Título Original Judge Dredd (1995)
Director Danny Cannon
Guión Michael De Luca, William Wisher Jr y Steven E. De Souza basado en el personaje creado por John Wagner y Carlos Ezquerra
Actores Sylvester Stallone, Armand Assante, Diane Lane, Rob Schneider, Max von Sydow, Ewen Bremner, Joan Chen, Jurgen Prochnow, Joanna Miles, Balthazar Getty
"Los primeros quince minutos muy bien, pero, después se quita el casco y más tarde el traje y quedó una película de Sylvester Stallone a secas". Estas fueron las declaraciones de Carlos Ezquerra, co creador del personaje Juez Dredd junto al guionista británico John Wagner, cuando le preguntaron en esta interesante entrevista de Blog de Superhéroes qué le parecía la primera versión cinematográfica que en los 90 se llevó a cabo acerca de las aventuras del juez, jurado y verdugo que nació en las páginas de la mítica revista inglesa 2000 AD en 1977. Un servidor hace suyas las palabras del zaragozano, porque después de muchos años ayer volví a ver esta simpática mediocridad que pudo haber sido la más fiel adaptación del microcosmos de Joe Dredd al celuloide si no hubiera sido por las malas artes del actor que le dio vida, Sylvester Stallone.
En un principio el proyecto largamente acariciado de llevar a imágenes las aventuras del Juez Dredd iba a estar protagonizado por el austriaco Arnold Schwazzenegger que como única exigencia puso que su personaje al menos "una vez" se quitara el casco a lo largo del metraje. Finalmente el protagonista de Depredador no puedo ponerse el uniforme de Joe Dredd y su amigo (y rival profesional) Sylvester Stallone se lo enfundó. Detrás de las cámaras se puso al novato director británico Danny Cannon (más tarde conocido por ser uno de los impulsores de la célebre serie C.S.I: Las Vegas, rodando el episodio piloto de la misma) y el guión lo escribieron William Wisher Jr (Terminator 2) y Steven E De Souza (Street Fighter: la Última Batalla) basado en un argumento del mismo Wisher Jr y Michael De Luca.
El resultado fue un producto endeble que no tuvo éxito en la taquilla y que mostroço los primeros síntomas de la decadencia en la que el protagonista de Rocky iba a adentrarse en la segunda mitad de los 90 y que se alargaría hasta mediados de la década pasada. Pero el problema más grave es que Juez Dredd como adaptación de los cómics del personaje homónimo lo tenía todo para triunfar y ser fiel a las viñetas que autores como los ya mencionados Wagner y Ezquerra, Garth Ennis, Brian Bolland, Mike McMahon o Pat Mills se ocuparon de convertir en leyenda del noveno arte, pero como ya he comentado el divismo de un Stallone que metió demasiado mano en la producción del largometraje dio pie a que todo el proyecto se fuese al traste.
Año 2139, el grueso de la población de Estados Unidos se divide en tres megaciudades. En Mega City 1 la violencia y la criminalidad están a la orden del día y sólo un grupo de agentes de policía llamados Jueces, que tienen licencia para detener, juzgar y sentenciar a los delincuentes en la misma escena del crimen, mantienen a raya el caos y la anarquía en la zona. El más competente e inflexible de los jueces es Joe Dredd, personalidad autoritaria admirada por sus compañeros y temida por sus enemigos. Pero un día todo se torcerá cuando Dredd sea acusado de doble homicidio y por ello encarcelado en la penitenciaría de máxima seguridad de Aspen. Entre rejas y con la ayuda de algunos aliados el Juez Dredd tendrá que demostrar su inocencia y capturar a la persona que le ha tendido la trampa.
En la producción de Juez Dredd se utilizó un presupuesto de 90 millones de dólares y eso en pantalla se deja notar. La Mega City que este largometraje de 1995 refleja es considerablemente fiel a la de los cómics y el diseño de producción con el que fue creada a día de hoy aún se ve como un trabajo realmente encomiable por parte de la dirección artística implicada en el proyecto. Por otro lado el vestuario de los actores es de nota altísima y el uniforme de los jueces fue diseñado ni más ni menos que por el tristemente desparecido diseñador Gianni Versace. El reparto está lleno de secundarios reconocibles, entre ellos Armand Assante, Max Von Sydow, Jurgen Prochnow y unas guapísimas Diane Lane y Joan Chen.
Para colmo Stallone con el casco puesto es un Dredd muy convincente, aunque su entrada triunfal en pantalla queda oscurecida porque su tono de voz nos hace pensar si el personaje tiene alguna deficiencia mental (ese "Aiam... de lo!" desata las carcajadas sí o sí). Lo tenemos todo, el entorno, el dinero, la acción, los actores y personajes, una pegadiza y banda sonora de Alan Silvestri a lo Basil Poledouris y ese microcosmos que mezcla una sucia urbe llena de delincuentes con la frialdad de tintes nazis del Palacio de Justicia donde los jueces imponen su ley. Pero todo fracasa cuando el protagonista de Los Mercenarios decide que él es más importante que la película o el cómic en el que la misma se está basando, por ello tras esos 15 interesantes minutos de los que hablaba Ezquerra en los que se nos presenta la historia, Juez Dredd se convierte en una autofelación para el hinchado ego de su actor principal.
En el mismo momento en el que Stallone se quita el casco (algo que el Dredd de los cómics no hace nunca, ya que la idea de que no le veamos el rostro es, según su creador John Wagner, la que universaliza su concepto de que es una representación icónica de la ley en toda su magnitud) no sólo traiciona la esencia del personaje, es que también lo hace para no volver a ponérselo a lo largo de todo el metraje más de un par de veces muy breves. De modo que Joe Dredd desaparece y en su lugar nos cuelan a uno más de los "policías duros" a los que ha dado vida Stallone en films como Tango y Cash o Cobra: El Brazo Fuerte de la Ley y que para colmo está acompañado del típico personaje secundario cómico al que da vida un Rob Schneider, por suerte, menos cargante de lo normal.
Lo que nos queda es una mediocre cinta de ciencia ficción en la que Stallone y su colega se encuentran con sosias de muchos de los personajes de los cómics de Juez Dredd (la juez Hershey, la familia Ángel, el Juez Supremo Fargo) que en ningún momento parecen estar enfrentándose al protagonista de los tebeos, sino a un madero sonado al más puro estilo Martin Riggs de Arma Letal. Y es una pena, porque el guión toma como punto de partida (lejanamente) la saga El Día que Murió la Ley y el diseño de personajes como Mean Machine o el ABC Robot tienen su mérito, pero la poca fidelidad del guión a las viñetas y la labor de Stallone como protagonista abocan inevitablemente al fracaso a la cinta que no levanta cabeza por muy entretenida y frenética que se vea aún a día de hoy.
Sylvester hace uno de los peores papeles de su carrera, ya que a su pronunciación un tanto desafortunada se une el hecho de que al quitarse el casco parece sentir la necesidad de no parar de gritar cosas sobre la ley ("de lo!") con el rostro desencajado. El protagonista de Acorralado (First Blood) es un actor mediocre (aunque desde mi punto de vista mucho mejor que su amigo Arnold) que en ocasiones nos ha ofrecido buenos trabajos (Copland, Rocky) pero en esta ocasión esa nominación al Razzie al peor actor de 1995 estaba bastante justificada. Diane Lane guapísima, pero poco pinta aquí, Max Von Sydow se lo toma demasiado en serio (pobre hombre) Jurgen Prochnow se mete bien en su papel de villano en la sombra, Joan Chen parece como si fiera a preguntar al director dónde está la cámara y el que mejor parece pasárselo es Armand Assante porque no se toma en serio su labor y por ello se marca un villano de opereta carismático y exagerado. Rob Schnieder está hasta pasable y sólo por el momento en el que imita la voz de Stallone ya merece la pena aguantar su poco agradable presencia.
Danny Cannon hace lo que puede, técnicamente se le ve resuelto pero el montaje del film es nefasto (los productores quisieron remontar la cinta para evitar la calificación R quitando violencia pero no tuvieron tiempo para ello, síntoma más del desastre que debió ser la gestación de este proyecto) y si bien las escenas de tiroteosy persecuciones son dignas, las de peleas cuerpo a cuerpo son penosas (Diane Lane y Joan Chen más que pegarse parece que estén bailando Batuka) y parecen coreografiadas por el director de un geriátrico. De todas formas las malas lenguas dicen que el director de Aún Sé lo Que Hicisteis el Último Verano vio su labor detrás de las cámaras brutalmente adulterada por la intervención, una vez más, de Stallone, de modo que no podemos tampoco echarle todas las culpas a él o al editor.
Como muchos sabréis el pasado 2012 se realizó, Dredd, otra adaptación del personaje al celuloide a manos del guionista Alex Garland (28 Días Después, Sunshine), el director Pete Travis (Omagh, Vanishing Point) y protagonizada por un convincente Kar Urban (El Señor de los Anillos, Star Trek) que, este sí, no se quita el casco en ningún momento del metraje. Esta obra, mucho más conseguida en el plano cinematográfico a pesar de su humildad formal, fue un fracaso en la taquilla, pero en el mercado doméstico ha conseguido vender en sólo una semana más de 650.000 copias (una de ellas del que suscribe), hecho que no descarta el rodaje de una secuela que sería recibida con lo abrazos abiertos por miles de fans, un servidor entre ellos.
Sin comparamos ambos largometrajes evidentemente la cinta de Garland y Travis gana por goleada, aunque da una visión más de realismo sucio y urbano que la de Cannon (según el mismo Wagner, Dredd, al igual que roles como Batman, es un personaje con tantos matices que permite ser abordado con una amplia variedad de registros en fondo y forma) y su violencia estilizada y explícita es muy deudora del cómic. Pero es cierto que estilísticamente la versión de 1995 es mucho más fiel a lo que son la historietas del personaje y podría haber sido muy superior si no la hubieran reventado desde dentro sus mismos creadores.
En lo que si fallan ambas versiones es en que obvian completamente el tono de sátira y crítica que convertía a Dredd en una fuerza de la ley fascistoide en ocasiones más peligrosa que los mismos criminales a los que ajusticiaba, ya que ambas películas se ponen del lado del protagonista y no ponen nunca (bueno, la de Travis puede que sí, ahí está el personaje de Anderson para equilibrar la balanza moral de la historia) en duda que los métodos del juez son los adecuados. Por eso a un servidor siempre le quedará la espina de que Paul Verhoeven y Ed Neumeir no se hayan puesto hasta ahora detrás de una de las adaptaciones del personaje a la pantalla, ya que como dijo algún avispado Robocop tiene más de Juez Dredd que la misma película de Juez Dredd, al menos la de 1995.
Juez Dredd es una hija de los años 90 y un producto realizado para el lucimiento de su protagonista cuando debería haber sido (pudo serlo) la convincente adaptación a imágenes de un personaje mítico dentro del cómic europeo. Con todo la película de Danny Cannon destila la considerable caspa y vergüenza ajena mezclada con entretenimiento y simpatía como para ser vista hoy día con un grupo de amigos en una tarde tonta con la sana intención de echar unas risas viendo como Sylvester Stallone se limpió el culo con todos los números de 2000 AD que encontró en su camino (y eso que los títulos de crédito con las portadas de los cómics del personaje hacían presagiar que la fidelidad iba a ser la exigida) para su propio beneficio. Por suerte la cosa no le salió como quiso y la franca decadencia en la que entró su carrera poco después le sirvió como sana cura de humildad. La terrible venganza de Joe Dredd se sirvió fría, pero con efectividad.
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