero impunemente ofreciendo más bien poco a cambio) que ni a indignarnos nos incita. Ya que la cinta de Matthijs Van Heijningen Jr es tan poca cosa que ni perjudica a la entrega de John Carpenter y puede obviarse totalmente como película. Curiosamente de lo que sí es testimonio es de que en los 80 sí se hacía cine comercial para agradar al espectador, de manera diametralmente opuesta a lo que se hace en la actualidad. Algo preocupante debe haber con un largometraje como el que nos ocupa cuando lo que más me agrada del mismo es el chiste que cuenta uno de los noruegos al empezar el metraje. Tiene huevos La Cosa