sábado, 30 de abril de 2011

Ovejas Asesinas, the sheeps who stare at men



Título Original: Black Sheep (2006)
Director: Jonathan King
Guión: Jonathan King
Actor: Oliver Driver, Nathan Meister, Tammy Davis, Danielle Mason, Peter Feeney




En el año 2007 llegó a Europa una triste noticia. El proyecto Grindhouse, impulsado por los directores (y amigos) americanos Robert Rodriguez y Quentin Tarantino no había rendido lo esperado en taquilla. Tal hecho dio pie a que en España ambos films, Planet Terror y Death Proof, se estrenaran por separado, decisión que enfadó a gran parte de espectadores. La distribuidora española Manga Films se hizo eco de la noticia y decidió montar su humilde y menos pretencioso Grindhouse.



Esta sesión doble, estrenada en cines, estaba formada por Desmembrados (Severance) y Ovejas Asesinas (Black Sheep). La primera, una entretenida película británica del director Christopher Smith sobre el casual day de una empresa en una casa de campo que acaba en matanza. Una agradable mezcla entre un espisodio de la versión bitánica de The Office y Deliverance, la cruda cinta del inglés John Boorman. La segunda y de la que voy a hablar en esta entrada, toda una obra de culto dentro del gore más cómico y desprejuiciado.



En una granja de Nueva Zelanda un millonario está subvencionando económicamente un experimento cinetífico para conseguir la "oveja perfecta" con fines lucrativos. El hermano del empresario (que padece una fobia enfermiza hacia las ovinos) junto a unos ineptos ecologistas intentará dar al traste con tan inhumana misión y así salvar a los animales de su cruel destino. Este sencillo y disparatado punto de partida sirve para que el guionista y director Jonathan King realice, principalmente y sobre todo, un cariñoso homenaje a la figura del director Peter Jackson, haciendo especial hincapié en sus primeras obras adscritas al subgénero gore.



Black Sheep es un rendido tributo al cine de Peter Jackson y sobre todo a sus dos primeras cintas. La divertida y disparatada Mal Gusto y la genial y excesiva Brainded. Personajes insulsos y granguiñolescos que terminan zombificados. Un uso deformante de la cámara con todo tipo de trucajes por medio de los objetivos. Una simple pero naïf historia de amor en el centro de la trama. Una concepción trivial y muy humorística de los resortes formales referidos al cine gore y una preponderancia de lo abusrdo tan grande que al espectador no le queda más remedio que rendirse a los pies de la obra por su carencia de prejuicios.



El resultado es una divertidísima comedia de terror paródico que consigue algo meritorio y que en principio parece casi imposible. Que esos animales entrañables y cubiertos de lana parezcan, al inicio amenazadores, para más tarde despertar gracias a ello la simpatía de un espectador al que se le escapa la carcajada con sólo ver a los ovinos ocupando el plano sin tener que hacer nada. Ver como un rebaño de ovejas blanquecinas y achuchables devora impunemente a un grupo de empresarios en un día de campo produce una agradable y desenfadada fruición en toda persona que tenga el gusto de ver sin prejucios un largometraje de esta índole.



Pero curiosamente y a pesar de lo caótico del proyecto la cinta no está construida como un producto sin sentido y descerebrado. Hay una inteligente planificación en el rodaje, un buen uso de los escuetos efectos mecánicos y de maquillaje, proporcionados por Weta Workshop. Empresa creadora de los de la saga de El Señor de los Anillos, trilogía también de Peter Jackson a la que se homenajea con el plano del rebaño de ovejas apareciendo velozmente en el horizonte de la pradera. Incluso hay una mirada ácida hacia el capitalismo y la ingeniería genética que utiliza animales como cobayas, pero también a ciertos sectores ecologistas demagogos y poco inteligentes.



Momentos memorables bastantes. La oveja conduciendo el Land Rover, la que hace el placaje al científico, la gigante, la que ataca los protagonistas en la casa, los personajes humanos que son infectados y que también se convierten en ovejas, el momento del discurso con la posterior matanza, la escena post coital con homenaje a Todo lo que Quiso Saber Sobre Sexo Pero Nunca se Atrevió a Preguntar de Woody Allen o la explosión final que arranca la definitiva y más estruendosa carcajada al respetable.



Le tengo un especial cariño a Ovejas Asesinas. Me parece un producto divertidísimo, agradable, gamberro y jodidamente entrañable. Un homenaje, no sólo a un director que hoy parece haber olvidado que dio sus primeros pasos entre litros de hemoglobina, kilos de vísceras, hamburguesas hechas de cerebros y cortadores de cesped utilizados para desmembrar muertos vivientes, sino a todo un subgénero entrañable y reivindicable que hoy está bastante dormido pero que cuando despierta de su letargo nos regala pequeñas y brutas joyas como las que nos ocupa.


1 comentario:

  1. Brutal, no soy amante de este tipo de cine pero cuando vi esta, la disfruté muchísimo, es tan absurda en algunos momentos que es imposible no reirte y tiene momentos memorables.

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