viernes, 28 de abril de 2017

Secuestradores de Cuerpos, el batallón de las sombras



Título Original Body Snatchers (1993)
Director Abel Ferrara
Guión Larry Cohen, Raymond Cistheri, Stuart Gordon, Dennis Paoli, Nicholas St. John, basado en la novela de Jack Finney
Reparto Gabrielle Anwar,  Terry Kinney,  Billy Wirth,  Christine Elise,  Meg Tilly, Forest Whitaker, Reilly Murphy,  R. Lee Ermey,  Kathleen Doyle,  G. Elvis Phillips, Tonea Stewart





En el año 1955 el novelista norteamericano Jack Finney escribió The Invasion of the Body Snatchers o La Invasión de los Ladrones de Cuerpos en su título traducido al español, una obra literaria que pronto se convirtió en un clásico de la ciencia ficción narrando la historia de unos extraterrestres que llegaban al planeta Tierra para sustituir a los seres humanos por medio de unas vainas vivientes que se alimentaban de la energía vital de sus víctimas para después gestar clones idénticos en forma de huéspedes, pero totalmente carentes de emociones y con la única misión de convertir el planeta azul en su nuevo emplazamiento eliminando a toda criatura terricola para crear un ejército de criaturas deshumanizadas que gobernaran el que siempre ha sido nuestro hogar. El éxito fue tan notable que sólo un año después de la publicación del libro llegó la primera adaptación cinematográfica del mismo.




The Invasion of the Body Snatchers fue rodada por Don Siegel, escrita por Daniel Mainwaring y protagonizada por Kevin McCarthy y Dana Wynter entre otros en 1956, y aunque era notable su naturaleza de producción adscrita a la Serie B como producto cinematográfico era muy superior a la mayoría de largometrajes realizados en sus mismas condiciones artísticas o económicas. A pesar de quedar marcada de por vida por su ambiguo mensaje (unos defienden que es una crítica furibunda al comunismo y otros que lo es hacia el inefable Senador Joseph McCarthy y infame "Caza de Brujas") el film del director de Harry el Sucio es uno de los clásicos incontestables de la ciencia ficción estadounidense, una pieza indispensable para entender la evolución del género a lo largo de la década de los 50 y la primera de varias traslaciones al celuloide de la famosa novela de Jack Finney.




En 1979 y con el respaldo de la mítica United Artists otra adaptación del libro de Jack Finney llegó a las pantallas de todo el mundo con La Invasión de los Ultracuerpos, una nueva versión dirigida por Philip Kaufman, escrita por W.D. Richter y protagonizada por un excelente reparto formado por Donald Sutherland,  Brooke Adams,  Leonard Nimoy, Jeff Goldblum o Veronica Cartwrigh. Con un tono mucho más crudo, una atmósfera tan o más lograda que la que imprimió Don Siegel en su largometraje de 1956 (la diferencia presupuestaría también influye en ese sentido como era de esperar) y un final de los que se quedan grabado en la retina para toda la eternidad esta segunda visión de The Invasion of the Body Snatchers sigue siendo a día de hoy, tannto para el que suscribe como para millones de fans, la mejor contrapartida cinematográfica de la novela del autor de Ahora y Siempre.




La tercera adaptación cinematográfica de la obra literaria de Jack Finney llegaría en 1993 y la misma fue un proyecto inusual desde su misma gestación. El productor Robert H. Solo, que también estuvo implicado en La Invasión de los Ultracuerpos, decidió reclutar a un ecléctico equipo para idear una nueva versión cinematográfica de la novela, aunque esta vez alejándose notablemente del argumento de la misma. Con una historia escrita por Larry Cohen (¡Estoy Vivo!, El Padrino de Harlem) y Raymond Cistheri (Melinda), adaptada posteriormente a guión original por Stuart Gordon y Dennis Paoli (autores de Re-Animator y From Beyond) y con un reparto en el que encontramos a actores como Gabrielle Anwar (Cosas que Hacer en Denver Cuando Estás Muerto), Terry Kinney (Sleepers), R. Lee Ermey (La Chaqueta Metálica) o Forest Whitaker (Rogue One: Una Historia de Star Wars) Secuestradores de Cuerpos (Body Snatchers) llegó a nuevas cotas de extrañeza como proyecto fílmico con la elección de su director.




En 1993 Abel Ferrara ya era conocido como un cronista de los bajos fondos de la ciudad de New York. Desde su debut, El Asesino del Taladro, el cineasta nacido en el Bronx se curtió como autor extremo, siempre entregado a las zonas suburbiales, el crimen y la ilegalidad gracias a trabajos tan destacables como El Cazador de Gatos, El Rey de New York o Teniente Corrupto. Por ello todavía hoy llama la atención que el productor Robert H. Solo en particular y Warner Bros en general eligieran a Ferrara para dirigir una pieza tan alejada de su impronta, estilo y "zona de confort autoral" como Body Snatchers. Contra todo pronóstico el autor de The Blackout: Oculto en la Memoria aceptó la propuesta, aunque trayéndose de casa a su habitual colaborador Nicholas St. John para que revisara el guión de la obra. La película tuvo su puesta de largo internacional en 1993 en el Festival de Cannes y pasó inmerecidamente desapercibida allá por donde fue estrenada, normalmente con más pena que gloria.




Steve Malone (Terry Kinney) es un inspector del departamento de medio ambiente especializado en inspeccionar bases militares. Cuando es destinado a una situada en Alabama con su familia formada por su mujer Carol (Meg Tilly), y sus hijos Marti (Gabriel Anwar) y Andy (Reilly Murphy) será advertido por parte del Mayor Collins (Forest Whitaker) acerca de unos extraños hechos en los que se están viendo implicados soldados del campamento y que parecen tener su origen en la persona del General Platt (R. Lee Ermey). Poco a poco el Doctor Malone y su hija Marti irán descubriendo una intrincada red conspirativa en la que unos alienígenas de origen desconocido están suplantando por medio de unas vainas a los militares de la zona para tomar su lugar y extender su infección a nivel global apoderándose de todas las bases de Estados Unidos controladas por el ejército de Estados Unidos.




El contexto en el que está localizada Body Snatchers y que se diferencia notablemente del de la novela original de Jack Finney, o de las anteriores adaptaciones cinematográficas de esta, es el que permite a sus autores añadir una lectura tan original como poco usual dentro de cualquier producción cinematográfica estadounidense. La excusa narrativa de situar la trama en una base del ejército de Estados Unidos permite a los cinco guionistas y al director incluir una ambiguo pero nada disimulado subtexto antimilitarista con el que los autores critican abiertamente el ambiente castrense ideando un interesante paralelismo entre la invasión extraterrestre y las ínfulas imperialistas del país de las barras y estrellas. La idea de establecer una dualidad entre la insensibilidad y carencia de emociones de los alienígenas y la deshumanización a la que se ven sometidos los soldados en su entrenamiento es todo un acierto desde el punto de vista de la escritura.




Desde una perspectiva técnica llama mucho la atención lo resolutivo que se muestra Abel Ferrara con un tipo de cine con tantas secuencias adentradas en el terror y la acción. Con respecto a esto úlitmo es posible que la segunda unidad tomara cartas en el asunto (sería extraño que la escena final con el ataque del helicóptero a la base militar la rodara el mismo director de New Rose Hotel) pero con todo el neoyorkino muestra una destacable adaptabilidad a una pieza cinematográfica tan ajena a su discurso como narrador. También se descubre como un competente storyteller a la hora de mantener una pátina de ferreo suspense de cara a la amenaza que suponen los invasores y de poner en el tablero el juego que ejecuta haciéndonos sospechar sobre si cualquiera de los personajes secundarios sigue siendo humano o ya ha sido suplantado por su "clon alienígena". Una muy digna labor para un artesano que hasta ese momento nunca había experimentado con este tipo de cine de género.




Con respecto al reparto encabezado por una desenvuelta Gabrielle Anwar que venía de triunfar con Esencia de su Mujer y su famoso tango bailado con Al Pacino cumple sobradamente su cometido. Aunque nos encontramos ante un producto de mayor vocación comercial que los films que suele rodar dentro de los círculos del cine independiente en el que siempre se ha desenvuelto Abel Ferrara muestra su habitual pericia para dirigir a unos actores que acometen con oficio sus roles, tanto los miembros de la familia Malone (el papel de Meg Tilly es perturbador y sus monólogo final lo sería más todavía si no realizara esos estúpidos gestos con la mano al recitarlo) como roles secundarios breves pero de capital importancia para la trama como los interpretados por dos magníficos actores como Forest Withaker y R. Lee Ermey. Especial mención también para la carismática, pero muy desaparecida en la actualidad, Christine Elise o un impertérrito Billy Wirth que por aquel entonces sólo era conocido por dar vida a uno de los secuaces vampíricos de Kiefer Sutherland en la memorable Jóvenes Ocultos (The Lost Boys).




Como previamente hemos apuntado Body Snatchers no obtuvo mucha repercusión en la época de su estreno, pero contiene los suficientes alicientes para ser recordada y recuperada como una más que aceptable muestra de terror y ciencia ficción. Su osadía a la hora de retratar de manera tan dura al ejército estadounidense, unos efectos especiales y de maquillaje muy competentes, un reparto resuelto, un guión sólido a pesar de haber sido manoseado por un quinteto de escritores y el oficio con el que la dirigió un Abel Ferrara que la acogió como una rara avis dentro de su filmografía son suficientes virtudes para considerar la tercera adaptación de la novela de Jack Finney una muestra de género que merece mucho más crédito del que posee, sobre todo si tenemos en cuenta que la cuarta traslación de The Invasion of the Body Snatchers, la británica Invasión con Nicole Kidman y Daniel Craig de protagonistas y muchos problemas de producción en su haber, palidece considerablemente si la comparamos con ella.

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