martes, 7 de abril de 2020

Titans: Temporada 2, Titanes desunidos



"Ahora es el momento, sé Batman"





Un servidor debe admitir ser de aquellos que hicieron chanza con los trailers de la primera temporada de Titans, la serie de la plataforma DC Universe basada en los personajes homónimos creados en la editorial estadounidense DC Comics. Mi primera impresión era la de encontrarme con un producto con la intención de emular paupérrimamente el tono "grim and gritty" que Zack Snyder insufló en El Hombre de Acero, Batman v. Superman: El Amanecer de la Justicia o Liga de la Justicia, aquellos controvertidos largometrajes que iniciaron el Universo Extendido de DC. Aunque no andaba del todo desencaminado, la pátina de oscuridad imperaba en gran parte del proyecto, me sorprendió encontrarme con una serie competentemente ejecutada en casi todos sus aspectos, siendo capaz de perfilar interesantes personajes que convertían Titans en un producto superior a otras muestras del género diseñadas para la televisión o las plataformas de pago por visión.




Desde una perspectiva conservadora no me hubiera importado encontrarme en la segunda temporada de Titans con "más de lo mismo", pero Greg Berlanti, Geoff Johns y Akiva Goldsman han decidido dar un giro casi radical a su propuesta alejándose, no sólo de sus origines como producto audiovisual, sino tomando la arriesgada elección de desviarse del tono superheróico para adentrarse en terrenos más intimistas con las psicología de los personajes principales como epicentro del relato construido por el grupo de guionistas. Esto no quiere decir que la nueva tanda de episodios de Titans transmute en un análisis pormenorizado de la mentalidad de sus criaturas con ínfulas de solemnidad, pero sí hay una sabia alternancia entre acción, a la que volveremos un poco más tarde, y dramatismo con el que configurar un producto más que competente.




La segunda temporada de Titans se revela como una disección de la contrapartida en imagen real del famoso grupo de DC Comics, creado en su origen por el guionista Bob Haney y el dibujante Bruno Premiani en 1964, en el que sus componentes no ejercen como tal en casi ningún momento dejando que sean sus alter egos y las relaciones interpersonales que les emparentan las que basculen el núcleo argumental de los trece episodios. La reunión de unos "Nuevos Titanes" por parte de Dick Grayson con antiguos componentes y recientes incorporaciones se ve complementada con flashbacks concebidos para rememorar un par de pasajes traumáticos del grupo utilizados como catalizadores deconstructores de la figura del vigilante con reminiscencias que nos recuerdan, salvando las descomunales distancias, a los planteamientos de Alan Moore y Dave Gibbons expuestos en la capital Watchmen.




Esta idea de descomponer al grupo que da título a la serie en su segunda temporada es un salto mortal sin red que otro tipo de producto tomaría cuando el mismo estuviera más que asentado y habiendo pasado unos cuatro años desde su inicio, por temor que a que se noten las costuras de los perfiles de sus personajes protagonistas. Por suerte Berlanti, Johns, Goldsman y su equipo de guionistas acometen tan complicada empresa con profesionalidad, sabiendo cohesionar fondo y forma con resultados de nota. A mermar la psicología de los protagonistas también ayuda la inclusión de un villano a la altura de las circunstancias como el brutal, resolutivo y frío Deathstroke/Slade Wilson al que da vida con incuestionable rotundidad física el actor Esai Morales, construyendo un enemigo capaz de mermar a sus rivales tanto física como psicológicamente.




Otro de los aciertos de la temporada es la peculiar y nada ortodoxa inclusión de Bruce Wayne en la misma. Si en la primera temporada era Batman la amenazante y peligrosa presencia que ponía en entredicho la salud mental de Dick Grayson, es ahora la de su alter ego, a modo de sombra del pasado o presencia imaginaria, la que más dilemas morales hace plantearse al personaje de Brenton Thwaites. Aunque es presentado como un personaje real al inicio de la temporada y vuelve a hacer aparición en la recta final de la misma Bruce Wayne se enclava en el subconsciente de su pupilo mientras en la realidad ejerce como una especie de Demiurgo moviéndose entre las sombras que sobrevuela a los Titanes. Ian Glen ha sido un acierto de casting mayúsculo y el que suscribe está deseando verlo ejercer como Batman en la tercera temporada para poder completar adecuadamente su labor dando vida al icónico superhéroe creado por Bill Finger y Bob Kane.




Siguiendo con las virtudes de esta Titans 2 se consolidan, e incluso mejoran, unas secuencias de acción sencillamente impecables. En una época en la que las películas de John Wick son un oasis dentro de un Hollywood imbuido por una construcción de escenas dinámicas sobreproducidas y editadas hasta el paroxismo la serie de DC Universe demuestra la eficacia, no sólo de sus especialistas en escenas de riesgo, sino el instinto y el buen hacer de unos directores capaces de capturar con sus cámaras todos y cada uno de los movimientos que componen las magníficas coreografías de violencia física, con planos dejando respirar los encuadres y un posicionamiento adecuado del objetivo para dosificar con pericia la información visual y sonora de los combates cuerpo a cuerpo que, como era de esperar, tienen su mejor ejemplo en todas las escenas centradas en Deathstroke.




Como síntesis de todo lo que funciona en esta nueva temporada de la serie de DC Universe es de recibo tomar como ejemplo el episodio sexto títulado Conner, dedicado a presentar al personaje de Superboy, interpretado por Joshua Orpin, un actor con notable parecido físico a Tom Welling (Smallville). Los poco más de cuarenta minutos que dura el capítulo sirven, no sólo para definir con acierto la personalidad de la nueva incorporación a la serie, sino que, en un más difícil todavía, los guionistas lo llevan a cabo por medio de los roles secundarios relacionados profesional o emocionalmente con él. Por último, y demostrando que detener la trama central de la serie para dedicarle una entrega completa no tiene por qué perjudicar al conjunto del producto si se aborda con inteligencia, la recta final del episodio conecta con mucho acierto con lo acontecido a los Titans en el episodio inmediatamente anterior.




Poco más que decir de lo notablemente satisfecho que he quedado con la segunda temporada de Titans, un producto al que miré por encima del hombre antes de su arranque y por el que ahora siento especial predilección mientras lo consumo con fruición. Las decisiones nada complacientes tomadas por Greg Berlanti, Geoff Johns, Akiva Goldsman y compañía han resultado en un notorio acierto augurándole un todavía futuro próspero al proyecto. El mayor problema al que se enfrenta ahora mismo Titans es al indescifrable futuro de DC Universe, ya que la plataforma no está rindiendo como era de esperar en su país de origen y los propietarios de Warner Bros ya están planteándose estrenar la tercera temporada (y la segunda de su superior spin off, Doom Patrol) simultaneamente allí y en la futura HBO Max. Aunque para ser sinceros es la duración del estado de alarma a nivel mundial que sufrimos por culpa de la pandemia del Covid 19 la que, desgraciadamente, decidirá el porvenir de este y otros productos audiovisuales.



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