sábado, 11 de abril de 2015

Cenicienta (2015)



Título Original Cinderella (2015)
Director Kenneth Branagh
Guión Chris Weitz basado en el cuento de Charles Perrault
Actores Lily James, Cate Blanchett, Helena Bonham Carter, Richard Madden, Holliday Grainger, Sophie McShera, Eloise Webb, Derek Jacobi, Hayley Atwell, Stellan Skarsgård, Leila Wong, Ben Chaplin




Adaptación a imagen real tanto del cuento clásico de Charles Perrault como de la versión animada auspiciada por la Disney (productora también del proyecto que nos ocupa) en el año 1950. Dirigida por un Kenneth Branagh que tras Thor, Jack Ryan: Operación Sombra o esta Cenicienta de la que nos toca hablar parece encontrarse más cómodo trabajando como artesano al servicio de Hollywood que como adaptador oficial de la pluma de William Shakespeare al celuloide, rol que, para que negarlo, volverá a tomar a no mucho tardar cuando el gusanillo de trasladar al bardo el celuloide le empiece a picar una vez más. El resultado de esta Cinderella es un producto aceptable, agradable de ver y oír, que no arriesga, pero tampoco decepciona. Una obra cumplidora y poco más.




Cenicienta versión 2015 es una adaptación 100% Disney de la ya mencionada película animada dirigida por el trío Clyde Geronimi, Hamilton Luske, Wilfred Jackson hace casi 70 años, en la que no hay lugar para el experimento, la autoría (Kenneth Branagh está detrás de las cámaras como podía haber estado cualquier otro cineasta cumplidor) o las salidas de tono, Academicismo, impersonalidad, diseño de producción a la altura o una puesta en escena plana pero eficiente son las señas de identidad de un largometraje para toda la familia que no destaca en ningún aspecto, pero que tampoco fracasa a la hora de mostrarse como el aceptable trabajo que realmente es y del que poco más que eso debería demandar el espectador medio.




La historia de la huérfana que acaba convertida en la sirvienta de su despótica madrastra y sus explotadoras (y poco avispadas) hermanas para después, hada madrina mediante, convertirse en el amor del príncipe del reino gracias a un extraviado zapato de cristal la hemos visto en cientos de versiones animadas, de época o adaptadas a la contemporaneidad, y en esta ocasión no deja de ser un Sota, Caballo y Rey de manual en el que Kenneth Branagh y su guionista Chris Weitz (American Pie, Hormigaz, La Brújula Dorada) se dejan llevar por la magia puramente Disney con buenos muy buenos, malos muy malos y entrañables animales parlantes con los que sólo la protagonista puede mantener animada y lisérgica conversación.




El director del (recuperable) remake de La Huella, de Joseph L Mankiewicz no arriesga más allá del uso de unos logrados (pero en ocasiones cargantes) efectos digitales en su labor como narrador y algún momento visual chirriante (la explosión de la calabaza, el giro de cámara durante un plano mientras Cenicienta huye del palacio real) que desentona con su puesta en escena hasta ese mismo momento y tira de oficio para relatar un cuento de hadas clásico en el que la labor del reparto y la dirección artística moviéndose esta última entre lo elegante (todo lo relacionado con el ya mencionado palacio o el vestuario) y lo hortera (esa carroza que parece recién salida de una boda gitana) son los dos pilares en los que se sustenta el esqueleto argumental.




La elección de la británica Lily James para dar vida a Cenicienta tiene sus aciertos y fallos. Por un lado que la chica no sea excesivamente guapa juega a su favor a lo que habría que sumar una preciosa sonrisa, pero parece como si la actriz no pusiera todo de su parte, algo que la pasaba también a Mia Wasikowska (aunque el caso de aquella era más flagrante por su anodina inexpresividad facial) de la Alicia en al País de las Maravillas de Tim Burton. Le da la réplica un penoso Richard Madden de sonrisa Profident al que estamos deseando que apuñale alguien en el estómago durante la fiesta. Mejor labor hacen tirando de veteranía Derek Jacobi, Stellan Skasgard o una simpática Helena Bonham Carter como la hada madrina o las hermanastras de Cenicienta que afrontan con mucha gracia y sorna por Sophie McShera y Holliday Grainger.




Pero es la, como siempre, magistral Cate Blanchett dando voz y cuerpo la madrastra la que insufla elegancia, malevolencia, debilidad y soberbia a un personaje que devora todo cuanto se interpone ante ella. Poco importa quién le dé la réplica, cuan pomposo sea el vestuario que lleve puesto o exquisito el decorado en el que se localice su personaje, la oscarizada protagonista de Blue Jasmine o El Aviador se hace con la película y la misma sólo respira para su caracterización, que sin ser, ni mucho menos, de las más destacadas de su carrera está abordada con tanta entereza y facilidad que a la platea no le queda más remedio que rendirse antes sus ya, sobradamente, demostradas dotes interpretativas y que en un producto como este destacan sobre el resto de apartados haciendo palidecer a todos y cada uno de los mismos.




La Cenicienta en imagen real de Disney y Kenneth Branagh es una simpática nadería que tan pronto se ve como se olvida con inmediata posterioridad. Esquemática, esperadamente cursi (¿alguien lo dudaba?) conservadora en cuanto a cómo se aborda una historia que nos conocemos al dedillo, competente y sincera, pero algo desangelada, quedará, eso sí, al igual que la ya mencionada Alicia en el País de las Maravillas, como la confirmación de que la productora del tío Walt está dando actualmente lo mejor de sí misma en el campo de la animación Aunque pocas quejas se le pueden poner a esta producción de 2015 que como obra lo más interesante que se pueda comentar de ella es que el hecho de que Helena Bonhman Carter participara en su rodaje fuera el posible motivo de su ruptura con Tim Burton (Kenneth Branagh fue pareja de la actriz de Sweeney Todd en los noventa) lo dice todo de esta inofensiva y entretenida chuchería visual y narrativa.



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