martes, 21 de julio de 2009

Salem's Lot, la hora del vampiro


Título Original: Salem's Lot (1979)
Director: Tobe Hooper
Guión: Paul Monash basado en la novela de Stephen King
Actores: David Soul, James Mason, Bonnie Bedelia, Lance Kerwin, Lew Ayres, Reggie Nalder, Ed Flanders, Elisha Cook, Marie Windsor, Kenneth McMillan, Geoffrey Lewis, George Dzunda





En el año 1979, la obra literaria de Stephen King comenzaba a labrarse un nombre dentro del medio audiovisual. Gracias, en grab parte,  a la excelente adaptación que Lawrence D. Cohen y Brian de Palma habían hecho de su primera novela, Carrie, tres años antes. De modo que la Warner Bros compró los derechos de su segundo libro, titulado en España La Hora del Vampiro y Salem's Lot en su país de origen, editado el año 1975.




Soy un gran admirador de King como escritor y para mí El Misterio de Salem's Lot (retitulación que se dio al libro en España tras el éxito de la miniserie que voy a desgranar en esta entrada), es su mejor obra. Seguida muy de cerca de La Larga Marcha, relato distópico realizado por el de Maine con su pseudónimo Richard Bachman. En la segunda novela de King se aunan tradición vampírica y vanguardia narrativa. Su visión de los no muertos es acertada, rica en matices, su descripción del mal inherente es soberbia, su narración exquisita y muy sólida.




En un principio Salem's Lot iba a ser una obra cinematográfica, pero la Warner Bros desestimó esta idea si de verdad quería ser fiel a la extensión de la novela de King, eligiendo el por entonces pionero formato de la miniserie televisiva. El primer director barajado para dar firma al trabajo fue George A. Romero, creador de la seminal e inolvidable La Noche de los Muertos Vivientes, e ínitmo amigo de King. Pero por aquel entonces el realizador de Zombie o Atracción Diabólica, tenía fama de ser bastante explícito en el cine de terror, demasiado como para plasmar su visión en la pequeña pantalla. De modo que decidieron prescindir de sus servicios en favor de Tobe Hooper, muy célebre en los 70 por haber revolucionado el género con esa obra maestra titulada La Matanza de Texas.




Salem's Lot se estrenó el 17 de Noviembre de 1979 en Estados Unidos y se emitió en dos partes, ya que la miniserie consta de dos episodios de 90 minutos de duración cada uno de ellos. Su éxito fue tan notable que no tardó en llegar a España, pero claro, en versión cinematográfica y mutilada, con una hora menos de metraje y para colmo retitulada como Phantasma II. Burdo intento por parte de la productora de aprovechar el por aquel entonces reciente tirón de la cinta Phantasma, dirigida por Don Coscarelli. El espectador, al ver esta versión, se daba cuenta de que algo fallaba, que se perdía bastante información que no nos dejaba entender del todo la trama. La chapuza era un hecho, pero a pesar de todo la cinta tuvo una gran acogida y gustó a mucha gente. Aunque no es recomendable su visionado, ya que se muestra del todo incompleto y poco satisfactorio.




Mucha gente a día de hoy guarda cierto cariño por Salem's Lot porque fue uno de esos hitos de la televisión que marcó a muchos infantes por el impacto de algunas de sus imágenes. No es difícil encontrar a algún treintañero confesando que la escena que más miedo le ha dado en su vida es la del pequeño Ralphie Glick, vampirizado, arañando la ventana de su hermano Danny. Pero Salem's Lot es más que un ejercicio de nostalgia catódica, es una buena versión de la novela de King, un excelente trabajo en la realización de Tobe Hooper, inspirado y muy profesional a pesar de la escasez de medios, con un sólido reparto encabezado por David Soul y un inmenso James Mason.




Uno de los hallazgos y aciertos más grandes de esta minsierie es su visión del mal, que no es física, ni espiritual, sino arquitectónica. Hooper y el guionista Paul Monash supieron retratar con Salem's Lot una sombra amenazante y aterradora por medio de un edificio, la casa de los Marsten, situada en la entrada del pueblo y catalizadora de todas las desgracias en las que se ven involucrados los protagonistas. El escritor Ben Mears dice en un momento del metraje que "una casa maligna, atrae a personas malignas" y ahí está la esencia, no sólo de la miniserie de Hooper, sino también de la novela de King. La casa Marsten es la metáfora del génesis de un mal ancestral del que no se conoce su origen, pero sí los estragos que ha producido en la humanidad.




En Salem's Lot se dan la mano muchas de las constantes literarias de King. El escritor torturado por sus demonios interiores, la visión oscura de los pequeños pueblos de Nueva Inglaterra y sus gentes, el retrato de un mal puro e intangible y la presencia de un ser ultraterreno que escapa de lo cognoscible, el inolvidable vampiro Kurt Barlow. Todos estos ingredientes sirvieron para que un equipo de grandes profesionales gestaran un clásico de la televisión, que a día de hoy se ve con otros ojos, pero guardando mucha de la fuerza visual y narrativa que la hizo famosa en su día, Tras ella llegaron una infecta secuela cinematográfica dirigida por Larry Cohen, que a parte del título no compartía nada con la miniserie que nos ocupa, y un reciente remake tan entretenido como intrascendente, a pesar de su excelente casting.




Obra maestra a recuperar. Uno de los mejores trabajos de Tobe Hooper, de las más celebradas adaptaciones televisivas de una novela de Stephen King y todo un clásico del terror y el vampirismo. Un homenaje a la Hammer Films británica y culpable de las largas horas de insomnio de toda un generación de niños que se quedaron traumatizados por muchas de sus imágenes en aquellos años en los que toda la familia se reunía delante del televisor para vivir experiencias inolvidables.


domingo, 19 de julio de 2009

Harry Potter y el Misterio del Príncipe


Título Original: Harry Potter and the Half-Blood Prince (2009)
Director: David Yates
Guión: Steve Kloves basado en la novela de J.K Rowling
Actores: Daniel Radcliffe, Emma Watson, Rupert Grint, Alan Rickman, Helena Bonham Carter, Michael Gambon, Maggie Smith





He de admitir que siempre que voy a ver una de las entregas cinematográficas de Harry Potter a parte de pasármelo realmente bien con ellas, voy sin el lastre que sí cargan mis amigos, que son ávidos lectores de las correrías del mago miope escritas por la repelente señora J.K. Rowling, de modo que me ahorro las engorrosas comparaciones con el escrito; que si esto falta, esto sobra, dónde ha ido a parar tal pasaje, que si han de tener los huevos como bolsas del Alcampo para haber pasado por alto tal o cual cosa, hasta que no vea todas las películas del niño de la varita no me leeré su saga de libros, que como es comprensible superará con creces a la realizada en celuloide.




Esta ha sido sin lugar a dudas la entrega de Harry Potter más criticada por su falta de fidelidad al libro en el que se basa, según los entendidos (y un servidor se fía de ellos) los productores han dejado atrás algunos de los mejores pasajes de la novela centrándose en las intrascendentes e infantiles relaciones personales entre los personajes principales, y es un hecho que las mismas son el punto débil de la cinta, si bien Harry Potter y el Misterio del Príncipe es posiblemente la cinta más adulta y siniestra en su estética también es la más infantil y torpe argumentalmente en su casi nulo desarrollo narrativo.




Pero un servidor debe admitir que después de la intocable Harry Potter y el Prisionero de Azkaban (Alfonso Cuarón tocó el cielo con su entrega) esta es la cinta que más me ha gustado, por su oscuridad, por su tono crespuscular y su amargura hacia el final, aunque la parloteada muerte se ha quedado en nada por lo espídico de su recreación, ha sido un visto y no visto, pero por lo demás me ha gustado mucho. La dirección de Yates muy resuelta, con un look visual potente (el ataque de Potter a Malfoy y la posterior intervención de Snape para curarlo me parece la mejor escena del fim) y creíble dentro de lo que viene siendo una cinta sobre magos con las hormonas disparadas, no así el guión de Kloves bastante simple, destacar también que los efectos especiales han mejorado mucho, ya no cantan tanto las partidas de Quidditch como en las otras entregas y la escena del Millenium Bridge me ha parecido muy lograda.




El reparto como siempre, Daniel Radcliffe cada vez peor, no sé como la gente la cogió con el carapalo de Hayden Christensen (que era malo, no lo neguemos) cuando hizo de Anakin Skywalker pero nadie se queja de la cara de muro pinkfloydiano que tiene el amigo Daniel durante las seis películas que conforman esta saga, lo peor, que cuando quiere ponerse gracioso da más pena aún. Emma Watson encantadora, muy creíble y sin enseñar la ropa interior, todo un reto para ella, Rupert Grint tan estúpido como entrañable, pero cada vez más feo, los veteranos, como en las demás entregas cumplen todos con mucho oficio y flema británica.




Otra entrega del mago gafotas, que a mí al menos no me ha disgustado, se echa en falta la presencia de Voldemort y se esperaba algo más de ese final que debía llenar de lágrimas los rostros de los seguidores y como que no, aunque el toque final con las varitas iluminando la noche me ha parecido un merecido homenaje a quién vosotros ya sabéis. Ahora a esperar a las dos últimas entregas que veré con ganas, aunque han echado bastante porquería sobre la última novela de la saga, esa Harry Potter y las Reliquias de la Muerte que da fin a las aventuras de este mago que merece, en la misma medida, nuestro cariño y una buena bofetada que lo haga espabilar de una puta vez.



miércoles, 15 de julio de 2009

The Doors, más alla de las puertas de la percepción


Título Original: The Doors (1991)
Director: Oliver Stone
Guión: J. Randall Johnson y Oliver Stone
Actores: Val Kilmer, Kyle MacLachlan, Meg Ryan, Kevin Dillon, Frank Whaley, Michael Madsen, Billy Idol.





Después del enorme éxito de la inolvidable Nacido el 4 de Julio, Oliver Stone decidió embarcarse en un proyecto para llevar a imágenes la vida y obra del mítico músico y poeta Jim Morrison, frontman de la banda de rock The Doors, con la ayuda del guionista J. Randall Johnson, el director americano realizó esta biografía en el año 1991, pasando sin pena ni gloria por las carteleras de todo el mundo.




Adoro a Oliver Stone, me parece un cineasta genial, comprometido y muy arriesgado, como dijo el gran Carlos Pumares, pudede acertar o no, pero siempre es interesante y nunca deja indiferente, ya sea hablando de la guerra de Vietnam (fue marine voluntario en dicho conflicto) de política (tipo de cine que conoce perfectamente) o de deportes. Los biopics se le dan realmente bien como se pudo ver en Nixon, la infravalorada Alejandro Magno o W., el segundo que realizó fue esta The Doors que nos ocupa y el resultado fue excelente.



Como previamente había hecho Clint Eastwood en esa joya pulida llamada Bird, Stone se aleja de esas edulcoradas y politicamente correctas biografías que nos lleva regalando Hollywood desde hace décadas en las que siempre se sigue la cronología de inicio humilde, éxito repentino, posterior calvario y por último redención (Ray, Una Mente Maravillosa, El Aviador, aunque esta última me parece un muy buen trabajo de Scorsese), el director de Salvador, muestra un trabajo excesivo, arriesgado, vivaz y nada autocomplaciente sobre la vida de Jim Morrison.




El cantante de The Doors es retratado en el film como un genio, un poeta y un provocador nato con un inabarcable talento, pero también como un descerebrado, borracho y drogadicto con ínfulas de martir y espíritu autodestructivo que en pocas ocasiones se muestra sobrio en pantalla. En este apartado destacar la presencia de Val Kilmer, posiblemente el mejor acierto de casting de la historia del cine. El protagonista de Kiss Kiss Bang Bang no sólo es idéntico físicamente a Morrison, es que canta de manera muy parecida, emula perfectamente sus gestos y movimientos espasmódicos en el escenario y con ello da forma al mejor papel de su desperdiciada carrera.




El resto de miembros de la banda (Ray Manzarek, John Densmore y Robby Krieger) respaldaron a Stone y le dieron vía libre para poner en celuloide hasta los momentos más comprometidos de la banda (aunque bien es cierto que la mayoría de ellos estaban protagonizados por el mismo Morrison), el director utiliza su estilísitco y exagerado uso de la cámara y su montaje efectista con más justificación que nunca (al igual que en la desquiciada Asesinos Natos), insuflando al film un estilo psicodélico y onírico que se adhiere como un guante a la historia que nos narra y a la misma música de la banda.




En el coral reparto de secundarios destacan Kyle MacLachlan como el teclista Ray Manzarek, una Mega Ryan inexplicablemente aceptable como Pamela Courson, que mantuvo con Morrison una relación entre el odio y el amor hasta los últimos días de la vida del cantante, Kevin Dillon y el poco reconocido Frank Whaley como el resto de componentes de The Doors.




Como bien ha dicho algún avispado por la red, si The Doors se hubiera estrenado en la actualidad habría barrido en los Oscars, por su propuesta atípica como biografía de un cantante y una banda inolvidable, pero también como visión de una época dorada del rock americano, sin escatimar en sexo, drogas y Rock & Roll. Finalmente esta película se muestra como una declaración de principios del mismo Morrison que en sus propias palabras afirmó que su filosofía era vivir rápido, morir joven y dejar un bonito cadáver.




El día 3 de Julio de 1971 moría en la habitación de un hotel parisino el creador de The End o Break on Trough (to the Other Side) y nacía la leyenda, Jim Morrison, el Rey Lagarto, el dios Dionisos reencarnado en la tierra.


sábado, 11 de julio de 2009

The Shield, Strike Team was here




Al Capone hizo dinero dándole a la gente lo que quería y ahora lo que quiere la gente es llegar hasta su coche sin que les atraquen, llegar a casa del trabajo y ver que la cadena de música sigue en su sitio. Cuando oyen hablar de un crimen en el barrio, enterarse al día siguiente de que la policía ha pillado al delincuente. Si todo eso significa que un poli tiene que dar una paliza a alguien en el gueto... bueno, en lo que a muchos respecta, ni se cuenta, ni se pregunta
Claudette Wyms



Tras abandonar la producción de Ángel, la serie creada por Joss Whedon y David Greenwalt, el productor y guionista Shawn Ryan decidió realizar un salto mortal sin red y meterse por primera vez en la gestación de un programa catódico creado por él mismo, el género sería el manido y manoseado policiaco, la temática, la delgada línea que separa lo legal de la ilegalidad, el resultado, The Shield, una de las mejores series televisivas de principios del SXXI. The Shield se emitió en la cadena por cable FX desde el año 2002 al 2008, constó de siete temporadas y supuso una radical e inédita mirada hacia la el retrato que se había realizado en la ficción televisiva hasta ese momento de las fuerzas de la ley, poniéndolas en entredicho, mostrando su lado más oscuro y sus bajezas, pero siempre desde un punto de vista humanista, visceral y sin moralismo o maniqueismo alguno.




The Shield tiene lugar en la comisaría The Farm, situada en el ficticio distrito californiano de Farmington uno de los más peligrosos de la ciudad de Los Ángeles y sigue a pie de calle el día a día no sólo de todos los agentes de dicho emplazamiento, sino también del Strike Team, un grupo de asalto especializado en desarticular bandas compuesto por cinco hombres y capitaneado por el detective Vic Mackey. En el episodio piloto (uno de los mejores de la historia de la televisión reciente) sus creadores no se andan con medias tintas, Shawn Ryan y el director Clark Johnson (The Wire) al que se debe el frenético look de cámara al hombro y aire documental de la serie, ponen las cartas sobre la mesa desde la introducción del programa. Esto no es Canción Triste de Hill Street o Policías de Nueva York, esto es The Shield y el equipo de asalto está formado por un grupo de agentes de gatillo fácil, que no dudan en torturar, extorsionar o trapichear con tal de mantener a raya a los delincuentes de Farmington. Su métodos son reprobables, excesivos y reaccionarios, pero ¿cuál es el verdadero problema? su efectividad..




La gran virtud de la serie se encuentra en esa paradoja, el espectador es consciente de que lo que Mackey y sus hombres hacen por mantener la paz en su distrito es ilegal, más propio de criminales que de policías, pero hacen que el orden se mantenga en la calle, que los pandilleros los respeten y sobre todo, que sus superiores lo consientan, desde sus compañeros que se sienten más seguros con ellos como los tipos que hacen el trabajo sucio y se arrastran por el barro, hasta el capitán David Aceveda que antepone sus ambiciones políticas como candidato político en Farmington a su deber como jefe al mando de la comisaria, haciendo en ocasiones oidos sordos a los delitos cometidos por Mackey y sus hombres.Este personaje interpretado con seguridad y aplomo por el actor Benito Martínez es uno de los más sólidos de la serie, su relación con Vic es una de las más interesantes que ha dado la televisión del nuevo milenio, ambos se odian, pero se complementan y necesitan, para que sus respectivos negocios sucios (ya sean monetarios o políticos) lleguen a buen puerto.





Pero si hay algún personaje destacable en The Shield ese es sin lugar a dudas el del mismo Vic Mackey interpretado magistralmente por Michael Chiklis. Él es el eje de toda la acción, el símbolo, la esencia, el espíritu y el mensaje de la serie. Un hombre lleno de claroscuros que no duda en comportarse como un asesino a sangre fría para luego mostrarnos su faceta como padre entregado (que no buen marido), amigo de sus amigos y defensor a ultranza de los compañeros que permiten o comparten sus metodos expeditivos. El protagonista de Los 4 Fantásticos impregna a su personaje de una personalidad arrolladora, empatizando el espectador muchas veces con su carisma y renegando en otras de él por su falta de escrúpulos. Por último destacar de este personaje brillante, que en el penúltimo episodio de la serie (Possible Kill Screen), él mismo, una agente de servicios internos (Laurie Holden) y una grabadora, dan forma, no sólo a el momento cumbre de la serie, sino también a una de las mejores, más perversas y geniales escenas que ha dado jamás la ficción televisiva. Una perfecta síntesis de lo que han supuesto las siete temporadas de The Shield condensadas en una sola frase, Shawn Ryan tocando el cielo como autor y guionista.




Por el equipo técnico de The Shield han pasado directores como David Mamet (Glengarry Glen Ross, La Trama), Frank Darabont (La Milla Verde, Cadena Perpetua), Gary Fleder (Cosas que Hacer en Denver Cuando Estás Muerto) el actor Peter Horton (que realizó algunos míticos episodios como el alabado Co Pilot, capítulo precuela que como su propio título indica tiene lugar antes del piloto), D.J. Caruso (Disturbia, The Salton Sea) o el mismo Michael Chilkis que no sólo dirigió algunos capítulos, sino que se hizo productor de la serie a partir de la 3ª temporada. En el reparto se han dado cita, a parte de los fijos CCH Pounder, Kenneth Johnson, Walton Goggins o Jay Karnes, actores como Glenn Close (inolvidable Capitana Mónica Rawling en la 4ª temporada), Forest Whitaker, Laura Harring (Mulholland Drive) o Franka Potente (Corre, Lola, Corre). Todos ellos realizando un trabajo brillante (sobre todo los miembros de Strike Team) dando la réplica con verdadera profesionalidad a Michael Chiklis.




Antes de que un servidor viera como James McNulty desenterraba toda la mierda que había escondida bajo tierra en la ciudad de Baltimore, The Shiled era mi serie favorita de lo que llevamos de siglo XXI. Esta remarcable obra desentrañó con pericia, ritmo espídico y personajes realistas, todo lo pútrido y defectuoso que hay dentro del sistema policial de California, un lugar donde los agentes de la ley que seguían el manual quedaban arrinconados en un injusto anonimato, mientras que los corruptos y rastreros se llevaban la gloria. Por desgracia esto no es nada nuevo, nuestra sociedad es así desde tiempos inmemoriales, somos capaces de permitir cualquier barbaridad fuera de la legalidad con tal de mantener una superficial fe en un sistema que en realidad no funciona y que está podrido hasta sus entrañas, Shawn Ryan lo sabía y con esta magna obra de la televisión nos acusó e hizo complices de sus protagonistas (a los que inlcuso llegamos a coger cariño por su imperfecta humanidad) señalándonos directamente a la cara porque nosotros somos tan deplorables o inlcuso más que ellos mismos.




Con un final genial en su fondo (era el más adecuado, el perfecto, como también lo fue el de su serie hermana Hijos de la Anarqúia) pero poco espectacular en su forma (tampoco lo necesitaba) The Shield se encuentra situada cómodamente entre las mejores series de la televisión americana y su nueva edad dorada adscrita a la ficción audiovisual. La obra de Shawn Ryan, que enorgullecería a los mismísimos Sam Peckinpah, Walter Hill o Samuel Fuller, destila fuerza, espectacularidad, crudeza, espíritu tan crítico como ambiguo y se perfila como una muestra fehaciente del doble rasero y la hipocresía de una sociedad, la nuestra, que vive en una autcomplaciencia que nos aboca a la inevitable decadencia ética y moral de la que comodamente, a día de hoy, formamos parte.


viernes, 10 de julio de 2009

El Testamento del Dr Mabuse, instrucciones para instaurar el reino del caos



Título Original: Das Testament des Dr. Mabuse (1933)
Director: Fritz Lang
Guión: Fritz Lang & Thea von Harbou, personajes de Norbert Jacques
Actores: Rudolf Klein-Rogge, Gustav Diessl, Rudolf Schündler, Oskar Höcher, Theo Lingen





En 1933 Fritz Lang estrenó su segunda incursión en las fechorías del diabólico Dr Mabuse, personaje creado por el escritor luxemburgués Norbert Jacques. El Testamento del Dr Mabuse que superó en mucho a su precuela, en el año de su presentación fue censurada y mutilada por el Tercer Reich por sus alusiones hacia el nazismo hitleriano, obligando a Lang a exiliarse de Alemania.




El Testamento del Dr Mabuse es una obra germen dentro del cine policiaco, asentó bases y abrió nuevas vías dentro del género thriller como la investigación forense, el montaje paralelo de dos tramas o las espectaculares escenas de acción tales como explosiones a gran escala o persecuciones frenéticas.




He de admitir que a pesar de la opinión popular y de que en ocasiones hay alusiones directas al mismo (los discursos del Profesor Baum mirando directamente al espectador) no veo tanta referencia en el Dr Mabuse y su ideología a Hitler y el Nacional Socialismo, es más, en mi opinión, y llevando un paso más allá la actualidad de la trama y la contemporaneidad del film, lo que yo percibo, en las fechorías y planes del malvado Doctor, son ecos del terrorismo contemporaneo, ya sea de carácter religioso o político.




El Dr Mabuse no es retratado en este film sólo como una mente criminal, es también una representación vírica y alegórica del terror, un agente del caos cuya única misión es instaurar un estado de anarquía que destruya la sociedad tal y como la conocemos desde sus cimientos, con tal premisa, Lang y su esposa Thea von Harbou (que fue militante del partido nazi), dan forma a un personaje icónico que sobrepasa la pantalla y lo racional, sirva como ejemplo la magistral escena de la aparición del ínclito Doctor en la oficina del Profesor Baum, una secuencia perfecta en fondo y forma con una atmósfera enrarecida, por la que se dejería influenciar Hitchcock en muchas de sus producciones americanas, y cuyos diálogos suenan con una aterradora convicción de corte universalista.




Das Testament des Dr. Mabuse es una obra imprescindible para entender la evolución del séptimo arte tal y como lo conocemos, alejado ya del expresionismo que él mismo y muchos de sus compatriotas cultivaron, Fritz Lang sorprendió a propios extraños con una obra, puede que no perfecta, (por ahora me quedo con M, el Vampiro de Düsseldorf como su mejor film) pero sí trepidante, profunda, política y visionaria, gestada por un genio, un autor cuyo nombre es indivisible del mejor cine creado en la primera mitad del siglo XX.


miércoles, 8 de julio de 2009

Confesiones de Una Mente Peligrosa, espías, mentiras y telebasura



Título Original: Confessions of a Dangeroues Mind (2002)
Director: George Clooney
Guión: Charlie Kauffman, basado en la novela de Chuck Barris
Actores: Sam Rockwell, Drew Barrymore, George Clooney, Julia Roberts, Rutger Hauer





A todos aquellos que crean que los primeras muestras como gran director del actor George Clooney surgieron en esa obra maestra llamada Buenas Noches y Buena Suerte, les recomieno que echen un vistazo a la ópera prima como cineasta del protagonista de Abierto Hasta el Amanecer, Confesiones de Una Mente Peligrosa, que adapta la autobigrafía (no autorizada según el muy original título) del presentador de televisión americana Chuck Barris.




Barris fue el creador de la telebasura americana y dio forma a esos ridículos programas sobre parejas y citas entre desconocidos o los que mostraban a cantantes pésimos que eran abucheados y denigrados por el respetable, demostrando que un tipo sin talento era capaz convertirse en un productor de éxito en en la televisión y batir records de audiencia mostrando productos infectos que se hacían de oro mostrando las bajezas del ser humano y que por desgracia llegan hasta nuestros días.




Pero el escándalo llegó cuando Barris editó sus memorias en el año 1984, en ellas dio a entender que formó parte de los servicios de inteligencia americana, la CIA, durante la guerra fría, que fue agente encubierto, que viajaba de carabina con los concursantes de sus programas para cumplir sus misiones en el extranjero y que asesinó a más de 30 personas, todo suena a rocambolesco y disparatado, pero tanto si es cierto (que lo dudo) como si es todo una patraña, en ese libro había abundante material para hacer una película.




Confesiones de Una Mente Peligrosa
está tan bien realizada tecnicamente que ya desde su estreno en el festival de Berlín del 2002 se empezó a rumorear que en realidad no estaba rodada por el propio Clooney (se comentaba que su amigo y socio Steven Soderbergh se la había dirigido entre las sombras), su segunda cinta desmentiría estas teorías mostrando al actor/director como un soberbio autor. Clooney no deja la cámara quieta un segundo, sus planos son complicados pero siempre en concordancia con la historia que nos narra y su estilo televisivo, en la forma la cinta se emparenta al estilo de los Coen, aunque en su fondo se deja notar la ironía de un Robert Altman y la acidez (más moderada por supuesto) de un Todd Solondz, pero eso es por el excelente guión, adaptado de la novela de Barris por el posiblemente mejor escritor cinematográfico del cine actual, el inmenso Charlie Kauffman, autor de los libretos de joyas como Adaptation, Eternal Sunshine of the Spotless Mind o Cómo Ser John Malkovich.




Como se ha podido ver en un par de entradas previas de este blog, un servidor siente una gran admiración por el actor Sam Rockwell, un talentoso señor al que le dan muy pocos papeles protagonistas pero que sabe explotar tanto los secundarios que les ofrecen que a veces llega a eclipsar a sus compañeros de reparto que en principio tienen más peso en la trama que él, (La Milla Verde, Los Impostores). En la cinta que nos ocupa Rockwell está en su salsa, carismático, gracioso, repelente, moviendo su personaje con pericia entre el drama y la comedia y mostrando un química más que notable con una redondita y entrañable Drew Barrymore. Como secundarios cumplen con solvencia el mismo Clooney, un intachable Rutger Hauer como asesino estrambótico y una Julia Roberts memorable como agente de la CIA.




Confesiones de Una Mente Peligrosa es una ácida, cruel y muy crítica visión sobre la televisión americana y sus servicios de inteligencia (mostrados como un grupo de incompetentes de gatillo fácil). Nunca sabremos a ciencia cierta si la historia que nos cuenta Barris en su libro y este film, relacionada con su supuesta pertenencia a la CIA es real, pero la misma dio pie a un excelente obra que debería ser revisionada por la excelente calidad que destila en todos sus apartados, pero bueno, si tenemos en cuenta que se estrenó en cines hace 6 años y aún no ha sido editado en dvd en España, pues poco más podemos hacer.



martes, 7 de julio de 2009

R.A.F: Facción del Ejército Rojo, visión sesgada del terrorismo


Título Original: Der Baader Meinhof Komplex (2008)
Director: Uli Edel
Guión: Bern Eichinger, basado en el libro de Stefan Aust
Actores: Martina Gedeck, Moritz Bleibtreu, Bruno Ganz, Johana Wokalek, Nadja Uhl, Jan Josef Liefers




Alemania desde hace unos años está realizando un tipo de cine revisionista sobre su historia, abordando con temáticas inéditas hasta el momento en su celuloide como el nazismo (El Hundimiento) o los cambios políticos en tierras germanas tras la caída del muro de Berlín (La Vida de los Otros, Goodbye Lenin). R.A.F, Facción del Ejército Rojo de Uli Edel se une a esta nueva ola de films y da nueva muestra de la calidad a la que están llegando dichos productos cinemtográficos.




A finales de la década de los 60 surgió en la República Federal Alemana un grupo terrorista de extrema izquierda denominado Baader-Meinhof, especializado en guerrilla urbana, que enarbolando la bandera del anticapitalismo y la lucha contra el imperialismo asesinó, por medio de atentados, a más de 34 personas, e hirieron a cientos de ellas. En el año 1976 los cuatro líderes del grupo fueron encarcelados para más tarde, un año después ser encontrados en sus celdas, muertos. Supuestamente habiendo cometido todos ellos suicidio aunque era un secreto a voces que probablemente ninguno de los cuatro se había quitado la vida de manera voluntaria.




Der Baader Meinhof Komplex es no sólo una excelente (y muy nutrida de información) clase de historia, es también un soberbio thriller excelentemente construido, escrito con solidez, interpretado de manera muy creíble por todo su reparto y dirigido con una entereza inusual por el impersonal y muchas veces errático realizador germano Uli Edel, que volviendo a casa tras una olvidable etapa americana, da forma al mejor trabajo de su carrera rebelándose como un efectivo artesano, con una visión acertadísima del cine de acción que mezcla a John Frankenheimer, el Willam Friedkin de French Connection y el Spielberg de la apoteósica Munich, cinta relacionada de manera directa con la que nos ocupa, por su trama y por compartir un actor (Moritz Bleibtreu) que en ambos films interpreta el mismo papel (Adreas Baader), detalle cuanto menos, curioso.




En la cinta se nos muestra en todo momento a los componentes del grupo terrorista como unos jóvenes impulsivos que creen estar cambiando el mundo con sus actos. Las injusticias contra las que luchan son reales (imperialismo americano, guerra de Vietnam, complicidad del gobierno alemán con tales actos) pero por medio de la fuerza no se llega ningún fin, sólo se crea un círculo vicioso de violencia y desolación. Baader Meinhof se muestra en pantalla como lo que realmente era, un grupo de aburguesados que querían ir de bohemios y contraculturales porque asimilaron mal todo el marxismo y los hechos acontecidos en el Mayo del 68 francés. Su idieología no se sotenía por sí sola, porque ni ellos mismo la entendían. El film nos lo deja claro y a veces innecesariamente lo subraya, pero su fallo más grande no reside ahí.




La obra es partidista y poco equidistante, R.A.F, Facción del Ejército Rojo sería una película perfecta si en el momento en el que la maquinaria del estado alemán entra en escena, cuando da la cara el terrorismo institucionalizado, y se dan forma las torturas, la violencia en las celdas por parte de los guardias y los asesinatos furtivos, se mostrara más crítica con el gobierno germano (que intentaba sustentar de la manera que fuera necesaria una por entonces aún joven y débil democracia) de aquella época siendo más valiente y equitativa en su denuncia hacia ambas partes. La visión en contra del grupo terrorista es directa y concisa, en cambio la que retrata la desproporcionada respuesta del estado alemán es sugerida y tibia, por ello ahí el conjunto flaquea.



Con todo R.A.F, Facción del Ejército Rojo es una cinta de visión obligada para comprender los complejos entresijos de las múltiples caras de la lucha armada, los puntos flacos de la democracia, la incosistencia de la violencia ya sea terrorista o institucionalizada y para conocer la existencia de unos jóvenes que creyendo luchar contra le fascismo se mostraron ante el mundo entero como los herederos urbanos del nazismo de Hitler. Por último destacar la mejor escena del film y una de las más logradas de este año 2009. Un montaje de escenas relacionadas con hechos históricos de finales de los 60 y principios de los 70 al ritmo de Child in Time de Deep Purple. Los pelos como escarpias y las lágrimas a punto de brotar.