jueves, 12 de septiembre de 2013

Re-Animator, el posmoderno Prometeo



Título Original Re-Animator (1985)
Director Stuart Gordon
Guión Dennis Paoli, William Norris y Stuart Gordon basado en los relatos de H.P. Lovecraft
Actores Jeffrey Combs, Bruce Abbott, Barbara Crampton, David Gale, Robert Sampson, Gerry Black





Después del triunfo en los 70 del cine de terror, más o menos, realista con obras clave como La Matanza de Texas de Tobe Hooper, La Noche de Halloween de John Carpenter o La Última Casa a la Izquierda y Las Colinas Tienen Ojos, ambas de Wes Craven, en la década posterior al género no le quedó más remedio que renovarse. Explotada la fiebre zombie, teniendo un ya cansino revival en la actualidad, a manos de George A. Romero en Estados Unidos o Lucio Fulci en Europa y bastante manoseada a esas alturas la fórmula de la vertiente sobrenatural con El Exorcista o La Profecíacon sus correspondientes secuelas, le tocó a la rama gore renovar este tipo de celuloide.




En los 80 el gore se hizo un hueco, más que en las salas cinematográficas, en los por aquel entonces pujantes videoclubs, gracias a obras como Posesión Infernal (Evil Dead) de Sam Raimi, Mal Gusto de Peter Jackson o El Día de los Muertos del ya mencionado George A. Romero. Para la llegada del éxito y la repercusión de este subgénero, sobre todo en Estados Unidos, fueron muy importantes los nombres del filipino Brian Yuzna y el norteamericano Stuart Gordon. La obra inicial como productor del primero y director del segundo fue Re-Animator, una cinta realizada en 18 días con un presupuesto ínfimo y unos medios paupérrimos que tras un considerable éxito de público y crítica en su estreno pasó a caer en el olvido, para más tarde convertirse con el tiempo en un clásico incontestable dentro de este tipo de films de terror.




Herbert West, estudiante, es expulsado de la universidad de Zurich (Suiza) por realizar experimentos inhumanos. De vuelta a Estados Unidos se matriculará en la Universidad Miskatonic donde continuará con su trabajo. El mayor logro de West es haber conseguido crear un suero capaz de revivir tejidos muertos. Tras experimentar con varios animales decidirá utilizarlo con seres humanos. En el proceso recibirá la ayuda de Daniel Cain, un estudiante ejemplar que colaborará con West a pesar de las reticencias de Megan, su novia e hija del decano de la universidad. El decano es a su vez colega del Dr Carl Hill, profesor de la universidad que tendrá un enfrentamiento con Herbert cuando descubra cuán lejos han llegado sus experimentos.




Re-Animator está basada en un conjunto de relatos cortos llamados Herbert West: Reanimador nacidos de la pluma del célebre escritor estadounidense H.P. Lovecraft. La adaptación a guion cinematográfico fue ideada por Dennis Paoli, profesor experto en literatura gótica, ocupándose de trasladar el relato del autor de Providence a la actualidad sin perder la esencia del mismo, William Norris, que se ocupó de perfilar la personalidad de Herbert West y el mismo Stuart Gordon, director del film y debutante en el mundo del largometraje con la obra que nos ocupa tras pasar años siendo director artístico dentro de su propia empresa teatral, Organic Theatre, en la que se formaron actores como Joe Mantegna o Dennis Franz.




Ver a día de hoy Re-Animator, casi 30 años después de su estreno, hace que sus múltiples virtudes solapen los escasos fallos que pueda tener, la mayoría relacionados con el escaso presupuesto. Sorprende que una película tan humilde, ideada por cineastas novatos y adscrita a un género que no se toma en serio a sí mismo, esté llevada a cabo con tanto oficio y profesionalidad. Este es uno de esos casos de alineación planetaria en la que un grupo de trabajadores se unen y dan lo mejor de sí mismos para parir una obra atemporal, llegando a serlo a tal nivel como para que el resto de proyectos en los que se embarquen los implicados en años posteriores siempre sean medidos por el rasero de este gran éxito.




Porque es un hecho que Brian Yuzna, Stuart Gordon o Jeffrey Combs nunca volvieron a saborear las mieles del éxito paladeadas con Re-Animator. Porque hablamos de una cinta en la que convergieron las dotes para la teatralidad de Gordon, el olfato para la producción de Yuzna (aún no había debutado como director, lo haría cuatro años después con la divertida y excesiva Society), el oficio de un destacable equipo técnico (fotografía, maquillaje, dirección artística, polémica banda sonora incluida) y la entrega de un pequeño grupo de actores tomándose completamente en serio unos personajes nacidos como estereotipos identificables para, en casos como los de el Dr Hill y el decano Halsey, más tarde convertirse en algo completamente diferente.




Aunque Re-Animator está basada en los ya mencionados relatos de H.P. Lovecraft de los mismos sus creadores conseguirían captar sus conceptos y resoluciones formales, pero no la atmósfera (eso sólo lo lograrían con rotundidad años después en la muy estimable Dagon: La Secta del Mar, aquí en España y dentro de la mediocre, pero añorada, Fantastic Factory). También tiene una gran deuda con Frankenstein, tanto con la novela de Mary Shelley como con las distintas adaptaciones cinematográficas que directores como James Whale o Terence Fisher, entre otros, llevaron a cabo durante la primera mitad del siglo XX. 




Porque la ópera primera como realizador de Stuart Gordon es un travieso juego posmodernista en el que se aúnan referencias cinematográficas que van desde la ya citada Evil Dead de Sam Raimi (el humor negro, el tono slapstick de algunos momentos) o los films de Roger Corman y la Hammer Films (el fallecido actor británico David Gale, el Doctor Hill, parecía en el largometraje una especie de villano salido de aquella mítica productora) pasando por el cine de zombies de George A. Romero con todo ese excesivo, pero justificado, festival de resucitados y vísceras con el que nos deleita la obra en su recta final.




De Re-Animator llama la atención que se toma su tiempo para arrancar, a diferencia de otros films dentro del gore que son un festín de vísceras desde su minuto uno. Lo más curioso es que el prólogo en el que se establece el tono y la puesta en escena del largometraje estuvo a punto de no rodarse, pero fue el mismo Brian Yuzna el que recomendó a Stuart Gordon que lo incluyera para que el espectador no se quedara fuera de juego. Porque como comento la "acción" no aparece en escena hasta que se nos han presentado los personajes, sus relaciones personales o profesionales y se ha establecido bien el contexto espaciotemporal en el que se moverán los mismos.




El trabajo de Stuart Gordon es magnífico e inusual para un debutante. Se percibe mucho su labor previa en el teatro, su manera de rodar a los actores y la interacción existente entre estos, pero según comentaba el veterano director de fotografía, Marc Ahlberg,  uno de los dos que trabajaron en el film, el autor de Fortaleza Infernal le pedía movimientos de cámara que eran imposibles o inadecuados para el trabajo llevaban a cabo. De modo que el cineasta fue aprendiendo el oficio sobre la marcha, aunque viendo el resultado nadie diría que era un neófito en dichas lides. Primeros planos para el lucimiento de los actores, travellings elegantes,  tomas largas sencillas a la par que elaboradas, y todo rematado con el inmenso trabajo de montaje de Lee Percy que, en palabras de Yuzna y Gordon, fue clave para dar forma al proyecto en su fase final.




Pero cuando la casquería decide entrar en escena es cuando Re-Animator se adentra en su ya mítico exceso granguiñolesco. Tras la reanimación del primer cadáver en la morgue todo es un carrusel de barrabasadas en las que el humor negro, la mala baba y la diversión se hacen con la velada. Regalándonos así  la obra momentos míticos como la reanimación del decano Halsey, el asesinato del Doctor Hill  por decapitación y todo lo que implica su resurrección, ya sean los paseos de su cuerpo llevando la cabeza en una bandeja (momentos que parecen salidos del cine mudo y la comedia física) o la ya mítica y perturbadora escena en la que dicha testa abusa sexualmente del personaje de Megan, con una Barbara Crampton convertida en todo un icono erótico dentro del género.




Jeffrey Combs, ese hombre. Para un servidor no hay duda, Herbert West es un personaje a la altura del Ash Williams de Bruce Campbell. Un inolvidable mad doctor de la vieja escuela completamente desquiciado que, en casi todo momento, se toma con naturalidad verse rodeado de muertos a los que ha devuelto la vida. El actor estadounidense, con no poca inteligencia, crea desde la contención y alejándose completamente de la equívoca idea de sobreactuar un icono del cine moderno. Pero el personaje más importante sería el de Daniel Cain al que da vida un magnífico Bruce Abbot, aportando la perspectiva racional. Él es el personaje que sirve de conexión para que el espectador entre de lleno en la locura planteada por el largometraje y empatice con su desdicha, resaltando su labor actoral en pasajes como el de su reacción a la primera resurrección en la morgue.




Y si de alguna manera podemos destacar a Robert Sampson por pasar de la elegancia a lo visceral con su papel del decano Ashley (puede que el más deudor del monstruo de Frankenstein de Mary Shelley) y a una Barbara Crampton pizpireta y sexy no podemos obviar el enorme trabajo del inglés David Gale como el Doctor Hill. Con porte británico, pareciendo una mezcla entre Christopher Lee y Boris Karloff, el villano estirado y presuntuoso al que da vida Gale gana enteros a lo largo del metraje una vez ha sido decapitado y resucitado. Porque esa cabeza no sólo es la imagen más icónica, junto al color verde del suero de West, del film, también uno de los más lascivos y enfermizos villanos de la historia del género, siendo el epicentro de escenas sencillamente inolvidables a lo largo del metraje.




Re-Animator de Stuart Gordon y Brian Yuzna (entrañables señores que tan pronto realizan piezas de terror inclasificables como escriben y producen films para toda la familia como Cariño, He Encogido a los Niños) es a día de hoy un clásico con todas las letras dentro de su género. Una de las películas estandarte del cine gore y el prematuro éxito de sus máximos responsables como creadores de ficción que nunca han podido volver a repetir, ya sea juntos o por separado. A día de hoy es idolatrada en infinidad de países, entre ellos España, por hordas de fans, gente especializada en el género y hasta críticos de prestigio como el recientemente fallecido Roger Ebert, declarado fan de la obra desde su mismo estreno allá por 1985.




Tras su éxito y posterior revalorización nacieron dos secuelas a manos de Brian Yuzna. La Novia de Re-Animator (1989), título que es un explícito tributo a La Novia de Frankenstein (James Whale, 1935), y Beyond Re-Animator (2003) esta tercera parte ya gestada dentro de la productora española Fantastic Factory. Ambas serán "reanimadas" en breve para comentarlas debidamente a manos de un servidor por estos lares y seguir de esta manera hablando del legado de un clásico moderno que dio lugar a cómics, música, figuras coleccionables, juegos de mesa, los consabidos plagios y variantes cinematográficas y hasta un muy peculiar musical off- Broadway.


domingo, 8 de septiembre de 2013

Jack Reacher, en el punto de mira



Título Original Jack Reacher (2012)
Director Christopher McQuarrie
Guión Christopher McQuarrie basado en la novela de Lee Child
Actores Tom Cruise, Rosamund Pike, Richard Jenkins, Robert Duvall, Werner Herzog, David Oyelowo, Jai Courtney, Nicole Forester, Alexia Fast






Jack Reacher es un personaje literario creado por el escritor británico Lee Child. Como rol ha protagonizado varias de sus novelas, la quinta de ellas, One Shot, sirve como base para el largometraje que nos ocupa, Jack Reacher, escrito y dirigido por Christopher McQuarrie (guionista ganador del Óscar por la sobresaliente Sospechosos Habituales, también autor del libreto de Valkiria, en la que coincidió por primera vez con Tom Cruise y ocasional realizador de films como The Way of the Gun, titulado terriblemente Secuestro Infernal, en España). Pero por encima de todo hablamos de otra de las "películas guante" que el protagonista de Nacido el 4 Julio lleva autoproduciendo desde hace años para su uso y disfrute. Un estimable thriller con buenos momentos y algún apunte agradable.




Jack Reacher es un ex policía militar que vive como un vagabundo alejado del ejército y la vida pública. Un compañero de armas suyo que sirvió en Iraq es condenado a la pena capital por haber asesinado a sangre fría a cinco transeuntes elegidos aleatoriamente con su fusil de precisión. Inesperadamente la presencia de Reacher será solicitada por el acusado principal. Jack investigará personalmente los hechos del caso con la única ayuda de Helen Rodin, una joven abogada que se pondrá en contra de su propio padre, el fiscal Alex Rodin, para ayudar a Reacher en su misión con la que tratará de dar con los verdaderos culpables de los asesinatos y así descubrir la conspiración que se esconde detrás de este juego de falsos culpables y criminales en la sombra.




La segunda película como director de Christopher McQuarrie es otro de los escaparates para el lucimiento de Tom Cruise, un film en el que el papel del protagonista está hecho por y para él, adecuándolo a sus dotes como intérprete. Por suerte tenemos un director con talento para que no nos enfrentemos a un simple book de imágenes en movimiento para que nuestro cienciólogo favorito luzca palmito. Sólo la pericia con la que está dirigida, montada y expuesta la secuencia del tiroteo por parte del francotirador nos confirma que McQuarrie sabe controlar con acierto el tempo narrativo dentro de un género tan manoseado como el thriller.




Porque Jack Reacher es cine negro, dentro de la maquinaría hollywoodiense y sin un sello autoral reconocible, pero con los suficientes aciertos como para pasar por una pieza estimable con la que entretenerse durante dos horas. Tenemos violencia, pero bastante comedida y sin una gota de sangre (ya se sabe, esa calificación PG-13 que va a ¿regalarnos? en breve el remake de Robocop a manos del carioca Jose Padilha), persecuciones, algún toque de humor chulesco, personajes con un mínimo de interés y una relación chico/chica que por una vez y sin que sirva de precedente no acaba en el manido romance "porque sí" con el que nos asedian las producciones norteamericanas comerciales.




McQuarrie trabaja con oficio, escribe con acierto una trama interesante (que supongo estará en el libro de Child que desconozco) con varios giros interesantes que unas veces se ven venir y otros no, pero siempre consiguiendo que su historia llame lo suficiente la atención del espectador como para que no se aburra en ningún momento. Su dirección también es adecuada para el producto que está narrando, sabe inyectar ese tono noir que demanda el argumento y que la ambigüedad de varios de los personajes (incluido la del mismo Reacher) juege acertadamente al despiste con la platea. También los criminales destilan ese tono de crueldad en la sombra minimamente exigible (la escena de morder el dedo tiene su miga, más por su violencia psicológica que por la física, que no posee) en todo thriller de acción.




Tom Cruise como es lógico está en su salsa, Jack Reacher es un chulo de manual, el típico canalla buscalíos con mucho humor negro, pero experto en los combates cuerpo a cuerpo y la utilización de armas de fuego, una especie de Ethan Hunt de clase obrera con unas gotas de carisma, egolatría y nihilismo para caer simpático al espectador lo suficiente como para empatizar con su causa. La guapa Rosamund Pike le da muy bien la réplica como Helen, pero son actores como Richard Jenkins (A Dos Metros Bajo Tierra) o Robert Duvall los que tienen que dar verdaderas lecciones de interpretación con sus breves papeles. Por otro lado es todo un acierto incluir al director alemán Werner Herzog como enemigo principal en la sombra, pero se le da poco juego a su personaje, todo parece más un homenaje a Chinatown (allí el director John Huston era el enorme villano de la velada) de Roman Polanski que otra cosa.




Lo dicho, Jack Reacher es una muestra de entretenido cine comercial, sin sorpresas, sin estridencias, que no destaca en ningún apartado pero que tampoco decepciona en alguno de los mismos. Cine negro ligero con toques de thriller policial americano, algunas referencias a films de espionaje europeos de los 70 (la sombra de Jason Bourne es alargada) y todo aderezado para que Tom Cruise vuelva a sacar unos buenos cuartos en la taquilla con otra de esas cintas ligeras e intrascendentes que lleva regalándonos desde hace tiempo. A ver si aparece algún Paul Thomas Anderson u Oliver Stone para sacarlo un poco de este estatus de autocomplacencia cinematográfica en la que lleva años asentado.


jueves, 5 de septiembre de 2013

Kick-Ass 2: Con Un Par



Título Original Kick-Ass 2 (2013)
Director Jeff Wadlow
Guión Jeff Wadlow basado en el cómic de Mark Millar y John Romita Jr
Actores Aaron Taylor-Johnson, Christopher Mintz-Plasse, Chloë Grace Moretz, Lyndsy Fonseca, Clark Duke, Evan Peters, Jim Carrey, Donald Faison, Robert Emms, Morris Chestnut, John Leguizamo, Lindy Booth





Posiblemente no haya en el mundo del cómic un autor que sepa venderse a sí mismo y a su obra como el escocés Mark Millar. Hace años que el autor de The Authority o Superman: Hijo Rojo no ofrece un trabajo de verdadera envergadura como aquellos que nos regaló al principio de su carrera, pero por muy pequeño que sea su nuevo proyecto dentro del mundo de las viñetas el tipo sabe qué decir en una entrevista o cualquier red social para llamar la atención de los lectores. El problema es que en su etapa más reciente sus trabajos (Nemesis, Supercrooks, Superior) dan la impresión de ser más los storyboards de futuros proyectos cinematográficos para Hollywood que verdaderos tebeos cuya única misión sea hacer disfrutar al fandom.




Pero es que la meca del cine ya ha demostrado más de una vez que pierde el culo por las gamberradas de Mark Millar como guionista, sobre todo cuando trabaja en proyectos propios. A los estrenos de la terrible Wanted (que tenía que ver con el cómic homónimo lo mismo que un Panzer con un bocadillo de jamón) las futuras adaptaciones de las ya mencionadas Supercrooks (a manos de nuestro Nacho Vigalondo, co argumentista de la colección y buen amigo del escocés) o Nemesis (por la que se interesó el hoy fallecido Tony Scott) se suma el estreno en 2009 de Kick-Ass, la traslación de la serie del mismo nombre que Millar a la escritura y John Romita Jr (Spiderman, Capitán América, Los Vengadores) a los dibujos editaron por primera vez en 2008.




Aquel film estaba dirigido por el británico Mathew Vaughn, experto en llevar cómics a la gran pantalla (Stardust, X-Men: Primera Generación) y era una simpática cafrada con ínfulas de película cool (algo que encanta al bueno de Millar, no lo neguemos) con buenos momentos y que era bastante fiel a la estructura y la estética del cómic, pero no a su mensaje, que realmente es lo más importante. Conceptos como la reafirmación de que los perdedores siempre lo serán por muchos trajes de mallas que se pongan encima y que muchos fans del mundo del cómic son personas inestables mentalmente fueron sustituidos por un protagonista que al final se quedaba con la chica (la mísma que en las viñetas le ponía finalmente una orden de alejamiento al personaje principal) y un padre (memorable Nicolas Cage como Big Daddy) que sí tenía una trágica historia de venganza detrás.




El cómic fue un éxito de ventas, la cinta no tanto, pero tuvo suficiente recaudación como para que la idea de la secuela no se descartara. De modo que la maquinaria se puso en funcionamiento y Mark Millar y John Romita Jr editaron en 2011 Kick-Ass 2: Balls to the Wall, la inevitable segunda parte de las correrías de Kick-Ass/Dave Lizewski. Esta nueva entrega volvió a ser un éxito de ventas, pero cierta parte del fandom no la recibió con demasiado entusiasmo, acusándola de excesiva y poseedora de una considerable violencia gratuita que superaba a la de la primera parte (y la de aquella no era poca). A un servidor le parece un trabajo muy entretenido, dando una visión mucho más oscura de los personajes e incidiendo con acierto en la psique perturbada de Hit-Girl/Mindy Macready, el mayor hallazgo narrativo de esta serie a modo de continuación. Temática en la que se reincidiría de nuevo en la destacable miniserie Hit-Girl editada después de Kick-Ass 2, que sirve como puente argumental de las dos entregas y de la que la cinta que nos ocupa también toma ciertos apuntes.




Si la secuela en cómic había llegado en 2011 ya su traslación a imágenes cinematográficas era del todo inevitable. En Agosto de este 2013 (Septiembre aquí en España) ha llegado esta Kick-Ass 2: Con Un Par (curiosamente en el título original han eliminado el simpático y metalero subtítulo "Balls to the Wall" que sí tiene el cómic) que desde el punto de vista del que suscribe supera a su predecesora, no sólo como traslación más fiel de la(s) historia(s) de Millar y Romita Jr, también como cinta de evasión burra, divertida, frenética y paródica, aunque al igual que la primera parte se toma sus licencias estilísticas y conceptuales que le restan algunos puntos, pero más bien pocos.




Después de hacer famosa su lucha contra el crimen con la identidad de Kick-Ass, Dave Lizewski ve como empiezan a surgir en New York todo tipo de individuos enmascarados que quieren ser superhéroes para ayudar a los débiles y desfavorecidos. El mismo Kick-Ass encuentra a un grupo de vigilantes llamado Justicia Par Siempre comandado por el coronel Barras y Estrellas y junto a ellos comienza a patrullar las calles. Pero el regreso de Chris D'Amico, antiguo Bruma Roja y rebautizado ahora como El Hijoputa pondrá en peligro todos los planes de Dave que se verá en la obligación de intentar que Mindy Macready vuelva a ponerse el traje de Hit-Girl y así ayudarle en la guerra que está por venir.




Kick-Ass 2: Con Un Par da al espectador lo que espera de ella, más de lo que nos ofreció la primera entrega ideada por Matthew Vaughn. Es decir, acción, humor negro, violencia explicita, actores de buen ver dándose de hostias y un ritmo trepidante para narrarlo todo sin dejar un sólo segunda para el aburrimiento. Esta vez se respeta la esencia del cómic adaptado (principalmente Kick-Ass 2: Balls to the Wall, pero también la ya mencionada miniserie de cinco números Hit-Girl), aunque como es lógico se atenúa la violencia de aquel que era considerablemente explícita y dificilmente trasladable a imágenes en pantalla grande, de modo que aquí no vamos a ver, por poner un ejemplo, a El Hijoputa volar los sesos de tres críos pequeños a punta de pistola.




Uno de los detalles que más me han gustado es el añadido de algunos apuntes que no estaban en los cómics, sobre todo en el humor. El coronel gritando "¡Testigos de Jehová!" cuando Justicia Para Siempre va a asaltar la timba de póker, la camiseta de Dave en la que se puede leer "I Hate Reboots", que los subtítulos de la traducción de lo que dicen los mafiosos chinos sean bocadillos de cómic, el homenaje a Watchmen con la foto en grupo, el momento de despertar sexual de Mindy con el grupo de pop Union J, lo de la "inyección" durante el enfrentamiento con la brutal Madre Rusia o hilando fino tras mencionar a esta los nombres racistas y desagradables (Peste Negra, Genghis Carnage, El Tumor) que El Hijoputa pone a sus secuaces. En cambio otras inclusiones como la del aturdidor son demasiado escatológicas, aunque arranquen alguna carcajada, porque desentonan un poco con la tónica de la película.




Una vez más los personajes son lo mejor de la velada. Aaron Taylor-Johnson es un muy buen Kick-Ass, pero su buen ver y cuerpo musculado (más aún que en la primera parte) está muy alejado del delgaducho nerd asocial que puebla las páginas de los cómics. El hecho de que Chloë Grace Moretz tenga más años que el personaje en el cómic le quita un poco de encanto (tiene más gracia ver a una niña de 12 años decapitar mafiosos que si lo hace una de 15) pero también tiene sus ventajas, como incluir momentos como el ya mencionado del despertar de su sexualidad o hacerla interactuar con actores adultos, esos estudiantes de instituto que le hacen la putada. ¿Preparándose ya para el remake de Carrie que está por llegar? Por otro lado Christopher Mintz-Plasse sigue estando divertidísimo como Chris D'Amico/Red Mist/The Motherfucker y él tiene algunos de los momentos cómicos más destacados del film.




Pero un servidor se ha enamorado del coronel Barras y Estrellas al que da vida un Jim Carrey enorme. Lo mejor del protagonista de El Show de Truman es que ha conseguido algo complicado, ser completamente fiel al personaje del cómic pero tomándoselo en todo momento a coña, eludiendo el tono serio que destiliaba en el tebeo. El canadiense no sobreactúa (como viene siendo habitual en él cuando el director de turno no lo ata en corto) en casi ningún momento, pero sabe meterse con acierto en la piel de este vigilante ex mafioso reconvertido en un cristiano de pro que odia que la gente sea malhablada. Su mejor momento, el del asalto de la timba de póker de los mafiosos chinos, pero a lo largo de todo el metraje en el que aparece tiene salidas sencillamente deliciosas. Además, aunque ahora reniegue un poco de la película se nota a kilómetros que se lo pasó genial rodándola.




Jeff Wadlow (del que sólo sé que es productor en la meritoria serie Motel Bates, precuela catódica de la mítica Psicosis, y director del no muy alabado slasher Cry Wolf) cumple como guionista, ya que la cinta no decae en ritmo en ningún momento, pero sobre todo como director. Evidentemente su labor carece de personalidad autoral y trata de mimetizarse (lógicamente) con el tono que el trabajo de Matthew Vaughn inyectó en la primera entrega, de modo que técnicamente la cinta tiene momentos muy buenos, las secuencias de acción son notables y los actores están llevados con acierto, pero una vez más la obra destila un tono épico que hace que heroicidad sea algo divertido y necesario, cuando el cómic transmite todo lo contrario, que ponerse un traje para defender el bien es un acto digno de pirados.




Kick-Ass 2: Con Un Par gustará tanto a los fans de los cómics de Mark Millar y Joh  Romita Jr como a los que disfrutaron con la primera parte. Es un producto que no aspira a otra cosa que no sea entretener por medio de violencia estilizada, adolescentes utilizando un vocabulario considerablemente malsonante, mala baba y ser un proyecto con aspiraciones de simpática modernez. Por el camino ofrece muchos aciertos como film y adaptación (cambiar el tono crudo de una escena tan espinosa como la de la violación para que se convierta en un gag humorístico, con personaje cambiado, por cierto) y mucha diversión para pasar un rato de autoparodia, hostias como panes, algo de sangre, humor y referencias al mundo del cómic. Como esa descarada autopublicidad que se hace Mark Millar con lo del póster de Superior. Ay, pelirrojo cabrón, cómo te molas a ti mismo.



martes, 3 de septiembre de 2013

Elysium



Título Original Elysium (2013)
Director Neil Blomkamp
Guion Neil Blomkamp
Actores Matt Damon, Jodie Foster, Sharlto Copley, Alice Braga, William Fichtner, Diego Luna, Wagner Moura, Talisa Soto, Ona Grauer, Terry Chen, Adrian Holmes





En el año 2009 una cinta de ciencia ficción sudafricana llamada Distrito 9 consiguió un considerable éxito internacional. El film, producido por el neozelandés Peter Jackson supuso el debut en el mundo del largometraje del reputado director de videoclips y publicidad Neil Blomkamp. Su mezcla de sci-fi, acción, ácida crítica social y tono de falso documental gustó tanto a público como a crítica consiguiendo hasta cuatro nominaciones a los Oscar (incluyendo la de mejor película) de aquel año. Tras el bombazo que supuso District 9 era inevitable que, tarde o temprano, su artífice debutara por la puerta grande en la meca de Hollywood.




El primer trabajo de Neil Blomkamp en Estados Unidos se llama Elysium y es una destacable pieza adscrita (nuevamente) al género de ciencia ficción. Un producto lleno de virtudes y portador de algunos defectos que confirma el considerable talento de su guionista y director ofreciendo una historia interesante envuelta en una estética (casi) intachable. El resultado para el que suscribe es la, por ahora, mejor película dentro de este tipo de cine durante el 2013 (ciertamente sus competidoras de este año no son 2001: Odisea en Espacio o Blade Runner precisamente) y una de las propuestas más interesantes que nos ha ofrecido la cartelera en este verano que ya se nos va de las manos.




Año 2159, desde hace tiempo el planeta Tierra es un despojo superpoblado. Las clases acomodadas huyeron a la estación espacial Elysium donde la secretaria de Defensa Jessica Delacourt (Jodie Foster) mantiene una cruel política antinmigración eliminando a toda nave proveniente de la tierra que intenta entrar en Elysium. Mientras tanto las clases bajas hacen su vida como buenamente pueden en la Tierra bajo un yugo dictatorial. Max DeCosta (Matt Damon) es el trabajador de una fábrica metalúrgica propiedad de la empresa Armadyne  y su sueño siempre ha sido vivir en Elysium. Lo que el no sabe es que por circunstancias fortuitas en las que se verá implicado deberá viajar a la ya mencionada estación espacial pero con un misión que puede cambiar el curso de la historia.




Elysium es ciencia ficción distópica, sucia y descarnada. No es es extraño que Neil Blomkamp se confiese fan irredento del Paul Verhoeven adscrito a este género. Es inevitable encontrar en la obra que nos ocupa referencias directas a Robocop (la automatización del protagonista, corporaciones amenazantes privatizando servicios públicos, empresarios y políticos aliándose con criminales que le hagan el trabajo sucio) Starship Troopers (la crítica social, el marcado clasismo entre los habitantes de la Tierra y los de Elysium, localizar la trama en una zona que parece ser sudamérica) o Desafío Total (esa rebelión a manos de una resistencia oprimida, el momento con el agente de la condicional de Max). Aunque Elysium presciende de ese tono satírico y ambiguo puramente verhoeveniano que paradójicamente sí poseía Distrito 9, otra cinta en la que Blomkamp mostraba sus deudas con el realizador de Eric: Oficial de la Reina.




El argumento es sencillo tanto en su exposición y desarrollo como en su mensaje crítico (en ocasiones demasiado obvio, pero siempre acertado) y poseedor de cierta trascendencia existencial, pero es en el acabado técnico donde Elysium da lo mejor de sí misma. El trabajo de Blomkamp es el esperado, ofreciendo una potencia visual fuera de toda duda con un acabado estilizado y crudo que ofrece momentos de poderosa inventiva en la realización. El único problema es que en ocasiones se emborracha de movimientos innecesarios en los encuadres y cámaras lentas que unas veces están justificadas y otras no, pero no cabe duda de que su labor detrás de las cámaras es notable.




Matt Damon lleva con profesionalidad el peso de la historia y ofrece un trabajo sobresaliente sobre todo por la implicación física que supone el mismo. Jodie Foster da vida a (de nuevo) una de esas fascistas estiradas que ta bien le quedan (como ya se vio en la muy recuperable Plan Oculto, de Spike Lee) pero el que destaca por encima del resto es un demente Sharlto Copley (el simpático y atolondrado protagonista de Distrito 9 y actor fetiche del Blomkamp) que clava a ese demente y sádico (lo de intimidar sexualmente al personaje de Alice Braga en presencia de su hija pequeña es un apunte enfermizo acertadísimo) Kruger que una vez más nos remite al director de Instinto Básico porque este sería un papel que hubiera bordado Michael Ironside con unos cuantos años menos. Entre los secundarios caen en gracia Wagner Moura (Tropa de Élite 1 y 2) y Diego Luna (Y tu mamá También) o William Fichtner (Drive Angry) que añade otro personaje deliciosamente destestable a los que habitualmente suele interpretar.




Esta Elysium que nos ocupa merece mucho la pena a pesar de haber sido estrenada dentro de una enconada disparidad de opiniones entre los que están a favor o en contra de ella. Tiene un argumento interesante, un guión bien construido, un reparto acertado, un mensaje alto y claro que aunque hemos visto mil veces en otras ocasiones siempre viene bien ser recordado y un acabado formal que cuando no se entrega a la excesiva floritura visual muestra el potencial de este joven director llamado Neil Blomkamp que aún tiene mucho que decirnos y ofrecernos productos de considerable calidad con los que entretenernos mientras nos hace replantearnos temas tan universales como (por desgracia) actuales.



domingo, 1 de septiembre de 2013

El Llanero Solitario



Título Original The Lone Ranger (2013)
Director Gore Verbinski
Guión Justin Haythe, Ted Elliott, Terry Rossio basado en el personaje radiofónico creado por George W. Trendle y Fran Striker.
Actores Armie Hammer, Johnny Depp, Tom Wilkinson, William Fichtner, Ruth Wilson, Helena Bonham Carter, James Badge Dale, Bryant Prince, Barry Pepper, Harry Treadaway, James Frain, Mason Elston Cook, Joaquín Cosío





El Llanero Solitario y su amigo el indio Toro (Tonto en la versión original) nació como un serial radiofónico en Estados Unidos allá por los años 30 a manos de George W. Trendle y Fran Striker. Durante las tres décadas siguientes tuvo adaptaciones tanto en imagen real como animadas para el tubo catódico y la pantalla grande. A pesar de pertenecer por derecho propio a la cultura popular occidental desde hacía años estaba olvidado y metido en el armario del olvido. Hasta que al actor Johnny Depp se le metió entre ceja y ceja sacar adelante una nueva adaptación cinematográfica auspiciada por la Disney e ideada por el productor (Jerry Bruckheimer) y el director (Gore Verbinski), que dieron forma para el protagonista de Ed Wood a la saga Piratas del Caribe, principalmente por el cariño que sentía hacia el personaje de Toro.




El resultado es esta The Lone Ranger del año 2013, un agradable western liviano en su fondo, un poco aparatoso en su forma, pero terriblemente entretenido, realizado con tanto cariño como visión comercial, con alguna idea crítica inesperada y que realmente, siempre dentro de una plano estilístico, no tiene más parecido con las andanzas de Jack Sparrow que su look visual y su afán por convertirse en una nueva franquicia rompetaquillas que por los malos resultados del film en la taquilla y la excesiva inquina con la que la crítica especializada la ha recibido tiene pinta de no tener mucho futuro como tal.




Un grupo de rangers es asaltado por unos forajidos que les dan muerte. Entre ellos se encuentra John Reid, hermano del sheriff que también ha fallecido a manos de los criminales. El indio Toro resucitará a Reid para que se convierta en el Llanero Solitario, héroe enmascarado siempre montado en su caballo Silver que con la ayuda de Toro vengará a su hermano y a la tribu de esta último que fue masacrada en el pasado por los hermanos Cavendish. En el proceso deberán salvar a la cuñada y el sobrino de Reid y desmantelar los planes de Latham Cole, un adinerado empresario cuya misión es crear una guerra entre indios y vaqueros en pleno Texas.




Poco se le puede achacar a El Llanero Solitario si tenemos en cuenta la su naturaleza como producto cinematográfico. Es una cinta para toda la familia que aún siendo gestada en los estudios Disney consigue ser fiel al género al que se adscribe incluyendo en su trama y estética ferrocarriles, saloons, cowboys mugrientos y duelos de revólver, rindiendo (superficial) tributo tanto a westerns clásicos de autores como John Ford como a la rama europea del género que tuviera en Sergio leone (homenajes directos a Hasta que Llegó Su Hora, una banda sonora de Hans Zimmer puramente morriconiana) su mayor exponente. Todo teniendo siempre en cuenta que hablamos de un largometraje comercial en el que cualquier atisbo de personalidad autoral queda completamente diluida.




El film alterna comedia (que no siempre funciona pero cuando lo hace despierta considerables simpatías) con drama, romance y aventura. Los personajes son clichés andantes pero sus personalidades opuestas (sobre todo la de los dos protagonistas) dan pie a situaciones muy divertidas. Depp está muy convincente como Toro, él es el centro del film y Armie Hammer aunque no tiene el carisma del protagonista de Dead Man posee el porte y el físico para ser un convincente John Reid/Llanero Solitario. Dentro de los secundarios destaca a un William Fitchner que últimamente está on fire eligiendo secundarios cabronazos, Helena Bonham Carter dando el tono de extravagancia burtoniana al conjunto y Barry Pepper que es el centro de la inesperada y considerablemente dura crítica por dentro del guión al exterminio indio por parte del hombre blanco. Recordemos que Johnny Depp ha mostrado conciencia, de manera directa o no, con este tema en films como The Brave, su única incursión en el mundo de la dirección.




En el plano técnico la factura del film es intachable, no sólo por los millones invertidos en su creación, también porque Gore Verbinski siempre ha demostrado ser un artesano, un director de encargo con bastante oficio sin sello personal, pero con las suficientes dotes como narrador para que su criatura luzca en toda su plenitud en pantalla. Las escenas de acción las remata con inteligencia, a las oníricas les da un look visual bastante logrado y en las de humor deja que el peso recaiga en las dotes físicas deudoras del slapstick de sus dos actores protagonistas. Sólo se le podría achacar aquí ese fallo que tiene desde hace años y es la aparatosidad formal con la que aborda algunos de sus clímax que pueden resultar algo cargantes, aunque enormes planos como el daliniano de la mano con el reloj de bolsillo hacen que se le perdonen sus pequeños pecados como realizador.




Ni es una gran película ni una bazofia como ha dicho gran parte de la crítica, es una cinta muy entretenida que no da para una franquicia, pero que se ofrece a la platea como un sano divertimiento sin pretensiones. Su mayor fallo es el mismo que el de todo el cine comercial americano actual, un a todas luces excesivo metraje que supera las dos horas y media. Lejos quedan aquellos años 90 en los que los directores se quejaban de que los productores mutilaban sus cintas en las salas de montaje, pero un servidor prefería aquello a esta moda de superar casi siempre y de manera obligatoria esos 120 minutos de metraje que serían más que suficientes para narrar una historia sobre un forajido enmascarado y su amigo indio.