Título Original La Vie d'Adele (2013)
Director Abdellatif Kechiche
Guión Abdellatif Kechiche y Ghalia Lacroix, basado en el cómic de Julie Maroh
Reparto Adèle Exarchopoulos, Léa Seydoux, Salim Kechiouche, Mona Walravens, Jeremie Laheurte, Alma Jodorowsky, Aurélien Recoing, Catherine Salée, Fanny Maurin, Benjamin Siksou, Sandor Funtek, Karim Saidi
Glénat Editions publicó en 2010 Le Bleu Est Une Couleur Chaude, la primera bande desinée escrita e ilustrada por la autora francesa Julie Maroh (Lens, 1985). Alabado por crítica y público El Azul Es Un Color Cálido, como fue titulado en España cuando lo editó Dibbuks en marzo del mismo año de su publicación, se convirtió en un cómic alabado por la crítica y respaldado por los lectores que llegó a ganar el premio del público en el Festival Internacional del Cómic de Angouleme. Su historia sigue los pasos de una adolescente llamada Clementine viendo cómo toda su existencia y sistema de valores se tambalean y convulsionan al enamorarse perdidamente de Emma, una chica de pelo azul que le descubre un nuevo mundo repleto de amor, pasión, desencanto, culpa y redención. El trabajo de Julie Maroh, de contrastadas reminiscencias autobiográficas, es un preciosista, tierno y desgarrador relato romántico entre dos mujeres que mantuvieron su relación sentimental casi en la clandestinidad durante diez años por culpa de una sociedad prejuiciosa, la francesa de mediados de los 90, que miraba con malos ojos a dos personas del mismos sexo amarse libremente. Mientras Clementine carga con la culpa de no sentirse atraída por los hombres, Emma le enseñará que no hay nada de malo en entregarse sin miramientos a alguien, independientemente de su sexo, y a reivindicar los derechos de las personas homosexuales. Una pequeña obra maestra repleta de verdad en su narración y candidez en su trazo.
Tres años después de la publicación de El Azul Es Un Color Cálido, concretamente el 27 de mayo de 2013, una película titulada La Vida de Adèle gana de manera unánime la palma de oro del Festival Internacional de Cannes después de haber dejado sin aliento a público y prensa especializada. El film, co escrito y dirigido por el cineasta francés de origen tunecino, Abdellatif Kechiche, y protagonizado por dos jóvenes actrices llamadas Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux, adaptaba el cómic de Julie Maroh. Tras su exitoso paso por la Croisette francesa su carrera internacional mantuvo una tónica parecida recibiendo nominaciones y galardones en todo tipo de certámenes cinematográficos que destacaban la enorme labor de su dúo protagonista, la naturalidad y explicitud con la que estaban rodadas las escenas de sexo y el desgarrador retrato que ofrecía sobre el amor. Aunque no todo fueron parabienes, ya que la obra también encontró el rechazo o la indiferencia de sectores del público, entre ellos la misma autora del cómic que siempre ha tenido una relación de amor odio con el largometraje, viéndolo como la fantasía de un cineasta heterosexual incapaz de comprender la perspectiva que ofrecía la historia en viñetas. A este tema volveremos un poco más tarde porque resulta harto interesante, controvertido y digno de debate.
Cuando La Vida de Adèle termina y los títulos de crédito finales comienzan a desfilar por la pantalla en los referidos al guión, escrito por el mismo Abdellatif Kechiche y su esposa, la multifacética Ghalya Lacroix, podemos leer un claro “inspirado libremente en la novela gráfica El Azul es Color Cálido“, afirmación nada baladí si tenemos en cuenta los notables cambios con respecto a la historia que Julie Maroh nos narró en viñetas. Para empezar es inevitable reparar en el detalle de que la protagonista del film tiene el nombre de la actriz que la interpreta, Adèle, no Clementine, toda una declaración de principios con respecto a la implicación de la intérprete con su papel. En cuanto a la estructura el cómic este estaba narrado a través de flashbacks por medio del diario personal de Clementine, que era leído por Emma, ejerciendo así como una voz en off. En la obra en papel también se reincidía en la negativa del personaje principal a admitir su sexualidad o al rechazo de sus padres cuando descubren su relación con Emma, algo abordado de manera superficial en la obra cinematográfica. También se elimina de la ecuación a Sabine, la pareja de Emma que en el film sólo tiene presencia cuando las dos chicas se conocen para más tarde no volver a aparecer, mientras en el relato de Julie Maroh tenía un rol bastante más relevante. Por último mencionar que el desenlace de El Azul Es Un Color Cálido no tiene nada que ver con el de La Vida de Adèle, siendo los dos tristes de distinta manera, pero más tremendista el del cómic.
Ya adentrándonos en una perspectiva puramente cinematográfica es inevitable destacar la enorme calidad de La Vida de Adèle en todos y cada uno de sus apartados. El largometraje de Abdellatif Kechiche se revela de cara al espectador como un retrato desnudo y despojado de cualquier artificio a la hora de abordar y diseccionar todas las etapas de una relación sentimental. Como ya hemos apuntado, la película, a diferencia del cómic, no centra su atención en el rechazo social que los personajes principales pudieran experimentar de cara a sus familiares y amigos, de manera que también elude algunos lugares comunes relacionados con el cine de temática LGTBIQ que, por otro lado, se ciñen a una terrible realidad que no podemos eludir. De esta manera Abdellatif Kechiche y Ghalya Lacroix usan como epicentro el desarrollo de la interacción emocional entra Adèle y Emma, sin necesidad de añadir más subtramas a modo de complemento que, eso sí, comienzan a hacer acto de presencia en la recta final del film de manera totalmente justificada. Lo bien estructurado que está el libreto consigue no sólo que las tres horas de metraje que componen los dos capítulos en los que se divide la película no se hagan en ningún momento plomizas, sino que el tiempo transcurrido a lo largo de la historia, abarcando varios años, se antoje realista y orgánico.
La puesta en escena de Abdellatif Kechiche se sustenta principalmente en el uso continuado del primer plano como recurso visual y emocional, permitiendo al espectador experimentar la sensación de atravesar la pantalla e implicarse de manera empática, sobre todo, con el personaje de Adèle al que da la sensación de que, al terminar la película, hemos llegado a conocer de manera íntima gracias a una cámara que llega incluso a invadir el espacio vital de la actriz. A este respecto es de recibo hacer una parada en las famosas secuencias de sexo, siendo la primera de ellas de ocho minutos de duración. Es ineludible que en algunos momentos la explicitud y la perspectiva realista de las situaciones íntimas compartidas por Adèle y Emma nos hacen pensar en una innecesaria delectación en sus cuerpos y actos de naturaleza sexual, delatando la mirada masculina que se sitúa detrás del objetivo. Pero no es menos cierto que estos pasajes y su localización estratégica a lo largo del metraje no sólo están justificados, sino que ayudan al espectador a adentrarse en la psique de los dos personajes que, por otra parte, exhalan pura magia en los momentos “post-coitales” en los que se acentúa la presencia de Ghalya Lacroix, la mirada femenina a la que seguramente debamos los más notables hallazgos en el guión y, posiblemente, la realización de La Vida de Adèle.
Más allá de todas las alabanzas a Abdellatif Kechiche y Ghalya Lacroix por su tratamiento narrativo y visual es ineludible o una verdad casi absoluta que La Vida de Adèle no alcanzaría ni el 40% de su eficiencia sin su pareja de actrices protagonistas. Posiblemente hasta el estreno de esta obra no se veía en pantalla una pareja con tanta química desde los tiempos de Brokeback Mountain (Ang Lee, 2005) en cuanto dramas románticos se refiere. Si por separado Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux ejecutan una labor superlativa a la hora de componer las criaturas en las que se transforman como actrices, cuando ambas comparten plano saltan chispas, y no sólo en las ya citadas secuencias sexuales, sino en los pasajes más calmados construídos mediante los diálogos, las miradas cómplices o la inclinación por el pequeño detalle encontrando la mejor versión de sí mismos cuando el amor empieza a desgastarse y los problemas de pareja a devorarlo todo. Si bien es cierto que la hija del productor Michel Seydoux enamora a la cámara dando vida a esa arrolladora fuerza de la naturaleza que responde al nombre de Emma, es la Adèle de la actriz homónima la que devora cada encuadre con un personaje complicado que ella insufla de matices, abriéndose en canal sin cargar las tintas en lo dramático, pero emocionando y acometiendo con una profesionalidad impropia de su edad la evolución de adolescente alienada a mujer adulta herida de amor que nunca podrá olvidar la calidez de ese azul que le cambió la vida para siempre.
Sin alcanzar ribetes de obra maestra o clásico intemporal sí podemos afirmar sin demasiada controversia que La Vie d’Adèle puede compartir podio con Camino a la Perdición (Sam Mendes, 2002), Una Historia de Violencia (David Cronenberg, 2005), Persépolis (Marjane Satrapi, Vincent Paronnaud, 2007) u Old Boy (Park Chan-wook, 2002), algunas de las mejores películas jamás rodadas inspiradas en cómics no adscritos al género superheróico. Desgraciadamente el buen recuerdo de una producción tan remarcable como esta se vio ensombrecida con el tiempo debido a su máximo resonsable. Poco después de su estreno internacional las actrices Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux afirmaron que Abdellatif Kechiche se había extralimitado en su labor como director presionando a ambas hasta crear en ellas un malestar psicológico y vulnerabilidad emocional que, según él, estaban justificados si quería sacar lo mejor de las dos intérpretes, las mismas que afirmaron nunca volver a trabajar bajo sus órdenes. Por otro lado la fama de lascivo del cineasta se acentuó notablemente con el estreno de su díptico Mektoub: My Love, acusado de ser un proyecto cuya única misión era cosificar hasta lo denunciable el cuerpo femenino durante siete interminables horas de metraje, y por una acusación de agresión sexual a una mujer de 29 años durante una fiesta. Otro caso más de abuso de poder a los que desgraciadamente nos estamos acostumbrando y no sólo en el medio cinematográfico.
Reseña publicada originalmente en Zona Negativa.
ResponderEliminarhttps://www.zonanegativa.com/zncine-critica-de-la-vida-de-adele-de-abdellatif-kechiche/