sábado, 14 de abril de 2012

Un Rostro en la Multitud, el ídolo de barro




Título Original A Face in the Crowd (1957)
Director Elia Kazan
Guión Budd Schulberg
Actores Andy Griffith, Lee Remick, Patricia Neal, Anthony Franciosa, Walter Matthau, Kay Medford, Burl Ives, Rip Torn





En 1957 tras la polémica Baby Doll el controvertido director norteamericano de origen griego Elia Kazan dirigió otra de sus cintas menos conocidas, pero no por ello carente de interés o hallazgos cinematográficos. Sin ser una de sus obras más logradas ni ser recordada como un clásico del séptimo arte es indudable que un largometraje como A Face in the Crowd no sólo no ha envejecido un ápice después de más de 50 años, sino que también se erige como una pieza perfectamente realizada en la que el director de Un Tranvía Llamado Deseo hace uno de los retratos más inmisericordes sobre los medios de comunicación jamás rodados.






Larry Rhodes (Andy Griffith) es un vagabundo que pasa la noche en la comisaria de una localidad de Arkansas. Con el fin de realizar un programa de radio llamado Un Rostro en la Multitud la locutora Marcia Jeffries (Patricia Neal) se introduce en el departamento del sheriff buscando testimonios reales. Larry será el personaje elegido y gracias a su carisma, naturalidad y a decir todo lo que piensa acabará convirtiéndose en un personaje (primero radiofónico y luego televisivo) que moverá a las masas de todo el país estadounidense que se verá rendido a los pies de "Lonesome" Rhodes, el nuevo ídolo de los medios de comunicación, la voz del pueblo.






Crítica furibunda a los medios de comunicación norteamericanos a finales de la década de los 50 con la que Elia Kazan hace un retrato bastante oscuro y pesimista no sólo de las televisión de la época, sus programadores o los presentadores, sino también del ciudadano medio estadounidense que se deja sorber el cerebro en cuanto ve en televisión a un personaje con el que empatizar a un nivel de personalidad y clase social aunque el tipo sea un machista, inculto y prejuicioso que finalmente es devorado por la fama y los excesos.






Uno de los grandes aciertos de la cinta es ver la evolución del personaje de "Solitario" Rhodes porque su imagen y trayecto vital son la viva imagen de lo fallido que es conceptualmente el mal llamado sueño americano. El personaje de un enorme (en todos los sentidos) Andy Griffith comienza su andadura en los medios primero como atípico locutor de radio y después como presentador de programas televisivos. Su espontaneidad, cercanía, risa estruendosa y aire bonachon permiten que una clase obrera se vea brutalmente identificada con él y le acabe mostrando su admiración.






Sus inicios en la televisión en los que no sabía ni como mirar directamente a la cámara, desprendiendo un tono entre inocente y bonachón se contraponen al magnate de los medios que mira por encima del hombro a una audiencia a la que tilda de estúpida y sumisa al final del metraje. Pero Kazan y su guionista Budd Schulberg van más allá y por medio del rol secundario de un senador hacen un retrato desalentador de cuanta influencia tienen los medios de comunicación a la hora de que el electorado elija a los hombres que gobernarán el país y sus propias vidas sin saber en realidad que están dando su voto a un indeseable.




Por otro lado enorme acierto por parte de los autores del film el no mostrar la bajeza moral del mundo de los medios de comunicación analizando sus entrañas o su modus operandi como corporación, sino reflejando cómo el poder y la fama pueden corromper a un hombre humilde, sin hogar, que subsistía mendigando dinero o comida transformándolo en poco tiempo en un déspota millonario que reniega de las personas que lo han convertido en lo que es y que no dejan de ser un reflejo de su anterior posición social que tan pronto parece haber olvidado.




Independientemente de su comparecencia durante la caza de brujas y la execrable delación de compañeros por su parte, es innegable que Elia Kazan es uno de los directores más importantes de la historia del cine, autor visionario en ocasiones, adelantado a su época casi siempre, con Un Rostro en la Multitud lanzó un aguijonazo al mundo de la televisión (como 7 años antes había hecho Billy Wilder con su inconmensurable El Crepúsculo de los Dioses al del cine,) cuyo eco reverberaría en otras obras posteriores y tan dispares que trataban centralmente el mismo tema (el poder y la corrupación de los mass media) como fueron Network: Un Mundo Implacable de Sidney Lumet en 1976 y Asesinos Natos (Natural Born Killers) de Oliver Stone en 1994.





Gracias a su excelente reparto con secundarios como Patricia Neal, un magnífico Walter Matthau que hace de voz de la conciencia en el relato, Tony Franciosa y una guapísima Lee Remick que debutaba en el cine, al incisivo guión de Budd Schulberg y la realización ajustada y hasta romperdora en ocasiones (esos dibujos animados) de Elia Kazan, A Face in the Crowd se puede y debe considerar como una obra a redescubrir que mantiene su mensaje y frescura intactos después de medio siglo de su estreno, por tratar un tema tan brutalmente actual que nunca pasará de moda, por desgracia para nosotros y nuestra salud mental.


2 comentarios:

  1. ¡Excelente crítica, coincido totalmente con ella! Ayer vi la película por pura casualidad en TCM, uno de esos canales que pasan las películas en formato para televisión y quedé tan gratamente sorprendido que en este momento la estoy descargando de internet y leyendo cuanta crítica de la película encuentro, siendo esta una de las mejores.

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  2. Pues muchas gracias Phamtom2040.

    Lo cierto es que es una de las películas de Kazan menos conocida, pero también de las más ácidas, críticas e iconoclastas, merece muchísimo la pena. En cuanto la vea en dvd a buen precio me haré con ella porque es una pieza de verdadera calidad.

    Un saludo.

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