Título Original: The Fighter (2010)
Director: David O'Russell
Guión: Scott Silver, Paul Tamasy, Eric Johnson y Keith Dorrington
Actores: Mark Wahlberg, Christian Bale, Amy Adams, Melissa Leo, Robert Wahlberg, Jack McGee, Dendrie Taylor, Jenna Lamia, Bianca Hunter, Sue CostelloTrailer
He de admitir que me gusta el cine del problématico director norteamericano David O'Russell. Adoro esa sátira antibelicista situada en la guerra del golfo llamada Tres Reyes, que ponía al día films como Los Violentos de Kelly de Brian G. Hutton. También le tengo especial cariño a esa comedia existencial llamada Extrañas Concidencias (I Heart Huckabees) que se presentaba como un batiburrillo humorístico sobre todo tipo de teorías filosóficas mezcladas y alegremente confundidas entre ellas. La misma supuso una obra que gustó a muy pocos y que irritó a muchos, pero que a mí me divirtió sobremanera. De sus dos primeras obras, Spanking the Monkey y Flirteando con el Desastre, no hablo ya que las desconozco.
The Fighter es un punto de inflexión en la carrarera como director de O'Russell. El realizador deja de lado el humor ácido e histriónico y se centra en dar forma a un psicodrama pugilístico basado en hechos reales sobre dos hermanos boxeadores de Lowell, Massachussets. El mayor de ellos, Dicky Eklund, antaño fue un héroe local por ganar al mítico Sugar Ray Leonard (aunque hay quien mantiene que el boxeador tropezó) en un combate. Años después es un adicto al crack que se dedica a entrenar a su hermano pequeño, Mickey Ward, para prepararlo físicamente y buscarle, junto a la madre de ambos que ejerce como manager combates con los que subir escalafones y así hacerse un nombre dentro del mundo del boxeo profesional.
The Fighter no nos cuenta nada nuevo dentro del cine inspirado en el mundo del boxeo y huele a kilómetros que pese a la eficacia de su propuesta y lo notable de su resultado, es el típico film para rascar votos en todas las canidadaturas posibles en la próxima ceremonia de los Oscars, no nos engañemos. Historia de superación basada en un hecho real. Origen humilde de sus protagonistas teniendo alguno de ellos problemas con las drogas o similares. Actores que han realizado cambios físicos bastante notables para mostrarlos en pantalla (Wahlberg un poco, Bale mucho más, pero este último ya está acostumbrado a machacarse el cuerpo a base de dietas destructivas) y un argumento dramático como trasfondo de la historia.
Pero por suerte la película desde su inicio se abre en canal y es totalmente sincera con espectador. Es la historia que hemos visto muchas veces, pero bien contada, con mucho aplomo y narrada desde la entrañas. O'Russell tiñe de desesperanza, pero también afecto, la historia de Mickey Ward, un joven boxeador que podría llegar mucho más lejos si cortara ese simbólico cordón umbilical que le une a su familia. En ese sentido el realizador y su equipo de guionistas añaden un detalle que no es demasiado común en este tipo de dramas. Una mirada nada complaciente hacia la familia americana de clase media baja. No condenándola, ni retratándola con crudeza, pero sí con ironía (esas hermanas que recuerdan a las esposas de los mafiosos de la maravillosa Goodfellas de Martin Scorsese).
La mayor diatriba dramática de The Fighter nace con el hecho de que Mickey cree que realmente tiene una deuda con su familia (sobre todo con Dicky que le enseñó todo lo que sabe sobre boxeo) por eso se niega a desvincularse de ellos aunque tal acto le cueste su propia carrera deportiva. Pensamiento este, muy occidental, que en Estados Unidos ya toma un cariz incluso enfermizo en numerosas ocasiones. Con este tira y afloja en el que más tarde entrará el personaje de Charlene, la novia de Mickey, O'Russell sustenta gran parte del dramatismo del producto que a pesar de estar centrado en el rol de Wahlberg enriquece más a los de Melissa Leo y Christiane Bale.
Cuatro personajes soportan la carga dramática del argumento central y todos su actores hacen un excelente trabajo, aunque unos más que otros debido a las aptitudes que cada uno tiene interpretativamente hablando. Por ejemplo, Mark Wahlberg no tiene muchos registros, pero este es el tipo de papel que se le da bien y cumple. Amy Adams se deja de hábitos (La Duda) y vestidos de princesa (Encantada) y se mete en la piel de una camarera de bar de mala muerte con bastante carácter y no poca carga sexual. Aunque en el plano femenino la que se lleva la palma es la excelente actriz Melissa Leo como la hortera e interesada madre de los protagonistas. La de Leo es una de esas caras que siempre suenan pero de la que nunca se recuerda el nombre, aunque ha realizado meritorios trabajos como secundaria en films como 21 Gramos o Los Tres Entierros de Melquiades Estrada.
Ya lo de Christian Bale es otra historia. El tipo desde mi punto de vista realiza el papel de su carrera. No sólo por toda la transformación física de su personaje (fue más radical en El Maquinista) o por como emula con estilo todos los tics físicos del verdadero Dicky Eklund. Es que su composición respira vida, carisma, su trabajo se aleja de esos papeles distantes, fríos y oscuros a los que suele dar forma. Seguramente Bale ha dado con un director que es como la horma de su zapato y de ahí su excelente labor, ya que si a O'Russell le gusta liarla en los rodajes a Bale de vez en cuando se le va también la lengua, como todos recordamos.
David O'Russell sale victorioso del combate y consigue el K.O con su mejor obra hasta la fecha. Deja de lado sus aspavientos visuales y sólo recurre a movimientos de cámara cuando el producto lo necesita y mantiene un ferreo control sobre lo que los actores deben o no mostrar delante de la cámara. Gracias a ello, a sus intérpretes y a su equipo técnico (el mismo Mark Wahlberg de productor y también, para mi sorpresa, Darren Aronofsky) consigue tocar la fibra al espectador con un film que si bien no es nada original tiene corazón y sabe como utilizarlo para emocionar sin sensiblería barata y con mucha honestidad.
The Fighter es un punto de inflexión en la carrarera como director de O'Russell. El realizador deja de lado el humor ácido e histriónico y se centra en dar forma a un psicodrama pugilístico basado en hechos reales sobre dos hermanos boxeadores de Lowell, Massachussets. El mayor de ellos, Dicky Eklund, antaño fue un héroe local por ganar al mítico Sugar Ray Leonard (aunque hay quien mantiene que el boxeador tropezó) en un combate. Años después es un adicto al crack que se dedica a entrenar a su hermano pequeño, Mickey Ward, para prepararlo físicamente y buscarle, junto a la madre de ambos que ejerce como manager combates con los que subir escalafones y así hacerse un nombre dentro del mundo del boxeo profesional.
The Fighter no nos cuenta nada nuevo dentro del cine inspirado en el mundo del boxeo y huele a kilómetros que pese a la eficacia de su propuesta y lo notable de su resultado, es el típico film para rascar votos en todas las canidadaturas posibles en la próxima ceremonia de los Oscars, no nos engañemos. Historia de superación basada en un hecho real. Origen humilde de sus protagonistas teniendo alguno de ellos problemas con las drogas o similares. Actores que han realizado cambios físicos bastante notables para mostrarlos en pantalla (Wahlberg un poco, Bale mucho más, pero este último ya está acostumbrado a machacarse el cuerpo a base de dietas destructivas) y un argumento dramático como trasfondo de la historia.
Pero por suerte la película desde su inicio se abre en canal y es totalmente sincera con espectador. Es la historia que hemos visto muchas veces, pero bien contada, con mucho aplomo y narrada desde la entrañas. O'Russell tiñe de desesperanza, pero también afecto, la historia de Mickey Ward, un joven boxeador que podría llegar mucho más lejos si cortara ese simbólico cordón umbilical que le une a su familia. En ese sentido el realizador y su equipo de guionistas añaden un detalle que no es demasiado común en este tipo de dramas. Una mirada nada complaciente hacia la familia americana de clase media baja. No condenándola, ni retratándola con crudeza, pero sí con ironía (esas hermanas que recuerdan a las esposas de los mafiosos de la maravillosa Goodfellas de Martin Scorsese).
La mayor diatriba dramática de The Fighter nace con el hecho de que Mickey cree que realmente tiene una deuda con su familia (sobre todo con Dicky que le enseñó todo lo que sabe sobre boxeo) por eso se niega a desvincularse de ellos aunque tal acto le cueste su propia carrera deportiva. Pensamiento este, muy occidental, que en Estados Unidos ya toma un cariz incluso enfermizo en numerosas ocasiones. Con este tira y afloja en el que más tarde entrará el personaje de Charlene, la novia de Mickey, O'Russell sustenta gran parte del dramatismo del producto que a pesar de estar centrado en el rol de Wahlberg enriquece más a los de Melissa Leo y Christiane Bale.
Cuatro personajes soportan la carga dramática del argumento central y todos su actores hacen un excelente trabajo, aunque unos más que otros debido a las aptitudes que cada uno tiene interpretativamente hablando. Por ejemplo, Mark Wahlberg no tiene muchos registros, pero este es el tipo de papel que se le da bien y cumple. Amy Adams se deja de hábitos (La Duda) y vestidos de princesa (Encantada) y se mete en la piel de una camarera de bar de mala muerte con bastante carácter y no poca carga sexual. Aunque en el plano femenino la que se lleva la palma es la excelente actriz Melissa Leo como la hortera e interesada madre de los protagonistas. La de Leo es una de esas caras que siempre suenan pero de la que nunca se recuerda el nombre, aunque ha realizado meritorios trabajos como secundaria en films como 21 Gramos o Los Tres Entierros de Melquiades Estrada.
Ya lo de Christian Bale es otra historia. El tipo desde mi punto de vista realiza el papel de su carrera. No sólo por toda la transformación física de su personaje (fue más radical en El Maquinista) o por como emula con estilo todos los tics físicos del verdadero Dicky Eklund. Es que su composición respira vida, carisma, su trabajo se aleja de esos papeles distantes, fríos y oscuros a los que suele dar forma. Seguramente Bale ha dado con un director que es como la horma de su zapato y de ahí su excelente labor, ya que si a O'Russell le gusta liarla en los rodajes a Bale de vez en cuando se le va también la lengua, como todos recordamos.
David O'Russell sale victorioso del combate y consigue el K.O con su mejor obra hasta la fecha. Deja de lado sus aspavientos visuales y sólo recurre a movimientos de cámara cuando el producto lo necesita y mantiene un ferreo control sobre lo que los actores deben o no mostrar delante de la cámara. Gracias a ello, a sus intérpretes y a su equipo técnico (el mismo Mark Wahlberg de productor y también, para mi sorpresa, Darren Aronofsky) consigue tocar la fibra al espectador con un film que si bien no es nada original tiene corazón y sabe como utilizarlo para emocionar sin sensiblería barata y con mucha honestidad.
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