Título Original Devil Inside (2012)
Director William Brent Bell
Guión Matthew Peterman, William Brent Bell
Actores Fernanda Andrade, Simon Quarterman, Evan Helmuth, Ionut Grama, Suzan Crowley, Bonnie Morgan, Brian Johnson, Preston James Hillier, D.T. Carney
Cuando en 1973 se estrenó El Exorcista, el clásico de William Friedkin que adaptaba la novela de William Peter Blatty (con la colaboración del mismo escritor en el guión), pocos de los implicados en ella sabían que no sólo estaban dando forma a una de las mejores películas de género de la historia del séptimo arte sino que también después de ella gran parte del celuloide que abordaba la vertiente de las posesiones demoníacas la iba a plagiar, homenajear y parodiar hasta lo extenuante, precisamente por convertirse en la obra estandarte sobre esta temática dentro del cine de terror.
Actualmente y después de casi 40 años del estreno de la película la tónica sigue siendo la misma. Rara es la cinta sobre personas endemoniadas que no se refleje (normalmente de mala manera) en el largometraje protagonizado por Ellen Burstyn, Linda Blair, Jason Miller, Lee J. Cobb y Max Von Sidow entre otros. Esta terrible Devil Inside que nos ocupa no es la excepción, porque al igual que la mayoría de las obras que abordan esta temática utiliza las resoluciones formales y los conceptos de aquella producción de 1973 con una desvergüenza sonrojante y malentendiendo todo lo que aquella transmitia en el plano cinematográfico o el ideológico. Para colmo el proyecto está rodado en el ya manido formato de falso documental haciendo un uso nefasto del mismo, siendo muy superior en ese sentido El Último Exorcismo que también lo usaba pero con más éxito aunque el final ensombreciera los logros de la obra.
Isabella Torelli es una chica estadounidense que viaja a Roma para realizar un documental sobre la historia de su madre, María Torelli, una mujer que asesinó brutalmente a tres personas mientras le practicaban un supuesto exorcismo y que fue trasladada a un psiquiátrico de la Ciudad del Vaticano, sede que se quiere desentender furtivamente del caso de la señora en concreto porque puede tratarse de un atípico y peligroso acto de posesión demoníaca. Allí, su hija, acompañada de Michael, su cámara, encontrará la ayuda de David y Ben, dos jóvenes sacerdotes expertos en exorcismos que intentarán practicarle uno a María con resultados nefastos.
Una película cuya mayor maniobra de marketing es venderse como una obra cinematográfica basada en supuestos hechos reales y que el Vaticano quiere (supuestamente, una vez más), que no veamos delata su naturaleza sensacionalista, barriobajera y sesgada. Devil Inside fusila todos los conceptos estilísticos que hicieron de El Exorcista una obra maestra mezclándolos con el formato mockumentary fracasando estrepitosamente en las dos vertientes. Por un lado el guionista y director William Brent Bell parece no haber entendido que lo que hacía grande y original a la obra de su tocayo William Friedkin no eran los vómitos verdes, los giros de cabeza o las blasfemias salidas de la boca de la pequeña Regan, sino la atmósfera palpable y epidérmica de naturaleza herética y diabólica que destilaba toda la narración y la exquisita y minimalista puesta en escena, en ocasiones de tintes kubrickianos, del cineasta que estaba detrás de las cámaras. Como es lógico nada de eso hay en la producción que nos ocupa.
Por mucho que Brent Bell trate de impactar a la platea con jovencitas poseídas con ínfulas contorsionistas a las que les crujen las extremidades y que sangran por los genitales (apunte burdamente gratuito) mientras hablan en lenguas muertas e insultan a los exorcistas que tratan de ayudarlas nada es creible, nada es cercano, nada transmite inquietud. Porque si bien el director tergiversa los referentes en los que se inspira, para colmo lo hace un uso completamente deficiente del falso documental, ya que si su intención al utilizarlo era transmitir verismo el tiro le sale por la culta porque sólo artificio, impostura y falsedad es lo que consigue proyectar con su(s) cámara(s). Es más, la escena del exorcismo de María (que se supone el núcleo central del largometraje y su punto más álgido) es incluso más fallido que el otro que vemos previamente en el metraje y que acabo de comentar en este mismo párrafo.
Tampoco ayuda a la credibilidad del film un reparto de desconocidos (María, la madre posesa, más que una endemoniada parece una pobre limpiadora con un mal día, aunque su mirada en ocasiones es inquietante) que no parecen creerse en ningún momento sus papeles y que sólo cuando el metraje está acabando deciden entregarse un poco más al fuego de artificio en el que están inmersos. Para colmo cuando llegamos a la recta final el ya de por sí endeble "realismo" de la obra cae a unos niveles de bochorno sonrojante cuando el demonio decide ir saltando de persona en persona llegando al clímax del coche (la única escena técnicamente lograda de la velada, junto a la secuencia en la que uno de los personaje se suicida pegándose un tiro en la boca) que se revela como uno de los finales más insatisfactorios, deficientes e inesperadamente ridículos de lo que llevamos de década y que deja al espectador con un palmo de narices.
El caso es que no escarmiento y sigo viendo este tipo de basura sabiendo casi con toda seguridad que van a ser despojos. Devil Inside es una película estúpida, amarillista, efectista (la monja del cartel que adjunto abajo sólo sale en un brevísimo plano y no sabemos si la mujer está más ciega que Stevie Wonder o también poseida por diablos saltarines), que no inquieta, no tiene personalidad, perfila personajes estúpidos (¿a qué viene que Michael sea tan imbécil y haga esas declaraciones a la cámara cuando está en soledad?) y ni en su supuesta crítica a la Cúpula del Vaticano sale bien parada porque aborda el tema de pasada, superficialmente y sólo para dar que hablar. Pero bueno, poco se puede esperar de una cinta que proclama por medio de uno de sus protagonistas que la ciencia, a diferencia de la religión, no puede ayudar al prójimo.
Ahora que dices lo del Vaticano y el cine me sucedió una anécdota con respecto a esta película:
ResponderEliminarUn día durante una de mis visitas a la sección de cine de El Corte Inglés veo como dos monjas llevaban de la mano a un sacerdote joven y lo acercaron a la zona del cine de terror, yo me puse cerca para curiosear y vi como las dos mujeres le decían al párroco señalando el tagline de la portada de la película (la de la monja con glaucoma concretamente) en el que se menciona lo del Vaticano mientras decían: "Mire padre, mire qué vergüenza" mientras el cura las tranquilizaba diciendo que eso lo habían hecho los creadores de la película para darse publicidad. Ya más sosegadas las buenas hermanas se fueron con el sacerdote. Muy berlanguiano todo.
Pero vamos, esta vez estoy con el Vaticano, está película es para no verla, pero por mala, no por otra cosa.
Pd: Fíjate si soy masoca que ya le tengo el ojo echado a la de El Rito con Anthony Hopkins, aunque esa dicen que es mejor esta, cosas que nos es muy difícil.