Título Original: Frágiles (2005)
Director: Jaume Balagueró
Guión: Jordi Galcerán & Jaume Balagueró
Actores: Calista Flockhart, Yasmin Murphy, Elena Anaya, Gemma Jones, Richard Roxburgh, Colin McFarlane, Ivana Baquero
Trailer
La tercera cinta del catalán Jaume Balagueró supuso su segunda incursión en el mercado internacional tras Darkness, obra que recibió un considerable respaldo en taquilla en muchos de los países en los que se estrenó. Frágiles contó con un reparto internacional encabezado por la actriz americana Calista Flockhart, fue rodada entre Barcelona e Inglaterra y sabiamente vendida como una cinta de género modesta, pero con aptitudes para competir en un mercado más amplio que el español. La obra no consiguió un éxito masivo de público, pero tuvo una vida sana en las carteleras y fue vendida a muchos países por parte su productora, la Filmax.
Jaume Balagueró es para un servidor una de las voces más interesantes del cine patrio, un hombre que con la ayuda de su amigo, el valenciano Paco Plaza (buen director también, pero con un estilo diferente, del que se hablará aquí próximamente) ha revitalizado un género, el de terror, que en España desde siempre se ha movido entre estrenos marginales, cutres series B hoy olvidadas y obras de culto a manos de autores como Jorge Grau, Leon Kliomvsky, Jesús Franco o Paul Naschy, por poner algunos ejemplos de directores que que realizaron varias incursiones (unos más que otros) en este tipo de celuloide.
Ya con sus dos primeras obras, Los Sin Nombre, adaptación de una novela de Ramsey Campbell, que pilló desprevenidos a propios y extraños con una malsana visión del mal y la corrupción de la inocencia, un reparto excelente y una dirección tan potente como personal (para un servidor una de las mejores películas de la década de los 90) y Darkness, no tan lograda, pero muy solvente, con una trabajada atmósfera, suponiendo una especie de coherente extensión de su ópera prima, Balagueró estilizó y depuró unas bases que ya se asentaron sus cortos Alicia y Días Sin Luz. Mórbidos y muy enfermizos ejercicios lynchianos post ndustriales cuya lacerante visión nunca ha recuperado su director en toda su extensión porque la misma supondría un suicidio artístico al extrapolar ese universo tan malsano a un terreno como el del largometraje.
Frágiles supuso un proyecto por parte de Balagueró con un tono mucho más clásico dentro del género de terror que él venía cultivando. El co director de [REC·] deja un poco de lado su característico uso nervioso de la cámara y de la planificación de tomas (tan efectista como efectiva) y se entrega a un tipo de dirección más reposada, con planos más elaborados y detallistas. Con ello se pierde algo de esa fuerza primaria y descarnada que destilaban sus imágenes en su dos cintas previas, pero también es cierto que su dirección gana en profundidad y solidez, mostrando el oficio conseguido durante el paso de los años.
Tras retratar de manera muy personal, una impía génesis del mal en su estado más puro en sus primeras obras Los Sin Nombre, Darkness y OT, la Película (sí tenía que meter la coña como fuera y lo sabíais) el catalán decide por primera vez introducir un haz de luz dentro de la oscuridad imperante en su obra y lo cierto es que ese es uno de los fallos que hacen flaquear la estructura del film. A Balagueró se la da bien lo retorcido, la destrucción de la moral humana por la vía de la perversidad ya sea física o extraterrenal, no la luminosidad, ni lo hermoso, de ahí que el final de la película se muestre renqueante y hasta cierto punto empalagoso.
Pero también es cierto que muchas de sus señas de identidad siguen en Frágiles. Hospitales asépticos con una arquitectura de lúgubres tintes neogóticos, una especial delectación cronenbergiana por todo tipo de aparatos mecánicos como prótesis o piernas y brazos ortopédicos, sabia utilización de la iluminación para crear inquietud y el uso de figuras infantiles para infundir miedo. Dando todo ello lugar a, en ocasiones, excelentes escenas de suspense y tensión palpable, como la de la sábana, la de la primera visita a la segunda planta del edificio o algunas de las que muestran las defunciones de ciertos personajes secundarios.
Muchos se sorprenden por el buen trabajo y la entrega de una actriz como Calista Flockhart en Frágiles, una de sus pocas incursiones cinematográficas. La señora de Harrison Ford es mundialmente conocida por interpretar a la abogada Ally McBeall en la serie homónima, pero lo que pocos saben es que esta señora antes de realizar el papel que le dio fama catódica era una reputada y prestigiosa actriz de teatro que había trabajado con algunos de los mejores directores de escena actuales y que incluso formó parte de distintos montajes basados en textos de William Shakespeare (no se jactan de ello ni en la Wikipedia), es decir, lo de que la tipa sea una buena actriz no es algo que debiera ser un secreto. Le dan la réplica con acierto el australiano Richard Roxburgh y nuestra guapa Elena Anaya, bastante resuelta con inglés.
Balagueró no hace pleno, peca a la hora de intentar variar su discurso autoral en favor de un toque más profundo y sensible y yerra en apartados como el de mostrar el rostro de "su criatura" a cámara, que producía mucha más inquietud cuando estaba fuera de plano o cuando sólo mostraba alguna parte de su anatomía (esas piernas practicamente mecanizadas) que mirando fijamente al espectador. Pero Frágiles sigue siendo una propuesta estimulante, una buena película sobre fantasmas bien escrita, rodada e interpretada, con atmósfera, cierta personalidad y aciertos suficientes como para recomendar su visionado.
Jaume Balagueró es para un servidor una de las voces más interesantes del cine patrio, un hombre que con la ayuda de su amigo, el valenciano Paco Plaza (buen director también, pero con un estilo diferente, del que se hablará aquí próximamente) ha revitalizado un género, el de terror, que en España desde siempre se ha movido entre estrenos marginales, cutres series B hoy olvidadas y obras de culto a manos de autores como Jorge Grau, Leon Kliomvsky, Jesús Franco o Paul Naschy, por poner algunos ejemplos de directores que que realizaron varias incursiones (unos más que otros) en este tipo de celuloide.
Ya con sus dos primeras obras, Los Sin Nombre, adaptación de una novela de Ramsey Campbell, que pilló desprevenidos a propios y extraños con una malsana visión del mal y la corrupción de la inocencia, un reparto excelente y una dirección tan potente como personal (para un servidor una de las mejores películas de la década de los 90) y Darkness, no tan lograda, pero muy solvente, con una trabajada atmósfera, suponiendo una especie de coherente extensión de su ópera prima, Balagueró estilizó y depuró unas bases que ya se asentaron sus cortos Alicia y Días Sin Luz. Mórbidos y muy enfermizos ejercicios lynchianos post ndustriales cuya lacerante visión nunca ha recuperado su director en toda su extensión porque la misma supondría un suicidio artístico al extrapolar ese universo tan malsano a un terreno como el del largometraje.
Frágiles supuso un proyecto por parte de Balagueró con un tono mucho más clásico dentro del género de terror que él venía cultivando. El co director de [REC·] deja un poco de lado su característico uso nervioso de la cámara y de la planificación de tomas (tan efectista como efectiva) y se entrega a un tipo de dirección más reposada, con planos más elaborados y detallistas. Con ello se pierde algo de esa fuerza primaria y descarnada que destilaban sus imágenes en su dos cintas previas, pero también es cierto que su dirección gana en profundidad y solidez, mostrando el oficio conseguido durante el paso de los años.
Tras retratar de manera muy personal, una impía génesis del mal en su estado más puro en sus primeras obras Los Sin Nombre, Darkness y OT, la Película (sí tenía que meter la coña como fuera y lo sabíais) el catalán decide por primera vez introducir un haz de luz dentro de la oscuridad imperante en su obra y lo cierto es que ese es uno de los fallos que hacen flaquear la estructura del film. A Balagueró se la da bien lo retorcido, la destrucción de la moral humana por la vía de la perversidad ya sea física o extraterrenal, no la luminosidad, ni lo hermoso, de ahí que el final de la película se muestre renqueante y hasta cierto punto empalagoso.
Pero también es cierto que muchas de sus señas de identidad siguen en Frágiles. Hospitales asépticos con una arquitectura de lúgubres tintes neogóticos, una especial delectación cronenbergiana por todo tipo de aparatos mecánicos como prótesis o piernas y brazos ortopédicos, sabia utilización de la iluminación para crear inquietud y el uso de figuras infantiles para infundir miedo. Dando todo ello lugar a, en ocasiones, excelentes escenas de suspense y tensión palpable, como la de la sábana, la de la primera visita a la segunda planta del edificio o algunas de las que muestran las defunciones de ciertos personajes secundarios.
Muchos se sorprenden por el buen trabajo y la entrega de una actriz como Calista Flockhart en Frágiles, una de sus pocas incursiones cinematográficas. La señora de Harrison Ford es mundialmente conocida por interpretar a la abogada Ally McBeall en la serie homónima, pero lo que pocos saben es que esta señora antes de realizar el papel que le dio fama catódica era una reputada y prestigiosa actriz de teatro que había trabajado con algunos de los mejores directores de escena actuales y que incluso formó parte de distintos montajes basados en textos de William Shakespeare (no se jactan de ello ni en la Wikipedia), es decir, lo de que la tipa sea una buena actriz no es algo que debiera ser un secreto. Le dan la réplica con acierto el australiano Richard Roxburgh y nuestra guapa Elena Anaya, bastante resuelta con inglés.
Balagueró no hace pleno, peca a la hora de intentar variar su discurso autoral en favor de un toque más profundo y sensible y yerra en apartados como el de mostrar el rostro de "su criatura" a cámara, que producía mucha más inquietud cuando estaba fuera de plano o cuando sólo mostraba alguna parte de su anatomía (esas piernas practicamente mecanizadas) que mirando fijamente al espectador. Pero Frágiles sigue siendo una propuesta estimulante, una buena película sobre fantasmas bien escrita, rodada e interpretada, con atmósfera, cierta personalidad y aciertos suficientes como para recomendar su visionado.
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