domingo, 17 de junio de 2018

Jurassic World: El Reino Caído



Título Original Jurassic World: Fallen Kingdom (2018)
Dirección J.A. Bayona
Guión Colin Trevorrow y Derek Connolly, basado en personajes de Michael Chricton
Reparto Chris Pratt, Bryce Dallas Howard, James Cromwell, Rafe Spall, Toby Jones, Justice Smith, Daniella Pineda, Ted Levine, Geraldine Chaplin, Jeff Goldblum, B.D. Wong, David Olawale Ayinde





Después de dormir el sueño de los justos durante casi quince años Steven Spielberg decidió resucitar en 2015 una de las franquicias, adscritas a su filmografía, más exitosas de la historia del cine comercial reciente. Jurassic World venía a tomar el relevo de aquella trilogía nacida en 1993 con la adaptación de Parque Jurásico, el exitoso best seller de Michael Chricton que el autor de La Lista de Schindler convirtió en un producto ejemplar aunando calidad y comercialidad, y teniendo su continuación en las menores El Mundo Perdido (1998) y Parque Jurásico III (2001). El director elegido por Spielberg para ponerse detrás de las cámaras fue Colin Trevorrow (Seguridad No Garantizada), del guión se ocuparon este último junto a Rick Jaffa, Amanda Silver y Derek Connolly y el reparto estuvo formado por estrellas como Chris Pratt (Vengadores: Infinity War), Bryce Dallas Howard (Spider-Man 3) o Vincent D’Onofrio (Daredevil) entre otros. El éxito de taquilla fue descomunal y la crítica abrazó con agrado este reinicio de la saga que no dejaba de ser un producto construido sobre la nostalgia y el fanservice agradablemente servido para contentar tanto a los que se criaron con las anteriores entregas y vivieron de primera mano la “dinomanía” como a las nuevas generaciones de espectadores que disfrutaron de esta isla temática en la que dinosaurios de todo tipo campaban a sus anchas sembrando el caos y el terror para desgracia de los humanos que allí se encontraban confinados. La inevitable secuela, titulada Jurassic World: El Reino Caído, llegó este fin de semana a las carteleras de todo el mundo tres años después de su predecesora y el mayor cambio con respecto a aquella es en la dirección, cediendo Colin Trevorrow su puesto al español J.A. Bayona sumergiéndose este por primera vez en una gran superproducción estadounidense después de llamar la atención internacional con Lo Imposible y Un Monstruo Viene a Verme o haber participado en series de renombre como Penny Dreadful.




Jurassic World: El Reino Caído se revela, en cierta manera, como la evolución natural de su predecesora y lo es de modo tan ortodoxo que esto se convierte en uno de sus mayores defectos. La segunda entrega de este reinicio del universo jurásico inspirado en la pluma de Michael Chricton sigue en varios aspectos los preceptos establecidos por la anterior trilogía y no es descabellado ver en la estructura de su narración un émulo de lo que supuso El Mundo Perdido para Parque Jurásico, una continuación a la búsqueda de expandir su universo y ofrecer una faceta más oscura de lo planteado en su primer y exitoso episodio, pero sin encontrar la inspiración y el equilibrio necesarios para estar a la altura de las circunstancias. Por tanto la historia comienza en un entorno selvático, el de la famosa isla temática en la que se había desatado el caos una vez los dinosaurios se descontrolaron y tomaron todo el territorio, para más tarde volver a la civilización y extrapolar allí la acción con no pocos paralelismos estructurales con las distintas versiones cinematográficas ofrecidas a lo largo de los años de King-Kong. De esta manera podemos dividir Jurassic World: El Reino Caído en dos películas diferenciadas, una aventura clásica en un terreno hostil y una cinta de terror con resonancias góticas localizada en la mansión de Benjamin Lockwood y sus inmediaciones.




Estas dos localizaciones sirven, sobre todo, para que J.A. Bayona demuestre su versatilidad como narrador de historias y realizador que sabe adaptarse a un proyecto tan descomunal como el que nos ocupa. Tanto en la primera mitad en la que los personajes de Chris Pratt y Bryce Dallas Howard, acompañados por los hombres de Eli Mills (Rafe Spall), deben rescatar a los dinosaurios de la Isla Nublar cuyo volcán se encuentra en erupción como en la segunda en la que dichas criaturas llegan a la mansión del magnate Benjamin Lockwood (James Cromwell) el director de El Orfanato hace gala de una soltura encomiable a la hora de ofrecer lo que se le exige, espectáculo puro y duro. La principal misión de un profesional contratado por Steven Spielberg para dirigir una de las entregas de su franquicia es clara, hacer que los dinosaurios, los verdaderos protagonistas de la velada, luzcan de manera vibrante en pantalla y a fe mía que el barcelonés lo consigue. La fauna y los cuantiosos efectos digitales que ponen a disposición del director hacen que este saque lo mejor de sí mismo como un artesano que sabe cual es su cometido y las limitaciones impuestas a la hora de abordar una pieza como esta, llegando a ejecutar pasajes bordeantes en la genialidad como el que tiene lugar dentro del vehículo esférico sumergido en el agua o esa peculiar visita a la habitación de Maisie Lockwood (Isabella Sermon) con reminiscencias visuales deudoras hasta del expresionismo alemán.




Por desgracia la destacada labor de J.A. Bayona como trabajador con suficientes aptitudes para adaptarse a la maquinaria hollywoodiense sin mayores problemas se ve ensombrecida por un deficiente guión a manos de Colin Trevorrow y Derek Connolly cuya inconsistencia delata la posibilidad de haber sido elaborado de manera tan escasa como poco profesional. El libreto de Jurassic World: El Reino Caído es un compendio de lugares comunes, ideas trilladas y decisiones arbitrarias paupérrimamente justificadas sustentadas en una previsibilidad alarmante que nos hace descifrar desde el mismo arranque del film no sólo todos los hechos que van a ir tomando forma a lo largo del metraje sino también hacia dónde virarán esos personajes que “no son lo que parecen” y a los que se ve venir a kilómetros. Estas carencias con respecto a una originalidad que brilla por su ausencia ofreciéndonos así un blockbuster prototípico sin deparar ninguna sorpresa y aferrándose a un conservadurismo narrativo que bordea lo insultante se ensambla con una construcción argumental endeble en la que muchas de las situaciones se suceden en pantalla de manera forzada, inconexa y con una predisposición a dejar cabos sueltos y agujeros de guión que terminan por dilapidar un apartado de escritura que sólo destaca a la hora de mostrar el sufrimiento de los dinosaurios siendo utilizados a modo de mercancía o cobayas por la egoísta mano del ser humano, aunque el hecho de que la platea empatice con dichas criaturas recae de nuevo en un J.A. Bayona que ofrece verdadero sentimiento en los pasajes más dramáticos relacionados con ellas gracias a su puesta en escena.




Para colmo estas deficiencias en lo referente a la correcta viabilidad del guión también se extienden a unos personajes que en su mayor parte no dejan de ser estereotipos andantes. Más allá del buen hacer de Chris Pratt y Bryce Dallas Howard, dando vida a Owen Grady y Claire Dearing, que ya conocen a unos personajes con los que se sienten cómodos, aunque en esta ocasión la química no es tan compacta como en Jurassic World, los secundarios de esta secuela se sustentan en una dimensionalidad plana que o bien los muestra en pantalla como los roles maniqueos que son o por medio del artificio intentando jugar al despiste con respecto a sus verdaderas intenciones, pero haciéndolo con cartas marcadas y yendo de farol durante toda la partida, delatando sus intenciones bien pronto. Por mucho que contemos en el reparto con respetados veteranos como James Cromwell (A Dos Metros Bajo Tierra) o Geraldine Chaplin (El Hombre Lobo), profesionales de sobrado talento como Toby Jones (Capitán América: El Primer Vengador) o nuevas promesas como Rafe Spall (The Ritual) y todos ellos acometan su labor con la profesionalidad esperada ninguno puede sacar oro de unos personajes apenas esbozados moviéndose entre clichés manoseados hasta lo extenuante dentro de este tipo de producciones, llegando en ocasiones a parecer émulos sin carisma de varios de los secundarios que pudimos ver en la primera trilogía en general y las dos cintas rodadas por Steven Spielberg en particular.




Si bien es cierto que como carta de presentación para J.A. Bayona de cara a labrarse un futuro en Hollywood el resultado no puede ser mejor como secuela de su predecesora o simple blockbuster Jurassic World: El Reino Caído se revela como una oportunidad desaprovechada de haber extendido lo ya planteado en 2015 por culpa de su conservadurismo y deficiente escritura. Sí, tenemos la diversión, el escapismo, el fanservice y la espectacularidad, siendo la de entretener al respetable la principal y única misión autoimpuesta por una producción como esta que no busca nada más que eso a lo largo de 128 minutos de metraje y consiguiéndolo en todo momento. Pero llega a ser agotador volver a ver por millonésima vez la misma fórmula de siempre a la hora de facturar superproducciones estadounidenses, entregándose a los prostituibles brazos de la facilidad y eludiendo cualquier atisbo de riesgo o aspiración artística, para colmo con un guión que deja mucho que desear en no pocos aspectos. Más allá de eso nos queda un pasable fuego de artificio cuyo clímax nos deja patente su naturaleza de “película bisagra” que deja el terreno fértil para el cierre de esta nueva trilogía en el que Colin Trevorrow volverá a ponerse detrás de las cámaras y con ello dar supuesto final a un reinicio cuya intencionalidad puramente recaudatoria sustentada en la desgana y la nula originalidad nos deja cada vez más patente que su mera existencia es tan intrascendente como innecesaria.


1 comentario:

  1. Crítica publicada originalmente en la web Zona Negativa.

    http://www.zonanegativa.com/zncine-critica-de-jurassic-world-el-reino-caido-de-j-a-bayona/

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