De 2002 a 2003 la editorial francesa L’Association publicó en cuatro volúmenes Persépolis, el primer cómic escrito y dibujado por la autora iraní, afincada en Francia, Marjane Satrapi. Persépolis narraba la vida de Satrapi desde su infancia en Teherán durante la revolución islámica a finales de los 70 y principios de los 80 hasta su adultez ya asentada definitivamente en Europa, concretamente en Francia. La historia se centraba en la relación de la autora con su familia, padres y abuela, y los cambios sociopolíticos en los que se vio envuelta Irán tras el fin de los cincuenta años de reinado del sha de Persia, dando paso a la república islámica. Durante las cuatro entregas la pequeña Marjane de diez años va creciendo y enfrentándose a la represión de un régimen fundamentalista islámico que le impide ejercer sus derechos como ciudadana y mujer, viajando posteriormente a Austria para seguir con sus estudios y conociendo un nuevo mundo en el que encuentra la consolidación de su ideología política, el primer amor, la música, el arte y también la soledad. Cuatro años después, en 1988, vuelve a Teherán tras el fin de la guerra entre Irán e Iraq que se declaró ocho años antes, para un lustro más tarde y un matrimonio fallido, mudarse definitivamente a Francia a petición de su familia, deseosa de que la joven Marjane pudiera vivir como una mujer libre e independiente.
La implicación activa de Marjane Satrapi como guionista, directora y una de las principales impulsoras del proyecto aseguraba una notoria fidelidad a la obra a la que dio forma a lo largo de más de tres años para capturarla en una producción cinematográfica de 95 minutos de duración, algo que probablemente otro realizador no conseguiría o aspiraría a llevar a cabo. Lo que no era tan fácil de predecir, y que tras la puesta de largo de la película pudo confirmarse de manera cristalina, es que Persépolis iba a ser una pieza brillante tanto en el fondo como en la forma. Más allá de conseguir encapsular la esencia y el espíritu del cómic original es un hecho irrefutable que la cinta de Marjane Satrapi y Vincent Paronnaud ejecuta un despliegue visual impecable, experimentando con el acabado artístico para enriquecer el conjunto de la obra, pero sin caer en ningún momento en el exceso, el artificio o la innecesaria sobredosis visual de otras adaptaciones cinematográficas de productos de la bande dessinée como la de Las Aventuras de Tintín y el Secreto del Uncornio (Steven Spielberg, 2011) que desde una perspectiva tonal poco tenía que ver con la “línea clara” de Hergé.
Si abordar la adaptación cinematográfica de Persépolis como una película animada era no sólo un acierto, sino lo más lógico, que la animación elegida fuera la tradicional terminó por confirmar lo avispados que fueron sus máximos responsables y lo conocedores que eran de la obra primigenia en papel que les servía de base, en el caso de la misma Marjane Satrapi con más motivo todavía. Se antoja todavía inexplicable cómo los dos directores y su extenso equipo de animadores consiguieron alternar con tanta pericia pasajes en los que el acabado estilístico mantiene un tono contemplativo y contenido, con otros en los que este juega y experimenta con las texturas, la composición, los fondos o la profundidad de campo llegando a ejecutar secuencias que se encuentran entre lo mejor del cine animado de los últimos años. Satrapi y Paronnaud se complementan y mimetizan con maestría y juntos son capaces de, al igual que acontecía con el cómic, transmitir emociones que van desde la ternura a la tristeza, la impotencia, el terror o la comicidad mientras las imágenes crean una armónica comunión las unas con las otras emulando la secuencialidad que desplegó la autora de Pollo Con Ciruelas, pero llevando esta a límites paroxistas de elegancia y meticulosidad.
El guión, asignado también a Marjane Satrapi y Vincent Paronnaud como previamente hemos apuntado, consigue trasvasar con respeto y cariño, el esperado por la creadora del mismo estando al frente de la producción, aquello que convirtió Persépolis en uno de los cómics más importantes de la historia contemporánea del medio. Pero como es lógico de un trabajo que cuenta en total con más de 350 páginas había que sacrificar parte del contenido y no ya sólo pasajes concretos, sino capítulos en su totalidad, ya que los escasos 95 minutos que componen el largometraje no permitían ser fieles al 100% a la obra. A pesar de esto los pasajes más importantes del trayecto vital de Marjane Satrapi retratados en las viñetas tienen su lugar en la adaptación cinematográfica y el hecho de concentrarse en ellos de manera más concreta y exhaustiva ofrece un ritmo impecable a la propuesta en el que drama y comedia se alternan con meticuloso virtuosismo. El ya citado hallazgo que supone el acabado estilístico adscrito a la animación de Persépolis encuentra en el guión de los mismos autores al perfecto compañero de viaje compactando una pieza capaz de funcionar a la máxima de sus posibilidades en cualquier apartado, siempre manteniendo un perfil humilde que no la induce a cargar las tintas, nunca mejor dicho, a la hora de llegar al espectador.
Las voces de los actores Chiara Mastroianni, Danielle Darrieux, Catherine Deneuve, Simon Abkarian, Gabrielle Lopes Benites o François Jerosme, que en la versión original en francés llenan de vitalidad y verdad a sus personajes, sirven como colofón a una obra a la que no puedo calificar de otra manera que no sea obra maestra. Marjane Satrapi, con la inestimable ayuda de Vincent Paronnaud en la escritura y dirección, triunfó nuevamente cuando adaptó al medio cinematográfico el trabajo por el que pasará a la posteridad. Persépolis recibió incontables nominaciones y galardones en el año de su estreno, siendo los más importantes el premio del jurado en el festival de Cannes y la nominación al Oscar a la mejor película animado que perdió, de manera injusta, frente a Ratatouille. Desgraciadamente, mientras el cómic es asiduo a la hora de hacer rankings de los mejores trabajos del siglo XXI, la película ha caído en un injusto olvido del que merece ser rescatada. En Transgresión Continua hemos puesto nuestro grano de arena para reivindicar una joya de inabarcable valor como esta Persépolis 2007 que marcó sólo el punto de inicio de Marjane Satrapi como directora. Ya que años después volvería a asociarse con Vincent Paronnud para adaptar su segundo cómic, Pollo Con Ciruelas (2011), a dirigir a Ryan Reynolds en The Voices (2014) o a rodar un biopic de Madame Curie con Rosamund Pike. No está nada mal para una pequeña niña iraní que triunfó teniéndolo todo en contra.
Reseña publicada originalmente en Zona Negativa.
ResponderEliminarhttps://www.zonanegativa.com/zncine-critica-de-persepolis-de-marjane-satrapi-y-vincent-paronnaud/