Título Original Captain Phillips (2013)
Director Paul Greengrass
Guión Billy Ray basado en el libro de Richard Phillips y Stephen Taity
Actores Tom Hanks, Barkhad Abdi, Mahat M. Ali, Barkhad Abdirahman, Faysal Ahmed, Michael Chernus, Catherine Keener, David Warshofsky, Corey Johnson, Chris Mulkey, Yul Vazquez, Max Martini, Omar Berdouni, Mohamed Ali
Capitán Phillips es la última obra del interesantísimo cineasta inglés Paul Greengrass, autor que cobró fama mundial cuando ganó el Oso de Oro del festival de Berlín de 2003 (ex aequo con El Viaje de Chihiro de Hayao Miyazaki) con su segundo y hasta hoy mejor film, Bloody Sunday. Tras el éxito de esta obra se le abrieron las puertas de Hollywood y pudo dar forma a dos entregas de la saga de Jason Bourne (El Mito de Bourne y El Ultimatum de Bourne) y ofrecer su otro gran proyecto como director, United 93. Tras esto abordó el tema de la guerra de Iraq con Green Zone (la única de sus obras que no he visto, junto a su debut detrás de las cámaras, The Theory of Flight) y con ello pudo asentarse plácidamente en la meca del cine siendo reconocido como un magnífico realizador que abordaba temas interesantes y nada cómodos con su filmografía.
Richard Phillips (Tom Hanks) es un capitán de la marina mercante de Estados Unidos que está al mando del buque carguero Maersk Alabama que lleva un enorme cargamento a Mombasa. Durante su trayecto por aguas somalíes él y su tripulación serán asaltados por un grupo de piratas comandados por el impetuoso Abduwali Muse (Barkhad Abdi). Una vez abordado el navío Phillips se verá en la obligación de tomar el control de la peligrosa situación y negociar con los asaltantes para evitar que sus hombres salgan mal parados y que de esta manera la mercancía que transporta a África pueda llegar a su destino. Pero lo extremo de la situación dará pie a que nada salga como el capitán del barco espera, pero tampoco como el grupo de piratas comandado por Muse pensaban en un principio.
Captain Phillips es cine Paul Greengrass al 100%. Un proyecto de tono cuasi documental, con contenido social y político altamente interesante que plantea interesantes dilemas morales al espectador y que en ningún momento cae en maniqueísmos o mensajes de naturaleza sesgada. Curiosamente la última cinta del productor de Omagh es la hermana estadounidense de la francesa L'Ordre et la Morale, última y soberbia cinta detrás de las cámaras del actor, guionista y cineasta Mathieu Kassovitz (que sigue inédita en España dos años después de su estreno y los que le queden) que tiene un punto de partida muy parecido al de la obra que nos ocupa (para empezar ambas están basadas en hechos reales) tanto en su temática como en su desarrollo, aunque el film del autor de La Haine es superior y más valiente que el de Greengrass.
El cineasta inglés vuelve a hacer uso de su inteligencia como narrador y observador eludiendo cualquier idea tendenciosa o cliché partidista para relatarnos la dramatización de unos hechos reales en los que no tomaron parte héroes o villanos, hombres buenos o malos, sólo personas impulsadas a extremos por sus propias condiciones que eran opuestas pero de manera paradójica muy similares. No quiero ni pensar que habría pasado si este proyecto (no lo neguemos, de naturaleza bastante delicada y compleja moralmente) hubiera caído en manos de un director con menos sensibilidad que Greengrass o más dado al artificio, al blanco y negro ideológico o a la mil veces manida americanada patriotera y sentimientaloide. Por suerte el realizador de The Bourne Supremacy está lejos de ser uno de esos mercenarios del buen gusto.
Los americanos de Capitán Phillips no son héroes a los que sólo les falta la bandera de las barras y estrellas ondeando a su espalda mientras cometen actos sobrehumanos a cámara lenta. Son personas reales con sus miedos, que cometen errores y se equivocan en algunas de sus decisiones. El mismo Richard Phillips que protagoniza el largometraje es la muestra más clara de esta idea. No estamos ante un John McClane que va repartiendo estopa de manera temeraría entre "extranjeros" para salir airoso con una frase lapidaria final, sino ante un profesional en su ramo que hace lo que cree más conveniente para su superviviencia y la de sus hombres, pero no con una seguridad ferrea e inquebrantable y sí con unos actos llevados a cabo entre titubeos, improvisación y lógicamente miedo.
Pero es que el director también se ocupa de perfilar debidamente a sus "villanos" esos piratas que asaltan el Maersk Alabama. Los somalíes de Capitán Phillips no son como los de Black Hawk Derribado de Ridley Scott, unos zombies que no sienten ni padecen, que no articulan una sola palabra y cuya única misión es matar sin dejar lugar a desarrollar mínimamente sus motivaciones ante la pantalla, por muy execrables que sean las mismas. La banda de piratas comandada por Abduwali Muse está formada por seres humanos llevados a una vida de pillaje obligados por una condiciones de vida inviables, es más, el ya mencionado líder del grupo tiene que reafirmar diariamente su condición de "capitán" por el simple hecho de ser marginado socialmente por la escualidez de su cuerpo que es inversamente proporcional a su determinación como líder.
Como siempre con Greengrass el reparto lo da todo y alcanza considerables cotas de verismo. Lo más curioso es que aunque dentro de los personajes de los americanos tenemos a secundarios con bastantes tablas como Chris Mulkey (Twin Peaks), Corey Johnson (habitual en la etapa americana de Greengrass) o Catherine Keenear, que no tiene tiempo para decir esta boca es mía, los actores no profesionales que dan vida a los piratas somalíes transmiten más verdad e inmediatez que ellos, sobre todo el Abduwali Muse al que da vida un soberbio Barkhad Abdi que no deja de ser un reflejo del mismo Phillips y con el que llega a contraer una interesante relación apuntalada en un atípico y no escrito código de honor, algo que sucedía también, una vez más, entre los dos rivales de L'Ordre et la Morale.
Aunque nota aparte merece el protagonista de el largometraje y no es para menos. Con Capitán Phillips recuperamos al gran Tom Hanks, aquel que andaba perdido desde hacía años dando bandazos entre conspiraciones pseudoreligiosas y comedias blandorras, el que ofreció magistrales clases de interpretación dentro del drama en films como Philadelphia, Salvar al Soldado Ryan, Naufrago o Camino a la Perdición, el mismo que en la última cinta de Greengrass se enfunda un personaje lleno de matices y fuerza, un hombre llevado al límite por las circunstancias que experimenta sensaciones que van desde el valor al miedo, pasando por la compasión o la altivez. Su última escena en el film es uno de los pasajes más logrados y humanos dentro de la carrera interpretativa del protagonista de Atrápame Si Puedes o Forrest Gump.
Paul Greengrass inyecta su habitual nervio a fuego en todos y cada uno de los fotogramas, con ese tono de documental, fotografía cruda y coherente cámara al hombro que ayuda al in crescendo de la intriga del largometraje muy deudora de la de cineastas como John Frankenheimer o el William Friedkin adscrito al género thriller. El británico no da puntada sin hilo y procura mantener firme su pulso narrativo en todo momento para que los 135 minutos de metraje de la película no pesen en ningún momento gracias a cómo traslada a imágenes el medido y sólido guión de Billy Ray que adapta la novela del mismo Richard Phillips en la que se basa la obra cinematográfica y a una encomiable dirección de actores que se ve complementada por un acabado técnico casi intachable por parte del equipo de rodaje.
Capitán Phillips es un magnífico thriller dramático y otra muesca en el revólver de un cineasta a seguir de cerca (siempre me quedará la espina de cómo hubiera sido su visión cinematográfica de Watchmen de Alan Moore y Dave Gibbons, una pena que se cayera del proyecto en su momento). Evidentemente por mucho realismo que quiera transmitir la obra la dramatización de aquellos hechos se habrá visto retocada en varios aspectos (por lo visto el capitán no estaba tan bien visto por su tripulación como nos hace ver el film, mucha polémica ha habido con este tema tras el estreno del largometraje) pero al igual que otros films como Argo o Munich podemos comprender que se idealicen algunas cuestiones con respecto a los verdaderas acciones que se llevaron a cabo en aquella jornada de Mayo de 2009.
Pero al igual que con Bloody Sunday o United 93 en el plano cinematográfico el éxito de Capitán Phillips es tan considerable como poco cuestionable. Por el camino Paul Greengrass consigue que el mensaje de su último trabajo sobre choques culturales, la intransigencia de los gobiernos del Primer Mundo con respecto a los casos de toma de rehenes que puedan deteriorar su imagen de cara al electorado y la historia de un hombre normal que hizo algo extraordinario por su propio bien y el de sus compañeros llega alto y claro a la platea ofreciendo un producto que aúna con una profesionalidad intachable y mucha elocuencia comercialidad, calidad y cierto grado de compromiso tanto social como político.
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