miércoles, 27 de abril de 2011

Malcolm in the Middle, god bless this mess



"Lois, escúchame. No conozco a nadie que sea tan bueno como tú. En un montón de ocasiones cogiste a esos monstruos, les retorciste el cuello y les sometiste y no lo hiciste porque fuera necesario sino porque te encanta el juego y estuviste maravillosa"
Hal




En el año 2000 el, productor, actor, guionista y director canadiense Linwood Boomer, conocido por escribir episodios en series como Cuchara de Plata, Juzgado de Guardia (Night Court) o Cosas de Marcianos (3rd Rock) creó la serie cómica centrada en la familia americana más posiblemente incorrecta desde que Matt Groening estrenara en 1989 sus Simpson, Malcolm in the Middle. Puede que incluso en algunos aspectos el presente programa tenga más mala baba y sorna que la serie de nuestros amarillos vecinos de Springfield.





Malcolm in the Middle está protagonizada por Malcolm, el tercero de cuatro hijos varones en una familia de clase media/baja en Estados Unidos. El chico, un superdotado bastante condescendiente y de carácter repelente, nos narra su vida dirigiéndose continuamente de manera directa al espectador, o lo que es lo mismo, poniendo en práctica con ello los guionistas la clásica ruptura de la cuarta pared para implicar al televidente todo lo posible con la historia narrada en cada episodio.




A pesar de que el mismo Malcolm es el centro, narrador y sobre todo, nuestro guía a la hora de mostrarnos las bajezas y cómicas penurias de su vida familiar y social, el del protagonista, sin ser en absoluto desdeñale como rol, es el personaje menos interesante de la serie. Ya que cualquiera de sus familiares o allegados es más agradecido para con el espectador y carismático que el propio adolescente interpretado magníficamente por el actor Frankie Muniz.




Malcolm tiene tres hermanos (un cuarto, Jamie, se unirá al núcleo familiar a lo largo de la serie). El más importante es Francis (Christopher Kennedy Masterson), el primogénito. Importante no sólo por ser el mayor, sino porque es el único de los vástagos que está independizado. Tal hecho da pie a que sus correrías sean narradas de manera independiente a las de su familia. Esta estructura definiría desde el primer episodio la construcción del programa. Ya que en cada uno de los capítulos, hasta la quinta temporada más o menos, se narra la trama en casa de la familia y por otro lado la de las peripecias de Francis en una escuela militar, un recóndito empleo de mala muerte en Alaska o un rancho dirigido por dos alemanes afincados en Estados Unidos.




Después tenemos a Reese (Justin Bierfeld, el hijo menor de la mediocre pero inolvidable Infelices Para Siempre), el segundo descendiente, un poco mayor que Malcolm. Reese es un crío descerebrado, totalmente asocial y violento, que sólo encuentra satisfacción golpeando y haciendo la vida imposile tanto a sus hermanos como a sus compañeros de clase en el colegio. Por último está el entrañale Dewey (Erik Per Sullivan) el pequeño de la casa. Un pobre niño que odia a sus hermanos mayores por hacerle la vida imposile agrediéndole y convirtiendo su existencia en un infierno con todo tipo de trastadas. Por eso no es de extrañar que la pobre criatura viva en su propio mundo interior entendiendo las cosas a su especial manera.




Nota aparte para los padres, que son sin lugar a dudas los dos personajes más interesantes de todo el producto. Por un lado tenemos al dubitativo Hal, al que da vida magistralmente Bryan Cranston, el inmenso protagonista de la genial Breaking Bad. El padre de familia es un hombre inseguro, sumiso con respecto a su esposa, siempre bienintencionado, pero desastroso a la hora de poner en práctica sus ideas. El pobre individuo trata de encarrilar como buenamente puede a sus hijos, pero los mismos son pequeños diablos capaces de cualquier barbaridad, de ahí que sus intentos por enderezarlos siempre fracasen.




Por último está Lois (Jane Kazcmarek), la madre y esposa. Con diferencia el mejor personaje de la serie y uno de los más divertidos que ha dado el tubo catódico en toda su historia. La matriarca de la familia es una señora histérica, irascible, gritona y en muchas ocasiones aterradora. Sus hijos la temen, su marido la teme, hasta sus vecinos están atemorizados por ella. Jamás pone una mano encima en sus hijos, pero sus castigos son tan retorcidos, sus reprimendas tan bestiales, que si no fuera porque comprendemos que con una familia así su carácter está justificado, podríamos afirmar con total rotundidad que la buena mujer está loca como una jodida cabra.




También tenemos en la serie algunos secundarios recurrentes del todo memorables. Stevie, el inválido amigo de Malcolm. Ida, la desgradable y cruel abuela de la familia. Craig, el compañero de trabajo de Lois que está enamorado de ella. Abe, el padre de Stevie o Piama, la esposa de Francis que choca frontalmente con Lois por tener un carácter muy parecido al de esta. Por último es conveniente mencionar a los rivales de Francis, personajes que son sus jefes o profesores y que le acaban odiando por su carácter rebelde. El comandate Spangler, la ruda y bestial Lavernia y el genial Otto, el único de sus jefes que le tiene aprecio, pero esto es debido a su peculiar y demasiado afable carácter.




Si bien en Los Simpson (los de los 90, los de la década pasada y los que nos ocupan en la actualidad no sin ni la sombra de los clásicos) hay mucha ironía a la hora de retratar a sus personajes siempre hay al final una reivindicación del verdadero cariño que se respira en ese hogar. Hasta en A Dos Metros Bajo Tierra (Six Feet Under) de Alan Ball, que es una pieza de orfebrería que da una perspectiva llena de claroscuros de la familia americana hay finalmente un verdadero y emocional poso mostrando un discurso inquebrantable sobre la fuerza irreductible del amor y los lazos familiares. De ahí que en Malcolm in the Middle posiblemente se haga el retrato más políticamente incorrecto de la american way of life jamás visto en la pequeña pantalla. Esta familia muy en el fondo se debe querer, pero en la pantalla no siempre se refleja eso, precisamente.




Gran parte de esa mirada descreída sobre la familia viene por el origen canadiense de su creador, Linwood Boomer, que se respira en gran parte de la serie. El país vecino de Estados Unidos tiene una concepción mucho más cruda y subversiba, parecida a la europea si se me apura, de lo que la familia occidental puede contener en su interior, no hay más que ver el serial animado Kevin Spencer.. De ahí que en Malcolm in the Middle los hijos lleguen a sentir verdadero odio por sus progenitores, que ni siquiera se preocupen por los problemas a los que se enfrentan sus mayores (magnífico y genialmente cruel el episodio en el que Hal puede tener cáncer y sus hijos ni lo sospechan o parece importarles) o que los padres no duden ni titubeen a la hora de hacer sufrir a sus hijos para hacerlos aprender una lección que nunca terminan por asimilar.




Malcolm in the Middle es una rara avis dentro de la comedia americana contemporánea. A diferencia de otras series humorísticas y como bien han comentado muchos aficionados y entendidos, no sustenta su esencia en el encadenado de gags que rompen la normalidad, algo habitual en la ficción cómica, toma una decisión mucho más arriesgada. El producto está envuelto, de principio a fin, en una tonalidad humorística y granguiñolesca, potenciada por la exagerada e irreal puesta en escena, que potencia todas sus virtudes estilísticas, narrativas e interpretativas, convirtiéndolo en una pieza genuina y difícil de imitar. No se utilizan los chistes para construir la serie, ella misma es el chiste.



Cuando el espectador se habitúa a la serie, hace poco la vi por primera vez íntegra y del tirón, se da cuenta de detalles que le agradan. El ver crecer a los protagonistas de niños a adolescentes a lo largo de las siete temporadas. Los episodios en los que Francis comparte trama con su familia que son los mejores, memorables en ellos todas y cada una de las discusiones a grito limpio que tiene este con Lois. Las historias en las que se le da peso a Stevie, Ida o Craig bordean la genialidad y algunos en los que hacen apariciones actores famosos se antojan inolvidables. Destacando el episodio doble, posiblemente el mejor de todos, del día de camping, con apariciones de Tom Green, Christina Ricci y una inolvidable Susan Sarandon que acaba a golpes con Lois en un charco de barro.




Malcolm in the Middle es una obra de culto a reivindicar en la televisión estadounidense. Por primera vez desde el punto de vista del humor se realizaba una serie sobre una familia que no vivía en una lujosa mansión en Bel Air o Beverly Hills, no llegaba a fin de mes, se detestaba y necesitaba en la misma medida. Por fin alguien en el mundo de la ficción se preocupaba por las clases medias o bajas de Estados Undios y lo hacía con ingenio, incorrección e ironía. Las mismas que cierran ese memorable y hasta emocionante último episodio en el que Lois da el discurso final de madurez a su hijo Malcolm sobre lo que debe ser su futuro y como deberá encauzarlo. Transcurriendo todo con todos los miembros de la familia cubiertos, literalmente, de mierda de pies a cabeza.


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