miércoles, 5 de octubre de 2016

31, welcome to the freakshow



Título Original 31 (2016)
Director Rob Zombie
Guión Rob Zombie
Reparto Richard BrakeElizabeth Daily, Malcolm McDowell, Torsten Voges, Daniel Roebuck, Sheri Moon Zombie, Meg Foster, Lawrence Hilton-Jacobs, Devin Sidell, Judy Geeson, Ginger Lynn, David Ury, Esperanza America




Después del radical giro que suspuso para su discurso autoral aquella satánica y onírica The Lords of Salem que nos mostró su cara más personal y despojada de filtros el cineasta y músico Rob Zombie vuelve a las carteleras con su nueva producción cinematográfica. Presentada con un recibimiento más bien negativo en el Festival de Sundance del pasado año, teniendo problemas con la MPAA para evitar la temida calificación NC-17 por culpa de su violencia explícita y con un reparto repleto de algunos de sus habituales actores fetiche 31 vuelve a las raíces de los primeros trabajos del creador de The Haunted World of El Superbeasto y, por desgracia, el resultado es su largometraje más deficiente, un producto que no parece haber sido ejecutado por el ex cantante de White Zombie por culpa de una autocomplacencia impostada con la que trata de ganarse de nuevo el favor de sus fans y con el que le ha salido el tiro totalmente por la culata debido distintos motivos que pasaremos a enumerar en esta entrada.




En víspera de la noche de Halloween del año 1975 un grupo de cinco trabajadores de una feria local son secuestrados por unos misteriosos personajes que los llevan a un recinto secreto llamado Murder World, regido por un grupo de extravagentes burgueses, donde participarán en un sádico juego llamado 31 que consta en sobrevivir durante doce horas en dicha localización siendo acosados por un grupo de asesinos disfrazados que tratarán de ir dándoles muerte uno a uno. Esta es la trama de 31 y la misma nos confirma que Rob Zombie no ha querido arriesgarse más después de la polémica y polarización de opiniones a las que dio lugar The Lords of Salem, de modo que decide entregarse a un back to basics de manual con el que ofrecer un producto que se adscriba al tipo de celuloide que cultivó con éxito en La Casa de los 1000 Cadáveres o Los Renegados del Diablo. El problema es que 31 se queda a medio gas en todos los sentidos y su ejecución como pieza cinematográfica se antoja en casi todo momento errática y previsible hasta el sonrojo.




31 es un slasher del montón, mundano y rudimentario, pero de un cineasta como Rob Zombie, que ha ofrecido una visión posmodernista del cine de terror de los años 70 que cultivaron por aquel entonces autores como el Tobe Hooper de La Matanza de Texas o el Wes Craven de La Última Casa a la Izquierda o Las Colinas Tienen Ojos, se espera mucho más que eso. En su última cinta el director de Halloween: El Origen trata de satisfacer a la rama dura de sus seguidores, aquellos que renegaron del tono herético y sobrenatural de The Lords of Salem, pero lo hace aplicando la ley del mínimo esfuerzo en todos sus apartados. 31 es una cinta que contiene muchas de las señas de identidad estilísticas y narrativas del estilo Rob Zombie, pero todas ellas están mezcladas con una desgana y ausencia total de originalidad o inventiva que acentúan la más que probable idea de que su responsable la  abordó con el piloto automático puesto durante todo su proceso de creación. Por culpa de estos y otros factores el resultado es una producción fallida e insatisfactoria hasta para los que seguimos su filmografía desde los inicios de la misma.





Lo más desconcertante de 31 es que su trailer apuntaba a que íbamos a encontrarnos con otra de esas piezas cinematográficas con las que Rob Zombie pervierte los resortes narrativos y conceptuales del cine de terror en general y el slasher en particular. Esas imágenes de Doom-Head golpeándose la cara para "ponerse a tono" antes de intervenir en 31 y con ello dar muerte a los concursantes de dicho juego, la estética feista y sanguinolenta o algunos planos de violencia explícita prometedores nos hacía pensar que lo último del autor de Hellbilly Deluxe iba a volver a dispararnos la adrenalina con una pieza deudora de Los Renegados del Diablo, en cambio el resultado no se diferencia en demasía de las innumerables secuelas de Saw pero con el añadido del diseño de producción propio de Zombie repleto de estética setentera, parafernalia nazi con aroma a pulp o ciercense llevada al extremo de morbidez. Pero todo es una mascarada, en su interior el largometraje es un sinsentido caótico y anticarismático con el que su autor ha intentado ir a lo seguro y ha fracasado a la hora de reconciliarse con la platea.




Como previamente hemos apuntado el proyecto prometía desde sus gestación, al menos para recuperar el tono más salvaje de su autor, pero después de ese interesante monólogo del personaje de Richard Brake a cámara que parece presagiar a un Rob Zombie a la máxima potencia lo único que nos encontramos es una trama paupérrima que podía haber sido escrita en una servilleta de papel, diálogos sonrojantes espetados por un atajo de personajes antipáticos y unidimensionales que poco tienen que ver con los de la ya citada Los Renegados del Diablo cuya empatía con el espectador se notaba desde el primer momento y una Sheri Moon Zombie peor que nunca y a la que más de un espectador va a acabar cogiendo odio por su omnipresencia en las películas de su marido luciendo palmito y poco más. Tampoco se libran de las desgana y el retrato pobre los villanos entre los que tenemos roles insoportables como todos los asesinos que persiguen a los personajes o los inanes de Malcolm McDowell, Jane Carr o Judy Geeson que hacen acto de presencia en el film por su amistad con el director y poco más.




Dentro del elenco de actores sólo merece la pena destacar en cierta manera la labor de un sádico Richard Brake como Doom-Head, actor de origen galés que ya trabajó brevemente con el cineasta norteamericano en la en principio decepcionante pero después de la revisión curiosa Halloween II y cuyo peculiar rostro pide a gritos dar vida a enfermos mentales o asesinos de distinto pelaje. El problema está en que en vez de aprovechar Zombie la naturaleza demente y perversa de su criatura para convertirla en una entidad abstracta que se revele como una corporeización de la locura o la violencia le da un aire mundano y chabacano (esa escena de sexo que le hace parecer al Capitán Spaulding de Sid Haig) que corta las alas a lo que podía haber sido uno de los criminales más carismáticos y recordados de su filmografía. De modo que si el guión falla y los personajes no nos atraen la cinta nace casi muerta y por ello sólo nos queda aferrarnos a la única, y no muy destacable, virtud que posee el proyecto, su realización técnica a manos de su director y guionista.




Sí, el único acierto más o menos resaltable en 31 es su realización. Zombie tira de oficio e instinto y demuestra su control de las escenas de tensión y truculencia, sabe transmitir esa malsana atmósfera por medio de la dirección de fotografía, los encuadres, el slow motion o las cámaras al hombro y con ello es capaz de regalar alguna escena de violencia destacable como la de la chica atada en el suelo y la motosierra, que en una versión uncut del film (que seguro hará acto de presencia dentro de un tiempo en el mercado doméstico) con casi toda seguridad será aún más gráfica. Pero ahí quedan todas las virtudes de la labor de Zombie detrás de las cámaras, ya que por mucho que estilísticamente 31 sea una cinta identificable como hija de su padre la impersonalidad técnica, la escasísima imaginación en las escenas de asesinatos (algo sorprendente, teniendo en cuenta el talento del norteamericano para las secuencias más hemoglobínicas) y en general una puesta en escena en la que la verdadera fuerza y la locura brillan por su ausencia dilapidan una vez más el posible potencial que el proyecto podía atesorar en su interior.




31 se confirma como una enorme decepción, para el que suscribe junto a la también fallida La Bruja, de Robert Eggers, era uno de los estrenos de género más esperados del 2016 pero por desgracia el proyecto no llega ni al aprobado. Si tratas de hacer un largometraje con el que reconciliarte con los que un día alabaron tu cine no puedes entregarte a los prostituibles brazos del onanismo facilón y la escasez total de imaginación para ofrecer un proyecto que en poco se diferencia de las decenas de slasher que se estrenan al año en nuestras carteleras. Este quiero y no puedo con el que Rob Zombie comienza a demostrar síntomas de desgaste sólo tiene entre sus virtudes algunos pasajes bien rodados y ser tan desangelada como para convertir en un triunfo su film inmediatamente anterior, esa ya referenciada The Lords of Salem que posiblemente debería haber servido como punto y a parte en su filmografía para realizar una transición en su discurso autoral que lo llevara a caminos todavía sin transitar por su impronta. Por desgracia ha cogido el camino más fácil y condescendiente y por ello ha fracasado irremisiblemente con un trabajo que hasta en su secuencia final deja insatisfecho al espectador. porque estos 102 minutos de sangre y supervivencia resultan prescindibles e intrascendentes en todas sus vertientes.


2 comentarios:

  1. Primera vez que entro a este blog pero he de leer.muchas cosas mas, muy interesante reseña

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    1. Pues bienvenido seas, estás en tu casa Juan Miguel.

      ¡Un saludo!

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