jueves, 18 de marzo de 2021

La Maldición de Bly Manor, singing o willow waly till my lover returns to me

 


"Bly es como un pozo gravitatorio, es fácil que te atrape"




Todos los años Netflix estrena alguna serie de nuevo cuño que destaca notablemente sobre el resto de su catálogo. En 2018 fue el turno de La Maldición de Hill House, una nueva adaptación de la novela homónima de Shirley Jackson (San Francisco, 1916-1965) que ya fue trasladada a la pantalla grande en 1963 por Robert Wise y en 1999 por Jan De Bont. El encargado de escribir y dirigir el proyecto fue el cineasta estadounidense Mike Flanagan, viejo conocido del género de terror gracias a films como Hush, Oculus: El Espejo del Mal, Somnia: Dentro de tus Sueños o El Juego de Gerald, adaptación de la novela homónima de Stephen King y su primer trabajo al servicio de la famosa plataforma de streaming. Con una puesta en escena soberbia que llegaba a cotas de paroxismo técnico en el alabado sexto episodio, Two Storms, un guión fiel a la esencia de la novela, pero adaptado a la narrativa audiovisual contemporánea y acompañado de un reparto brillante en el que brillaban tanto adultos como menores de edad The Haunting of Hill House se convirtió en un éxito de crítica y público y en la opus magna de un cineasta al que convenía seguir de cerca.




Tras la calurosa bienvenida de esta primera temporada Mike Flanagan no tardó mucho en confirmar que Netflix había renovado para una nueva tanda de episodios que en esta ocasión seguiría la temática de casas encantadas para conformar una antología, pero trasladaría otra novela y no contaría, como es lógico, con los mismos personajes de La Maldición de Hill House, aunque sí con algunos de sus actores interpretando roles diferentes. La elección fue otro clásico de la literatura fantástica y de terror como Otra Vuelta de Tuerca, posiblemente la obra más reconocida del escritor estadounidense Henry James (New York 1843-1916) que ha conocido incontables adaptaciones audiovisuales para la gran y pequeña pantalla. De todas ellas destaca Suspense (The Innocents, Jack Clayton, 1963) una incontestable obra maestra protagonizada por Deborah Kerr que marcó a fuego su impronta dentro del género como podemos ver en cientos de sus herederas como Al Final de la Escalera (The Changeling, Peter Medak, 1980) o Los Otros (Alejandro Amenábar, 2001) o esta de Mike Flanagan que le rinde tributo de múltiples maneras, la más explícita recuperando la inquietante nana O Willow Wally que sonaba en aquella. Profesionales tan dispares como Dan Curtis, John Frankenheimer, Eloy de la Iglesia, Antoni Aloy o Floria Sigismondi dieron su visión, más o menos acertada, de aquella historia de fantasmas que supuestamente asediaban la mansión victoriana de Bly.




De esta manera nacía La Maldición de Bly Manor, abordada no sólo como una adaptación de Otra Vuelta de Tuerca, sino también de otros relatos fantasmales escritos por el autor de Retrato de Una Dama que no habían conocido hasta el momento traslación al medio cinematográfico y televisivo. Todo un reto para Mike Flanagan y sus colaboradores a los guiones que debían construir un argumento cohesionado conformada por diferentes historias que, más allá de compartir temática y autor, no tenían demasiado que ver las unas con las otras. El casting, encabezado por Victoria Pedretti, cuenta con Amelia Eve, Rahul Kohli, T’Nia Miller, Henry Thomas, Tahirah Sharif, Kate Siegel, Oliver Jackson-Cohen, Carla Gugino o los niños Benjamin Evan Ainsworth y Amelie Bea Smith entre otros. La mayor diferencia entre La Maldición de Bly Manor y su predecesora en lo referido al apartado técnico, algo de lo que hablaremos más adelante, es que en esta ocasión Mike Flanagan no es el director de todos los episodios debido a, suponemos, sus compromisos con Doctor Sueño (2019) o la futura serie Midnight Mass, de manera que después de rodar el primer episodio delega responsabilidades en realizadores como Ciarán Foi, Liam Gavin, Ben Howling, Yolanda Ramke, Axelle Carolyn o E.L. Katz.




Entre las muchas virtudes que poseía de La Maldición de Hill House destacaba notablemente la labor detrás de las cámaras de Mike Flanagan, que gracias a asumir la responsabilidad de la realización de toda la temporada no sólo daba una encomiable homogeneidad al acabado visual de la obra, también podía llevar sus capacidades como profesional del medio a límites que nunca había alcanzado en sus largometrajes previos debido a la lógica escasez de metraje de los mismos. En cambio La Maldición de Bly Manor encuentra su mayor fortaleza en su escritura y construcción narrativa. Los guiones planteados por Mike Flanagan y sus nueve colaboradores, entre ellos su hermano James Flanagan, no sólo consiguen construir un entramado sólido y complejo en el que conviven con Otra Vuelta de Turca otras obras de Henry James como La Esquina Alegre, La Bestia en la Selva o El Altar de los Muertos, algunas de ellas dando nombre a varios de los capítulos del proyecto, sino también perfilando una galería de personajes tridimensionales, con sus miedos y anhelos, que nos permiten a empatizar con las distintas historias en las que se ven implicados todos ellos y que en esta ocasión toman como epicentro el amor abordado desde distintas y poliédricas perspectivas.




Porque si hay un motivo por el que La Maldición de Bly Manor ha sido bastante más polémica de cara a los espectadores y la prensa especializada que su predecesora es que no se trata de una historia de terror, sino de un romance gótico contextualizado en un entorno sobrenatural. De esta manera la atmósfera inquietante, los sustos perfectamente medidos y nada gratuitos o las presencias fantasmales en segundo plano que ya son un clásico de la serie no copan tanto protagonismo como las relaciones interpersonales de las criaturas que pueblan o poblaron Bly Manor. La relación de Dani (Victoria Pedretti) y Jamie (Amelia Eve), la de Hannah (T’Nia Miller) y Owen (Rahul Kohli), la de Henry Wingrave (Henry Thomas) y Charlotte Wingrave (Alex Essoe) o la de Peter Quint (Oliver Jackson-Cohen) y Miss Jessel (Tahirah Sharif) se mueven a placer entre lo prohibido, el trauma, la toxicidad, la no consumación y la tragedia permitiendo a Mike Flanagan y su equipo de escritores desarrollar distinto tipo de perfiles psicológicos y como estas afrontan sus relaciones sentimentales de distinta manera. Con respecto a este tema es todo un acierto dar bagajey trasfondo a Quint y Jessel, abordados en la mayoría de adaptaciones de The Turn of The Screw como perversas presencias fantasmagóricas que aquí tienen un pasado y unas motivaciones que los humanizan con notable acierto.




En lo que si se asemejan La Maldición de Hill House y La Maldición de Bly Manor es que en ambas temporadas encontramos un par de episodios que destacan por encima del resto debido a que son acometidos por sus máximos responsables de manera diferente desde una perspectiva audiovisual o . Si en la adaptación de la novela de Shirley Jackson era, sobre todo, el ya citado Two Storms, rodado con virtuosos e interminables planos secuencia, el que suponía un punto de inflexión en la traslación de la obra de Henry James, aquí debemos mencionar el quinto, The Altar of The Dead, y el octavo, The Romance of Certain Old Clothes. El primero por utilizar el relato homónimo de James para facturar un soberbio ejercicio de deconstrucción narrativa en el que Mike Flanagan y su equipo de guionistas dan lo mejor de sí mismos con un episodio que tiene reminiscencias, intencionadas o no, al mítico episodio El Hijo del Relojero del cómic Watchmen, escrito por Alan Moore e ilustrado por Dave Gibbons. El segundo hace lo propio para diseñar un capítulo impresionante que conecta con los orígenes lo acontecido a lo largo de la temporada y que a su vez funciona como historia independiente, casi una película dentro de la misma temporada. Casi dos horas de ficción que están entre lo mejor visto este 2020.





Con un impecable reparto en el que todos los intérpretes hacen su trabajo de manera notable, aunque en el que destacan Victoria Pedretti, Henry Thomas, Oliver Jackson-Cohen, T’Nia Miller o la pequeña Amelie Bea Smith, y una puesta en escena minuciosa y elegante, pero en la que se echa en ocasiones de menos el talento de Mike Flanagan para tensar las situaciones de terror, La Maldición de Bly Manor se revela como una de las mejores series del 2020 por las virtudes aquí comentadas, no pocas ni de escasa relevancia. Ciertamente aquellos que vayan buscando algo muy similar a La Maldición de Hill House o una historia de miedo ortodoxa y al uso saldrán decepcionados de la experiencia, porque como ya hemos afirmado esta nueva entrega de la antología ideada por Mike Flangan es una historia de amor múltiple entre almas en pena, las vivas y las que, teóricamente, ya no comparten plano de existencia con nosotros. Antes de embarcarse en una supuesta tercera temporada de la antología “The Haunting”, que todavía no ha sido confirmada, Flanagan se sumergirá en la ya citada Midnight Mass, otra serie de terror para Netflix de la que sólo sabemos que contará con algunos de sus actores habituales y abordará el fanatismo religioso en una comunidad aislada de la civilización. Esperaremos con no pocas ganas estas dos producciones o cualquier otra relacionada con este interesante narrador que poco a poco va ganándose la posición que merece dentro de Hollywood.


1 comentario:

  1. Reseña publicada originalmente en una entrada grupal de Zona Negativa.

    https://www.zonanegativa.com/znseries-la-maldicion-de-bly-manor-valoracion-global/

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