Título Original Stephen King's The Shining (1997)
Director Mick Garris
Guión Stephen King, basado en su propia novela
Reparto Steven Weber, Rebecca De Mornay, Courtland Mead, Melvin Van Peebles, Wil Horneff, Elliott Gould, John Durbin, Stanley Anderson, Pat Hingle, Cynthia Garris, Mickey Giacomazzi, Tomas Herrera, Tim Perovich
En el año 1997 el escritor Stephen King y el director Mick Garris ya habían colaborado estrechamente en dos adaptaciones de los textos del autor de Rabia o La Larga Marcha. Primero lo hicieron con Sonámbulos, una novela inacabada de King convertida por él mismo en el guión original sobre el que se sustentó esta cinta de terror centrada en una madre (Alice Krige) y su hijo (Richard Krause) pertenecientes a una estirpe de criaturas con aspecto felino y practicantes de incesto que se alimentaban de la energía vital de los seres humanos, concretamente de la de Tanya (Mädchen Amick). Se trataba de una cinta violenta, alocada y anárquica repleta de cameos de iconos del cine fantástico y de terror (Mark Hammill, Clive Barker, Tobe Hooper, Joe Dante, John Landis) muy denostada en su época, pero con notable encanto. Después aunaron fuerzas en un proyecto mucho más ambicioso como fue llevar a formato televisivo una de las novelas más descomunales del autor de Maine. Apocalipsis (The Stand) conoció una muy digna y competente traslación audiovisual a modo de miniserie de cuatro episodios. Gary Sinise, Molly Ringawald, Ray Walston, Laura San Giacomo, Ruby Dee, Ossie Davis, Miguel Ferrer, Corin Nemec, Matt Frewer, Rob Lowe o un inolvidable Jamey Sheridan en la piel del diabólico Randall Flagg ofrecieron una fiel versión del extenso libro que, una vez más, King se ocupó de adaptar para la pequeña pantalla. De manera que para entonces la relación personal y profesional de ambos autores estaba más que afianzada.
El buen feeling entre la pareja y, sobre todo, lo contento que King quedó con la miniserie de Apocalipsis seguramente fueron los motivos por los que el novelista depositó en Garris la responsabilidad de dirigir otra miniserie para el medio televisivo, en esta ocasión una convertida en deuda pendiente para el marido de Tabitha King. El Resplandor, su famosa novela adaptada, de manera muy sui generis, por el gran Stanley Kubrick y tansformada en un clásico del cine de terror iba a conocer una nueva versión a manos de su propio creador con el respaldo de Warner Bros, poseedora de los derechos del célebre trabajo literario. Jack Nicholson, Shelley Duvall y Danny Lloyd iban a ser sustituidos por Steven Weber (Por Trece Razones) Rebecca de Mornay (Jessica Jones) y Courtlan Mead (Hellraiser 4) a los que sumarían Melvin Van Peebles, Elliot Gould, Pat Hingle, Stanley Anderson o John Durbin entre otros. De todos ellos el trabajo más complicado lo tenía Weber, ya que debía afrontar el desafío de interpretar a un personaje al que en su primera encarnación le dio vida un titán como Jack Nicholson, pero a eso volveremos un poco más tarde.
Uno de los primeros síntomas que convertían esta nueva versión de la famosa novela en una obra en la que King tenía todo el control creativo es que su nombre acompañaba al título de la miniserie. Stephen King’s The Shining se ceñía tanto a lo acontecido en el libro original que hasta el Overlook utilizado en su producción es el Hotel Stanley de Estes Park, Colorado, el auténtico edificio que inspiró a King a la hora de escribir la historia de la famila Torrance y cuya fachada es usada para los planos exteriores de esta nueva El Resplandor. Tomando como partida ese detalle de vital importancia King escribió un guión dividido en tres partes, porque ese era el número de episodios del que constaba la miniserie, en el que recuperaba todo aquello que Stanley Kubrick había desechado para su película de 1980 convirtiendo así esta nueva adaptación en un trabajo escrupulosamente fiel a la palabra escrita, con todo lo bueno y malo que ello implica. Una vez el libreto estaba listo Mick Garris, sus actores y el equipo técnico se pusieron manos a la obra con el rodaje.
La versión de 1997 de El Resplandor es un producto meritorio en no pocos aspectos y eso que fue gestado y estrenado poco antes de que series como Oz o Los Soprano, ambas de HBO y por tanto también de Warner Bros, dieran el pistoletazo de salida a lo que hoy se conoce como la Nueva Edad Dorada de la ficción televisiva estadounidense. Desde el minuto uno se percibe el dinero invertido por los productores para llevar a buen puerto el deseo de Stephen King de realizar la adaptación más fiel posible de su propia novela. Los tres episodios en los que se divide el proyecto suman unas cuatro horas de metraje que en ningún momento se hacen plomizas o aburridas y eso es gracia a la labor de un artesano curtido en mil batallas como Mick Garris. El creador de Masters of Horror nunca ha facturado grandes producciones cinematográficas o televisivas, de hecho en no pocas ocasiones ha bordeado una más que contrastada mediocridad. Pero, de la misma manera que Frank Darabont entiende perfectamente la letra del autor de Maine a la hora de llevarla a la pantalla grande, Garris hace lo propio cuando es el medio televisivo el receptor de dicho material literario.
El director de Piscosis IV: El Comienzo ejecuta una labor encomiable detrás de las cámaras construyendo una clásica historia de casas encantadas apelando acertádamente a los lugares comunes propios del subgénero. La naturaleza sobrenatural del Overlook y los espíritus que en él habitan van haciéndose presentes de manera gradual, con un tempo bien dosificado aunque en ocasiones el director abuse del recurso de mover objetos cuando los personajes han abandonado el encuadre. Garris apela a una puesta en escena elegante y unos movimientos de cámara bien insertados que acrecientan la sensación de amenaza latente en el edificio supuestamente deshabitado. De su labor técnica sólo podemos desacreditar algunos recursos visuales como las apariciones de Tony levitando, que más que aterrar incitan a la risa, o lo obsoletos que han quedado los efectos digitales, ya bastante pobres cuando se estrenó la miniserie, por suerte no muy abundantes a lo largo del metraje. Más allá de eso y teniendo en cuenta las limitaciones conceptuales y narrativas que la pequeña pantalla proporcionaba por aquel entonces a sus autores Garris cumple su cometido de manera harto profesional.
El guión de Stephen King no deja nada en el tintero con respecto a la novela. Aquí profundizamos adecuadamente en los problemas de alcoholismo de Jack Torrance, en su truncada carrera como escritor y los episodios de malos tratos que protagonizó en el pasado volviendo cuando el Overlook comienza a dominar su psique. La mala relación del protagonista con Stuart Ullman, que no quiere a un “borracho” cuidando de su valioso hotel, la importancia capital en la trama de la caldera averiada que finalmente hará explotar el edificio o la relevancia de un personaje como Horace Derwent, el pervertido dueño del hotel, son muchas de las señas de identidad de la novela original que King consideraba necesarias para llevar a cabo una fiel traslación de la misma. Como es lógico hablamos de un producto para la televisión en abierto y por mucho que su calificación moral la convierta en una miniserie dirigida al público adulto esa personalidad sórdida, visceral y enfermiza que rara vez es llevada al medio audiovisual cuando se adaptan los escritos de King tampoco hace acto de presencia aquí aunque Mick Garris no escatima violencia e incluso cierto sadismo a la hora de ejecutar los pasajes en los que Jack Torrance trata de asesinar a su familia.
En cuanto al reparto un servidor opina que Steven Weber compone un Jack Torrance ejemplar, no sólo más cercano al de la novela de King, sino también alejado radicalmente del interpretado por Jack Nicholson en 1980. Evidentemente sería de necios comparar las dotes interpretativas de ambos actores, porque el protagonista de Infiltrados (The Departed) devoraría impunemente a su oponente. Pero es un hecho que la composición de Weber sí muestra de manera clara y gradual la caída en la locura de un buen hombre superado por los acontecimientos y con la sombra del alcoholismo siempre sobrevolándole. Su inmersión en el papel es cada vez más intensa y cuando su personalidad finalmente deriva en un homicida cuya única intención es matar a su mujer y entregar su hijo a los espíritus del Overlook da lo mejor de sí mismo. Para el que suscribe Steven Weber es lo mejor de esta versión de El Resplandor y siempre he lamentado que a un profesional con tanto talento como él nunca le hayan ofrecido un papel protagonista con el que pudiera demostrar su valía. Como muchos otros actores que han interpretado a personajes nacidos de la literatura del autor de La Niebla Weber reincidió apareciendo en las adaptaciones de Desesperación, de nuevo bajo las órdenes de Mick Garris, y en un episodio de la serie de televisión inspirada en la recopilación de relatos Pesadillas y Alucinaciones.
Rebecca De Mornay da la réplica muy dignamente a Steven Weber componiendo una Wendy Torrance que también se acerca a la retratada por Stephen King en la novela original asumiendo un rol mucho más activo a la hora de defender la integridad física y psiológica de su hijo, Danny, frente a los arrebatos parricidas de su esposo. La nota negativa la pone el pequeño Courtland Mead, un repelente niño de voz irritante que a pesar de poner todo su esfuerzo por resultar creíble sólo transmite al espectador una terrible sensación de rechazo que casi nos hace desear su no supervivencia a la encrucijada familiar en la que se ve envuelto. Veteranos como Melvin Van Peebles, Elliot Gould o Pat Hingle o Stanley Anderson entre otros completan un reparto muy competente con caras conocidas del cine y la televisión. Como en otros producciones de Mick Garris, estén o no adaptadas de novelas de King, tenemos varios cameos entre los que podemos distinguir las caras de Sam Raimi, Frank Darabont, los mismos Garris y King o la inconfundible voz de Miguel Ferrer al que los fans irredentos de Twin Peaks siempre recordaremos como el inolvidable agente del FBI Albert Rosenfield.
Como era de esperar la vendetta personal de Stephen King contra Stanley Kubrick se resolvió con una clara victoria de este último, porque como dicta la lógica la versión del director de Senderos de Gloria o Barry Lyndon, a pesar de sus numerosas y molestas licencias con respecto al libro, está a años luz de la ideada por el escritor y su amigo Mick Garris. Con todo un servidor sigue recomendando encarecidamente esta más que competente miniserie de 1997 con la que podemos acercarnos a una perspectiva mucho más fiel a la fuente literaria original aunque su calidad como producto audiovisual no se adentre en ningún momento en los terrenos de lo excepcional y esté rematado con un innecesario y lacrimógeno epílogo. La colaboración entre Stephen King y Mick Garris continuó con nuevas traslaciones de sus textos al medio televisivo como más miniseries y tv movies tomando inspiración en trabajos del autor de Maine como Desesperación, Riding the Bullet o Un Saco de Huesos. Contra todo pronóstico esta no fue la última vez que el cine o la televisión recibieron la visita de algún miembro de la famulia Torrance. Porque en el presente 2019 Mike Flanagan se ocupó de adaptar a la pantalla grande Doctor Sueño, la secuela literaria de El Resplandor publicada por King seis años antes y de ella también hablaremos.
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