jueves, 12 de septiembre de 2013

Re-Animator, el posmoderno Prometeo



Título Original Re-Animator (1985)
Director Stuart Gordon
Guión Dennis Paoli, William Norris y Stuart Gordon basado en los relatos de H.P. Lovecraft
Actores Jeffrey Combs, Bruce Abbott, Barbara Crampton, David Gale, Robert Sampson, Gerry Black





Después del triunfo en los 70 del cine de terror, más o menos, realista con obras clave como La Matanza de Texas de Tobe Hooper, La Noche de Halloween de John Carpenter o La Última Casa a la Izquierda y Las Colinas Tienen Ojos, ambas de Wes Craven, en la década posterior al género no le quedó más remedio que renovarse. Explotada la fiebre zombie, teniendo un ya cansino revival en la actualidad, a manos de George A. Romero en Estados Unidos o Lucio Fulci en Europa y bastante manoseada a esas alturas la fórmula de la vertiente sobrenatural con El Exorcista o La Profecíacon sus correspondientes secuelas, le tocó a la rama gore renovar este tipo de celuloide.




En los 80 el gore se hizo un hueco, más que en las salas cinematográficas, en los por aquel entonces pujantes videoclubs, gracias a obras como Posesión Infernal (Evil Dead) de Sam Raimi, Mal Gusto de Peter Jackson o El Día de los Muertos del ya mencionado George A. Romero. Para la llegada del éxito y la repercusión de este subgénero, sobre todo en Estados Unidos, fueron muy importantes los nombres del filipino Brian Yuzna y el norteamericano Stuart Gordon. La obra inicial como productor del primero y director del segundo fue Re-Animator, una cinta realizada en 18 días con un presupuesto ínfimo y unos medios paupérrimos que tras un considerable éxito de público y crítica en su estreno pasó a caer en el olvido, para más tarde convertirse con el tiempo en un clásico incontestable dentro de este tipo de films de terror.




Herbert West, estudiante, es expulsado de la universidad de Zurich (Suiza) por realizar experimentos inhumanos. De vuelta a Estados Unidos se matriculará en la Universidad Miskatonic donde continuará con su trabajo. El mayor logro de West es haber conseguido crear un suero capaz de revivir tejidos muertos. Tras experimentar con varios animales decidirá utilizarlo con seres humanos. En el proceso recibirá la ayuda de Daniel Cain, un estudiante ejemplar que colaborará con West a pesar de las reticencias de Megan, su novia e hija del decano de la universidad. El decano es a su vez colega del Dr Carl Hill, profesor de la universidad que tendrá un enfrentamiento con Herbert cuando descubra cuán lejos han llegado sus experimentos.




Re-Animator está basada en un conjunto de relatos cortos llamados Herbert West: Reanimador nacidos de la pluma del célebre escritor estadounidense H.P. Lovecraft. La adaptación a guion cinematográfico fue ideada por Dennis Paoli, profesor experto en literatura gótica, ocupándose de trasladar el relato del autor de Providence a la actualidad sin perder la esencia del mismo, William Norris, que se ocupó de perfilar la personalidad de Herbert West y el mismo Stuart Gordon, director del film y debutante en el mundo del largometraje con la obra que nos ocupa tras pasar años siendo director artístico dentro de su propia empresa teatral, Organic Theatre, en la que se formaron actores como Joe Mantegna o Dennis Franz.




Ver a día de hoy Re-Animator, casi 30 años después de su estreno, hace que sus múltiples virtudes solapen los escasos fallos que pueda tener, la mayoría relacionados con el escaso presupuesto. Sorprende que una película tan humilde, ideada por cineastas novatos y adscrita a un género que no se toma en serio a sí mismo, esté llevada a cabo con tanto oficio y profesionalidad. Este es uno de esos casos de alineación planetaria en la que un grupo de trabajadores se unen y dan lo mejor de sí mismos para parir una obra atemporal, llegando a serlo a tal nivel como para que el resto de proyectos en los que se embarquen los implicados en años posteriores siempre sean medidos por el rasero de este gran éxito.




Porque es un hecho que Brian Yuzna, Stuart Gordon o Jeffrey Combs nunca volvieron a saborear las mieles del éxito paladeadas con Re-Animator. Porque hablamos de una cinta en la que convergieron las dotes para la teatralidad de Gordon, el olfato para la producción de Yuzna (aún no había debutado como director, lo haría cuatro años después con la divertida y excesiva Society), el oficio de un destacable equipo técnico (fotografía, maquillaje, dirección artística, polémica banda sonora incluida) y la entrega de un pequeño grupo de actores tomándose completamente en serio unos personajes nacidos como estereotipos identificables para, en casos como los de el Dr Hill y el decano Halsey, más tarde convertirse en algo completamente diferente.




Aunque Re-Animator está basada en los ya mencionados relatos de H.P. Lovecraft de los mismos sus creadores conseguirían captar sus conceptos y resoluciones formales, pero no la atmósfera (eso sólo lo lograrían con rotundidad años después en la muy estimable Dagon: La Secta del Mar, aquí en España y dentro de la mediocre, pero añorada, Fantastic Factory). También tiene una gran deuda con Frankenstein, tanto con la novela de Mary Shelley como con las distintas adaptaciones cinematográficas que directores como James Whale o Terence Fisher, entre otros, llevaron a cabo durante la primera mitad del siglo XX. 




Porque la ópera primera como realizador de Stuart Gordon es un travieso juego posmodernista en el que se aúnan referencias cinematográficas que van desde la ya citada Evil Dead de Sam Raimi (el humor negro, el tono slapstick de algunos momentos) o los films de Roger Corman y la Hammer Films (el fallecido actor británico David Gale, el Doctor Hill, parecía en el largometraje una especie de villano salido de aquella mítica productora) pasando por el cine de zombies de George A. Romero con todo ese excesivo, pero justificado, festival de resucitados y vísceras con el que nos deleita la obra en su recta final.




De Re-Animator llama la atención que se toma su tiempo para arrancar, a diferencia de otros films dentro del gore que son un festín de vísceras desde su minuto uno. Lo más curioso es que el prólogo en el que se establece el tono y la puesta en escena del largometraje estuvo a punto de no rodarse, pero fue el mismo Brian Yuzna el que recomendó a Stuart Gordon que lo incluyera para que el espectador no se quedara fuera de juego. Porque como comento la "acción" no aparece en escena hasta que se nos han presentado los personajes, sus relaciones personales o profesionales y se ha establecido bien el contexto espaciotemporal en el que se moverán los mismos.




El trabajo de Stuart Gordon es magnífico e inusual para un debutante. Se percibe mucho su labor previa en el teatro, su manera de rodar a los actores y la interacción existente entre estos, pero según comentaba el veterano director de fotografía, Marc Ahlberg,  uno de los dos que trabajaron en el film, el autor de Fortaleza Infernal le pedía movimientos de cámara que eran imposibles o inadecuados para el trabajo llevaban a cabo. De modo que el cineasta fue aprendiendo el oficio sobre la marcha, aunque viendo el resultado nadie diría que era un neófito en dichas lides. Primeros planos para el lucimiento de los actores, travellings elegantes,  tomas largas sencillas a la par que elaboradas, y todo rematado con el inmenso trabajo de montaje de Lee Percy que, en palabras de Yuzna y Gordon, fue clave para dar forma al proyecto en su fase final.




Pero cuando la casquería decide entrar en escena es cuando Re-Animator se adentra en su ya mítico exceso granguiñolesco. Tras la reanimación del primer cadáver en la morgue todo es un carrusel de barrabasadas en las que el humor negro, la mala baba y la diversión se hacen con la velada. Regalándonos así  la obra momentos míticos como la reanimación del decano Halsey, el asesinato del Doctor Hill  por decapitación y todo lo que implica su resurrección, ya sean los paseos de su cuerpo llevando la cabeza en una bandeja (momentos que parecen salidos del cine mudo y la comedia física) o la ya mítica y perturbadora escena en la que dicha testa abusa sexualmente del personaje de Megan, con una Barbara Crampton convertida en todo un icono erótico dentro del género.




Jeffrey Combs, ese hombre. Para un servidor no hay duda, Herbert West es un personaje a la altura del Ash Williams de Bruce Campbell. Un inolvidable mad doctor de la vieja escuela completamente desquiciado que, en casi todo momento, se toma con naturalidad verse rodeado de muertos a los que ha devuelto la vida. El actor estadounidense, con no poca inteligencia, crea desde la contención y alejándose completamente de la equívoca idea de sobreactuar un icono del cine moderno. Pero el personaje más importante sería el de Daniel Cain al que da vida un magnífico Bruce Abbot, aportando la perspectiva racional. Él es el personaje que sirve de conexión para que el espectador entre de lleno en la locura planteada por el largometraje y empatice con su desdicha, resaltando su labor actoral en pasajes como el de su reacción a la primera resurrección en la morgue.




Y si de alguna manera podemos destacar a Robert Sampson por pasar de la elegancia a lo visceral con su papel del decano Ashley (puede que el más deudor del monstruo de Frankenstein de Mary Shelley) y a una Barbara Crampton pizpireta y sexy no podemos obviar el enorme trabajo del inglés David Gale como el Doctor Hill. Con porte británico, pareciendo una mezcla entre Christopher Lee y Boris Karloff, el villano estirado y presuntuoso al que da vida Gale gana enteros a lo largo del metraje una vez ha sido decapitado y resucitado. Porque esa cabeza no sólo es la imagen más icónica, junto al color verde del suero de West, del film, también uno de los más lascivos y enfermizos villanos de la historia del género, siendo el epicentro de escenas sencillamente inolvidables a lo largo del metraje.




Re-Animator de Stuart Gordon y Brian Yuzna (entrañables señores que tan pronto realizan piezas de terror inclasificables como escriben y producen films para toda la familia como Cariño, He Encogido a los Niños) es a día de hoy un clásico con todas las letras dentro de su género. Una de las películas estandarte del cine gore y el prematuro éxito de sus máximos responsables como creadores de ficción que nunca han podido volver a repetir, ya sea juntos o por separado. A día de hoy es idolatrada en infinidad de países, entre ellos España, por hordas de fans, gente especializada en el género y hasta críticos de prestigio como el recientemente fallecido Roger Ebert, declarado fan de la obra desde su mismo estreno allá por 1985.




Tras su éxito y posterior revalorización nacieron dos secuelas a manos de Brian Yuzna. La Novia de Re-Animator (1989), título que es un explícito tributo a La Novia de Frankenstein (James Whale, 1935), y Beyond Re-Animator (2003) esta tercera parte ya gestada dentro de la productora española Fantastic Factory. Ambas serán "reanimadas" en breve para comentarlas debidamente a manos de un servidor por estos lares y seguir de esta manera hablando del legado de un clásico moderno que dio lugar a cómics, música, figuras coleccionables, juegos de mesa, los consabidos plagios y variantes cinematográficas y hasta un muy peculiar musical off- Broadway.


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