Título Original: Dagon, la Secta del Mar (2001)
Director: Stuart Gordon
Guión: Dennis Paoli basado en relatos de H.P Lovecraft
Actores: Ezra Godden, Francisco Rabal, Raquel Meroño, Macarena Gómez, Brendan Price, Birgit, Bofarull, Ferran Lahoz, Alfredo Villa, José Lifante
La Fantastic Factory fue un proyecto entrañable de nuestro cine. Allá por el año 2001 el productor catalán Julio Fernández se asoció con el director filipino Brian Yuzna para realizar una serie de películas fantásticas y de terror de corte internacional con las que conquistar un mercado más amplio. El resultado fue un cúmulo de memorables películas mediocres que más que de serie B a veces llegaban clasificarse como Z y de las que sólo destacarían de manera notable las realizadas por Jaume Balagueró y Paco Plaza. Aunque yo le guardo especial cariño a Faust, la Venganza Está en la Sangre, de la que hablaré proximamente, y a esta que nos ocupa, Dagon, la Secta del Mar, uno de los más logrados largometrajes de la productora.
El escritor norteameriano H.P. Lovecraft no ha tenido mucha suerte a la hora de que se adaptaran sus textos al medio cinematográfico o televisico. Curiosamente un producto tan modesto y poco pretencioso como Dagon, la Secta del Mar es una de las películas que con más fidelidad ha llevado su mórbido y personal mundo literario a imágen real. Stuart Gordon ya se introdujo en el mundo del autor de La Llamada de Cthulhu, de manera poco ortodoxa, con la obra de culto dentro del subgénero gore, Re-Animator (1985), pero esta vez se ciñe más a los escritos del autor originario de Providence mezclando el relato homónimo con la historia corta La Sombra Sobre Innsmouth.
También llama profundamente la atención y siendo su director alguien como el norteamericano Stuart Gordon la influencia. intencionada o no, que se puede notar en la trama de la incomensurable ¿Quién Puede Matar a Un Niño?, (1976) obra maestra dentro del fantaterror español facturada por el gran Narciso Ibáñez Serrador. Con aquella comparte un pueblo misterioso como localización, la hostilidad de sus habitantes y el problema con el idioma que sufren los protagonistas por ser extranjeros y añadiendo una inteligente pátina de incomunicación que sirve de añadido para dificultar la supervivencia de los personajes y su relación dialéctica con los distintos lugareños del pueblo ficticio de Imboca, cuyo nombre real es Combarro y se encuentra en Pontevedra.
Gracias al, en principio, escueto diseño de producción, la dirección artística, los efectos digitales y de maquillaje y al, buen hacer de Stuart Gordon detrás de las cámaras, Dagon transmite esa sempiterna sensación de amenaza anfibia, con una omnipresente lluvia acentuando la atmósfera húmeda y opresiva en la que los habitantes del pueblo se mueven como zombies por callejones oscuros y edifucaciones con reminiscencias góticas. También pasa el film la prueba de cambiar el Innsmouth original del relato, localizado en Massachusets, y situarlo en Galicia sin que el cambio quede ridículo o forzado y encontrando numerosas similitudes estéticas y conceptuales en el folclore propio de la zona.
Lo peor del film, la mayor parte del reparto de actores. Desde un imberbe Ezra Godden que hace lo que puede pero sin convencer demasiado, a una Raquel Meroño que se defiende bien con el inglés aunque a parte de algo de carnalidad no añade demasiado y una Macarena Gómez expresando mucho más con su rostro que con los diálogos, aunque su presencia se antoja magnética y conseguida en grado sumo. El mejor del casti, como es lógico, es el gran Paco Rabal en la pìel del vagabundo, Ezequiel, utilizando una mezcla de spanglish castizo entrañable y protagonizando momentos memorables. Lo más destacado, la bestial escena final de su personaje, lo peor, que tras su intervención aquí nunca volvimos a ver actuar unos de los intérpretes más grandes que ha conocido Europa, ya que falleció al poco tiempo.
Un modesto y admirable producto de serie B Dagon, la Secta del Mar, puede enorgullecerse de ser, desde su humildad, uno de los films más fieles al espíritu y la esencia del imaginario literario de Howard Philips Lovecraft y uno de los trabajos más memorables de la ya extinta Fantastic Factory. Stuart Gordon en los últimos años alterna sus intervenciones en la serie Master of Horror con un cine de género con más pretensiones alejado del terror (Edmond, Stuck). Pero a mí me sigue convenciendo más su vertiente exagerada, retorcida y lasciva dentro del gore .Y eso que hablamos de un señor que llegó a ser un reputado y vanguardista director de escena teatral en sus inicios.
El escritor norteameriano H.P. Lovecraft no ha tenido mucha suerte a la hora de que se adaptaran sus textos al medio cinematográfico o televisico. Curiosamente un producto tan modesto y poco pretencioso como Dagon, la Secta del Mar es una de las películas que con más fidelidad ha llevado su mórbido y personal mundo literario a imágen real. Stuart Gordon ya se introdujo en el mundo del autor de La Llamada de Cthulhu, de manera poco ortodoxa, con la obra de culto dentro del subgénero gore, Re-Animator (1985), pero esta vez se ciñe más a los escritos del autor originario de Providence mezclando el relato homónimo con la historia corta La Sombra Sobre Innsmouth.
También llama profundamente la atención y siendo su director alguien como el norteamericano Stuart Gordon la influencia. intencionada o no, que se puede notar en la trama de la incomensurable ¿Quién Puede Matar a Un Niño?, (1976) obra maestra dentro del fantaterror español facturada por el gran Narciso Ibáñez Serrador. Con aquella comparte un pueblo misterioso como localización, la hostilidad de sus habitantes y el problema con el idioma que sufren los protagonistas por ser extranjeros y añadiendo una inteligente pátina de incomunicación que sirve de añadido para dificultar la supervivencia de los personajes y su relación dialéctica con los distintos lugareños del pueblo ficticio de Imboca, cuyo nombre real es Combarro y se encuentra en Pontevedra.
Gracias al, en principio, escueto diseño de producción, la dirección artística, los efectos digitales y de maquillaje y al, buen hacer de Stuart Gordon detrás de las cámaras, Dagon transmite esa sempiterna sensación de amenaza anfibia, con una omnipresente lluvia acentuando la atmósfera húmeda y opresiva en la que los habitantes del pueblo se mueven como zombies por callejones oscuros y edifucaciones con reminiscencias góticas. También pasa el film la prueba de cambiar el Innsmouth original del relato, localizado en Massachusets, y situarlo en Galicia sin que el cambio quede ridículo o forzado y encontrando numerosas similitudes estéticas y conceptuales en el folclore propio de la zona.
Lo peor del film, la mayor parte del reparto de actores. Desde un imberbe Ezra Godden que hace lo que puede pero sin convencer demasiado, a una Raquel Meroño que se defiende bien con el inglés aunque a parte de algo de carnalidad no añade demasiado y una Macarena Gómez expresando mucho más con su rostro que con los diálogos, aunque su presencia se antoja magnética y conseguida en grado sumo. El mejor del casti, como es lógico, es el gran Paco Rabal en la pìel del vagabundo, Ezequiel, utilizando una mezcla de spanglish castizo entrañable y protagonizando momentos memorables. Lo más destacado, la bestial escena final de su personaje, lo peor, que tras su intervención aquí nunca volvimos a ver actuar unos de los intérpretes más grandes que ha conocido Europa, ya que falleció al poco tiempo.
Un modesto y admirable producto de serie B Dagon, la Secta del Mar, puede enorgullecerse de ser, desde su humildad, uno de los films más fieles al espíritu y la esencia del imaginario literario de Howard Philips Lovecraft y uno de los trabajos más memorables de la ya extinta Fantastic Factory. Stuart Gordon en los últimos años alterna sus intervenciones en la serie Master of Horror con un cine de género con más pretensiones alejado del terror (Edmond, Stuck). Pero a mí me sigue convenciendo más su vertiente exagerada, retorcida y lasciva dentro del gore .Y eso que hablamos de un señor que llegó a ser un reputado y vanguardista director de escena teatral en sus inicios.
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