domingo, 25 de octubre de 2009

La Huérfana, aunque la hormona se vista de seda...



Director:
Jaume Collet Serra (2009)
Guión: David Johnson y Alex Mace
Actores: Isabelle Fuhrman, Vera Farmiga, Peter Sarsgaard, Jimmy Bennett, Aryana Engineer, Margo Martindale, CCH Pounder, Rosemary Dunsmore





¿Habéis padecido alguna vez un cólico nefrítico? yo sí, es un dolor indescriptible, algunos dicen que parecido al del parto de una mujer, he sufrido un par de ellos y las pasé putas, molestías en los riñones y el miembro durante semanas. Bien, pues experimentar tal sensación de agonía no fue tan bárbaro y horrible si lo comparo con lo que he vivido hoy viendo La Huérfana, la tercera película del español afincado en Estados Unidos Jaume Collet Serra.



La Casa de Cera, la ópera prima de Collet Serra es una mala película, un simplista remake, pero realmente no era un producto tan horrible como se dijo en su momento. Era entretenida, con mala baba y tenía una recta final bastante lograda, aunque seamos sensatos, sus personajes, su guión, Paris Hilton y el resultado final que ofrecía, dejaban mucho que desear.



Desde Estados Unidos resonaban ecos de que La Huérfana demostraba que Collet Serra podia dirigir buen cine de terror, que lo de su anterior cinta había sido un error y que ahora había dado en la diana... mis cojones rebozados en salsa tártara. La Huérfana son dos interminables (aunque no aburridas) horas llenas de tópicos tan manidos, tan simples, tan repetitivos, tan pasados de moda que mi acompañante y yo los hemos ido desgranando uno a uno antes de que fueran sucediendo.




Pero lo peor, con mucha diferencia, es el final. Queriendo el director y los guionistas buscar una respuesta lógica a el comportamiento del personaje de Esther (una muy prometedora Isabelle Fhurman) dan forma al posiblemente más vergonzoso, risible, absurdo y ridículo cierre que se ha podido ver en una película de terror en muchos años, al enfrentarse el espectador a tal barbaridad fílmica en los últimos 10 minutos de metraje sólo puede reaccionar como lo he hecho yo, agachando la cabeza mientras me tapaba la cara con las manos.



Parece imposible, pero Collet Serra es un todoterreno del fusilamiento indscriminado y consigue en una misma cinta un mix que abarca La Semilla del Diablo, La Profecía, El Buen Hijo, Testigo Mudo, La Mano que Mece la Cuna, Amelie y joder, diría que hasta Sor Ye-Yé. Lo único que hace bien el catalán es llevar por buen camino a su reparto, algunas escenas con considerable mala hostia y un par de tomas logradas, que para colmo desentonan con el tufo a telefilm de sobremesa que desprende todo el producto.



La Huérfana es mala con premeditación y alevosía, es un producto que se nos ha vendido como original y rompedor, cuando es lo mil veces visto pero peor rematado. Creo que pasarán meses hasta que mi mente pueda borrar la imagen del doctor estonio contándole todo al personaje de Vera Farmiga con respecto a Esther, la niña huérfana con acento de Europa del este que protagoniza este engendro que si lo llego a haber visto en estado depresivo me hubiera incitado, indudablemente, a quitarme la vida de la manera más rápida y aséptica posible.


sábado, 24 de octubre de 2009

Surveillance, dile a papá que me voy de la ciudad


Director: Jennifer Lynch (2008)
Guión: Jenniffer Lynch y Kent Harper
Actores: Julia Ormond, Bill Pullman, Pell James, Ryan Simpkins, French Stewart, Kent Harper, Kyle Biere, Hugh Dillon, Gill Gayle





Adoro esto del cine, no hace muchas entradas eché mucha mierda sobre el debut detrás de las cámaras de Jennifer Lynch, esa chorrada vergonzosa llamada Boxing Helena, una ópera prima mala como ella sola que nos mostraba a una directora que poco o nada tenía que decir en el panorama cinematográfico actual, dando muestra con ello de no haber heredado nada del talento de su padre, David Lynch. Pero ahora no me queda más remedio que realizar una sincera bajada de pantalones, porque su segunda obra Surveillance me ha parecido una grata sorpresa y una más que meritoria cinta.



Vale sí, la nena ha tirado de dos actores que han trabajado con su padre, el punto de partida y los secundarios son puro Twin Peaks, pero lo cierto es que todo lo que era falsario e impostado en su primera película es aquí un delicioso desfile de malaba baba y humor ácido mezclado con un tenso pulso narrativo lleno de suspense y giros inesperados que hacen que la trama sea de todo menos previsible.




Parece mentira que esta Jenifer Lynch sea la misma que dirigió Mi Obsesión por Helena, a diferencia de su farragoso trabajo en la cinta protagonizada por Julian Sands y Sherilyn Fenn aquí su labor es inspirada, muestra profesionalidad, control del tempo narrativo, hace una utilización notable de la profundidad de campo y la colocación de la cámara, además ata en corto a unos actores que pasan, necesariamente, de la contención a lo sobreactuado en pocos minutos.




Desde Expediente X hasta a A Dos Metros Bajo Tierra, de Stephen King a su propio padre David Lynch, incluso con algunas gotitas de Loca Academia de Policía, la realizadora teje un excelente thriller, violento, sádico, cómico, cruel y muy bien acabado. Es cierto que no estamos ante una gran obra, pero sí supone un importante paso adelante en comparación con su anterior trabajo.




La niña se ha hecho mayor, se nos ha independizado y nos muestra que Bill Pulman está viejo y gordo, pero actúa cada vez mejor, que Julia Ormond no siempre da asco como intérprete, que el gran Michael Ironside sigue al pie del cañón, que no le caen muy bien las fuerzas de la ley en los pueblos fronterizos y lo lo mejor de todo, que realmente y a diferencia de lo visto con anterioridad salido de sus manos, es una buena directora, puede que no una fuera de serie, pero con cintas como la que nos ocupa sí da esperanzas y apunta buenas maneras para que en un futuro próximo nos ofrezca cine de calidad, que no es poco en los tiempos que corren.


viernes, 23 de octubre de 2009

Giallo, en el país de los ciegos...



Director: Dario Argento (2009)
Guión: Jim Agnew y Sean Keller
Actores: Adrien Brody, Emmanuelle Seigner, Elsa Pataky, Robert Miano, Byron Deidra, Daniela Fazzolari, Lorenzo Pedrotti, Valentina Izumi, Taiyo Yamanouchi





Sí lo sé, soy masoca, hace nada que vi la penúltima cinta de Argento, la comenté aquí y dije que era más mala que pegar a un padre en semana santa, pero me puede la nostalgia, el cariño y los buenos recuerdos cinéfilos que me ha regalado este hombre a lo largo de los años, de modo que he visto su última y muy pisoteada cinta, cuyo título, Giallo, da pie a varios juegos interconectados y de dobles lecturas.



El giallo (palabra italiana que significa amarillo) es un subgénero dentro del cine de terror italiano que suele ser un policiaco en el que agentes de la ley buscan a un asesino que mata con las manos enguantadas y con arma blanca, normalmente los crímenes son muy violentos y casi siempre están rodados con cámara subjetiva, nunca se conoce la personalidad del verdugo hasta le final del metraje y la resolución del caso suele ser bastante intrincada. La cumbre de este tipo de películas sería la que es posiblemente la mejor cinta de Dario Argento, Rojo Oscuro (Profondo Rosso), un giallo puro perfectamente ejecutado de principio a final, un clásico. La cinta que nos ocupa a pesar de su titulo no es un giallo (ortodoxo al menos, aquí sabemos quién es el asesino desde el princio del film) ya que este nombre hace mención al apodo del asesino y a su problema de ictericia, más que a otra cosa.



No se le puede pedir a Dario Argento que sea el de los años 70 u 80 y más después de lo decepcionante que resultó El Jugador (Il Cartaio) y lo soberanamante mala que me supuso hace poco Mother of Tears (La Terza Madre) pero contra todo pronóstico Giallo me ha parecido una obra correcta, bien rodada, no es nada del otro mundo, a veces algo ridícula, no destaca en ningún apartado de manera notoria, pero se deja ver y no aburre un sólo segundo.




Resueltísima dirección del romano, (especialmente inspirado en los flashbacks), reparto competente, aunque Emannuelle Seigner se coma con patatas hasta a Adrien Brody, que no lo hace mal, joder, hasta Elsa Pataky luce inglés muy correcto y eso que se pasa la película gritando y diciendo tacos, aunque eso sí, que a mí no me toquen la bolsa escrotal, el actor Byron Deidra que supuestamente interpreta a el personaje de el Amarillo es Adrien Brody disfrazado, por mucho que en los créditos no den fe de ello. En cambio el guión flojo hasta lo enfermizo y la resolución final fatalmente resuelta, es de lo poco que se le puede achacar a una cinta tan modesta como Giallo.



A pesar de todo yo estoy contento, Argento está herido, pero no muerto, sé que no volveremos a ver joyas como Trauma o Phenomena, pero si sabe encarrilarse y seguir haciendo su cine deliciosamente artesanal y anticuado, sin meterse en mestizajes de distinta ralea que sólo le traen problemas a la hora de mostrar sus limitadas dotes como autor, todavía puede alegrarnos un poco la vida a los que le debemos tantas horas de diversión fílmica




miércoles, 21 de octubre de 2009

Dentro del Laberinto, somewhere far beyond


Director: Jim Henson (1986)
Guión: Terry Jones
Actores: Jennifer Connelly, David Bowie, David Goelz, Toby Froud, Natalie Finland, Shelley Thompson, Christopher Malcolm, Frank Oz, Ron Mueck





Dentro del Laberinto no sólo es otra de esas cintas que marcó la infancia de niños de todas las edades en la década de los 80, es también otra demostración de que en aquella época, con menos avances técnicos y dinero se hacían obras más sinceras, mágicas y entrañables, que en la actualidad.



De las mentes de Jim Henson y el ex Monty Python, Terry Jones era lógico que naciera un producto de calidad. No recuerdo si Dentro del Laberinto fue un gran éxito en su estreno, pero a día de hoy, 26 años después de su gestación, no ha perdido casi nada de su estilo, entrañable aire naïf, humor y fantasía desbordada.



De la mano de una preciosa Jennifer Connelly nos introducimos en un mundo lleno de magia y criaturas de fantasía, pero tal hecho es tanto la mayor virtud como el punto flaco del film. Si bien la imaginería de Henson y Jones no tiene límites, mostrándonos una inabarcable gama de monstruos, trolls, enanos y orcos, el guión es solo un esbozo poco estructurado, un excusa para poblar el film de seres sobrenaturales, como también sucede con la correcta pero no del todo lograda Hellboy II de Guillermo del Toro y la decididamente nefasta y desperdiciada Razas de Noche de Clive Baker, a pesar del factor David Cronenberg actor que siempre es un plus.




Pero ni las fisuras de guión, ni las inadecuadas inclusiones de las canciones de un David Bowie tan andrógino como memorable, dan al traste con un producto tan meriotiro como Labyrinth. Una cinta que destila nostalgia, aire a infancia, olor a Cinexin y cariño para con el espectador, sin olvidar que ese final, una canto en favor de la imaginación y la amistad, emociona y deja con una sonrisa de satisfacción a todo aquel niño, adulto o no, que tenga el placer de degustar esta pequeña joya por la que no pasa el tiempo.


martes, 20 de octubre de 2009

Ágora



Director: Alejandro Amenábar (2009)
Guión: Alejandro amenábar & Mateo Gil
Actores: Rachel Weisz, Max Minghella, Ashraf Barhom, Oscar Isaac, Michael Lonsdale, Rupert Evans, Homayoun Ershadi, Richard Durden, Sami Samir, Manuel Cauchi





He ido con bastantes reparos a ver la última cinta de Alejandro Amenábar, porque Mar Adentro me resultó un buen film, pero sobrevalorado en exceso, maniqueo, adoctrinador y partidista, de un simplismo alarmante a pesar de transmitir sensaciones reales y de profundo calado. Pero Ágora es otro mundo, la quinta cinta del chileno afincado en España ha supuesto para mí una de las más increíbles experiencias cinematográficas que he tenido el gusto de visionar en muchos años.




Más allá del peplum, más allá de una simple revancha contra el cristianismo, mucho más allá de una reivindicación en favor de el feminismo o de un enaltecimiento de la libertad, Ágora es por encima de todo una enorme, magistral y muy profunda oda en favor del poder ilimitado que produce el conocimiento, el saber, el simple pero inabarcable acto de descubrir.



Hipatia de Alejandría fue algo más que una mujer adelantada a su época, una filósofa, una astrónoma o una experta en matemáticas, fue un icono, la más fiel representación de una persona entre dos mundos (el cristiano y el pagano) que chocan y sólo anelan exterminarse mutuamente. Ella en una peligrosa tierra de nadie luchó por sus convicciones, por seguir aprendiendo, por nunca dejar atrás su individualidad y sus ideales, y dio voz a la sabiduria hasta los últimos días de su vida.




Es de un mérito impresionante que Amenábar que nunca se ha movido con grandes presupuestos y que no se ha embarcado hasta esta Ágora en una superproducción (y quién diga que Los Otros es una de ellas, va bastante desencaminado) haya mantenido un ferreo control en la dirección, no sólo cogiendo con pulso firme las riendas del apartado técnico del film, también regalándonos pasajes memorables que encogen el corazón cada diez minutos de metraje.




Me resulta un acto imposible enumerar todos los momentos de Ágora que se quedan grabados en la retina, miradas, gestos, gritos, planos majestuosos, diálogos de una increíble trascendencia. Actores que parecen haber nacido para desempeñar sus papeles, un recreación histórica exquisita, una banda sonora portentosa, unas imágenes y unos sonidos que remiten a ese gran cine que sólo los grandes saben crear.




Por medio de una arrebatadora pasión por lo que están contando, una inusitada profundidad emocional, Amenábar y Mateo Gil dan forma a un film que toma como suyos temas trillados como el amor a dos bandas, las intrigas políticas, el fanatismo religioso, la fe, el laicismo y lo convierten en una cinta destinada a marcar época dentro de nuestro cine. Una obra maestra a todas luces inolvidable, que a mí me ha dejado tocado en cierta manera. El pintor Francis Bacon dijo una vez que el conocimiento es poder, Amenábar y Gil lo sabían y nos dan muestra de ello en esta pieza de orfebrería, la mejor película del 2009 para el que suscribe.


Si la Cosa Funciona, cuando Pigamlyon atravesó la cuarta pared



Director: Woody Allen (2009)
Guión: Woody Allen
Actores: Larry David, Evan Rachel Wood, Henry Cavill, Patricia Clarkson, Michael McKean, Kristen Johnston, Ed Begley Jr., Cassidy Gard, Yolonda Ross, Lyle Kanouse





No veía una de las raciones anuales de Woody Allen desde Cassandra's Dream, aquella cinta tan vapuleada como correcta, pero más que nada por el hecho de que esa cosa llamada Vicky Cristina Barcelona dio tanto que hablar, muchos la defendían, pero bastantes más la detestaban, e hizo correr tantos ríos de tinta que llegado un punto le cogí recelo y pasé totalmente de verla.



Si la Cosa Funciona recupera un Woody Allen de los 70 (el guión data de esa época) más ácido, más nihilista y laconico. La cinta funciona excelentemente, toma como punto de partida un atípico monólogo en el que un inspiradísimo Larry David se dirige directamente a los espectadores diciendo que él mismo es un tipo desgradable y que la película que vamos a ver no es una divertida comedia, cuando sí lo es y mucho.



Aquellos que dicen que la cinta que nos ocupa tiene muchas similitudes con esa obra maestra que responde al nombre de Manhattan, andan tan desencaminados como finalmente acertados, el film tienen poco de aquella mítica producción del año 1979, exceptuando la base argumental, pero sí es cierto que puede ser vista como una lectura descreida de la misma, pero salvando mucho las distancias.




Entre los aciertos del film, unos diálogos mordaces hasta la extenuación (lo de la orientación sexual de dios me hizo reír durante minutos largos) su reparto, destacando un Larry David con una machacona mala hostia o una deliciosa y dulcísima Evan Rachel Wood. La atípica puesta en escena para ser un producto de su autor y la cada vez más fluida, visualmente hablando, dirección de Allen, que lleva unos años jugando con la cámara de manera exquisita, con travellings, planos secuencia y tomas que no desentonan con su estilo, pero que sí se alejan un poco del clasicismo estático que siempre ha destilado el de New York con la realización.



Los fallos, la media hora final el guión se desboca en el momento en el que dejan un poco de lado al personaje de Boris para desarrollar la personalidad de los secundarios y su final, que de puro autcomplaciente y buenrollista resulta impostado y poco creíble a pesar de dejar al espectador con una sonrisa de oreja a oreja.




Me jode cuando en Estados Unidos reciben una vez sí y otra también las cintas de Allen con desgana, diciendo que se repite, que no hace cine como antes, que ya no da forma a obras maestras. Deberíamos darnos con un puto canto en los dientes por el simple hecho de que este enano, gafotas y cabezón todos los años nos ofrezca nuestra ración de buen celuloide, subiendo, en mucho, el nivel de la morralla de mierda que nos venden en las carteleras. Lo he dicho muchas veces, Woody Allen hace anualmente un film, no ha faltado a su cita jamás desde que empezó a hacer cine, el día que nos encontremos sin nuestra dosis, aunque sea una vez tan sólo, tal cosa siginificará algo muy jodido, que estará enfermo y ahí es cuando nos tendremos que echar a temblar, nostros que lo admiramos y el mundo del cine que tanto le debe.


lunes, 12 de octubre de 2009

Martyrs, por sus obras los conoceréis



Título Original Martyrs (2008)
Director Pascal Laugier 
Guión Pascal Laugier
Actores Mylène Jampanoï, Morjana Alaoui, Catherine Bégin, Robert Toupin, Patricia Tulasne, Juliette Gosselin





El cineasta francés Pascal Laugier dio pie en su momento a un considerable escándalo con Martyrs, su segundo film como realizador cinematográfico estrenado el año 2008 y cuya puesta de largo internacional tuvo lugar en el Festival de Sitges. Los hechos acontecidos fueron los habituales, gente supuestamente desmayada en la sala, presumibles vómitos en la platea, espectadores llorando y demás exageraciones que sólo sirven para promocionar el film y darle una fama de bestialidad casi nunca correspondida con la realidad palpable.




Hay tres maneras de enfrentarse a Martyrs. Ls primera y más fácil es pensar que su director es un enfermo, un descerebrado sin alma que llena la pantalla de una violencia, una crueldad, un sadismo del todo insoportable para depende qué tipo de espectador. Otra manera sería verla como una especie de mirada oscura hacia la familia media francesa y los burgueses, acomodados hombres y mujeres que aburridos por sus anodinas existencias son capaces de llevar a cabo actos de salvajismo extremo por el simple hecho de encontrar un nivel existencial superior. Los ecos y las reminiscencias del Pier Paolo Pasolini de Saló o los 120 Días de Sodoma son notorios. Pero hay un tercera vertiente, la elegida por mi persona a la hora de ver el largometraje.




Yo veo en Martyrs un paso más dentro de ese subgénero tan de moda en el terror llamado torture porno, es decir, Hostel de Eli Roth es la versión insulsa de la obra de Pascal Laugier que nos ocupa. Mientras el torpe director americano quería, de manera infructuosa, llevar la tortura a extremos obscenos, el realizador francés va más allá. Sus aspiraciones artísticas son es más profundas y nos quedan claras en la media hora final de su film. El creador de Saint Ange (Sanatorium), quiere explorar el plano piscológico del dolor inflingido, mirar más allá de la carne desgarrada, la mutiliación extrema, la fracturación osea y buscar una explicación filosófica no sólo a la resistencia física y espiritual del ser humano a tan degradante acto, por medio de las preguntas planteadas por el culto que secuestra a las protagonistas y no pueden ser respondidas en el mundo terrenal.




Pero cuando el espectador receptivo y desprejuiciado se da cuenta de que Pascal Laugier ha conseguido un triunfo total, es cuando entre escenas de una violencia extrema, descarnada, casi aberrante, las que se hacen más duras e incómodas de ver son las calmadas, las pacíficas, las que tienen lugar en una habitación fría y aséptica con la protagonista en silencio, sin decir una sola palabra,. Ese es el momento de la comunión entre la obra y el receptor que la visiona por primera vez y donde el planteamiento argumental del largometraje cobra una insana coherencia desde un punto de vista narrativo.




A pesar de contener referencias a Dario Argento, Alexandre Aja o Gaspar Noé, puedo decir sin miedo a equivocarme que Pascal Laugier ha parido (o abortado, que sería más adecuado) un hijo propio, una obra capaz de dar un paso más dentro del cine de terror extremo cultivado en Francia desde hace unos cuantos años con, la mayoría de ocasiones, excelentes resultados. Suena a tópico mencionar los clichés de que Martyrs no es una obra recomandada para todo tipo de estómagos o su potencial propensión a herir la sensibilidad de gran número de espectadores. Pero es cierto que no es una cinta para todos los públicos y su visceralidad pueda hacer pasar un mal rato a los no conocedores de este subgénero tan radical.




Martyrs es una obra profundamentr arriesgada, una de las mejores cintas de género francesas (y posiblemente europeas) junto a À l'interieur de Alexandre Bustillo y Julien Maury y Alta Tensión de Alexandre Aja. Una pieza que cruza muchos límites dentro de lo permisivo desde una perspectica artística, pero que satisfará al espectador amante de este género, el de terror, cada vez más indefinido y alejado de lo místico. Porque el horror no es encontrarse un fatasma a medianoche, sino pasar años encerrado en una habitación siendo violado piscológica y físicamante de multiples maneras, hasta perder la cordura y la noción de la realidad y eso por desgracia, está a la orden del día.