Título Original: The Last Airbender (2010)
Director: M. Night Shyamalan
Guión: M. Night Shyamalan basado en la serie animada de Michael Dante Dimartino & Bryan Konietzko
Actores: Noah Ringer, Dev Patel, Jackson Rathbone, Nicola Peltz, Shaun Toub, Aasif Mandvi, Cliff Curtis, Jessica Andres, Seychelle Gabriel, Keong Sim
Trailer
Cuando el director americano de origen hindú, M. Night Shyamalan, dirigió su tercer y más célebre film, El Sexto Sentido, consiguió poner a sus pies tanto a público como crítica. Proclamando todos ellos que esa excelente cinta de terror (más psicológico que físico) protagonizada por Bruce Wills, su peluquín, Haley Joel Osment y Toni Collete servía como carta de presentación de un realizador al que muchos se aventuraron a nombrar, apresuradamente, como el nuevo Steven Spielberg.
Un año después en su posterior (y para un servidor aún soberbia) obra, El Protegido (Unbreakable) se empezaron a escuchar las primeras voces discordantes en contra de su estilo narrativo y su discurso cinematográfico no acorde con los gustos de todo tipo de público. Más tarde, en 2002, Señales confirmó que Shyamalan perdía fuelle. En la cinta protagonizada por Mel Gibson se alternaban escenas soberbias con una tensión notable, con otras de directamente producían vergüenza ajena. A partir de ahí todo fue una debacle.
El Bosque (The Village) supuso un engaño enervante para muchos espectadores, sobre todo cuando fue vendida en su trailer como lo que no era, una cinta de género terrorífico que más tarde no fue tal. Una obra aceptable, con algunos altibajos, hasta que llega el momento de su primer giro de guión, pero inviable y ridícula cuando da la cara el segundo. Dos años después, allá por 2006, rodó La Joven Del Agua, para mí largometraje muy irregular pero también logrado, con mucha personalidad y un microcosmos propio que fue masacrado impunemente.
Por último, en 2008, nos llegó El Incidente (The Happening) incosistente film con manido mensaje ecologista que contenía en su interior el mismo lastre que este señor lleva cargando desde hace años. Una buena dirección, algunos momentos brillantes en la realización técnica, pero una total inconsistencia en el guión y un fracaso considerable a la hora de rematar sus productos, por añadir esos finales supuestamente sorprendentes que son una de sus señas de identidad más identificativas y que paradójicamentre se suelen convertir en su peor enemigo.
Este año ha llegado a nuestras pantallas el último trabajo del director, The Last Airbender. Las malas críticas y el boca a boca tildándola de aburrida, incoherente y ridícula no se hicieron esperar. Es cierto que muchas personas (entre las que me incluyo) nos cebamos con el bueno de Shyamalan, hacemos coñas con sus fallos y tics autorales como cineasta. Pero por otro lado también respeto a sus incondicionales que disfrutan al 100% con sus films y que lo tildan de genio incomprendido. Yo en esta ocasión no me pongo ni en un lado ni e otro, pero no puedo negar que he disfrutado mucho su última película y que no logro comprender porque se la ha tratado tan severamente.
The Last Airbender adapta a imagen real la excelente serie Avatar, The Last Airbender, The Legend of Aang del canal de animación americano Nickelodeon. Avatar está inspirada en un mundo fantástico dividido en cuatro naciones, cada una de ellas representa (y controla por medio de sus guerreros) los cuatro elementos. Tierra, fuego, agua, aire. Un día la nación del Fuego inicia una guerra contra el resto de ellas para someterlas a todas. Sólo puede poner fin a dicha reyerta la llegada del Avatar. Un maestro de origen milenario capaz de controlar los cuatro elementos, pero el mismo está representado por Aang el último maestro de la nación del aire, un niño de no más de 10 años cuyo destino es ser el elegido.
Desde mi punto de vista nadie que lea este tipo de argumento debiera pedir algo más a la última obra de Shyamalan que no sea un relato aventurero lleno de fantasía, dirigido en mayor parte a un público infantil. Eso es al menos lo que yo me he encontrado en los 103 minutos que dura el producto, que por cierto se me pasaron en un suspiro, disfrutándolos de manera considerable a lo largo y ancho de su desarrollo argumental y conceptual, que me parece bastante logrado y con un ritmo de aceptable notabilidad que no aburre en ningún momento.
M. Night Shyamalan respeta escrupulosamente lo que vendría a ser la primera temporada de la serie animada original. Utiliza toda su parafernalia, diseños, personajes y sólo falla desde mi punto de vista cuando no traslada a la pantalla el sentido del humor que el personaje de Aang tiene en los capítulos del producto catódico y que le añade un matiz de ternura que aquí brilla por su ausencia. El director y protagonista de Prayer With Anger hace un uso magnífico de una viable plasticidad en la realización, acopla con mucho oficio los muy logrados efectos digitales, encuadra con convicción y regala escenas de combate consistentes que en cierta manera carecen de violencia explícita.
El mayor problema de The Last Airbender (que realmente se subsana sin problemas, no lo neguemos) es que el sello como autor de Shyamalan, sea mejor o peor, guste más o menos, queda totalmente diluido e irreconocible durante el proyecto, en favor del espectáculo pirotécnico. Nada de sus oscuros encuadres elaborados desde la quietud, tonalidades ténebres, personajes perfilados desde un punto de vista de extrañeza vital entre cómica y dramática, se ven en su última obra y la verdad es que desde mi punto de vista es de agradecer. Porque un proyecto de esta índole no necesita sus inquietudes autorales previas, sólo requiere una artesano que haga un buen trabajo a la hora de adaptar la serie animada en la que se basa el largometraje.
Gracias al holgado presupuesto que la Paramount puso en manos del director, ese universo ensoñador lleno de hielo, fuego, aire y tierra es creíble y posee una consistencia considerable a la hora de transmitir verosimilitud (la que permite un film anclado en lo fantasioso, todo sea dicho). El diseño de producción unido a la dirección artística y al buen uso de los CGI sirven para que las localizaciones del proyecto nunca parezcan falsas o impostadas y que se transmitan a través de la pantalla esos paisajes idílicos que parecen salidos de un verdadero mundo imaginario y extraterrenal.
Airbender, el Último Guerrero no sólo me ha parecido una ejemplar cinta fantástica y de aventuras que se marca a sí misma la humilde y sencilla meta de entretener al espectador con una historia hecha para toda la familia, también la veo como el film más logrado de M. Night Shyamalan desde El Protegido (Unbreakable) conteniendo en su interior ecos que van desde La Historia Interminable a Dragon Ball pasando por Dragonquest, personajes interesantes y subtramas bastante conseguidas.
Debido al reticente recibimiento que ha tenido en general y sin saberse aún como irán las ventas en los formatos domésticos, el futuro de una secuela está en el aire, nunca mejor dicho, ya que la serie a día de hoy tiene tres temporadas de las cuatro que creo se harán finalmente y el film que nos ocupa sólo adapta la primera. Si se hacen más largometrajes yo no dudaré en verlos porque lo que el primero me ha ofrecido me ha gustado. En cambio si no se llegan a rodar, tomaré esta versión en imagen real como una conseguida curiosidad a tener en cuenta junto a la excelente serie de animación original.
Un año después en su posterior (y para un servidor aún soberbia) obra, El Protegido (Unbreakable) se empezaron a escuchar las primeras voces discordantes en contra de su estilo narrativo y su discurso cinematográfico no acorde con los gustos de todo tipo de público. Más tarde, en 2002, Señales confirmó que Shyamalan perdía fuelle. En la cinta protagonizada por Mel Gibson se alternaban escenas soberbias con una tensión notable, con otras de directamente producían vergüenza ajena. A partir de ahí todo fue una debacle.
El Bosque (The Village) supuso un engaño enervante para muchos espectadores, sobre todo cuando fue vendida en su trailer como lo que no era, una cinta de género terrorífico que más tarde no fue tal. Una obra aceptable, con algunos altibajos, hasta que llega el momento de su primer giro de guión, pero inviable y ridícula cuando da la cara el segundo. Dos años después, allá por 2006, rodó La Joven Del Agua, para mí largometraje muy irregular pero también logrado, con mucha personalidad y un microcosmos propio que fue masacrado impunemente.
Por último, en 2008, nos llegó El Incidente (The Happening) incosistente film con manido mensaje ecologista que contenía en su interior el mismo lastre que este señor lleva cargando desde hace años. Una buena dirección, algunos momentos brillantes en la realización técnica, pero una total inconsistencia en el guión y un fracaso considerable a la hora de rematar sus productos, por añadir esos finales supuestamente sorprendentes que son una de sus señas de identidad más identificativas y que paradójicamentre se suelen convertir en su peor enemigo.
Este año ha llegado a nuestras pantallas el último trabajo del director, The Last Airbender. Las malas críticas y el boca a boca tildándola de aburrida, incoherente y ridícula no se hicieron esperar. Es cierto que muchas personas (entre las que me incluyo) nos cebamos con el bueno de Shyamalan, hacemos coñas con sus fallos y tics autorales como cineasta. Pero por otro lado también respeto a sus incondicionales que disfrutan al 100% con sus films y que lo tildan de genio incomprendido. Yo en esta ocasión no me pongo ni en un lado ni e otro, pero no puedo negar que he disfrutado mucho su última película y que no logro comprender porque se la ha tratado tan severamente.
The Last Airbender adapta a imagen real la excelente serie Avatar, The Last Airbender, The Legend of Aang del canal de animación americano Nickelodeon. Avatar está inspirada en un mundo fantástico dividido en cuatro naciones, cada una de ellas representa (y controla por medio de sus guerreros) los cuatro elementos. Tierra, fuego, agua, aire. Un día la nación del Fuego inicia una guerra contra el resto de ellas para someterlas a todas. Sólo puede poner fin a dicha reyerta la llegada del Avatar. Un maestro de origen milenario capaz de controlar los cuatro elementos, pero el mismo está representado por Aang el último maestro de la nación del aire, un niño de no más de 10 años cuyo destino es ser el elegido.
Desde mi punto de vista nadie que lea este tipo de argumento debiera pedir algo más a la última obra de Shyamalan que no sea un relato aventurero lleno de fantasía, dirigido en mayor parte a un público infantil. Eso es al menos lo que yo me he encontrado en los 103 minutos que dura el producto, que por cierto se me pasaron en un suspiro, disfrutándolos de manera considerable a lo largo y ancho de su desarrollo argumental y conceptual, que me parece bastante logrado y con un ritmo de aceptable notabilidad que no aburre en ningún momento.
M. Night Shyamalan respeta escrupulosamente lo que vendría a ser la primera temporada de la serie animada original. Utiliza toda su parafernalia, diseños, personajes y sólo falla desde mi punto de vista cuando no traslada a la pantalla el sentido del humor que el personaje de Aang tiene en los capítulos del producto catódico y que le añade un matiz de ternura que aquí brilla por su ausencia. El director y protagonista de Prayer With Anger hace un uso magnífico de una viable plasticidad en la realización, acopla con mucho oficio los muy logrados efectos digitales, encuadra con convicción y regala escenas de combate consistentes que en cierta manera carecen de violencia explícita.
El mayor problema de The Last Airbender (que realmente se subsana sin problemas, no lo neguemos) es que el sello como autor de Shyamalan, sea mejor o peor, guste más o menos, queda totalmente diluido e irreconocible durante el proyecto, en favor del espectáculo pirotécnico. Nada de sus oscuros encuadres elaborados desde la quietud, tonalidades ténebres, personajes perfilados desde un punto de vista de extrañeza vital entre cómica y dramática, se ven en su última obra y la verdad es que desde mi punto de vista es de agradecer. Porque un proyecto de esta índole no necesita sus inquietudes autorales previas, sólo requiere una artesano que haga un buen trabajo a la hora de adaptar la serie animada en la que se basa el largometraje.
Gracias al holgado presupuesto que la Paramount puso en manos del director, ese universo ensoñador lleno de hielo, fuego, aire y tierra es creíble y posee una consistencia considerable a la hora de transmitir verosimilitud (la que permite un film anclado en lo fantasioso, todo sea dicho). El diseño de producción unido a la dirección artística y al buen uso de los CGI sirven para que las localizaciones del proyecto nunca parezcan falsas o impostadas y que se transmitan a través de la pantalla esos paisajes idílicos que parecen salidos de un verdadero mundo imaginario y extraterrenal.
Airbender, el Último Guerrero no sólo me ha parecido una ejemplar cinta fantástica y de aventuras que se marca a sí misma la humilde y sencilla meta de entretener al espectador con una historia hecha para toda la familia, también la veo como el film más logrado de M. Night Shyamalan desde El Protegido (Unbreakable) conteniendo en su interior ecos que van desde La Historia Interminable a Dragon Ball pasando por Dragonquest, personajes interesantes y subtramas bastante conseguidas.
Debido al reticente recibimiento que ha tenido en general y sin saberse aún como irán las ventas en los formatos domésticos, el futuro de una secuela está en el aire, nunca mejor dicho, ya que la serie a día de hoy tiene tres temporadas de las cuatro que creo se harán finalmente y el film que nos ocupa sólo adapta la primera. Si se hacen más largometrajes yo no dudaré en verlos porque lo que el primero me ha ofrecido me ha gustado. En cambio si no se llegan a rodar, tomaré esta versión en imagen real como una conseguida curiosidad a tener en cuenta junto a la excelente serie de animación original.
¿Shyamalan? Sí, pase, pase, bienvenido a la sala de directores perdidos, sientese ahí, al lado de Tim Burton.
ResponderEliminarAhí has dao en la diana XD
ResponderEliminarPero Burton al menos tuvo una larga época de mucha fertilidad con incluso varias obras maestras. Shyamalan es muy fiel a sí mismo y eso le honra pero desde Señales no es el mismo ni de lejos.
"Shyamalan es muy fiel a sí mismo y eso le honra pero desde Señales no es el mismo ni de lejos."
ResponderEliminarEsto esta escrito como el culo. Quería decir que "Shyamalan es muy fiel a sí mismo y eso le honra, pero desde Señales ha perdido muchas facultades"