Título Original The Return of Swamp Thing (1989)
Director Jim Wynorski
Guión Neil Cuthbert, Grant Morris, basado en el cómic de Len Wein y Bernie Wrightson
Reparto Louis Jourdan, Heather Locklear, Sarah Douglas, Dick Durock, Joey Sagal, Ace Mask, Monique Gabrielle, RonReaco Lee, Daniel Emery Taylor, Ralph Pace, Timothy Birch, Alex Van
Si el estreno de La Cosa del Pantano (Wes Craven 1982) impulsó la reinvención de los cómics del personaje homónimo el enorme éxito de la etapa escrita por Alan Moore seguramente fuera el catalizador para que en 1989 las productoras Lightyear Entertainment y Batfilm Productions, por aquel entonces propietarias de los derechos cinematográficos del pantanoso superhéroe creado por Len Wein y Bernie Wrightson, decidieran estrenar una secuela del film primigenio. Para esta segunda parte sus máximos responsables decidieron no sólo prescindir de casi todos los profesionales detrás de la anterior entrega, sino también acometer dicha continuación con un tono diametralmente opuesto al ofrecido por el director de El Sótano del Miedo (The People Under the Stairs) o Vuelo Nocturno (Red Eye). En esta ocasión se encargaron del guión Neil Cuthbert y Grant Morris, de la dirección un viejo conocido de la serie B como Jim Wynorski y en el reparto destacaban Heather Locklear, Sarah Douglas, Joey Sagal o Louis Jordan y Dick Durock, estos últimos repitiendo como el Doctor Anton Arcane y la Cosa del Pantano respectivamente. El 12 de mayo de 1989 The Return of Swamp Thing se estrenaba en cines no consiguiendo recaudar a nivel mundial mucho más de 270.000 dólares, un fracaso de crítica y público olvidado en la actualidad que, contra todo pronóstico, vamos a intentar revindicar, de algún modo, en la siguiente entrada.
“Un cruce entre La Tienda de los Horrores y El Increible Hulk con un ligero toque de Hairspray” rezaba una de las reseñas de El Regreso de La Cosa del Pantano utilizada en la promoción del largometraje. Dicha cita, más o menos atinada, dejaba claro que el tono de esta nueva propuesta cinematográfica centrada en el personaje de DC Comics, que años después pasaría a formar parte del catálogo de la línea Vertigo, tenía poco o nada que ver que la ideada por Wes Craven en la primera película estrenada en 1982. De esta manera se evidencia que los productores de la obra tenían la intencionalidad de diseñar un acercamiento a la Cosa del Pantano más dirigido a todos los públicos aunando acción, intriga y comedia. Por ello, desde el minuto uno, queda claro que los guionistas Neil Cuthbert y Grant Norris junto al director Jim Wynorski van a dejar de lado la fidelidad a las viñetas para construir una pieza ligera y alejada de cualquier lectura dramática en la que incluso se incluirán varias señas de identidad adheridas al celuloide dirigido a toda la familia.
La trama de The Return of Swamp Thing da inicio cuando Abigail Arcane (Heather Locklear) viaja a los pantanos de Florida tras la misteriosa muerte de su madre. Allí se encontrará con su padrastro, el resucitado Doctor Aton Arcane (Louis Jordan) que ayudado por la Doctora Lana Zurrell (Sarah Douglas) el Doctor Rochelle (Ace Mask) y Gunn (Joey Sagal), el líder táctico de su grupo de mercenarios, ha creado en su laboratorio un ejército de monstruosidades utilizando tanto a animales como a humanos a modo de conejillos de indias con el único fin de dar con una fórmula que le permita revertir los efectos del envejecimiento. Lo que el Doctor Arcane no sabe es que su hijastra intentará detener sus planes con la inestimable ayuda de Alec Holland, la Cosa del Pantano (Dick Durock), que sigue merodeando las inmediaciones de la localidad, mientras entre ambos da inicio una peculiar historia de amor. A Abigail y la Cosa del Pantano se suman otros personajes como Darryl (Daniel Emery Taylor) y Omar (RonReaco Lee) dos niños de la zona amantes de los cómics que intentando ayudar a los protagonistas les producirán más de un quebradero de cabeza.
Lo primero que llama la atención de El Regreso de la Cosa del Pantano con respecto a su predecesora en lo referido al apartado técnico es el notable salto cualitativo de los efectos de maquillaje. Lo decimos no sólo porque la caracterización del protagonista sea mucho más elaborada y se acerque más a las de los cómics que la ofrecida por Wes Craven y sus colaboradores en el film original de 1982, sino también por el diseño de todas las criaturas monstruosas y deformes que habitan el laboratorio del Doctor Anton Arcane. Aberraciones científicas en las que animales y humanos se fusionan como si hubieran sido cobayas del Doctor Seth Brundle del brillante remake que David Cronenberg realizó de La Mosca sólo tres años antes. Además del elaborado uso del maquillaje la feliz inclusión de animatrónicos añade una pátina de sadismo y crueldad a las aberraciones genéticas creadas por el equipo de expertos dirigido por el villano al que da vida Louis Jordan, heredera directo de la serie B y los films protagonizados por los clásicos mad doctors jugando a ser Dios.
Otro apartado en el que esta secuela supera a su predecesora es en el de las numerosas secuencias de acción. Ya recordamos en la reseña de la película de 1982 que a pesar del carácter voluntarioso de Wes Craven detrás de las cámaras las escenas de persecuciones, tiroteos o explosiones delataban el poco presupuesto invertido en el proyecto acentuándose exponencialmente en un clímax final de vergüenza ajena. En cambio, en esta continuación no sabemos si fue el mismo director, Jim Wynorski, el encargado de estos pasajes o si delegó responsabilidades en la segunda unidad, pero el resultado es mucho más dinámico, potente y elaborado que en la cinta dirigida por el autor de la saga Scream. Posiblemente también tengan algo que ver los veinte millones de dólares con los que contó esta segunda parte en contraposición a los paupérrimos dos millones de los que dispuso su predecesora, pero es ineludible que a nivel de puesta en escena y apartado visual la obra que nos ocupa es muy superior a la primera adaptación a la pantalla grande de las aventuras en viñetas de nuestro amigo Swampy, sin por ello destacar en manera alguna un acabado estético que tampoco es nada del otro mundo.
Hasta aquí llegan los elogios hacia El Regreso de La Cosa del Pantano, porque a nivel de tono y en lo referido a si es una adaptación fiel o coherente de los cómics el giro hacia lo cómico y digerible para todos los públicos convierte el film en un desastre sin pies ni cabeza que nada tiene que ver con el personaje de DC creado por Len Wein y Bernie Wrightson. La hibridación entre cinta de acción con pinceladas de terror y comedia no funciona en ningún momento, no sólo porque la combinación de las dos vertientes genéricas carece de armonía o un desarrollo orgánico, sino porque el humor que sobrevuela toda la obra es entre ineficaz y penoso. Desde la insulsa, y algo enfermiza, relación emocional que surge entre Abigail y la Cosa del Pantano, pasando por la despersonalización de este último que no para de lanzar chascarrillos casposos arrancando de una tacada el tono melancólico de la contrapartida en papel del personaje en las viñetas que Wes Craven supo extrapolar con fidelidad en su película y llegando a los dos insoportables niños introducidos a martillazos como innecesaria descarga cómica, otra más, todo es un fracaso a la hora de idear un producto para toda la familia que, lógicamente, fracasó a la hora de encontrar un tárget concreto que pudiera consumirlo como obra audiovisual.
Un protagonista haciendo chistes y levantando el pulgar mirando a cámara, monstruos que parecen salidos de una película de terror atómico de los 50, actores disfrutando al interpretar a personajes insulsos que no se creen en ningún momento, un humor que en ocasiones nos incita a echarnos las manos en la cabeza y un clímax final en el laboratorio a modo de homenaje al subgénero kaiju ejemplifican el espíritu de un producto tan vergonzoso como disfrutable. El Regreso de la Cosa del Pantano es un placer culpable con todas las de la ley, un proyecto que acierta allí donde fallaba su predecesora y que fracasa donde aquella cumplía con su trabajo. Tras ella la Cosa del Pantano no volvió nunca a la pantalla grande, pero sólo un año después de su estreno internacional continuó sus andanzas en una serie de televisión en imagen real emitida por la cadena USA Network que duró la friolera de tres temporadas y 72 episodios y otra de animación truncada a la quinta entrega por el escaso éxito de audiencia que consiguió. Puede que en un futuro hablemos de ambos productos para abarcar todas las adaptaciones audiovisuales de nuestro amigo Swampy, pero por ahora vamos a dejarlo dormir el sueño de los justos, el descanso es más que merecido.
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