viernes, 15 de junio de 2012

24 Hour Party People, flight of Icarus



Título Original 24 Hour Party People (2002)
Director Michael Winterbottom
Guión Frank Cottrel Boyce
Actores Steve Coogan, Shirley Henderson, Paddy Considine, Andy Serkis, Chris Coqhill, Lennie James, Danny Cunningham, Paul Popplewell, Sean Harris, Rob Brydon, Enzo Cilenti, Simon Pegg, Kieran O'Brien, Kate Magowan, Martin Hancock, Tim Horrocks, Keith Allen, Darren Tighe, Ralf Little



En el año 2002 el prolífico y ecléctico (no se le resiste ningún género) director británico Michael Winterbottom llamó la atención en varios festivales internacionales con 24 Hour Party People, su octavo largometraje detrás de las cámaras. Se estrenó en el festival de Cannes de aquel año y gustó allí donde fue proyectado. Su éxito fue notable y muchos la tildaron (y lo siguen haciendo) como la mejor obra salida de la mano del creador de The Killer Inside Me o Código 46 y a fe mía que posiblemente y casi con toda seguridad están en lo cierto.




En el año 1976 los Sex Pistols dieron un concierto en Manchester y a él sólo asistieron poco más de cuarenta personas. El acontecimiento a pesar de todo fue histórico ya que entre los espectadores se encontraban los que posteriormente serían miembros y fundadores de bandas estandarte del post punk como Joy Division, New Order o Happy Mondays. El presentador de televisión Tony Wilson (Steve Coogan) también esutvo allí y él será nuestro guía y narrador, hablándonos de cómo fue aquella época de cambio musical y social en Manchester y de la aventura en la que se embarcó y que le llevó a co crear junto a otros socios el mítico sello musical Factory Records.




24 Hour Party People es sin lugar a dudas una genialidad en fondo y forma. Una obra riquísima y poderosamente original que paradójicamente bebe de incontables fuentes referenciales cinematográficas y musicales pero formando un compacto y lúcido todo en el que el conjunto funciona a la máxima potencia de sus posibilidades. Michael Winterbottom consigue la pieza fílmica más completa de su carrera por medio de un caos controlado digno de un cineasta de los grandes en el que hay de todo y nada es deficiente o mínimamente mediocre.




El británico mezcla comedia, falso documental, crónica social, drama, biopic e incluso videoclip para parir una pequeña joya que retrata verazmente una época muy determinada.La que fue testigo de cómo el punk bajó de todo lo alto para dejar paso al rave en un Manchester que durante aquella época se convirtió en una de las capitales musicales del mundo. Todo con un montaje ágil, imágenes de archivo, actuaciones reales y otras interpretadas por los actores que dan vida a las bandas a las que se tributa en el film y poblando el metraje al máximo de sorna, ironía, buen humor y cariño para con los ídolos a los que retrata.




Pero que nadie se lleva a engaño, aunque Winterbottom siente una profunda admiración por todas y cada una de las personas a las que retrata (sobre todo a los músicos) no duda en hacer mofa y befa con ellos a lo largo de todo el film incluso mirándolos con ironía y hasta humor negro (impagable la sequedad y hasta mala baba con la que retrata el suicidio de Ian Curtis). De ahí que la cinta se aleje de otros biopics que solo rezuman baba hacia la persona/s que retrata/n. Winterbottom es de todo menos acomodaticio o un vendido y aquí da muestra palpable de tal hecho.




Uno de los puntos más fuertes de la cinta es su humor. El tono de comedia es omnipresente y ya desde ese prólogo con Tony Wilson y el ala delta en el que incluso utiliza un tono despectivo con los espectadores de la película incitando a estos a leer más si no conocen el mito griego de Ícaro pasando por las peleas entre los socios de Factory Records como las de Rob Gretton (enorme Paddy Considine, descacharrante su reacción cuando Tony le cuenta lo del precio de la mesa de la oficina de la discográfica) o el productor Martin Hannet (enormísimo, hasta literalmente, Andy Serkis) llegando a la intervención de mafiosos de medio pelo en la discoteca La Haçienda todo es una cascada continua humorísitcamente hablando.




Pero cierto es que toda esa coña, todo ese humor, toda esa mala baba está dirigida, catalizada y filtrada por un Steve Coogan carismático, canalla, vividor y siempre intentando mantener la calma en situaciones delicadas en las que hasta su integridad física corre peligro. El protagonista de The Trip ofrece momentos inolvidables, sobre todo en los que ejerce como presentador de su programa So it Goes, sirvan de ejemplo las entrevistas  al anciano o al enano del circo que lava los elefantes o el especialmente memorable e ínfimo pasaje en el que incidimos en su vida privada y a la que no volveremos porque en palabras del mismo Tony " esta película no es sobre mí, sino sobre la música".




Mencionar esa parte del film me permite hilar fino y hablar finalmente de lo que más me ha sorprendido y agradado de 24 Hour Party People, su metareferencialidad y autoconsciencia como obra cinematográfica. Desde que la película comienza el personaje de Tony Wilson sabe y exhorta que estamos en una película y debido a esto rompe la cuarta pared continuamente para hablar con el espectador de manera directa, como si de un documental o reality show se tratase. Pero rizando el rizo y llegando más allá Winterbottom se permite apuntes metatextuales sencillamente brillantes e inolvidables.




Dos ejemplos son la escena de sexo entre la novia de Tony (entrañable como siempre Shirley Henderson) y el músico Howard Devoto. Cuando el protagonista sale de los baños públicos en los que el furtivo coito se está llevando a cabo a espaldas del protagnista en la puerta tenemos al Howard Devoto real interpretando a un limpiador y asegurando que eso que acabamos de ver no ocurrió en la realidad. Pero yendo más allá incluso hay un momento del film que me puso en pie y aplaudí, Se trata del pasaje superlativo en el que Tony empieza a enumerar cuales de los actores que salen en la película a modo de cameo son músicos o personalidades auténticas de aquella época que se está retratando en el largometraje. 




En ese mismo momento al mencionarlos y ponerles cara Tony suelta esta perla de frase cuando vemos la imagen del cantante de los Durutti Collum "Y Vinnie Railly, aunque esta escena no llegó al montaje final, seguro que sale en el dvd". Es decir, la cinta ha llegado a unas cotas de metareferencialidad que se permite hablarnos de una escena eliminada que no se vio en el montaje final de 24 Hour Party People y que saldrá en la edición para el mercado doméstico, cuando lo que estamos viendo es nada más y nada menos que el montaje final de 24 Hour Party People. Sencillamente para quitarse el sombrero y rendir pleitesia al tandem Winterbottom/Cottrel Boyce y al ingenio de ambos.




24 Hour Party People ha supuesto una gratísima sorpresa de la que llevaba años oyendo hablar bien pero con la que no me animaba. La mejor obra de un director valiente que se adapta a cualquier estilo, que hace el cine que quiere y que no se vende por nada y por nadie. Desde la escena con Tony Wilson surcando los aires pensando en que va a morir hasta ese final con aparición del altísimo, marihuana mediante, la octava cinta de Michael Winterbottom se revela como una obra ejemplar que realiza una amalgama de texturas y géneros sobresaliente sin olvidar dos puntos clave. Entretener al espectador y homenajear al medio musical y a una ciudad en la que el mundo puso sus ojos durante una época inolvidable. Welcome to Madchester!



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