viernes, 12 de noviembre de 2010

Manderlay, cuarenta acres y una mula


Título Original:
Manderlay (2005)
Director: Lars Von Trier
Guión: Lars Von Trier
Actores: Bryce Dallas Howard, Isaach De Bankolé, Danny Glover, Willem Dafoe, Michael Biteboul, Lauren Bacall, Jean-Marc Barr, Geoffrey Bateman, Virgile Bramley, Ruben Brinkman

Trailer

"Con mi próxima película voy a conseguir algo imposible. Poner de acuerdo al KKK y a la gente de raza negra para ponerse en mi contra". Estas fueron (más o menos) las palabras del danés Lars Von Trier, ese autor que cuando quiere es un bocazas y con sus declaraciones da más risa y vergüenza ajena que otra cosa, durante la pre producción de Manderlay. Segunda entrega de su trilogía titulada América, Tierra de Oportunidades, que se inició en 2003 con esa genial y muy arriesgada propuesta llamada Dogville y que terminará, sabe dios cuándo, con esa última parte de la que sólo sabemos a ciencia cierta su título. Wasington, escrito sin h.




Dogville era un puñetazo directo a la boca del estómago de la falsa moral y el fariseismo del país de las barras y estrellas. Von Trier, que en verdad no ha pisado aquellas tierras ni por casualidad por su miedo a volar más que por otra cosa, realizó con aquella producción un tratado sobre como América y muchas de sus gentes, desde tiempos ancestrales, se muestran como lobos con piel de cordero que tarde o temprano muestran unas fauces que muerden, cercenan y arrancan todo lo que se les pone por delante. Aunque pocos supieron ver que en verdad el danés hablaba de la sociedad occidental en general, no sólo la norteamericana.




Para ello cometió un muy meritorio suicidio artístico y construyó una atípica puesta en escena (rodando en formato digital), puramente teatral, la sombra de Beltor Bretch y Samuel Beckett era notable a lo largo de todo el metraje, en la que eliminaba toda construcción arquitectónica de decorados apelando en su lugar a trazos de tiza en los suelos de lo que se veía claramanete que era un estudio que se hacía pasar por una comunidad vecinal, una pequeña aldea de la América profunda en la época de la gran depresión habitada por todo tipo de personas con las que daba a parar un inmensa y entregada Nicole Kidman.




Con Manderlay, Von Trier no deja de meter el dedo en la llaga y aunque le vemos venir de lejos y el factor sorpresa de su propuesta entregado en Dogville ha desaparecido con respecto a aquella, vuelve a sorprendernos y a, en ocasiones, hacer que nos retorzamos en la butaca. Si Dogville hablaba de el lado más oscuro de la América oculta, Manderlay hace un tratado nada complaciente y de poca corrección política sobre el segregacionismo que aún imperaba en Estados Unidos durante la primera mitad del siglo XX.




El director de El Elemento del Crimen nos habla de un tema tan complicado como la esclavitud del hombre negro desde un atípico y muy interesante punto de vista. No el del blanco que fustiga y defenestra a su sirviente reduciéndolo a poco más que un animal, sino desde la mirada del grupo de esclavos que al perder a su amo se niegan a ser libres porque no han conocido otra vida que no esté regida por la servidumbre, la marginalidad, la opresión y sobre todo, por el terror que les infunde a ellos (y a casi todo americano desde tiempos inmemoriales) enfrentarse a lo desconocido, lo diferente.




Von Trier nos habla de una raza que por aquel entonces al no haber conocido una vida mejor alejada de la esclavitud prefiere no luchar por sus derechos y permanecer en un estado que no quieren abandonar tanto por comprensible egoísmo, como por un tipo de extraña y masoquista comodidad dentro de lo inhumano. Todo este entramado se potencia argumentalmente cuando entra escena el personaje de Grace, esta vez interpretada de manera muy competente por la guapa (aunque desnuda pierde bastante, como se ve en la escena de sexo) Bryce Dallas Howard.




En Manderlay se confirma algo que ya se apuntó en Dogville. Grace no es realmente una buena samaritana o una mujer completamente convencida de cuales son los problemas que asolan la sociedad en la que le ha tocado vivir, más que nada porque no los conoce en toda su complejidad. Es más bien una niña caprichosa con ínfulas de rebelde (a la relación con su padre me remito) que quiere hacer y deshacer a su antojo, incluso utilizando la fuerza, aunque en ocasiones sus intenciones sean buenas. Ella es la muestra palpable de aquella ácida e incómoda teoría buñueliana de que la caridad mal entendida o indebidamente aplicada es un futilidad del todo inane.




Pero claro, Von Trier no da puntada sin hilo y queda claro cual es la intención oculta dentro de la estructura argumental de Manderlay. El danés crea un notorio y acertado paralelismo, puede que algo forzado, sí, pero dando en la diana, entre la precaria situación anterior de los habitantes de Manderlay, la bienintencionada pero innecesaria intervención de Grace y el posterior caos instaurado en la localidad por su culpa que hace palidecer el ya de por sí penoso estado en el que malvivían antes, con el actual Iraq y el cambió social y político que sufrió en 2003 tras la injustificada campaña bélica que Estados Unidos inició en aquel, aún hoy, país de ambiente irrespirable.




El bueno de Lars, ese engreído y antipático danés encantado de conocerse, volvió a dar lecciones de buen y arriesgado cine con Manderlay. Consiguiendo crear otro fresco sobre el lado más oscuro de nuestra sociedad que acierta de pleno a la hora de transmitir un mensaje que pone en entredicho temas como la diferencia de clases, la democracia, la aplicación de la pena de muerte el sometimiento humano y las secuelas tanto físicas como psicológicas que el mismo puede quemar a fuego en cualquier ser viviente, con sus debilidades y virtudes. A la espera de esa Wasington me quedo, obra con la que seguro que este señor la va a liar parda, no me cabe duda... o sí.


7 comentarios:

  1. Esperaba más de esta película después de haber visto Dogville. Se me hizo algo pesada a ratos, aunque mereció la pena.

    Lo que sí me ha quedado claro es que von Trier es un director bastante interesante y que tengo gran parte de su filmografía pendiente (sólo he visto cuatro suyas).

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  2. Para mí es una de las voces más interesantes que hay en el cine actual y tiene una manita de obras de arte en su haber como Bailar en la Oscuridad, Rompiendo las Olas, Europa o Dogville y luego sabe arriesgar mucho con algunos de sus proyectos como en los casos de Los Idiotas por crear el movimiento Dogma 95 y Anticristo por lo complicado y desvergonzado de su planteamiento. Unas veces gusta más y otras menos pero siempre interesa y da que hablar. Eso sí, adora hacer sufrir a sus personajes y con ello al espectador, es un puto enfermo, pero posiblemente por ello es tan jodidamente bueno.

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  3. Europa y Dogma 95 no las he visto, ni siquiera me sonaban, tendré que apuntármelas. Y Anticristo la tengo también pendiente, es sólo que me da pereza verla, con tanta diferencia de opiniones (sólo hay que oír la tuya y la de mi hermano :P ).

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  4. Eso sin mencionar que tengo que verla cuando nadie pueda entrar a mi habitación. Sería algo incómodo que entraran mis padres y vieran escenas sospechosas xD

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  5. De Europa aquí tienes comentario

    http://transgresioncontinua.blogspot.com/2009/09/europa-alemania-ano-cero.html

    Anticristo es muy buena, tu hermano es el mal y tú y yo lo sabemos, no le hagas ni caso. Hombre, es una película bastante extrema, pero sólo por moverse con soltura entre lo sublime y lo pedante ya merece le pena. Eso sí, si te pillan viéndola a mí no me conoces XD

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  6. Por cierto, Dogma 95 no es una película, es una especie de tratado que Von trier y otros directores daneses crearon ese año para hacer un tipo de cine supuestamente puro que volvía a las raices del medio, sin artificios, luz natural, utilizando sólo música incidental... La película que inauguró este movimiento es "Los Idiotas" de Von Trier. Aquí te dejo más información.

    http://es.wikipedia.org/wiki/Dogma_95

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