jueves, 28 de febrero de 2013

El Almuerzo Desnudo, the human centipede



Título Original Naked Lunch (1991)
Director David Cronenberg
Guión David Cronenberg basado en el libro de William S. Burroughs
Actores Peter Weller, Judy Davis, Ian Holm, Julian Sands, Roy Scheider, Nicholas Campbell, Monique Mercure, Michael Zelniker, Joseph Scorsiani, Robert A. Silverman, Mathilda May






William S. Burroughs nació en Saluis, Misuri, en 1914. Fue uno de los novelistas estandarte de la literatura beat y posteriormente formó parte del movimiento contracultural junto a otros autores como Thimoty Leary o Ken Kesey. Escribió novelas como Yonqui o Queer y alcanzó gran notoriedad con El Almuerzo Desnudo, editada en 1959. Su narrativa era de un carácter irónico, extremo y en varias ocasiones no líneal. En sus obras, que eran de un considerable matiz autobiográfico, abordaba temas polémicos como la adicción a distinto tipo de drogas, la homosexualidad, el antiamericanismo o la morbidez utilizando distinto tipos de criaturas como insectos o extraterrestres. Con el tiempo se convirtió en uno de los literatos más polémicos e importantes de la segunda mitad del siglo XX y un autor clave en la evolución de la narrativa estadounidense.




David Cronenberg nació en 1943 en Toronto, Canadá. Tras varios cortometrajes se inició en el mundo del largo con Vinieron Dentro de.... Tras sus primeros films fue conocido como el "Padre de la enfermedad venérea". Después de rodar obras como Scanners o Videodrome, y sustentar su teoría de la Nueva Carne, un paso más en la esquela evolutiva por medio de la unión física entre el cuerpo humano y la tecnología, debutaría con éxito en Hollywood con  La Mosca, remake del clásico de Kurt Neumann. A finales de los 80 y principios de los 90 daría forma a algunas de sus obras de madurez como Inseparables (Dead Ringers),  M. Butterfly o Crash. Durante el pasado decenio con Una Historia de Violencia y Promesas del Este recibió el elogio de un público y una crítica que ya admitían encontrarnos con él ante uno de los autores más personales del panorama cinematográfico contemporáneo.




En 1991 los caminos de estos dos creadores se cruzaron en el plano profesional cuando después de años de conversaciones entre ambos, planes de rodaje pospuestos y cambios en los equipos técnico y artístico Cronenberg puedo estrenar su atípica adaptación de El Almuerzo Desnudo, el libro más famoso de Burroughs. Esta controvertida novela de 1959 se une a la larga lista de obras literarias con fama de inadaptables al cine, aunque muchas de ellas han visto, con más o menos suerte, sus páginas convertidas en imágenes. Matadero 5, Miedo y Asco en Las Vegas o Dune demostraron en su momento que sí se pueden hacer adaptaciones cinematográficas de manuscritos complejos o atípicos, con mayor o menor fidelidad o éxito.




Pero el director de Un Método Peligroso era consciente de que el material literario que tenía entre manos era de una complicadísima adaptabilidad cinematográfica, porque el libro de William Burroughs no tiene un orden narrativo tradicional, ya que está construido a modo de pasajes aleatorios que para colmo están llenos de criaturas multiformes de naturaleza sobrehumana como máquinas de escribir vivientes con formas de escarabajo, enormes ciempiés humanoides o unas criaturas con apariencia alienígena llamadas Mugwump. De modo que tomó una decisión tan arriesgada y poco convencional como acertada en fondo y forma a la hora de llevar el libro a imágenes.




La décima película de David Cronenberg no es una adaptación ortodoxa, de la ya de por sí poco ortodoxa, novela homónima de William S. Burroughs. El canadiense decide dar un doble salto mortal sin red y abordar el proyecto como un ejercicio de metaficción en el que se nos narran algunos de los hechos más importantes de la vida del escritor a modo de biopic añadiendo a la historia conceptos, constantes, personajes o elementos narrativos propios de la obra escrita del novelista, pero desvinculándose en gran parte del argumento, de por sí bastante alambicado y carente de cohesión estructural, al menos aparentemente, que daba forma como todo literario a El Almuerzo Desnudo.




William Lee es un exterminador de plagas que vive con su mujer adicta a inyectarse el insecticida que utiliza su marido en el trabajo. Un día Bill es interceptado por la policía, llevado a comisaría y aún bajo los efectos de la larga exposición a los productos químicos que usa para eliminar bichos interrogado por un enorme escarabajo con la capacidad de hablar que presume ser su superior, un detective secreto encubierto que le encomienda la misión de eliminar a su esposa, Joan, porque es una agente doble capaz de hundir la organización para la que ambos, insecto y exterminador, trabajan. Un entramado conspiranóico, viajes a Túnez, escarcéos con homosexuales, dobles personalidades y escarabajos con forma de máquinas de escribir parlantes servirán para que Bill escriba una novela autobiográfica llamada El Almuerzo Desnudo en la que plasmará su lisérgica aventura.




Cronenberg siempre mostró fascinación por la obra de Burroughs y su influencia puede verse notablemente en las enfermedades víricas de matiz sexual que pueblan films como Shivers, parásitos que pasan de unas personas a otras provocándoles una incontrolable sed por el sexo, o Rabia, a una mujer le nace una protuberancia fálica en la axila con la que penetra a su amantes durante el coito, y años después las vainas físicas que se introducían por la espalda de los protagonistas de eXistenZ para llevarlos a universos de realidad virtual. Como autores abordaban muchas de sus obras de ficción desde el punto de vista de la enfermedad y poblaban sus relatos de seres multiformes, mutaciones o humanoides de proporciones grotescas que representaban alegorías de la sociedad occidental y su descomposición moral a nivel global. De modo que el hecho de que cruzaran sus caminos era inevitable.




La principal misión de David Cronenberg a la hora de llevar adelante el proyecto de realizar su versión cinematográfica de Naked Lunch era amalgamar su discurso autoral con el de William Burroughs. Esta idea se deja ver desde los mismos títulos de crédito en los que escuchamos el desconcertante y magnífico tema de apertura en el que se mezclan la partitura musical del compositor habitual del cine del canadiense, Howard Shore, que representaría el microcosmos del director, y el saxo del intérprete de free jazz, Ornette Coleman, que vendría a ser la alegoría de la impronta literaria de Burroughs, mostrándose desde el arranque esa dualidad artística que aúna o "muta" los dos idearios de los creadores de la historia, tanto el del que la ideó en papel como el  del que la traslada al celuloide.




El Almuerzo Desnudo toma como base el género del cine negro para sustentar su exoesquelto narrativo. El personaje de Will Lee, émulo de Burroughs que utilizó en varias de sus novelas, viste con gabardina y sombrero y no deja de ser el protagonista de un film noir clásico. Su mujer, Joan, es una mujer fatal que se desdoblará en otro personaje, Joan Frost, ecos de Vértigo de Alfred Hitchcock, con personalidad muy parecida a la de aquella e interpretada también por la actriz Judy Davis (que ese mismo 1991 también participó en esa obra maestra que es Barton Fink, de los hermanos Coen, otra pieza que hablaba sobre la creación de obras ficción). Allos se añade un entramado sobre agentes secretos y organizaciones detectivescas, villanos en la sombra y un giro final en el que descubrimos que no todos los personajes son lo que parecen a simple vista.




Pero como es lógico todo este argumento esta envuelto en una atmósfera onírica, mórbida y enrarecida en la que impera una mirada entomológica de la realidad. Bill es adicto a una droga llamada Carne Negra que le incita a tener una visión distorsionada de su entorno. Cronenberg no quería inyectar, nunca mejor dicho, esa perspectiva lisérgica sólo cuando su protagonista estuviera bajo los efectos de las drogas, de modo que decidió que todo el largometraje apelara en fondo y forma a estar localizado en un ambiente de extrañeza dejándose ver en ese Túnez de tono pesadillesco o esa Interzona, más un estado mental que una entidad tangible, en la que Bill convive con máquinas de escribir en forma de escarabajos gigantes que hablan por el ano o playboys suizos ocultando bajo su piel ciempiés gigantescos que sodomizan a pobres jóvenes homosexuales. Metáfora esta última del terror que supuso para Burroughs la incursión en sus primeros escarcéos físicos con personas de su mismo género.




El sexo también es omnipresente en el largometraje, no sólo por el que practican los personajes, también por el que exhalan objetos como, por ejemplo, las ya mencionadas máquinas de escribir (toda la perafernalia relacionada con la creación literaria tiene a lo largo del film un tono de perversión parafílica epidérmica y escamosa que puede casi olerse gracias a los maravillosos y en ocasiones repulsivos efectos de maquillaje de Chris Wallas) teniendo su culmen en una de las escenas más perturbadoras del film. Cuando Bill y Joan Frost empiezan a escribir un relato pornográfico con la máquina de escribir árabe que poco a poco va mutando el algo físico, la Nueva Carne cronenbergiana en su máximo exponente, cambiando su parte frontal en una especie de orificio vaginal (como el televisor de Videodrome en el que introducía su cabeza Max Renn o la hendidura ventral de este último) o naciendo una larga protuberancia de forma fálica en su parte trasera, como la previamente mencionada que surgía del cuerpo de Rose en Rabia, convirtiéndose finalmente en una especie de medio humanoide con múltiples tentáculos que intenta violar sin éxito a Joan en pleno coito con el protagonista.




El trabajo de Cronenberg tiene una ferrea coherencia dentro de su insana lógica. La inclusión de hechos de la vida de Burroughs, como su pasión por las armas, sus coqueteos con la bomosexualidad (llevada con mucha más elegancia y sutilidad que en la novela, se nota que Cronenberg es heterosexual y no conoce demasiado el terreno, aunque lo abordaría con más acierto en los dos films que seguirían al que nos ocupa) el ¿accidental? asesinato de su mujer jugando a Guillermo Tell, su relación de amor/odio con Túnez, el hecho de crear gran parte de su obra literaria bajo los efectos de tantas drogas que llegaba a olvidar o no reconocer sus propios manuscritos, la presencia de dos personajes secundarios llamados Hank y Martin que se basan en los escritores beat, Jack Kerouack y Alen Ginsberg o el peso en su vida de la adicción, en el sentido más amplio de la palabra, siendo tanto inspiración como lastre para el desarrollo de su carrera profesional como novelista son todo un acierto y un homenaje a la persona retratada en el largometraje. Pero en la recta final, cuando se desvela todo el entramado oculto, la cinta pierda algo de solidez y se adentra en una resolución un poco anticlimática e insatisfactoria, aunque bastante lógica por entregarse a una inteligente narración circular.




Cronenberg venía de realizar su mejor película, Inseparables (Dead Ringers). El largometraje protagonizado por los hermanos Mantle, interpretados por un inmenso Jeremy Irons, supuso la obra de madurez del canadiense, pero también una cinta que marcó un punto de inflexión en su puesta en escena, que pasó de ser física, carnal y lacerante, a más compleja, aséptica y elaborada estilísticamente, pero nunca apelando a florituras innecesarias o movimientos de cámara gratuitos. Como realizador depura su estilo y consigue entregar un trabajo elegante y medido que se contrapone en su estética a las retorcidas imágenes que recoge su objetivo siendo de una fisicidad palpable y angustiosa aunque nunca excesiva, ya que su exposición en pantalla está media con un uso magistral del caos controlado.




Los actores están en un sempiterno estado de adormecido letargo que acentúa la lectura estupefaciente de la historia. La contención se hace con el casting y ninguno de los intérpretes destaca por encima del resto, pero el atípico cast realiza un trabajo notable. Todo un acierto la elección de un Peter Weller, en su último gran papel, para dar vida a Will Lee, no sólo por que su escualida figura, casi como la de un insecto, es la más adecuada para el rol, también porque tiene un considerable parecido con Burroughs en su juventud. Le acompañan una magnífica Judy Davis en doble papel, Ian Holm como el escritor Tom Frost, otro villano que parece sacado directamente de una novela de Raymond Chandler, un perturbador Julian Sands como el millonario Yves Cloquet o Roy Scheider dando vida al Doctor Benway, rol clave dentro de la película. Aunque como en la mayoría de los films de Cronenberg los actores son sólo un medio más, como la dirección artística o la fotografía, para que pueda transmitir su discurso cinematográfico al espectador.




Sin ser una obra perfecta El Almuerzo Desnudo triunfa a la hora de transmitir el universo literario burroughsiano por medio del séptimo arte, pero curiosamente donde más podemos ver la prosa del novelista es en los momentos en los que el personaje de Peter Weller narra las dos anécdotas relacionadas con orificios anales, una en la cena con Julian Sands en el restaurante árabe y la otra de nuevo con este y el rol de Kiki yendo en el coche del protagonista de Warlock. Estamos hablando del proyecto más arriesgado de un cineasta alérgico a toda idea de autcomplaciencia autoral, un trabajo angustioso, irónico y brutal que se mueve con igual pericia tanto en la escatolgía como en la más pura de las inspiraciones artísticas. Con la cinta que nos ocupa David Cronenberg no sólo consiguió homenajear a uno de los autores que más han influido en su obra cinematográfica pasando la personalidad de aquel por su propio filtro como creador. También le sirvió para tantear el terreno de esa literatura supuestamente inadaptable que tendría su culmen en 1995 cuando llevara a imágenes Crash de James G. Ballard, esa sí, una de sus mejores creaciones y una obra maestra de cine de autor de los años 90.



2 comentarios:

  1. Como dijo Nelson, "Al menos 2 palabras de ese título no son ciertas" o algo así.

    Ninguna gana de verla. Como curiosidad, ojeando en el disco duro multimedia, que acabo de recuperar tras 2 años sin usarlo, he encontrado una carpeta de Cronenberg, con la película protagonista del post y La Mosca. Esta ya te digo que no la veré, la otra, no lo descarto, ya lo comentaré.

    PD: He escrito sobre las nuevas pelis de animación de Batman, creo que tú no lo has hecho aún, aunque imagino que no tardarás mucho: http://opinandoconsalud.blogspot.com.es/2013/03/el-regreso-del-caballero-oscuro.html

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  2. Ahora le echo un vistazo, a ver qué tal.

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