jueves, 7 de junio de 2018

Por Trece Razones: Temporada 1, crónica de una muerte anunciada



"Hola, soy Hannah. Hannah Baker. Así es. No toques ni ajustes lo que sea que estés usando para escucharme. Soy yo, en vivo y en estéreo. No daré más pases ni haré bises y, está vez, no aceptaré peticiones. Coge algo para picar y ponte cómodo porque estoy a punto de contarte la historia de mi vida. Precisamente la razón por lo que se terminó. Y si estás escuchando esta cinta… eres uno de los motivos…"




Todos los años la plataforma de streaming Netflix estrena un par de series nuevas que toman una notable repercusión popular llegando alguna de ellas a trascender el medio audiovisual en el que se encuadra. Sucedió con productos como House of Cards, Narcos o Stranger Things, siendo esta última la que más titulares copó después de su exitosa primera temporada. El pasado 2017 le tocó el turno a Por Trece Razones, producción basada en el exitoso best seller literario 13 Reasons Why escrito por el estadounidense Jay Asher, que contó con el respaldo de la cantante Selena Gómez ejerciendo, junto a su madre, de productora ejecutiva del proyecto. A pesar del destacable padrinazgo por parte de la estrella del pop es el dramaturgo Brian Yorkey la verdadera mente detrás de esta traslación a imágenes de la novela del autor de What Light convirtiéndose, al igual que su contrapartida literaria, en todo un triunfo de cara al gran público.




Por Trece Razones toma como punto de partida la llegada de un paquete anónimo a nombre del adolescente Clay Jensen (Dylan Minnette) que resulta contener en su interior siete cintas de cassette grabadas por Hannah Baker (Katherine Langford) una compañera de clase que se suicidó recientemente. A lo largo de esas grabaciones en audio, que han pasado de un amigo a otro a petición de Hannah, esta hablará de las personas a las que culpa de su suicidio y los trece motivos que le impulsaron a cometerlo. A lo largo de este proceso Clay será consciente de hechos que no conocía relacionados con la chica de la que estaba enamorado, conocerá perspectivas diferentes en referencia a situaciones que él percibió como inofensivas, asistirá al calvario que vivió Hannah y descubrirá la identidad de los verdaderos responsables de las desdichas que le incitaron a tomar la drástica decisión de quitarse la vida al no poder soportar la situación social y personal en la que se encontraba.




Vaya por delante que el simple hecho de abordar un tema como el bullying siendo una serie especialmente dirigida al público adolescente ya es una idea digna de elogio cuando este tipo de comportamientos se han convertido en uno de los problemas más destacados de nuestra sociedad. Que un producto catódico comercial perteneciente a la plataforma de streaming más famosa del mundo decida adaptar una obra literaria para convertirla en una serie que plantea ideas y argumentos interesantes sobre temas como el acoso escolar, los abusos sexuales o la marginación social es un necesario paso hacia delante dentro de la ficción de consumo masivo para las nuevas generaciones. El problema radica en que la mayor virtud de Por Trece Razones también se convierte en su mayor defecto, cuando su peculiar y muy acertada narrativa ocasionalmente devora la intencionalidad de la denuncia de su discurso.




La estructuración episódica de esta primera temporada hace que cada entrega equivalga a la cara de una de las siete cintas que Hannah Baker grabó para plantear sus trece razones. Debido a ello cada capítulo supone una parte de esos cassettes que el personaje de Clay Jensen se dedica a escuchar con su walkman. Más allá de algunas licencias dramáticas escasamente realistas (se antoja extraño que el protagonista no ceda ante el cargo de conciencia y busque expresamente la cinta dedicada a su persona para saber qué relevancia tuvo él en la decisión tomada por Hannah o si la tenía) esta decisión tomada por los guionistas comandados por Brian Yorkey, y que ya existía en el libro de Jay Asher, permite enriquecer la narración alternando presente y pasado por medio de flashbacks en los que iremos conociendo gradualmente qué sucedió durante aquellos meses en el instituto Liberty High y cambiando nuestra perspectiva de los personajes presentados en los primeros pasos de la temporada que no son lo que en principio parecían.




Pero, como hemos mencionado con anterioridad, no todo son parabienes con respecto a esta idea a la hora de acometer la historia que vertebra Por Trece Razones. El afán por no recurrir a una narración ortodoxa o lineal, la intención por entregarse a cierta complejidad caprichosa y a un nada disimulado efectismo que en ocasiones busca el impacto y la adhesión gratuita a géneros como la intriga o el thriller para enriquecer artificialmente la naturaleza del producto llegan no sólo a solapar el interesante subtexto que yace bajo la propuesta, sino en ocasiones hasta a exponerlo de manera equivocadamente superficial con el único fin de sorprender y atraer a cierto sector joven de la audiencia que no se sentiría tan identificado con la historia de Hannah Baker si no se recurriera a estos métodos puramente "millenial" con los que llamar su atención. Esto da como resultado la visión tergiversada que algunos adolescentes han asimilado a la hora de evaluar el mensaje de la serie en general y la decisión final de su protagonista en particular.




No hay nada romántico y heróico en la decisión de suicidarse por parte de Hannah Baker, Es cierto que el recurso de las cintas de cassette utilizadas como método de venganza por su parte para señalar a los culpables de su escarnio público tiene algo de idealizador y elegante, pero si alguien piensa que su elección fue correcta y su destino final el acertado está completamente equivocado. En este sentido me gustaría partir una lanza en favor de la serie, porque los guionistas se han ocupado de mostrar los pasajes más duros de la vida de Hannah en toda su crudeza, pero en ninguna circunstancia apoyan la idea del suicidio como una solución para escapar de esa tortura en la que se ve inmersa. De hecho si nos remitimos a la escena climática en la que tiene lugar el acto en concreto este es expuesto en pantalla de manera totalmente visceral, realista, aterradora. No hay belleza en esas imágenes, sólo dolor, muerte y la idea de que el personaje de Katherine Langford no debería haberse rendido ante sus agresores y sus dilemas vitales.




El relato centrado en el suicidio de Hannah Baker y el descubrimiento de lo acontecido en relación con dicho acto por parte de Clay Jensen gracias a las famosas cintas de cassette se antoja cercano e indentificable para distinto tipo de espectadores por varios motivos. Uno de los más importantes es la labor de escritura cuya responsabilidad recae en manos de Brian Yorkey y sus colaboradores, perfilando unos personajes reales, con los que podemos empatizar, en mayor o menor medida, y que a pesar de pertenecer a estereotipos más o menos reconocibles juegan a la ambigüedad con ellos y no sólo resultan competentes desde un punto de vista psicológico, sino que están abordados por un grupo de actores que ejecutan de manera muy adecuada su trabajo. Sería injusto destacar a algún interprete dentro del grupo de adolescentes o la parte del cast formada por los adultos (con gente como Derek Luke, Kate Walsh o Steven Weber) pero es de recibo mencionar la química entre un Dylan Minnette muy entregado a la causa como el protagonista y una angelical y sufrida Katherine Langford que enamora a cada encuadre que repara en su presencia dando vida a Hannah Baker.




Influenciada por la obra de autores como Gus Van Sant o Gregg Araki, no por casualidad este último dirige varios episodios de la temporada, propensos a retratar una etapa como la adolescencia alternando preciosismo y fatalidad en todas sus vertientes, aunque teniendo en cuenta que nos encontramos con un producto mucho más entregado a la comercialidad y a pesar de cometer algunos errores, su retrato de los docentes del Liberty High es un tanto reprobable en líneas generales, Por Trece Razones es una excelente serie merecedora de ser vista aunque sólo sea por el interesante debate al que predispone, pero más allá de eso tiene suficientes hallazgos y virtudes para ser tenida en cuenta. Después de lo planteado en esta primera temporada una segunda se antoja tan innecesaria como casi inviable, pero como era de esperar esta nueva tanda de episodios ya está disponible en Netflix. Una vez visto el primer capítulo sólo puede afirmar que hay ciertas ideas prometedoras y sobre todo una temática que puede dar mucho que hablar debido a varias conexiones con un vergonzoso caso real que durante varios meses ha recibido la atención de los medios de comunicación españoles.




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