Título Original The House of the Devil (2009)
Director Ti West
Guión Ti West
Actores Jocelin Donahue, Tom Noonan, Mary Woronov, Greta Gerwig, AJ Bowen, Dee Wallace
Es una verdadera pena que un producto a priori tan interesante como La Casa del Diablo (The House of the Devil) del realizador norteamericano Ti West no cumpla con las expectativas que se depositan en él en sus primeros cinco minutos. Lo que se podría haber revelado como un delicioso homenaje el cine de terror estadounidense de la primera mitad de los años 80 se convierte en un mortecino ejercicio de desidia argumental que aboca a un somnoliento aburrimiento al espectador, no dando crédito este a que una forma tan adecuada pueda contener un fondo tan defectuoso.
Samantha es una joven universitaria con problemas económicos. Una mañana decide llamar a un número de teléfono en el que una persona solicita con urgencia el trabajo de una babysitter. Cuando la chica llega a la casa, junto a su amiga Megan, descubre que Mr Ulman sólo requiere sus servicios para esa misma noche, durante cuatro horas por las que cobrará 400 $ y en las que sólo tendrá que vigilar a la anciana matriarca de la familia. La siniestra casa, el extraño comportamiento de los Ulman y que esa misma noche tenga lugar un eclipse lunar convertirán esas cuatro horas en las más terribles de la vida de Samantha.
Desde el primer minuto, no hay más que ver esos títulos de crédito con planos congelados y el título del film ocupando toda la pantalla, The House of the Devil transfigura en un facsimil cinematográfico. Una obra que si no fuéramoa conocedores de su estrenó en el año 2009 pensaríamos que vio la luz en 1982. Esto es debido a que el film de Ti West utiliza la estética, las resoluciones formales, los lugares comunes y hasta la banda sonora de los productos de terror de serie B de la primera mitad de la década de los 80. Toda la puesta en escena del largometraje nos recuerda a aquellas cintas estadounidenses sobre casas ténebres, cultos satánicos y sectas adoradoras de Lucifer que ya venían de los años 70.
El director y guionista lo tiene todo para triunfar y su labor detrás de las cámaras es notable sabiendo cómo encuadrar, qué referencias tomar o cuales desechar y sacar provecho de una escueta dirección artística muy bien fotografiada. Pero La Casa del Diablo finalmente fracasa como cinta y homenaje por ser un producto rematadamente aburrido en el que no sucede prácticamente nada durante 75 anodinos minutos en los que lo más interesante que acontece en pantalla son un inesperado disparo a una cabeza y la presencia de varios manojos de pelos en una bañera, secuencia que supuestamente debe inquietarnos y que paradójicamente incita a la carcajada.
Durante esa hora y cuarto lo único que vemos es la vida triste que lleva el personaje de Samantha para posteriormente entrar en la casa que da título al film y hacer allí estupideces como comer, ver la televisión, hablar por teléfono, bailar con los walkman puestos y romper un jarrón. El problema no es que la protagonista se entregue a estas ociosas acciones que cualquier hijo de vecino haría en su lugar (la Jamie Lee Curtis de la seminal La Noche de Halloween también las llevaba a cabo, pero claro, John Carpenter es una maestro del tempo narrativo dentro del género de terror) es que West no tiene ni idea de cómo inquietar al espectador, es nefasto para crear una atmósfera palpable de amenaza y todas las elecciones argumentales que toma están expuestas en pantalla con una desgana sencillamente pueril.
Cuando llega el clímax final un servidor está mirando las musarañas, pendiente de mil cosas que no tienen nada que ver con la película y por mucho que al final su creador se marque un resultón ritual satánico con el que quiere convertir su deficiente producto en La Semilla del Diablo (Rosemary's Baby) el daño ya está hecho, el aburrimiento se ha apoderado de la velada y esa poco creíble resolución utilizada como cierre confirma que estamos ante otro claro caso de quiero y no puedo que no llega a ser ese delicioso homenaje a unas obras y una manera de hacer cine casi perdida que parecía en un principio.
La The House of the Devil que nos ocupa es una obra cinematográfica del todo fallida, porque comete la tropelía que ninguna película debería cometer, aburrir soberanamante al espectador. Por mucho que el envoltorio sea adecuado, los actores cumplan convenientemente, el argumento central tenga su encanto y haya cierto aroma y cariño sincero hacia cine de género pretétiro (esa Dee Wallace en el prólogo) el contenido es desangelado, triste y endeble, de modo que el director y guionista fracasa en su empresa que nunca consigue llegar a buen puerto por culpa de sus inadecuadas dotes como narrador cinematográfico.
Dentro de la serie B de os 80 hay grandes obras adscritas al terror, pero la tercera cinta de Ti West parece rendir homenaje a aquellas que producían somnolencia a la platea por su inconsistencia narrativa como la sobrevaloradísima Prom Night de Paul Lynch (que al igual que el film que nos ocupa tenía un arranque prometedor que se desinflaba al poco tiempo). Si esto es así la fidelidad a dichas producciones es tal que el director posiblemente haya gestado su Ciudadano Kane personal. Pero para esto prefiero quedarme con la imperfecta The Lords of Salem de Rob Zombie que con sus virtudes y defectos llega, en el mismo terreno, mucho más lejos que esta oportunidad perdida por la que no merece perder el tiempo.
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