miércoles, 18 de abril de 2018

Aniquilación, evolution is my name



Título Original Annhilation (2018)
Director Alex Garland
Guión Alex Garland, basado en la novela de Jeff VanderMeer
Reparto Natalie Portman, Óscar Isaac, Jennifer Jason Leigh, Gina Rodriguez,Tessa Thompson,  Benedict Wong, David Gyasi, Sonoya Mizuno, Crystal Clarke, Kumud Pant, Tuva Novotny, Cosmo Jarvis, Mairead Armstrong





Los caminos de Netflix son inescrutables. Mientras que por un lado todo apunta a que los jefazos de la plataforma de streaming presionaron a Duncan Jones para adscribir su largamente acariciado proyecto Mute a un género como la ciencia ficción, con el que no congeniaba en absoluto, en lo referido a la última película del británico Alex Garland aconteció algo diametralmente opuesto. Cuando el cineasta enseñó a los productores de Paramount Pictures el material de rodaje de su último film, Aniquilación, estos quedaron profundamente descontentos porque "no se entendía nada". Las "cabezas pensantes" detrás de la financiación de la obra exigieron al director de Ex_Machina que simplificara la historia que planteaba contar para que todo tipo de espectadores pudieran comprenderla. Ante la negativa de Garland, que se opuso a tocar un sólo plano, el estreno del proyecto quedó aparcado sin fecha establecida.





En ese momento fue cuando Netflix entró en escena y compró los derechos de distribución a nivel mundial de la película, llegando a los cines sólo en Estados Unidos y China. El pasado día 12 de marzo el catálogo de la plataforma acogió el estreno de Annihilation y aquellos que la vieron confirmaron las primeras impresiones que invadieron la red cuando el film llegó el mes anterior a las pantallas grandes de los países ya citados. Casi todo espectador que había visto lo último de Alex Garland afirmaba que Paramount Pictures había cometido un error imperdonable, porque supuestamente nos encontrábamos ante una de las mejores muestras de ciencia ficción del cine reciente. Una vez vista por un servidor puedo afirmar que no andan desencaminadas dichas sentencias, porque es cierto que en muchos aspectos nos encontramos con un trabajo sobresaliente, pero no perfecto por culpa de algunas carencias que comentaremos más tarde.




Tras la expedición militar número 11 para investigar una localización llamada Área X, en la que ha caído un meteorito de origen desconocido, y de la cual sólo volvió con vida, pero en alterado estado mental, su marido Kane (Oscar Isaac) Lena (Natalie Portman), una ex marine experta en bióloga, forma parte de una nueva incursión en dicho territorio en el que un grupo de mujeres especializadas en distintas ramas científicas deberán dilucidar qué tipo de criatura extraterrestre se encuentra en el Área X. Una vez allí descubren que todo el entorno medioambiental está mutando gradualmente y la flora y fauna del mismo mimetizándose entre sí, dando forma a nuevas y evolucionadas especies. Lena y sus compañeras finalmente revelarán qué sucedió con la mayor parte de los militares de la anterior expedición y mantendrán contacto directo con una entidad cuyo origen e intenciones en la Tierra permanecen sin descifrar




Basada en la primera entrega homónima de una trilogía de novelas llamada Southern Reach ideada por el escritor estadounidense Jeff VanderMeer Aniquilación es una excelente pieza de ciencia ficción que eleva considerablemente el nivel, no sólo del catálogo de Netflix, sino de la producción reciente de este tipo de género cinematográfico demasiado entregado al escapismo y la superficialidad mal entendida. Alex Garland se aferra a una de las ramas más puras dentro de la sci-fi literaria y cinematográfica ejecutando un largometraje que a pesar de su atractivo envoltorio contiene en su interior planteamientos sobre metafísica y evolucionismo que convierten su último trabajo en la confirmación de un enorme talento como narrador y la continuación lógica, aunque abordando una temática diferente dentro de la misma vertiente genérica, de su muy interesante proyecto previo, aquel Ex_Machina en el que comenzó a dar muestras de su sobrada pericia como cineasta.




Desde su mismo arranque un proyecto como Annihilation nos va dando muestras de qué tipo de producto cinematográfico va a ser. Ese suntuoso plano panorámico en el que vemos impactar en la lejanía el meteorito con el faro acompañado por un silencio sólo quebrado por los acordes de la elegante guitarra acústica que a lo largo de gran parte del metraje va a dar forma al minimalista score musical compuesto por Geoff Barrow y Ben Salisbury es una declaración de principios por parte de un autor que previamente había demostrado poseer una peculiar e inusual sensibilidad a la hora de ofrecer sus dotes como narrador a piezas adscritas a la ciencia ficción, algo que demostró en su ópera prima, la ya citada Ex_Machina, y que confirma de manera rotunda en el proyecto que nos ocupa aljeándose de la visceralidad que insufló a sus incursiones dentro de este género en labores de guionista como 28 Días Después o Dredd.




La puesta en escena de Alex Garland es brillante en no pocos sus aspectos. En lugar de tomar la opción fácil de entregarse a los prostituibles brazos del ruido y la furia propios de las producciones hollywoodienses que transitan los terrenos genéricos en los que se adentra Annihilation los ecos de autores como el Andrei Tarkovsky de Stalker o el Stanley Kubrick de 2001: Odisea en el Espacio resuenan a lo largo de la minuciosa construcción del relato convirtiéndolo en toda una experiencia sensorial e inmersiva incluso contando con unos efectos digitales muy modestos que funcionan mucho mejor cuando tienen que dar forma al entorno de las localizaciones en las que se mueven los personajes protagonistas que a la hora de construir el físico de las "monstruosidades" que pueblan dicho paraje. Por suerte el director sabe dosificar el CGI que han puesto a su disposición y sólo recurre a él cuando la historia lo solicita para el desarrollo adecuado de los acontecimienos que le dan forma.




Más allá de sus interesantes planteamientos argumentales Aniquilicación se estructura como una muestra del subgénero survival que también encuentra émulos en el mundo del videojuego, pero a la hora de abordar su naturaleza de producción adherida a la ciencia ficción, y suponiendo que su propuesta nace en  la novela de Jeff VanderMeer que todavía no he tenido el placer de leer, es donde encontramos la pátina de originalidad que da al proyecto algunos de sus mejores momentos. El último largometraje de Alex Garland es, hasta cierto punto, revolucionario a la hora de retratar en pantalla a la entidad de origen inconcreto a la que se enfrentan los personajes protagonistas. Sin confirmarse en ningún momento si se trata de un ser venido de otro planeta o una dimensión paralela o si su génesis pudiera tener alguna reminiscencia teológica el guión del mismo cineasta juega con la idea de que los seres humanos se enfrentan a un sujeto que no se muestra hostil en ningún momento.




En varios momentos del metraje algunos de los personajes afirman que los restos del meteorito que chocó contra  nuestro planeta se han convertido en una especie de prisma cuya única misión es crear reflejos, más o menos distorsionados, de los organismos vivientes que se encuentran en el Área X dando forma a nuevas especies evolucionadas. Teóricamente este visitante externo sólo está adaptándose al entorno para asegurar su propia supervivencia sin una intención preconcebida de atacarnos. Los efectos que su presencia producen en nuestra realidad alteran las leyes físicas conocidas por el ser humano y particularmente en el género masculino crean cierto tipo de alteración mental que los hace perder el raciocinio, como le sucedió a Kane y a sus compañeros, situación que se confirma en una de las mejores y más potentes escenas del film, la del vídeo de la "cesárea" en el que los medidos efectos digitales, la banda sonora y el trabajo interpretativo de Oscar Isaac hacen el resto para que se quede grabada en la retina del espectador largo tiempo.




En este sentido encontramos otra de las virtudes de Aniquilación y esta no es nueva con respecto a la impronta como profesional de Alex Garland, ya que la explotó con bastante acierto en su ópera prima detrás de las cámaras. La asepsia y la meticulosidad con las que construye sus imágenes, transmitiendo una quietud gélida, en ocasiones hasta onírica, se ve resquebrajada por arrebatos de violencia explícita que en algunas situaciones bordean el gore. Aunque en cierta manera esos pasajes parecen haber sido incluidos en el film a modo de concesión a cierta autocomplacencia más primaria en honor a la verdad debemos afirmar que la transición entre ambas vertientes, la más contenida y autoral con la cruda y comercial, está llevada con pulso firme por su principal responsable que normalmente pone las breves y nada extravagantes muestras de efectismo al servicio de una historia que siempre tiene unas aspiraciones artísticas y narrativas más elevadas que el hecho de mostrar vísceras en pantalla de manera gratuita.




Con respecto al reparto es de recibo mencionar la excelente labor de la pareja formada por Natalie Portman y un Oscar Isaac que repite con Alex Garland después de Ex_Machina donde dio vida a otro personaje bastante extravagante. La actriz israelí se sumerge con todo el oficio que ha adquirido con el paso de los años para hacer de Lena una criatura real y cercana mientras su partenaire se encomienda a una contención medida con precisión quirúrgica que le ayudará a dar forma a algunos de los momentos clave de la obra cinematográfica. La química entre ambos se hace notoria en pantalla, sobre todo cuando asistimos a esa contraposición entre la candidez de las secuencias en la que ambos comparten intimidad durante los primeros pasos del film con los pasajes de naturaleza similar que acontecen durante la segunda mitad del metraje encontrándose estos en las antipodas de aquellos iniciales, confirmando la profesionalidad de los dos intérpretes y la buena mano de Garland como director de actores.




Al principio de la entrada hacíamos mención a alguno fallos que restaban unos pocos puntos al conjunto de la obra y estos, por desgracia, se materializan cuando debemos hablar de los personajes secundarios. Mientras el papel de Jennifer Jason Leigh está competentemente perfilado e interpretado por la protagonista de Eclipse Total gracias a que ocupa bastantes minutos de metraje, con la excusa de reclutar y explicar a la protagonista la misión que le va a ser encomendada, son el resto de componentes de la Expedición 12 las más perjudicadas. Por muy meritoria que sea la labor de Gina Rodríguez, Tuva Novotny y Tesa Thompson sus roles no dejan de ser esbozos, en ocasiones hasta estereotipos, que en un acto de pereza Garland despacha por medio de un diálogo por parte del personaje de Cass en el que explica a Lena las características que definen a sus compañeras, y a sí misma, denotando su autor cierta desgana a la hora de dar entidad a dichos personajes que deberían tener bastante más background psicológico que el de sus propios traumas personales.




Sin ser una obra maestra o un trabajo que vaya a marcar un antes y un después dentro del género sobre el que construye su propuesta Aniquilación se confirma como una destacable aportación a una vertiente más adulta de la ciencia ficción, y lo hace junto a otras piezas tan estimulantes como Interestelar, de Christopher Nolan, o La Llegada, de Denis Villeneuve que demuestran el buen estado de salud de este tipo de celuloide. Alex Garland se consagra como un cineasta con las suficientes aptitudes como para que sigamos de cerca sus pasos y su aportación con una propuesta tan interesante como la que nos ocupa confirma la decadencia artística e intelectual en la que se están sumergiendo las majors estadounidenses a la hora de valorar en su justa medida los trabajos que diseñan los profesionales que contratan y la lucidez del espectador medio que puede asimilar sin demasiados problemas un film como el presente que destaca notablemente dentro de la producción internacional de lo que llevamos de 2018.



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