Título The Number of the Beast
Año 1982
Intérprete Iron Maiden
Productor Martin Birch
No podía dejar pasar la entrada 666 sin recuperar la sección musical de discos clásicos y con ello comentar el reconocido como mejor trabajo de la banda de heavy metal más grande de la historia (junto a los norteamericanos Metallica) Iron Maiden, aunque un servidor no comparta del todo esta afirmación ya que prefiero otros álbumes del conjunto. Pero es imposible hablar de la banda fundada por el bajista Steve Harris sin admitir la importancia capital de este redondo de 1982 que cambió el porvenir del grupo más representativo de la NWOBH (New of British Heavy Metal) Nueva Ola de Heavy Metal Birtánico.
Steve Harris fundó la banda Iron Maiden en 1975 y tras años de entradas y salidas de componentes la alineación de Paul Di'Anno como vocalista, Dave Murray y Dennis Stratton a las guitarras, Clive Burr en la batería y el mismo Harris al bajo, grabó el debut homónimo del conjunto que se puso a la venta durante el año 1980. El disco Iron Maiden se alejaba del punk imperante a finales de los 70 en Reino Unido para seguir la senda de las bandas pioneras dentro del heavy metal. De Judas Priest tomó los solos cruzados, los riffs afilados, la velocidad o la melodía y de Black Sabbath la oscuridad y el tenebrismo (en fondo y forma) construyendo un debut que ofrecía la evolución de un estilo que necesitaba renovarse. Temas rápidos y directos como Prowler o Charlotte the Harlot se alternaban con baladas o instrumentales memorables como Remember Tomorrow o Transylvania.
Un año después se editaría el segundo redondo de la banda, con los mismos componentes musicales, pero Dennis Stratton dejando paso en la guitarra a Adrian Smith, que pasaría desde ese momento a ser parte indispensable del conjunto durante distintas épocas de la carrera del mismo. Killers vio la luz en 1981 y supuso una coherente extensión de Iron Maiden. Un album más elaborado, con una producción considerablemente mejor (una vez más a manos de Martin Birch) con un Di'Anno desgarrador a la voz y unos temas en los que los músicos se escuchaban mucho más cohesionados, destacando cortes como Wratchild, Murders in th Rue Morgue (inspirada en el relato homónimo de Edgar Allan Poe) el tema que daba nombre al trabajo o el soberbio tema instrumental The Ides of March.
Pero durante la gira de Killers surgieron los problemas con los excesos y el carácter del vocalista de la banda. Cantante venido del punk, de imponente presencia física y característicos agudos, Paul Di'Anno sería expulsado de Iron Maiden por Steve Harris tomando tras ello una irregular carrera como frontman en la que con sus altos y sus bajos, su más y sus menos (un servidor pudo verlo hace unos años en Granada y evidentemente no es ni una sombra de lo que fue, pero nos regaló a los allí presentes una noche memorable) siempre viviría a la sombra de Iron Maiden y los dos álbumes (a los que habría que sumar el mítico E.P, The Soundhouse Tapes editado antes del debut discográfico de la banda) que grabó con ellos a principios de la década de los 80.
Con sólo seis años desde su fundación como banda y dos únicos trabajos discográficos debajo del brazo Iron Maiden tuvo que pasar por la prueba de fuego que muchos conjuntos han tenido que padecer y no siempre con éxito, la pérdida de su voz. Steve Harris no tardó en buscar a un sustituto para Di'Anno con la intención de meterse en el estudio para dar forma al tercer trabajo de su criatura. El elegido fue el ex cantante de la banda Samson, Bruce Dickinson. Como sucede en estos casos los fans antes incluso de ver al vocalista trabajar con el grupo mostraron su rechazo ante la decisión tomada por Harris, ofreciendo un apoyo incondicional a Di'Anno y mirando por encima del hombro a la nueva incorporación. Finalmente el resultado fue el menos esperado, ya que Bruce Dickinson no sólo demostró estar a la altura de una banda como Iron Maiden, también se reveló como mejor cantante que su antecesor en prácticamente todos los aspectos.
El 22 de Marzo de 1982 The Number of the Beast, de nuevo con producción de Martin Birch, llegó a las tiendas y aunque como trabajo se podían ver en su impronta ecos de los anteriores trabajos de Iron Maiden, sobre todo de Killers, este disco era bastante diferente a todo lo realizado por la banda con anterioridad. Invaders abre el redondo y con ello ya somos testigos de las capacidades vocales de Bruce Dickinson. Mientras Paul Di'Anno era todo crudeza, agudos cortantes, al fin y al cabo potencia sin control, en el ex Samson es profesionalidad, adaptabilidad a los instrumentos y una doma de los tonos altos impropia de un joven de su edad (24 años cuando grabó el trabajo). Con el nuevo frontman Iron Maiden había perdido fiereza pero había ganado cohesión como todo musical y riqueza compositiva.
El segundo corte Children of the Damned, basado en la célebre película de Wolf Rilla, El Pueblo de los Malditos y su secuela Hijos de los Malditos, recuperaría el tono baladista de Strange World o Remeber Tomorrow pero con un aire más exquisito y melancólico en el apartado vocal, aunque sería de hipócritas negar la melodía de los tonos de Di'Anno en aquellas canciones, a pesar de ser un cantante curtido en el punk sabía rematar con mucha pericia temas lentos. The Prisioner aparece en tercer lugar, tema inspirado en la mítica serie de televisión británica homónima protagonizada por Patrick McGoohan y que retoma los riffs rápidos y las voces luminosas e incluso de tono alegre que recuerdan a Running Free. 22 Acacia Avenue, tema compuesto por Adrian Smith con su anterior banda, Unrich, sobre una prostituta sirve para el lucimiento de Dickinson con la voz.
The Number od the Beast, el tema que da nombre al disco es uno de los tres clásicos indispensables en cualquier descarga en directo de la banda. El tono oscuro, la intro a cargo de Barry Clayton tomada de El Libro de las Revelaciones y la letra inspirada en el poema Tam a Shanter de Robert Burns, con el que se obsesionó Harris hasta el punto de tener pesadillas con él, dan forma a un tema al que se acusó de satanista y que contiene uno de los mejores riffs de la historia de Iron Maiden (cuando entra la segunda guitarra siempre me recorre un escalofrío por la espalda) cobrando especial protagonismo (más si cabe) las cuatro cuerdas de del bajista londinense que está sencillamente brillante en su cometido.
Run to the Hills habla en tono de denuncia sobre la conquista de los indígenas americanos por parte de los británicos. Hablamos de uno de los clásicos de la banda que tras su inconfundible intro con la percusión (enorme Clive Burr en todo el álbum Nicko McBrain es un gran baterista y tomaría el relevo con una profesionalidad enorme, pero nunca llegó a ser tan bueno como él) y los riffs cortantes de Murray y Smith dejan paso a un Dickinson enorme con los agudos, los mismos a los que Blaze Bailey (posterior cantante de Iron Maiden de 1994 a 1999) no llegaba en su etapa en la banda por mucho esfuerzo que pusiera en los directos.
Gangland es por su velocidad, duración y batería un tema casi de género punk, para el que suscribe el más flojo del disco y puede que su única mácula, un buen corte que realmente no tiene nada que hacer rodeado de canciones impresionantes que la superan considerablemente. En la reedición del disco de 1998 se añadió un tema de la Cara B, Total Eclipse que, sin tener nada malo, al igual que Gangland desentona un poco con tanto clásico en el redondo. Por último The Number of the Beast se cierra con la que es para la mayoría de los fans de Iron Maiden la mejor canción de la banda, aunque personalmente no es mi favorita. Hablamos como no podía ser menos de Hallowed Be Thy Name.
El monólogo de un reo a punto de ser ejecutado en la horca a modo de oración es sin lugar a dudas uno de los mejores himnos de la historia del heavy metal, junto a otros clásicos como One de Metallica, Breaking the Law de Judas Priest, Paranoid de Black Sabbath o Holy Wars de Megadeth. Un medio tempo en el que Bruce Dickinson muestra todos sus registros como cantante, donde el bajo de Steve Harris guía a las melancólicas guitarras de Dave Murray y Adrian Smith mientras la batería de Clive Burr cobra una entidad casi eclesiástica para desembocar todo en una portentosa segunda mitad instrumentalmente perfecta rematado con unos agudos impresionantes del vocalista.
Así acaba el posiblemente mejor disco de heavy jamás compuesto, compartiendo este estantería con obras como Master of Puppets de Metallica, British Steel de Judas Priest o Paranoid de Black Sabbath. Tras The Number of the Beast la única banda de la NWOBHM que ha sobrevivido hasta la actualidad con su fama y reconocimiento intactos prosiguió su supremacía durante los años 80 con trabajos enormes como Piece of Mind o Powerslave, directos míticos como Live After Death, infravalorados álbumes de transición como Somewhere in Time, la que es mi obra favorita de los británicos titulada Seventh Son of a Seventh Son que es puro metal progresivo con temática conceptual o LPS que por mucho que quisieran volver a las raíces del conjunto (No Prayer For The Dying y Fear of The Dark) no ocultaban que Iron Maiden no pasaba por un buen momento.
Tras esto vendría la salida de Bruce Dickinson de la banda en 1993 (Adrian Smith lo hizo tres años antes) la llegada de Blaze Bailey (buen cantante, pero mala elección para el puesto por parte de Steve Harris que puso a un vocalista que no tenía nada que ver con el estilo Iron Maiden) la edición de discos como The X Factor o Virtual XI, lejos de la brillantez pero en cierta manera recuperables, y el regreso de de Dickinson y Smith en 1999 que dio pie a una nueva vida a la banda en la que editaron trabajos como el inmenso Brave New World (inspirado en el libro de Aldus Huxley) el magnífico Dance of the Death o los un poco acomodaticios y demasiado progresivos A Matter of Life and Death y The Final Frontier. Pero esa es otra historia.
Esta entrada 666 tenía que estar dedicada a la banda que me descubrió el género musical que marcó mi adolescencia y que sigo escuchando actualmente aunque todo esté inventado y los grupos grandes estén ya cerca de la jubilación. En 1999 pude verlos en mi primer concierto en Madrid y en 2008 me reencontré con ellos en la gira Somewhere Back in Time en la que sólo tocaron sus clásicos de los años 80 (aunque nos regalaron ese Fear of the Dark que es sin lugar a dudas el mejor tema que compusieron durante los 90). Los Maiden son especiales para mí, forman parte de mi vida y son como de la familia, con un poco de suerte (y economía desahogada) iré a verlos al Sonisphere de este 2013 si no se tuerce la cosa. Y recordad que el que tenga inteligencia calcule el número de la bestia, porque es número de hombre. Su número es seiscientos sesenta y seis.
La cuestión era comentar algo satánico por ser la entrada 666 y como ya hablé en su momento de La Profecía, La Semilla del Diablo y La Biblia Satánica pues mira, he tirado por música. Pero me apunto a lo de reivindicar discos impopulares.
ResponderEliminarOjo, esa lista de "discos clásicos" los he puesto porque son los que reivindica la inmensa mayoría como los mejores de esas bandas en concreto, pero fíjate tú, de Metallica mi favorito es Ride the Lightning (mi disco de heavy metal favorito de todos los tiempos) de Judas Priest prefiero el Screaming For Vengeance y sobre todo el Painkiller (posiblemente mi segundo disco favorito de heavy metal) al British Steel y de Black Sabbath prefiero el debut homónimo antes que el Paranoid. Pero mi intención era nombrar algunos de los discos reconocidos popularmente como los mejores, sin necesidad de que esté de acuerdo con ello.
este disco es una mierda, un coñazo y que bruce dickinson se saque las pelotas de ping-pong
ResponderEliminarpd: y conste que el vinilo (y los anteriores con p.dianno) debe andar todavía por casa de mi madre
Tú tienes oro en vinilo, canalla.
ResponderEliminarBruce Dickinson tiene unos dientes típicamente británicos, más feos que pegarle fuego a un orfanato. Algo malo tenía que tener ese prodigio de voz aunque fuera en el plano físico.
ja, jaa. de este lp en concreto debo tener hasta los singles; ya te dije alguna vez que, si lo quieres, te lo dejo todo en herencia; si un día te subes al norte tráete una saca.
ResponderEliminarHombre, me gustaría subir para conoceros a todos los asturianos zoneros, sería una reunión épica, tu guárdame la mercancía que yo la recibo en herencia con todo el amor del mundo.
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=1l7a9hK1tIo
es-pe-luz-nan-te el video de dickinson a lo johnny rotten
ResponderEliminarpor cierto, no me había fijado en la última foto, vaya cara de señoras mayores que se les han puesto a algunos