jueves, 31 de mayo de 2018

Love, trois sont la foule



Título Original Love (2015)
Director Gaspar Noé
Guión Gaspar Noé
Reparto Karl Glusman, Aomi Muyock, Klara Kristin, Benoît Debie, Vincent Maraval, Gaspar Noé,  Juan Saavedra, Déborah Révy, Ugo Fox





Gaspar Noé, nacido en argentina y afincado en Francia, es uno de los cineastas más polémicos e incorfomistas del panorama cinematográfico internacional de los últimos veinte años. Con sólo cinco largometrajes en su haber y levantando ampollas ya desde su ópera prima Solo Contra Todos, basada en un mediometraje de su propia autoría titulado Carne, con la que abordaba temas como la violencia, el incesto, el racismo o los abusos a menores Noé dio prematuras muestras de ser un narrador con un inquebrantable afán por escandalizar, revolver conciencias o estómagos y mostrar lo mejor y lo peor que habita en el alma humana. La brutal Irreversible y la experimental Enter the Void lo confirmaron como un maestro de lo malsano y la atmósfera opresiva, desafiando a los espectadores con cada nuevo proyecto y adentrándose en terrenos poco o nada transitados en una cinematografía como la europea tan dada a la autoindulgencia y el academicismo no siempre bien entendido.




En el año 2015 presentó su cuarto largometraje, Love, fuera de concurso en el festival de Cannes y allí sucedió algo impropio en su cinematografía. Su propuesta fue recibida con una notable tibieza por publico y prensa especializada, algo impensable si nos referimos a su tres primeros trabajos que pasaron por la croisette haciendo un enorme ruido. La ausencia de escándalo y ríos de tinta con respecto a su penúltima creación se debieron a que más allá de su naturaleza de "cine pornográfico con pretensiones" no se regodeaba en un ideario predispuesto a disgustar a distinto tipo de espectadores como había hecho en ocasiones anteriores. Lejos quedaban los deseos, entre la seriedad y la ironía, por parte del cineasta Raul Ruiz de aplicar la "pena de muerte" a Noé después de ver Irreversible en el festival francés o las numerosas deserciones a lo largo de la proyección de Enter the Void cinco años después en el mismo emplazamiento. Con Love el autor de Sodomites forjaba su film más convencional, aunque dicha afirmación debe ser matizada y a continuación lo haremos.




Al igual que el danés Lars Von Trier, otro autor propenso al escándalo, con Nymphomaniac Gaspar Noé llevaba años pensando sacar adelante una película con escenas de sexo reales, ya que en varios de sus films previos había experimentado con dicha temática, sin caer en ningún momento en la pornografía, pero sí bordeándola. Love es la culminación de ese proyecto y para sacarlo adelante el argentino decidió rodarlo en 3D y contratar los servicios de tres actores prácticamente desconocidos que darían forma al triángulo amoroso sobre el que se sustentaría el argumento propuesto por el largometraje. El resultado es una pieza irregular cuyas ínfulas artísticas y narrativas no están a la altura del planteamiento estético y autoral que propone el hijo del pintor Luis Felipe Noé, ejecutando así la que posiblemente sea su cinta menos lograda y satisfactoria, aunque no por ello carente de interés o hallazgos que justifiquen su visionado.




La trama de Love no plantea mayores complicaciones. El día de año nuevo que Murphy (Karl Glusman) está pasando con su esposa Omi (Klara Kristin) y su hija pequeña recibe la llamada de Nora, la madre de su anterior novia, Electra (Aomi Muyock) con la que vivió una apasionada relación sentimental y a la que abandonó por su actual pareja al quedar esta encinta tras un escarceo sexual. Solo en su apartamento Murphy recordará los mejores y peores momentos de la etapa de su existencia compartida con Electra y cómo la irrupción de Omi, llegando esta a compartir cama con ambos en sus inicios, truncó el futuro en común con la mujer más importante de su vida. Como puede verse este argumento no se aleja demasiado del planteado por cualquier drama romántico prototípico, su mayor flaqueza que más tarde expondremos, pero la intención de Gaspar Noé es abordarlo de la manera más realista y cercana posible y desde su perspectiva el mejor modo de hacerlo es incluyendo escenas de sexo reales con el trío de protagonistas implicados.




Vaya por delante que el mayor logro de un trabajo como Love es, a diferencia de otras películas que incluyen sexo explícito en su metraje sin adscribirse de manera ortodoxa al cine dirigido a adultos, que dichas secuencias funcionen en el contexto de la historia planteada y a un nivel estético y primario. Se antoja ineludible la sensualidad que dichos pasajes transmiten gracias a la entrega del trío de actores que las interpretan, aunque son Karl Glusman y Aomi Muyock los que más metraje gráfico protagonizan, y sobre todo a un Gaspar Noé ofreciendo todo su conocimiento estilístico para que cada coito, masturbación, eyaculación u orgasmo sean capturados de manera orgánica, cercana, cálida. No hay aquí una visión gélida o distante a la hora de mostrar el sexo y sólo en un par de ocasiones se excede visualmente con el mismo para alardear del innecesario y caprichoso 3D que está totalmente fuera de lugar en un producto como este cuya naturaleza es eminentemente emocional.




A un nivel narrativo la explicitud de dichos pasajes también aportan cierta profundidad y desarrollo a las historias compartidas por el trío de personajes principales. La intención de Noé, a diferencia de la de sus tres films previos a Love, no es escandalizar o sacudir al espectador, sino convertir el sexo real en una parte más de la relación sentimental que comparten sus criaturas, con la idea de que la platea lo vea como algo normal, acentuando así la inmersión que el espectador experimentará una vez se haga cómplice del relato que vertebra el largometraje. El argentino consigue en casi todo momento que la "pornografía" enriquezca y complemente el romance entre Murphy y Electra y cómo este se ve truncado con la aparición de Omi. De hecho el cineasta y guionista está tan obsesionado con la idea de convertir la sexualidad en parte inherente del discurso de su propuesta que decide abordarla de manera más sucia, lasciva y superficial en la parte del metraje en la que la relación entre los protagonistas comienza a tambalearse por culpa de los excesos, el adulterio y el egoismo, como se ve en la escena que tiene lugar en ese local de intercambio muy similar al pub Rectum de Irreversible.




Desde esta perspectiva el autor del film consigue lo que parecía más difícil, justificar la inclusión de sexo real en la trama del mismo. En cambio falla en lo que pudiera parecer más sencillo, mostrar una historia de amor que no caiga en lugares comunes, tópicos y estereotipos manidos hasta lo extenuante. Por desgracia debajo de su atípica intencionalidad estética y conceptual Love no deja de ser un drama romántico visto mil veces en ocasiones previas y con resultados mucho más eficientes. El uso caprichoso de una voz en off que aparece y desaparece sin previo aviso para remarcar obviedades y hacer un uso de monólogos introspectivos cuya prosa es cuestionable en lo referido al uso de la metáfora o la hipérbole menoscaban las virtudes audiovisuales aportadas por un Gaspar Noé que lo da todo desde el punto de vista de la realización, pero que no innova un ápice en cuanto a una escritura en la que tampoco utiliza filtro alguno a la hora de engrandecer su ego por medio de varios apuntes autobiográficos introducidos de manera bastante forzosa.




Unos párrafos más arriba mencionábamos la entrega de los actores a la hora de afrontar las numerosas y complicadas escenas sexuales. De esta manera con respecto a mostrar carnalidad o sensualidad los tres acometen con profesionalidad y riesgo su labor, más si cabe siendo jóvenes con no mucha experiencia en el medio. El problema reside en que ninguno de ellos es un buen intérprete, destacando mínimamente Karl Glusman y dejando mucho que desear Aomi Muyock, y eso se nota en pantalla sobre todo cuando tienen que interactuar por medio de los diálogos, la expresión de sentimientos o el dramatismo en los pasajes más crudos. Si a la bisoñez del reparto añadimos el inadecuado guión por parte de Noé que se entrega a los prostituibles brazos de la reiteración con una historia de amor y desamor carente de originalidad desde una perspectiva argumental con Love sólo nos queda un proyecto visual y sexualmente muy eficiente conteniendo en su interior un relato que hasta cierto punto nos deja indiferentes por su previsibilidad y escasa inventiva 




Love queda lejos de ser una de las mejores cintas de Gaspar Noé, aunque sí podemos considerarla la más personal e íntima de las que ha rodado hasta el momento, algo que le honra como autor. Sus aciertos y fallos ya los hemos enumerado y por suerte la balanza cae del lado de los primeros convirtiendo su cuarto largometraje en un pieza cuyo visionado no sólo merece la pena, también se antoja más digerible para aquellos que con sus tres primeros largometrajes sufrieron un calvario. A día de hoy su quinto film, Clímax, una historia sobre un grupo bailarines implicados en una orgía de violencia y sexo por culpa de una droga letal vertida en una fuente de sangría y protagonizada por Sofia Boutella, espera fecha de estreno internacional tras su buen recibimiento en la quincena de realizadores del último Festival de Cannes donde los tiempos cambian, siendo Noé el que recibe los halagos y otro enfant terrible el que siembra la polémica con su última película.



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